Por un lado, nos encontramos con el religioso Martín de Bilibio que ejerce de escribiente y ayudante del obispo de Iria Flavia, Teodomiro, cuando en el año 824 es descubierto un enterramiento en el territorio de su diócesis que podría corresponder al apóstol Santiago. Si bien no hay pruebas concluyentes de que sea el apóstol el que se encuentra allí, sino más bien un hombre llamado Prisciliano, mártir para algunos pero hereje según la Iglesia, pronto comienza a popularizarse que aquel lugar es verdaderamente el Locus Santi Iacobi y se convierte en destino de peregrinación masiva. Bilibio viajará de vuelta hacia su tierra natal en Borgoña con la misión de ocultar allí bien lejos la confesión del obispo Teodomiro sobre las falsedades, o la Inventio, que dió lugar al surgimiento del mito del sepulcro de Santiago en aquel lugar del Finis Terrae.
"No me interesa de quién sean los restos que están allí, lo que importa es lo que siente la gente, su fe les da fortaleza, engulle sus penas; es admirable la alegría con la que hacen el sacrificio de caminar buscando la perfección, buscando acercarse a Dios. Eso es lo importante. Dios está en todas partes, y se puede rezar a los santos en cualquier espacio en el que te encuentres."
De otra parte, seguimos la historia de la joven Mabilia, hija del Conde de Montmerle, que debe escapar de su hogar cuando su padre fallece y se queda a merced de su cruel y ambicioso tío. La chica deberá hacerse pasar por un novicio para ocultar su identidad e iniciará así una huída que la llevará a seguir la ruta del Camino que ya se ha convertido en un recorrido popular entre los cristianos europeos que peregrinan hasta la tumba del apóstol a lo largo de un trayecto que se va poblando con los años de iglesias, hospitales, monasterios, hospederías, en torno a los cuales se crean nuevos núcleos de población que viven del servicio a aquellos que cruzan esas tierras camino de Compostela, peregrinos, viajeros y comerciantes, que transitan o se instalan en aquellos lugares bajo el amparo de los reyes castellanos, interesados en impulsar la repoblación de estos territorios recientemente recuperados al invasor musulmán y siempre bajo su constante amenaza.
Atraídos por las abundantes obras de construcción emprendidas por entonces, abundan en aquella zona los canteros y escultores, humildes oficios que logran, sin embargo, extraer el almas de las piedras y que participan en la tarea de levantar las grandes construcciones de la época, castillos, puentes e iglesias, obras en piedras que transmiten a los fieles la gloria de Dios y el poder de la Iglesia y les cuentan al pueblo iletrado las historias bíblicas a través de sus relieves tallados en la piedra, además de compartir un código oculto, sólo identificable por unos pocos, a través del cual transmiten claves y secretos que se ocultan en ese Camino que unió a toda la Cristiandad en torno a un enterramiento lleno de misterios y leyendas.
Aparecen a lo largo del relato personajes coetáneos de los protagonistas como Beato de Liébana, San Millán de Suso, Santo Domingo de la Calzada, Santo Domingo de Silos, santos que jalonan la Historia de España con sus hazañas y obras y que configuraron el devenir de la Europa cristiana a través de las diversas rutas de peregrinación hacia aquellas lejanas tierras del norte donde el mundo se acababa a la orilla del mar.
Es el que menos me gustó de Paloma de todos los que leí de ella. Besos!
ResponderEliminarHabría que tener en cuenta que es una de sus primeras novelas y que, lógicamente, en las siguientes su estilo ha mejorado. También el escenario temporal es diferente, tal vez el Medievo te pilla más lejos en lo que a gustos se refiere. A mí me ha parecido una buena novela.
EliminarSaludos.
Sí, hace años la Edad Media me encantaba en novela pero ahora no me atrae tanto. Besos!
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