Pero a pesar de su carácter apacible y sensible y su buena disposición, Erik tiene una debilidad: sufre arrebatos de cólera en los que pierde el sentido de la realidad, le embarga un impulso violento durante el cual no es consciente de sus actos, lo que le traerá más de un problema.
En la segunda parte del libro nos reencontrarnos con el guardia Cardell al que ya conocimos en la anterior novela cuando se dedicaba a ayudar al abogado Winge, ahora fallecido, en sus investigaciones. En esta ocasión Cardell conoce al hermano menor de su antiguo colega, el joven Emil Winge. Ambos se ocupan de un caso que la policía ha renunciado a investigar: el de una muerte supuestamente accidental pero en la cual la madre de la víctima sospecha que hay algo que se le oculta. Al tiempo que desarrollan esta nueva investigación, Cardell continuará siguendo la pista de Anna Stina, personaje que aparecía en la anterior novela y cuya trayectoria volveremos a recuperar aunque no guarde relación alguna con el nuevo caso de asesinato.
Al igual que ocurría en 1793, los sórdidos escenarios de Estocolmo, la ciudad de los puentes, como se la denomina a lo largo del libro, siguen marcando el ambiente de la historia: la suciedad y la miseria de sus calles oscuras y pestilentes donde las ejecuciones públicas son espectáculo habitual, el enrarecido ambiente político de luchas de poder, de conspiraciones y corrupción, originan una gran inestabilidad, donde no existe seguridad ni justicia. A pesar de todo, Cardell se muestra como un personaje interesado en sacar a la luz la verdad de lo ocurrido y dar satisfacción a los deseos de una madre que exige justicia para su hija y se encontrará frente a un supuesto criminal que lucha contra sus impulsos, que desea ser un hombre honrado pero no logra superar sus debilidades.
Lo peor de está novela, tal y como ocurría con la anterior, son las escenas en las que el autor despliega toda una repertorio de prácticas de crueldad extraordinaria y, para mi gusto, excesiva, no aptas para espíritus sensibles ni estómagos delicados. Los peores impulsos del ser humano quedan retratados allí con demasiada crudeza. Al hilo de esta mirada oscura al hombre, también nos proporciona una visión absolutamente negativa del resultado de las revoluciones que recorren Europa en aquel siglo. Bajo el presunto objetivo de otorgar libertad al pueblo, salvarlo de la opresión de los reyes e igualar a todos en derechos, lo que han provocado es igualar a todos en violencia, ánimo de venganza y logran sacar a la luz los más bajos instintos, sin que haya ya un freno de autoridad que los contenga.
"No dudo que la intención de quienes se lanzaron a derribar la opresión fuera buena, pero al cabo sólo le han dado al ser humano una nueva excusa para mostrarse tal como siempre ha sido: un ser tan sujeto a las leyes de la naturaleza como los animales del bosque, entre los cuales la violencia reina sin restricción alguna y el fuerte dispone de la vida del débil a su antojo. Mirad lo que está ocurriendo en París: hay verdugos por doquier. ¿Dónde están ahora los enciclopedistas?"
La primera me gustó mucho aunque sí, en ocasiones es excesiva en esa crueldad que señalas. Seguramente termine leyendo ésta también, pero no me preguntes cuándo...
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo he dejado pasar bastante tiempo entre ambas pero se retoma el hilo y el tono de la historia enseguida. Muy buena esta igual que la primera.
EliminarSaludos.