Leer a Agatha Christie es una buena costumbre que de vez en cuando retomo y es que no hay experiencia con la Dama del Crimen con la que no acabe satisfecha, siempre triunfo con la gran maestra y pionera del género de misterio que en esta ocasión demuestra que siempre mantuvo perfectamente engrasada la máquina de crear historias criminales ya que el origen de esta "Navidades trágicas" responde a una solicitud de su cuñado que le pidió "un buen crimen violento, con mucha sangre". Y, dicho y hecho, la Christie toma la pluma y le pone en bandeja una historia con un misterio que deberá desentrañar el excelso Poirot en torno a una noble familia no muy bien avenida, la de los Lee, con numerosos hijos más o menos enemistados con un padres tiránico que, sorprendentemente, invita a todos sus descendientes a pasar juntos las fiestas de Navidad en la mansión familiar. Como es costumbre en la autora, la novela se inicia con el retrato individual de los principales personajes, unos breves apuntes sobre cada uno que sirven eficazmente para determinar las personalidades, las debilidades y sobre todo la relación que cada uno de ellos tiene con el viejo Simeon Lee: el hijo obediente que se ocupa del negocio familiar; el soberbio diputado; el artista desligado de la familia; la recién descubierta nieta, un personaje casi "exótico", hija de la única hija ya fallecida y de un español de turbio pasado; e incluso el hijo pródigo, aquel que escapó de malas maneras del dominio del padre y al que se creía muerto.
Queda claro desde el principio que esta no va a ser una reunión cordial, eso lo comparten todos los asistentes "-¿Una reunión familiar? ¿Qué le pasa al viejo? Antes no tenía nada de sentimental. Tampoco recuerdo que le importase gran cosa la familia. Debe de haber cambiado." Pero en realidad el viejo lo que tiene es un plan, un siniestro plan para enfrentar a todos sus hijos unos contra otros, sólo por el placer de manipular y controlar a todos los que le rodean. Su endemoniado caracter, su actitud tiránica hacia los hijos lo convierte en la víctima propicia de un asesinato, cualquiera de ellos tendrían sobradas razones para desear su muerte. Pero, ¿cuál de todos sus hijos será el auténtico culpable?
La novela se lee con gran soltura, con un estilo moderno que podría corresponder perfectamente a una obra actual, alejada de la envarada corrección británica de otras novelas, los personajes actúan con más soltura de lo habitual, a pesar estar ubicada allá por los años 30 en ocasiones suena casi como una novela contemporánea. Tiene, eso sí, elementos propios de la época como las relaciones distantes entre los miembros de la familia, la lejanía de aquellos que proceden del extranjero que son prácticamente desconocidos para sus propios familiares, hijos ilegítimos nunca reconocidos, elementos todos que sirven de base al investigador para apoyar las posibles razones ocultas que pueden haber llevado al asesinato del viejo patriarca, además de jugar con trucos y engaños que tratan de oscurecer las circunstancias precisas del momento y el modo en que se cometió el crimen. El resultado es una lectura llena de entretenimiento al cien por cien como suele proporcionar siempre una de mis autoras favoritas con la que aprovecho para desearos a todos que tengáis una muy feliz (y nada trágica) Navidad.
Me encanta Agatha Christie. Es un lujo que fuera tan prolífica, siempre hay algún título que no he leído, al menos que recuerde que haya leído. Como dices tú, yo también vuelvo de vez en cuando a esta autora. Autora con la que tanto disfruté en mi adolescencia. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cierto que siempre hay algo suyo pendiente de leer. Yo también la descubrí (devoré) en mi adolescencia pero en los últimos años la he retomado y la sigo disfrutando igual.
EliminarSaludos.
Yo creo que los he leído casi todos y siempre que veo una reseña voy corriendo a leerla a ver si hay suerte y no he leído ese para poder acercarme otra vez a esta sutora.Muy propio tu lectura de este justo ahora.
ResponderEliminarBesos
A mí me quedan todavía por leer y estoy segura de que los que leí con trece o catorce años los debo de haber olvidado, así que aún me queda material para rato.
EliminarSaludos.