Cuando hace unas semanas comencé a ver anunciar en todos los medios el estreno inminente de la película basada en la novela "Fin" de David Monteagudo, me dí prisa de inmediato para que adelantara puestos en la larga lista de espera de novelas por leer que siempre me acompaña y que nunca consigo llevar al día, pero es que no quiero arriesgarme nunca a ver una película basada en una novela que tengo intención de leer, porque siempre se pierde la mitad de la emoción y además prefiero tener mi propia visión de la historia antes de conocer la del director, de ponerle mi propia cara a los personajes y sentir lo que el relato me transmita sin ayuda de las imágenes de una película..
Así que me encontré con una historia que se inicia hace veinticinco años, los que han pasado desde la última vez que un grupo de jóvenes, casi adolescentes aún, se reunieran a pasar un fin de semana en un refugio perdido en mitad de la sierra. Ahora son convocados nuevamente por una de las chicas para cumplir una absurda promesa juvenil de reencuentro que hicieron en su momento. El grupo se ha desintegrado con los años, apenas han tenido contacto, salvo una pareja que acabó casándose, pero a pesar de ello ninguno se resiste al reencuentro, a descubrir qué ha sido de los viejos amigos en todos estos años, saber cómo les ha ido, a quién le ha sonreído la vida y a quién no. Sólo falta a la cita uno de ellos, tal vez el que todos esperaban encontrar allí, aquel que, de algún modo, hizo que el grupo se desperdigara en su momento, la razón que les impidió seguir siendo amigos.
El escenario de la reunión, un refugio en plena montaña rodeado de la más absoluta ausencia de civilización, es tan ajeno al entorno habitual de los personajes que resulta misterioso de por sí por el mero hecho de que los amigos son todos habitantes de la ciudad, desacostumbrados a la paz y el silencio del campo, pero es que en este caso, además, esta paz es algo excesiva, la desconexión total en la que se encuentran es en sí misma amenazadora, el aislamiento del resto del mundo es cualquier cosa menos tranquilizadora para estas personas habituadas a vivir conectadas permanentemente a un teléfono móvil. Pero es que, además, los hechos se comenzarán a torcer nada más llegar y los extraños hechos que se inician harán que la tensión y la incertidumbre no haga más que crecer.
Los personajes se nos van presentando de dos en dos o en grupos, dándonos una acertada visión sus principales rasgos de carácter, del papel que tenían en el grupo hace veinticinco años y cómo han evolucionado. Tenemos al triunfador y al fracasado, a la bella y a la avejentada, a la inocente y al espabilado, prototipos, en principio, pero todos ellos cargados de vida. De todos modos no sabemos más que lo que cada uno muestra a sus compañeros, hay detalles de sus vidas que se nos ocultan, vemos el papel que van tomando en el nuevo grupo y a través de sus actos y sus palabras conocemos sus experiencias vividas, sus miedos, aunque siempre quedan espacios en sombra que no llegamos a vislumbrar.
El lenguaje de la novela es muy visual, el narrador externo a los personajes va describiendo friamente, en ocasiones como si se tratara de una obra de teatro, la posición de cada uno, los turnos de palabra, parece en ocasiones que nos encontramos más ante un guión que ante una novela, las descripciones de los escenarios parecen dirigidos a un director de escena que debe saber en qué punto del escenario colocar a sus actores y desde dónde dirigir las luces y situar el decorado. Los cambios de humor o los sentimientos de cada uno los reconocemos porque nos los expone este narrador que no se implica en la acción, se limita a hacérnos ver lo que se presenta ante nuestros ojos, sin darnos otra información, lo que hace que el relato sea bastante aséptico y esto ayuda a la sensación de tensión constante, nos muestra los hechos desde fuera, somos meros espectadores que contemplan el grupo pero la información que tenemos es la misma que tienen ellos, el lector tampoco sabe qué es lo que está pasando, no se nos dan más pistas ni más puntos de vista, vivimos la tensión del grupo ante los inciertos hechos que se les presentan, sin tener más salida que continuar la lectura para descubrir a dónde nos conducirán. El suspense se va dosificando de manera muy acertada, incrementándose la tensión según avanza el relato. Los diálogos son absolutamente creíbles y ágiles, muy reales y con un lenguaje completamente actual.
