El hijo mayor de Calabresi, Mario, que en el momento de su muerte sólo contaba con tres años de edad, termina convirtiéndose en periodista y no puede evitar dedicar muchos años a investigar los sucesos que rodearon la muerte de su padre y los conflictivos tiempos en que esta se produjo, los que se conocieron como los años de plomo dentro del siempre convulso escenario político italiano. De ahí surge este libro donde nos presenta la vida familiar tras la muerte del padre, las visitas al cementerio, el desconsuelo de la joven madre que queda viuda con dos niños muy pequeños y otro en camino, los amigos que les acompañan y los que les dan las espaldas. Enlaza junto a sus propios recuerdos los testimonios de otras historias familiares; entrevista a otros familiares de víctimas del terrorismo, a otros que como él quedaron huérfanos y tuvieron que cargar, además de con el dolor, también con el peso vergüenza de las campañas en prensa, el linchamiento público. Y sumando a todo ello la humillación añadida de soportar el aura de héroes que durante mucho tiempo rodeó a los asesinos de sus padres y maridos y su posterior incorporación a la vida pública, una vez cumplidas sus condenas.
"La disparidad de trato entre quien asesinó y quien fue asesinado es irreparable, se prolonga a lo largo de los años, agravada por el hecho de que quienes asesinaron entonces escriben memorias, son entrevistados en la televisión, participan en algunas películas, ocupan puestos de responsabilidad, mientras que a la viuda de un agente nadie va a preguntarle cómo ha vivido desde entonces sin su marido, si tiene hijos que vivieron una infancia de orfandad, si el tiempo que ha pasado les ha cicatrizado las heridas, el pesar, el dolor.."
Las palabras del senador Gerardo D’Ambrosio, que ejerció de juez del caso que investigó las muerte de Pinelli, es buena muestra del sistema partidista italiano, de su variedad de ideologías, tendencias y divisiones que muchas veces se confunden en un galimatías de siglas y asociaciones que se enfrentan y no siempre se sabe muy bien en qué bando acaban por encasillarle a uno.
"Las actuaciones judiciales así lo indican y, repito, hay pruebas irrefutables. En ese momento escribieron en los muros que yo era un fascista. Luego, cuando dije que no fueron los anarquistas quienes pusieron las bombas, entonces dijeron que yo era un comunista. Así es Italia."
No sabía nada de estos hechos. Qué duro tuvo que ser para ese hijo. Sobre todo, por lo injusto que fue todo. Una lectura interesante. Tomo buena nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
Leyendo este libro descubres que en Italia tuvieron, también como en España, unos "años de plomo" en los que el terrorismo hizo estragos igual que aquí. Este testimonio nos cuenta ese drama desde los ojos de las víctimas. Vale mucho la pena su lectura.
EliminarSaludos.