En este París vibrante y revuelto vive la principal narradora de la novela: la joven costurera Alice Humbert escribe cartas que nunca enviará dirigidas a su amado Ërno Hessel que la ha abandonado para irse a América. Le cuenta cómo convive con la pena del desamor y cómo va recomponiendo su vida poco a poco gracias sobre todo al trabajo en la tienda que él le dejó como regalo antes de marcharse. Algún tiempo después Alice conocerá a Alexander con el que recuperará la ilusión y se verá capaz de volver a ser feliz. Tenemos también a otra narradora: se trata de Kiki, la mejor amiga de Alice, más conocida como Kiki de Montparnasse, una muchacha alegre y desprejuiciada, modelo de artistas y reina de la noche parisina, pero que también oculta profundos dolores y desilusiones por aquellas chicas que nunca llegará a tener, como un amor verdadero o un hijo.
La novela evoca vivamente el ambiente bohemio del París de los años veinte, una ciudad donde artistas y jóvenes que vienen de la miseria y de tiempos oscuros sólo buscan ahora el placer y la diversión, el vivir intensamente la vida, disfrutar y ser felices sin pensar en el pasado ni en el futuro. Describe con riqueza de imágenes los escenarios: los cafés, los estudios de los pintores, las calles de París, los lujosos mobiliarios, los vestidos elegantes, las telas, las joyas, las porcelanas, todo tan excesivo y vital. Junto a esto, la energía de los deportistas y el espectáculo de los Juegos Olímpicos se suman al espectáculo de la ciudad y hasta la luz y el color de Valencia llegan a ese París soñado, luminoso y efervescente.
El lenguaje del autor es recargado y alejado de la sobriedad; evoca mil sensaciones, colores, olores, emociones, a través de elaboradas metáforas y frases que parecen escritas para ser subrayadas. Ya os digo que no es mi estilo favorito de escritura, tan barroco en la expresión y excesivo en los sentimientos, con una protagonista que se pasa la mayor parte del tiempo llorando o a punto de llorar, pero ya sabemos cómo es de intenso Máximo Huerta, así que no voy a venir yo ahora a quejarme de que nos haya dado en este libro ración doble de aquello que siempre ofrece en todo lo que escribe.