Es una novela absolutamente coral donde todos tienen algo que decir y un secreto común que callar. El ambiente recuerda en muchas ocasiones a "La carretera" de McCarthy, con ese ambiente desasosegante de fin del mundo, donde no conocemos la amenaza pero sabemos que esta existe y que es ineludible para los protagonistas. Un muy buen relato, a pesar de que no logre rematarse con un final redondo.
domingo, 23 de diciembre de 2012
viernes, 14 de diciembre de 2012
22 Britannia Road
Esta novela, "22 Britannia Road" de la escritora inglesa Amanda Hodgkinson es una más de tantas obras cuyos sucesos transcurren en torno a la II Guerra Mundial, pero en este caso la atención se centra en las vidas de dos personas normales, en las pequeñas y grandes cosas que cambia una guerra y los tremendos efectos que esta tiene en sus vidas. El relato se inicia con el reencuentro de un matrimonio polaco separado por la guerra, pero este reencuentro, lo sabemos desde el primer momento, dista mucho de ser alegre o festivo. Hace seis años que Silvana no ve a su marido Janusz, desde que éste se alistó en el ejército para combatir a los alemanes que invadían su país, Polonia. Ahora Janusz, que tras huir a Francia acabó luchado en el ejército británico, espera recuperar a su esposa y a su pequeño hijo Aurek, al que dejó siendo un bebé y al que apenas conoce y pretende reemprender con ellos su vida nuevamente en el punto donde la dejaron, aunque esta vez en un nuevo país.
Sin embargo durante los años de separación han ocurrido muchas cosas, Janusz ha conocido a otra mujer, Silvana y Aurek han sufrido lo indecible en una cruel guerra que les ha cambiado no sólo físicamente, sino en su manera de enfrentarse al mundo día a día. El hogar que Janusz ha preparado con gran esmero en una bonita casa de la localidad británica de Ipswick, situada precisamente en el número 22 de Britannia Road que da nombre a la novela, pretende convertirse en un cálido hogar familiar para los Nowak, pero las cicatrices de la guerra son demasiado profundas y los secretos que ambos se ocultan mutuamente demasiado oscuros como para poder ser ignorados. A pesar de empeñarse en seguir juntos, en hacer que su familia salga adelante, entre ambos se abre un abismo insuperable, incluso su hijo se interpone entre ellos, un niño encerrado en sí mismo, aferrado a las faldas de su madre y marcado por los sufrimientos que ha padecido, que no reconoce a su padre ni se integra en su nueva vida en Inglaterra. Y por añadidura el fantasma de Héléne, la mujer a la que Janusz amó durante la guerra y que no ha abandonado su mente a pesar de la distancia y el tiempo.
Vamos recorriendo la historia de la pareja, desde sus inicios llenos de ilusión y esperanzas hasta el estallido de la guerra, su separación y lo que fue de ambos durante los años de la separación, conociendo lo que vivió cada uno y como todo ello les hizo cambiar de modo que, al reencontrarse, ya no son las mismas personas que eran seis años antes. Una nueva relación completamente diferente se debe crear ahora entre ellos, en un frío ambiente en el que ambos tratan de mostrar su mejor cara y verdaderamente se esfuerzan por sacar adelante su familia, de construir un verdadero hogar para el niño, luchando contra lo que cada uno tiene dentro. La narración es muy sencilla, la autora se expresa con un lenguaje simple, frases cortas, expone los hechos desde el punto de vista de Helen y de Janusz, nos va contando las dos versiones de la historia, los pensamientos de cada uno se nos muestran de modo que somos testigos de los secretos que ocultan y asistimos a la frágil relación que les une. Es una historia triste de personas que tratan de superar una guerra, de volver a ser lo que fueron antes, intentando ignorar la certeza que tienen de que lo que nunca lo lograrán, de que no pueden dar marcha atrás ni ignorar todo lo que vivieron y que la única forma de sobrevivir será mirando siempre hacia delante. Una estupenda novela que muestra muy bien lo más profundo del alma humana.
