martes, 25 de agosto de 2009

La Maravillosa vida breve de Óscar Wao




Lo que en un principio me atrajo hacia este libro era la premisa de conocer el punto de un dominicano viviendo en NY. Esta ciudad me atrae, tanto literariamente como turísticamente, desde las novelas de Edith Wharton hasta Paul Auster, tengo debilidad por atacar cualquier obra que se desarrolle en Manhattan y sus alrededores y esa fue la primera razón por la que me lancé con entusiasmo a la lectura de este libro. Pero, para mi sorpresa, podría decir que la historia que se cuenta aquí es pura República Dominicana, incluso la parte que se desarrolla en la gran manzana no deja de ser dominicana porque sus protagonistas lo son, y aunque ellos han salido hace tiempo de la isla, la isla no ha salido de ellos, y, lógicamente, vuelven a ella constantemente y aún habiendo nacido en los Estados Unidos, no dejan de pensar y actuar como dominicanos que son.

Pero no significa todo esto que me sienta defraudada por no haber encontrado exactamente lo que esperaba al principio, al contrario, me parece fantástica la forma de contar, a través de la historia de la familia, los acontecimientos más destacados del pasado siglo en esta isla que la mayoría de nosotros conocemos actualmente por sus maravillosas playas y enclaves turísticos (reconozco que, desde ese punto de vista, es otro de mis amores viajeros) pero que nos es generalmente desconocido el negro, negrísimo pasado que esta gente tuvo que sufrir bajo la cruel dictadura de Trujillo que es contada con lujo de detalles escabrosos en la novela, yo diría que toda la historia se basa en eso, en recordar y tratar de entender cómo el país pudo estar sometido a tan sanguinario dictador y cómo lo han superado las generaciones actuales, si es que lo han hecho y qué queda aún de esa cultura de crimen y violencia en la actualidad.

El gran contraste entre la cultura americana de Óscar, el protagonista, absolutamente inmerso en su mundo de manga japonés, literatura fantástica y cine y cómics de ciencia ficción y los instintos primitivos que dominan la isla bajo el terror de Trujillo, no es tal contraste en realidad, porque en ambos mundos los malos son muy malos, los héroes casi nunca triunfan y al fin y al cabo, la principal obsesión de todos es rapar con jevitas, que algunas cosas no cambian jamás.

En cuanto al estilo narrativo, es enormemente original: el inglés y el dominicano se mezclan de forma natural, los diálogos son tremendamente vivos y destacan los supuestos pies de página que no son realmente notas del traductor, como puede parecer, sino comentarios al margen del propio narrador de la historia que se detiene con mucha frecuencia a aclarar puntos que considera importantes sobre hechos concretos o personajes del país dominicano que ayudan a entender mejor la narración, siempre dejando claro que estos comentarios se hacen desde su personal punto de vista, absolutamente subjetivo, sin tratar de ocultar su opinión personal ni suavizar la realidad.

Lectura fresca e intensa, que me hace reflexionar sobre la alegría, la generosidad y la hospitalidad que muestran los dominicanos cuando te reciben como huésped en su país, su permanente sonrisa que no deja ni por asomo mostrar ese negro pasado del que aquí se habla, lo que da más mérito al esfuerzo que hacen por agradar a los que los visitamos con la idea de pasar una corta temporada en el paraíso. Ahora que lo miro desde este nuevo punto de vista lo valoro todavía más.

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