miércoles, 31 de julio de 2019

Yo sé porqué canta el pájaro enjaulado

En "Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado" nos encontramos con el primer volumen de las memorias de Maya Angelou centrado en sus primeros años de vida, cuando todavía era conocida como Marguerite Johnson, cuando no era más que una niña cuya infancia transcurría en una pequeña población de Arkansas, ese sur de los Estados Unidos donde ser negro en los años 30 no era nada fácil, donde la población de color vivían tan segregada de los blancos que apenas existía contacto alguno entre ellos; los blancos eran para la pequeña Marguerite, por tanto, seres casi irreales, entes completamente distintos a ella misma o a su familia o a los vecinos de su barrio, tanto que parecería que habitaban en mundos diferentes, en diferentes realidades.

El racismo que debe sufrir su gente tiene aspectos escalofriantes y muy llamativos como los actos realizados por el KKK, los linchamientos o las desapariciones injustificadas, pero también existen las normas absurdas discriminatorias, las humillaciones cotidianas por parte de los blancos, especialmente aquellos más miserables, niños pobres que no conocen la escuela ni el jabón pero que se permiten mofarse de la gente de color. La niña y su hermano se encuentran a cargo de su abuela bajo cuyo cuidado crecen como estudiantes aplicados, siempre rodeados de libros que fomentarán la viva imaginación de la niña. Mientras que sus padres permanecen lejos de ellos, la abuela será un personaje fundamental en la vida de Maya: una mujer firme, poderosa, fiel cristiana, orgullosa de ser quien es y propietaria de la única tienda del sector negro del pueblo, lo que les confiere cierto desahogo económico sin que ello le impida criar a sus nietos con mano firme y escasos privilegios.

El otro personaje determinante en la infancia de la protagonista es su hermano Bailey, un chico listo y simpático por el cual Maya profesa un amor incondicional lleno de admiración. Con el paso de los años volverán a escena los padres ausentes que llevan vidas completamente diferentes a la de sus hijos allá en California donde viven y trabajan en circunstancias que nunca llegarían a imaginar en el Sur las personas de color. Maya y Bailey se trasladarán por un tiempo hasta allí y pasarán de ser niños negros sureños a adolescentes que descubren un nuevo modo de vida, nuevas posibilidades que se abren ante todos, sin importar el color de la piel; gracias a los cambios que trae la guerra mundial, los negros acceden a trabajos que antes no tenían a su alcance, comienzan a alcanzar derechos y a reclamar igualdad frente a los blancos. La joven Maya irá adquiriendo así conciencia de situación de los de su raza y creyendo en las posibilidades de cambiar la realidad. Lo que hasta entonces había asumido, no con resignación, sino con la normalidad de no haber conocido otra cosa, como una situación inamovible sobre cuya naturaleza no se discutía, se contempla ahora como injusticia, como una situación contra la que se debe combatir. También en California sufrirá Maya una experiencia trágica que marcará su vida a partir de ese momento, pero ese suceso no le impedirá seguir siendo una niña valiente, concienciada, vital y dispuesta a abrirse paso en la vida. 

Me ha resultado verdaderamente interesante descubrir los primeros años de vida de esta mujer que llegó a ser un personaje muy destacado y de gran influencia en la sociedad de los Estados Unidos por la variedad de profesiones artísticas que desarrolló y por su papel como defensora de los derechos civiles y cuya personalidad completa y compleja comenzó a forjarse en esta infancia que nos cuenta con sencillez, gran sensibilidad y aguda mirada sobre el mundo en el que nació y creció y que trató de cambiar en la medida de sus posibilidades .

miércoles, 24 de julio de 2019

Ordesa

Reflexiones, recuerdos, pensamientos revueltos, de todo hay en esta "Ordesa" del escritor y poeta aragonés Manuel Vilas, ideas y evocaciones que se van desperdigando a lo largo de un relato sin ninguna intención de mantener orden cronológico ni hilo argumental alguno: "Mi madre era una narradora caótica. Yo también lo soy. De mi madre heredé el caos narrativo. No lo heredé de ninguna tradición literaria, ni clásica ni vanguardista."

