Hace tiempo que Stefan Zweig es reconocido como un magistral narrador y no seré yo la que lo venga a descubrir ahora, que ya son varias las publicaciones sobre sus obras que he publicado en este blog. Uno de las aspectos que más me sorprenden en sus libros es la capacidad de condensar en las escasas páginas que ocupan la mayoría de sus novelas (no hablo de María Antonieta, está claro), que en ocasiones son más bien relatos y que suelen rondar algo más de cien, pues en esta breve extensión es capaz de plasmar todo un escenario espacial y humano, trazar los rasgos fundamentales de los protagonistas y, según avanza el relato, penetrar en lo más hondo de las motivaciones, de las contradicciones que la educación o las costumbres o las normas sociales plantean a los protagonistas, la manera en que sufren por sus errores, la manera en que se arrepienten o se lanzan a lo desconocido o toman cualquier decisión que puede cambiar su vida o el modo de vivirla.
En esta novelita titulada "Veinticuatro horas en la vida de una mujer" lleva esta capacidad suya al límite ya que son sólo eso, veinticuatro horas, lo que necesita una persona para ver su vida alterada para siempre. Nos encontramos en este caso con una dama inglesa habitual de la alta sociedad que pasa largas temporadas en la Riviera francesa y que hace partícipe al autor de un suceso que hace ya muchos años le habría llevado a renunciar a todo, a dejarse arrastrar irreflexivamente a la locura de una pasión que la abocó hasta el límite de verse capaz de abandonar todo lo que conocía y poseía por un irracional enamoramiento. Y todo ello en esas pocas horas tan intensas como breves.
Los personajes de Zweig son transparentes, muestran todas sus sensaciones en sus gestos, expresiones, ademanes, se expresan con su rostro y, en este caso también con sus manos. Son personajes cuyas pasiones son capaces de someter sus auténticas naturalezas, y el autor lo narra de tal manera que crees que se puede conocer todo de una persona simplemente observando como mueve las manos, que se puede llegar hasta lo más profundo de un alma fijándose en sus ojos, para él el conocimiento del ser humano es posible en base a una atenta observación de su comportamiento y lo que transmite con su actitud, que todo se puede adivinar por su expresión. Yo no lo creo así, pero cuando me lo cuenta Zweig estoy dispuesta a creerlo aunque sólo sea por un rato.
Lo leí hace ya un tiempo y me encantó, como todo lo que he leído de este autor. Y es que yo también estoy dispuesta a creer todo lo que me cuente Zweig, aunque sea por un rato.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es un maestro de la narración, sin duda nos dejamos arrastrar por lo que nos cuente.
EliminarSaludos.
Es magnífica la capacidad de Zweig de decir, profundizar y transmitir tanto en tan pocas páginas, y si añadimos como analiza la condición humana más la psicología de los personajes, y todo con una excelente narración, nos encontramos con un autor que no hay que perderse.
ResponderEliminarUn abrazo
Coincido en todo. Es un maestro y siempre se disfruta. Seguiré descubriendo sus obras que, afortunadamente, son muchas.
EliminarSaludos.
Es un autor con el que aún me tengo que estrenar, pero cuando lo haga, al ser breves sus novelas, leeré dos o tres de golpe probablemente.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Cuando hayas calentado con algunas obras breves deberás leer mis dos favoritas que son más extensas: "Maria Antonieta" y la fabulosa "El mundo de ayer" su fabulosa autobiografía. Ya me contarás.
EliminarSaludos.