Trueba nos cuenta lo que era la vida cotidiana en los años de su infancia, de los setenta a los ochenta, cuando la clase media irrumpió en España: la música que sonaba, la televisión de dos canales, las casas de un solo baño o los coches donde se acomodaban familias muy numerosas, bien apretados, en estrecho contacto, donde las diferencias de edad no eran impedimento para la convivencia, donde unas generaciones aprendían de las otras.
Pero el núcleo central de esta obra está en el recuento que va haciendo de aquellas fuentes primigenias que fueron conformando el que más tarde sería su trabajo de narrador, desde las historias que escuchaba contar a los tenderos del mercado al que acompaña a su madre hasta los cuentos que le contaba su padre antes de dormir, las noticias escuchadas en la radio o las series de la televisión. A la temprana pasión por el cine también se le unió la buena televisión que se hacía en aquellos años y así el adolescente pudo disfrutar de obras maestras del cine de todas las épocas, con lo cual se afianzó su deseo de contar historias, algo que con el tiempo se convertiría en su forma de ganarse la vida.
Esta obra supone una mezcla perfecta de nostalgia, sentido del humor y lenguaje limpio y preciso, capaz de condensar en tan pocas páginas el origen de una vida dedicada a la vocación y el oficio de escritor.
No me termina de llamar esta vez pero me alegra ver que la has disfrutado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es una lectura tan breve como intensa. Se lee en un suspiro y te transporta totalmente a la infancia del autor. No descartes disfrutarla tú también en algún momento.
EliminarSaludos.