Detrás del fenómeno mundial inesperado y descomunal de las novelas de Harry Potter tanto a nivel editorial como de sus versiones cinematográficas se encuentran muchas historias de éxito, desde la de la propia autora J. K. Rowling, la del productor de las películas David Heyman o el director Chris Columbus y, por supuesto, el joven actor Daniel Radcliffe; todos estos son personajes que encontramos desfilando en este libro donde realidad y ficción se entremezclan a la laurel, si bien lo único totalmente ficticio es la figura de Martín Hill, el niño que estuvo a punto de encarnar al famoso mago, el que se quedó al borde del que pudo haber sido el sueño de su vida, que habría cambiado su destino y quizás el de su familia que "había mirado el sueño a los ojos" . Y es que su padre, John, estaba convencido de que si Martin se hiciera con el papel podría haber sido capaz de recuperar su matrimonio con Jeanne. Aunque sabemos perfectamente que será Daniel Radcliffe el que finalmente se haga con el papel, esto no impide ahora nos enfrentemos a la lectura con la ilusión de pensar que quizás las cosas van a salirle bien a Martín.
La novela nos muestra que cualquier éxito luminoso da lugar por lógica a una zona de sombras a sus espaldas, al fracaso que supone para aquellos que no llegan a la primera posición, al número dos, los que se terminan quedando en la segunda posición en la carrera hacia triunfo. El autor nos lleva a la reflexión sobre cómo gestionar la derrota, cómo aceptar que el sueño perseguido con ilusión ha terminado, algunas veces incluso antes de comenzar. La maldición de quedar en el segundo puesto para muchos puede suponer un fracaso permanente, como es el caso de Martín, lo deja bloqueado, la derrota lo marcan a sus propios ojos, no se ven capaz de superar la frustración y la desilusión que deberían ser momentáneas; por el contrario, las arrastra durante años, incapaz de reponerse a ellos y retomar su vida y encontrar nuevas ilusiones ni de considerar que el éxito del otro, aquel que le fue arrebatado, también oculta sus sombras y sus propios problemas.
"Imaginemos por un segundo que lo que nos hace sufrir tiene la envergadura mediática de Harry Potter. En ese caso, superar lo que nos hace daño se complica un poquito."
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