Desde los recuerdos de sus padres y la vida familiar y cotidiana hasta sus días como profesor de formación profesional, la relación con sus propios hijos, los pisos donde ha vivido, sus experiencias como escritor... en ese maremágnum de temas que se entrecruzan va el autor yuxtaponiendo ideas, a veces incoherentes o aparentemente contradictorias pero esta es su manera de contar su vida, de situar su historia personal en el contexto de la historia del país, no por justificarse ni siquiera por explicarse, sino simplemente por ubicarse en el mundo, por presentar los hechos que habían sucedido o estaban sucediendo al mismo tiempo que él transitaba por los años de su infancia y juventud: "Era 1983 y en España morían guardias civiles todos los días. Un país en el que siempre estaba muriendo gente. Pero tener tu propio piso era un motivo de alegría, y ahora estoy desempolvando todos los motivos de alegría que pudo haber en mi vida."

El libro se encuentra absolutamente centrado en la relación con sus padres, algo que llega a resultar obsesivo, la intensidad con la que la existencia de una persona adulta continúa marcada fundamentalmente por la figura de sus progenitores, mucho más, sin duda, que por su exesposa que apenas si aparece mencionada o por posibles amigos o incluso los hijos o el hermano a quien escasamente se menciona. Y estas relaciones paterno-filiales que lo centran todo no presentan, sin embargo, apenas rasgos de ternura o muestras de cariño, hay poco contacto físico, poca comunicación. Y así y todo los padres son su guía, su faro, el modelo de relación fría que reproduce ahora el autor con sus propios hijos con los que apenas se habla, ni se llaman por teléfono, ni se besan, ni se cuentan sus cosas... Es un modo extraño de quererse, en cualquier caso.
"Mi padre nunca me dijo que me quería, mi madre tampoco. Y veo hermosura en eso. Siempre la vi, en tanto en cuanto me tuve que inventar que mis padres me querían. Tal vez no me quisieron y este libro sea la ficción de un hombre dolido. Más que dolido, asustado. Que no te quieran no duele, más bien asusta o aterroriza."
Así nos iremos moviendo por los escenarios fundamentales de su vida, en especial, por aquellos que compartió con su padre que le transmitió el gusto por salir al campo, por subir a Ordesa y al Monte Perdido, lugares tan significativos para él como otros elementos, aparentemente banales como son el armario ropero en el que se ocultaba la madre cuando estallaba una tormenta, o los coches familiares que con tanto mimo cuidaba el padre o los elegantes trajes de viajante que siempre vistió y que le daban un aire de elegancia que no era habitual en aquella ciudad triste suya de los años sesenta; pequeños detalles todos que en manos del autor se engrandecen, se convierten en símbolos fundamentales de lo vivido, piezas esenciales de su biografía.

Me queda la sensación triste, en cualquier caso, de haberme adentrado en una narración oscura y agria, presidida por la falta de confianza en el hombre en general y en los españoles en particular. Se regodea Vilas en la soledad, en la desilusión vital, en la miseria humana y material del hombre de clase media baja, la desconexión entre las personas, incluso o sobre todo entre los miembros de su familia, lo que extiende de manera general a todas las demás familias. El descreimiento y la desesperanza tiñen todo el relato que podría llegar a rozar en ocasiones el nihilismo, la falta absoluta de fe en el ser humano y te deja definitivamente un mal sabor de boca, al margen de la indudable calidad literaria de las formas con las que se cuentan las cosas. A una frase llena de poesía le sigue una imagen sórdida y desalentadora, a un momento brillante le acompaña un pensamiento desesperanzado. Y casi me ha pesado más la visión pesimista del relato que la innegable maestría estilística que demuestra el escritor a la hora de contar las cosas.
"Ningún hijo se parece a nadie, ni a su padre ni a su madre, ni a sus tíos ni a sus abuelos, a nadie; nunca entendimos esto. Un hijo es un ser nuevo. Y está solo. Solemos decir que se parece a su padre, o a su tía, o a una abuela para evitar lo inevitable: que ese niño acabará siendo un hombre solitario o una mujer igualmente solitaria. Que acabará muriendo solo."

martes, 16 de julio de 2019

Los señores del tiempo

Finaliza la fantástica Trilogía de la Ciudad Blanca de Eva Gracia Sáenz de Urturi, esta serie ubicada en la mágica ciudad de Victoria y protagonizada por el inspector de policía Unai López de Ayala, más conocido como Kraken, y su pareja, la subcomisaria Alba Díaz de Salvatierra. En esta ocasión los investigadores se encuentran frente a un curioso caso de asesinato, secuestro y crímenes varios que transcurren en sorprendente paralelismo con la trama de una novela de reciente publicación titulada "Los señores del tiempo", un sorprendente éxito editorial de autor desconocido que parece preconizar los terribles hechos que los policías alaveses deberán resolver, comenzando por descubrir al auténtico autor de la ficción que, inspirado fielmente en un antiguo cronicón de la Edad Media, se está repitiendo paso por paso en la actualidad

Iremos siguiendo a lo largo de la lectura la trama de las dos novelas en paralelo, dos historias que se van solapando donde los herederos lejanos de los personajes medievales van padeciendo los mismos castigos que los reflejados en la crónica medieval. Las implicaciones personales de la investigación y las consecuencias que esta traen al entorno más íntimo de Unai y Alba les hacen plantearse a ambos si vale la pena sacrificar su vida personal y poner en riesgo a las personas a las que quieren por alcanzar el éxito en su profesión.

