Cuando Jacobo pierde el trabajo y su vida se derrumba decide trasladarse junto a su mujer y su hija adolescente al pueblo de origen de la esposa donde intentar comenzar de nuevo desde cero. La casa familiar resulta ser un viejo cortijo cochambroso en la localidad de Portocarrero, un pueblucho en mitad del desierto de Almería. Pero la suerte no les acompañará y la familia malvive a base de favores de familiares y vecinos. Hasta que un suceso espantoso lo termina de desbatatar todo, un crimen cruel y sin sentido que deberá ser aclarado.
Desde la primera página de "La mala hierba" de Agustín Martínez nos encontramos en medio de un paisaje seco y desolado donde se mueven unos personajes desencantados, perdidos, tanto los adultos como los adolescentes son figuras cargadas de desilusión en un entorno sin perspectivas de futuro, una población que depende económicamente de un ruinoso Pueblo del Oeste medio abandonando que ya no atrae apenas turistas, donde todo es ruina y escasez en una localidad de calles arrasadas por un calor implacable, sin una mala sombra que alivie de la asfixia permanente, que salve del viento de fuego que asola cualquier vegetación y cualquier asomo de esperanza.
¿Quién organizó el crimen? ¿Puede una adolescente odiar tanto a sus padres como para planear su muerte? ¿Que le puede llevar hasta ese extremo? Esta es, sin embargo, una historia llena de mentiras y medias verdades, de personajes que se van mostrando poco a poco, que cambian de bando según avanza la trama, que parecen culpables hasta que surge otro sospechoso, todos parecen tener razones para desear la muerte de sus familiares o vecinos, nadie está completamente libre de culpa, todos guardan cuentas pendientes por resolver. La novela plantea un debate sobre el origen de la maldad, si está puede ser innata o si debe culpar a las circunstancias o al entorno. Y las conclusiones a las que llegamos no son necesariamente tranquilizadoras.
No es hasta que termino la novela que descubro que este Agustín Martínez es el autor de "Monteperdido", novela que leí hace algún tiempo y que se desarrollaba en un escenario radicalmente opuesto al que encontramos en esta; en aquella ocasión se trataba de un paisaje de alta montañas, un pueblo rodeado de picos nevados, valles escarpados y bosques impenetrables pero sus habitantes se enfrentaban al mismo aislamiento que los de Portocarrero, con la Naturaleza siempre enfrente como una barrera, como un enemigo al que el hombre debe adaptarse en circunstancias extremas. Me admira la capacidad del autor de recrear estos paisajes radicales, del desierto más despiadado a la montaña más inalcanzable, convirtiendo al entorno en un elemento esencial de la novela, en un personaje más que determina la forma y las condiciones de vida en las que se desenvuelve la acción. Un buen autor que tendré que seguir de cerca y que me atrevo a recomendar.
Pues no me he estrenado aún con este autor y veo que se acierta con cualquiera de sus novelas. A ver si me animo.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mí me han gustado, en efecto, las dos y eso que son tan dispares en cuanto al escenario, pero es un buen creador de personajes y atmósferas
EliminarSaludos.
¡Me gustó mucho esta novela!! Conocer a los habitantes de Portocarrero, y llegar al final de libro para saber quién ha planeado los asesinatos. El final..., es curioso
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho cómo va desplazando la sospecha de un personaje a otro, cómo va haciéndote dudar de todos. Buena trama!
EliminarSaludos.
Parece que es de esas historias que no dejan indiferente.
ResponderEliminarY lo que comentas del paisaje me ha recordado al libro "Intemperie"
Un abrazo
Efectivamente, el paisaje tiene un gran peso en el argumento, es un elemento imprescindible en la ambientación e incluso en la trama. Espero que lo disfrutes.
EliminarSaludos.