miércoles, 29 de octubre de 2025

La señora Harris en Nueva York

A la señora Ada Harris ya la conocimos hace algún tiempo gracias a "Flores para la señora Harris" donde Paul Gallico nos contaban la aventura de esta mujer madura, empleada de la limpieza en Londres, que logra cumplir su sueño de viajar a París y adquirir, gracias al ahorro de años, un maravilloso vestido de Dior. Ahora "La señora Harris en Nueva York" nos trae de vuelta a esta adorable protagonista que, en esta ocasión acompañada de su buena amiga la señora Violet Butterfield, emprender una nueva aventura con destino a Nueva York. La razón que lleva a las dos damas a emprender este nuevo viaje no es sino localizar al padre de un pequeño chico, Harry Brown, que se encuentra al cuidado de unos vecinos que lo maltratan sistemáticamente. El niño es hijo de un soldado norteamericano que regresó a su país tras la guerra y dejó a su hijo en manos de su esposa que se negó a acompañarlo al otro lado del océano cuando el decidió volver; pero está pronto encontró una nueva pareja y el niño le sobraba, con lo que optó por dejarlo al cuidado de los Gusset, los vecinos de la señora Harris, que se ocupan adecuadamente del niño hasta que la madre deja de enviar el dinero para su manutención.

Así que cuando la decidida señora Harris recibe la oferta de acompañar a una clienta en su traslado a Nueva York, comienza a planear el modo de hacer que el niño y su padre se reúnan de nuevo. Tendrá que ingeniárselas para hacer pasar al chiquillo indocumentado por el control de inmigración y más tarde buscar al verdadero padre y de otra serie de enredos que se suceden a lo largo de esta aventura y que la incansable señora Harris solventa con su perseverancia, entusiasmo y capacidad de convencer a amigos y desconocidos para que se embarque en su loco proyecto. Su búsqueda del padre la llevará a recorrer la ciudad de norte a sur frecuentando barrios de lo más variopinto y conociendo ciudadanos de distintas extracciones sociales.

El tono jocoso de la narración alcanza desde la  épica descripción de la protagonista y sus muchas virtudes, hasta los hechos que se relatan que, por muy disparatados que resulten, nos arrastran a acompañar a las dos ancianas en su aventura y a desear el feliz desenlace de sus peripecias.

"Tampoco le había oído nadie una queja a la señora Harris, jamás. Había enviudado a los treinta años, había criado, educado y casado a su hija, se había mantenido ella sola sin perder la dignidad, y todo de rodillas y con un cepillo, o encorvada sobre un paño y un trapo, o delante de unos fregaderos repletos de platos sucios."

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