domingo, 13 de octubre de 2024

Tomates verdes fritos

Parece que después de terminar "La riada" he querido aprovechar que me encontraba bastante a gusto en el estado de Alabama a principios del siglo XX con lo que he decidido embarcarme en otra lectura que se desarrolla precisamente por aquellos lares y en aquella misma época. Todos los que pertenezcan a mi generación recordarán "Tomates verdes fritos" como el título de una película muy popular a principios de la década de los años 90 del siglo pasado y es cierto que sabíamos que estaba basada en una novela norteamericana de una desconocida autora llamada Fannie Flagg, pero la fama, al menos en España, se la llevó básicamente la versión cinematográfica, como ocurre con tantísimas películas de éxito que proceden de obras literarias a veces ignoradas por el público lector. Pero, por cosas de la vida, treinta años después de aquel estreno alguien en una pequeña editorial como es Capitán Swing recuerda aquella historia de mujeres que emocionó a miles de personas desde las pantallas del cine y decide recuperar la novela originaria lanzando una nueva edición que pronto se convierte en éxito de ventas, gracias sobre todo a la entusiasta promoción de algunas librerías  convencidas de que la lectura de este libro todavía tiene la capacidad de inspirar, emocionar, divertir y entretener a quien lo lea. 

La novela nos narra dos historias de mujeres en dos momentos temporales: por una parte tenemos a Evelyn, una esposa infeliz, descontenta con su peso, su aspecto, su matrimonio y su vida en general, atravesando una insustancial mediana edad "soy demasiado joven para ser vieja y demasiado vieja para ser joven.". En la residencia de mayores a donde acude cada domingo a visitar a su suegra conoce a Ninny Threadgoode a través de la cual descubrirá la historia de Idgy y Ruth, dos mujeres libres e independientes que varias décadas antes, durante la época de la gran Depresión, tomaron el mando de su destino y decidieron vivir como les diera la gana sin preocuparse por lo que la sociedad exigiera de las mujeres en aquel momento. En un entorno de crisis económica, segregación racial y fuertes prejuicios morales el café de Whistel Stop se convierte gracias a sus propietarias en un reducto de esperanza en el que Evelyn es capaz de inspirarse tantos años después para escapar de sus propias limitaciones.

Este es un relato lleno de ternura y valor en el que comedia, drama y emoción se entrelazan en un canto a la amistad femenina donde asoma un feminismo relajado, doméstico, según el cual sea desde el trabajo de ama de casa o sirviendo desayunos en una cafetería de un pueblo olvidado de Alabama se puede luchar cada día por la igualdad y el reconocimiento, 
aprender a valorarse y reclamar ser valoradas, sin grandes hazañas más allá de la cotidianeidad de mujeres normales que intentan hacer lo mejor de su día a día, superar imposiciones y ser felices desde la solidaridad entre mujeres que se apoyan y se alegran de los éxitos personales de las demás. Podría ser casi una novela feel good en apariencia si no fuera por la acidez y la amargura que destila por momentos cuando trata temas como el racismo o el machismo sistémico.

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