La autora une en esta culminación de su trilogía sus dos temas favoritos: las tramas de investigación del equipo de policías vitorianos por un lado y el retrato histórico de la época medieval de las antiguas villas de Suso, ubicada en la colina de la antigua Gasteiz y la Nueva Victoria, de cuya unión surgirá la actual ciudad de Vitoria. Las tramas de las relaciones y enfrentamientos entre los distintos reinos cristianos, las luchas de poder de los señores de la ciudad, las familias fundadoras cuyos apellidos se han perpetuado hasta la actualidad, se ve que es un material que la autora ha disfrutado manejando y creo no equivocarme al afirmar que tengo la sensación de que ha perseguido más su propia satisfacción personal y regodeo en torno a un tema que le apasiona que el hecho de darle el gusto a sus lectores, a los que deja algo huérfanos, de rematar la trilogía y despedir a sus personajes como estos se merecen. En cualquier caso, no dudo en recomendar la lectura de esta serie que, en este caso sí, es esencial leer en su orden de publicación para seguir puntualmente los avances y evolución de los personajes y las tramas.

domingo, 7 de julio de 2019

La muerte lenta de Luciana B.

La Luciana que da nombre a "La muerte lenta de Luciana B.", novela del argentino Guillermo Martínez, es bastante poca cosa: una joven estudiante más bien insulsa, sin grandes virtudes, pero que logra sin embargo obsesionar a dos escritores al mismo tiempo: uno joven con ansias de triunfo que es además el narrador de esta novela y otro el maduro Kloster, estrella indiscutible de las letras argentinas, un misterioso autor que permanece ajeno a la vida pública y social. Durante un breve periodo de tiempo ambos escritores le dictan a Luciana sus novelas y surge entre ambos un amago de competición por conquistar a la joven mecanógrafa. Pero un avance demasiado atrevido por parte de Kloster lleva a Luciana a iniciar un pleito en su contra que tendrá repercusiones absolutamente indeseadas en la vida familiar del autor.

Diez años más tarde Luciana vuelve a ponerse en contacto con el joven escritor. Su decadencia física es innegable, la juventud la ha abandonado, todo rasgo de frescura y alegría se ha desvanecido. Según revela la joven, el gran Kloster está arruinando su vida poco a poco, acabando con todos sus seres queridos, con su novio, sus padres, su hermana... todos muertos, según ella cree por voluntad del autor ¿Es algo así posible? A Luciana le persiguen efectivamente las muertes violentas en su entorno, ninguna con aparente relación con Kloster pero su obsesión es enorme, siente que el escritor ha planeado todas y cada una de ellas como una venganza total, cada fallecimiento es parte de un plan a mayor nivel cuyo fin ultimo es provocar la muerte lenta de la propia Luciana.

Junto al narrador nos preguntaremos si estamos verdaderamente ante un asesino maquiavélico que ha diseñado una terrible venganza o tal vez ante una mujer desequilibrada obsesionada con su antiguo patrón. Con profunda y minuciosa observación de los hechos narrados, el autor entra en detalle en las acciones, pensamientos, sensaciones de los protagonistas de cada una de las dos versiones de los hechos; primero Luciana nos convence de la existencia de una trama criminal y a continuación Kloster nos la presenta como la creación de una mente enferma. Pero aún queda una posibilidad más retorcida: que estemos ante una novela en proceso de ser escrita cuya trama va convirtiéndose en realidad al margen de la voluntad del mismo autor. Nos enfrentamos a una intriga donde podemos llegar a dudar de la existencia de los propios crímenes, achacar las muertes que se van sucediendo al azar o a las leyes de la probabilidad, pero de lo que no podemos dudar es de que en toda esta historia llena de obsesiones y dramas hay víctimas reales, las muertes se producen pero a veces es peor la manera en que cada uno decide asumir las pérdidas que la misma pérdida en sí. Y cuando un autor argentino decide reflexionar sobre este tipo de temas, el interés está más que garantizado.