La fiesta

"La fiesta" es una novela de Margaret Kennedy publicada a mediados del siglo pasado y que ha sido recientemente recuperada y editada en castellano por primera vez. Aunque se presenta como una novela de misterio, en realidad no hay un crimen ni nada semejante. La intriga se genera ya en el mismo inicio del libro puesto que enseguida se nos desvela el final de la historia, sabemos que el hotel Pendizack Manor ha desaparecido sepultado por el derrumbe del acantilado bajo el que se encontraba situado, causando la desaparición de algunos de sus ocupantes. Falta saber la identidad de las víctimas de entre todos los personajes que pueblan la novela. 

Retrocedemos varios días atrás en el relato y vamos conociendo a los huéspedes del pequeño hotel regentado por los Siddal, que se han visto obligados a reconvertir la casa familiar en la costa de Cornualles en un negocio para salir adelante y obtener algún dinero que permita a los hijos continuar con sus estudios. La guerra es todavía muy reciente, el racionamiento y la escasez son la tónica del país, aunque unos pocos logran beneficiarse ciertas comodidades gracias a sus privilegios y otros se ven obligados a buscarse la vida, aún de manera poco honrada, para garantizarse la subsistencia. Entre las parisinas que acuden al hotel se encuentra el matrimonio Paley, altivos y poco sociables; la familia Gifford con sus cuatro guapos y ruidosos hijos; la joven e inestable Evangeline Wraxton junto a su padre, un severo y malhumorado clérigo; la viuda señora Cove y sus tres dulces hijitas. Pronto se les unirá una extravagante escritora, Anna Lechene, acompañada del joven Bruce Partridge, su chófer y secretario. 

También contamos con el personal del hotel entre los que se cuenta Fred, el camarero y chico para todo; la señorita Ellis, una dama de buena familia venida a menos, fisgona y dada a las habladurías que ejerce de ama de llaves; la despierta criada, Nancibel Thomas, una chica de campo con un gran corazón. 

Ese amplio elenco de personajes se relacionan durante varios días entre conflictos, amistades y nuevas alianzas en la casona de la playa donde salen a la luz secretos ocultos, se forjan amistades inesperadas y se producen enfrentamientos de variado tipo. La mansión de Pendizack ejerce un gran influjo sobre todos los residentes, a algunos para bien, aliviando sus dolencias, reales o imaginadas, ofreciéndoles la posibilidad de dar un giro a sus vidas, pero a otros la estrecha convivencia y el escrutinio ajeno no les sienta especialmente bien. 

En este relato que por momentos es bastante oscuro e inquietante, con ocasionales chispazos de alegía y optimismo, asistimos a conflictos de diverso tipo, algunos de carácter religioso como el que enfrenta a protestantes contra anglocatólicos o el que contrapone a unos niños acomodados frente a otros afectados por las estrecheces de la posguerra. Los personajes son presentados a través de afilados retratos poco compasivos donde sus debilidades y defectos quedan a la vista, de hecho cada uno de los siete pecados capitales aparece personificado en alguno de los personajes. Pero por otra parte, también encontramos el lado positivo de aquellos otras figuras que comienzan siendo personajes apagados o sometidos y a los que vemos crecer y sobreponerse a sus circunstancias según avanza el relato hasta que logran brillar y superar los límites que se les imponían. Hay mucho de reflexión sobre los cambios operados en la época en la que las normas de comportamiento y los modos de vida están cambiando, dando paso a una nueva etapa de igualdad social donde se valorará a las personas por sus acciones y capacidades y no por su estatus social o económico.

Se ha comparado el tono de esta novela con las mejores obras de la mítica Agatha Christie con la que comparte elementos como el gusto por reunir un grupo heterogéneo de personajes en una obra coral donde cada uno tiene un papel en el drama que se cuenta, al igual quite compartiéndolo época histórica y escenarios, pero sin duda la Kennedy tiene muchas más intención de hacer crítica social, concede menos peso al aspecto del misterio y más al de las relaciones interpersonales, dando lugar a una lectura más profunda y compleja.