Sin embargo durante los años de separación han ocurrido muchas cosas, Janusz ha conocido a otra mujer, Silvana y Aurek han sufrido lo indecible en una cruel guerra que les ha cambiado no sólo físicamente, sino en su manera de enfrentarse al mundo día a día. El hogar que Janusz ha preparado con gran esmero en una bonita casa de la localidad británica de Ipswick, situada precisamente en el número 22 de Britannia Road que da nombre a la novela, pretende convertirse en un cálido hogar familiar para los Nowak, pero las cicatrices de la guerra son demasiado profundas y los secretos que ambos se ocultan mutuamente demasiado oscuros como para poder ser ignorados. A pesar de empeñarse en seguir juntos, en hacer que su familia salga adelante, entre ambos se abre un abismo insuperable, incluso su hijo se interpone entre ellos, un niño encerrado en sí mismo, aferrado a las faldas de su madre y marcado por los sufrimientos que ha padecido, que no reconoce a su padre ni se integra en su nueva vida en Inglaterra. Y por añadidura el fantasma de Héléne, la mujer a la que Janusz amó durante la guerra y que no ha abandonado su mente a pesar de la distancia y el tiempo.
Vamos recorriendo la historia de la pareja, desde sus inicios llenos de ilusión y esperanzas hasta el estallido de la guerra, su separación y lo que fue de ambos durante los años de la separación, conociendo lo que vivió cada uno y como todo ello les hizo cambiar de modo que, al reencontrarse, ya no son las mismas personas que eran seis años antes. Una nueva relación completamente diferente se debe crear ahora entre ellos, en un frío ambiente en el que ambos tratan de mostrar su mejor cara y verdaderamente se esfuerzan por sacar adelante su familia, de construir un verdadero hogar para el niño, luchando contra lo que cada uno tiene dentro. La narración es muy sencilla, la autora se expresa con un lenguaje simple, frases cortas, expone los hechos desde el punto de vista de Helen y de Janusz, nos va contando las dos versiones de la historia, los pensamientos de cada uno se nos muestran de modo que somos testigos de los secretos que ocultan y asistimos a la frágil relación que les une. Es una historia triste de personas que tratan de superar una guerra, de volver a ser lo que fueron antes, intentando ignorar la certeza que tienen de que lo que nunca lo lograrán, de que no pueden dar marcha atrás ni ignorar todo lo que vivieron y que la única forma de sobrevivir será mirando siempre hacia delante. Una estupenda novela que muestra muy bien lo más profundo del alma humana.
domingo, 9 de diciembre de 2012
La protegida Wittman
A mí me ocurre lo que a todos los amantes de la lectura, que no hay un regalo que me guste tanto recibir como un buen libro, de hecho es prácticamente lo único que aparece en mi carta a los Reyes Magos año tras año, junto con alguna otra petición que no tiene más función que rellenar un poco el folio para que no tengan que decir sus Majestades: “¡¡otra vez la cartita de Inma pidiendo libros por Navidad!!” Y es que no hay nada que se pueda comparar a la sensación de recibir ese paquetito envuelto que, ya sin necesidad de abrirlo, por su forma y tamaño, nos hace intuir que encierra un montón de horas de plácida lectura y descubrimiento de nuevos mundos y personajes. Aunque con el mundo digital en el que nos encontramos inmersos, eso del libro en papel ya no va siendo tan habitual y ahora estos regalos nos llegan en ocasiones en forma de archivo epub, que no tienen el mismo encanto que el libro encuadernado pero prometen igualmente todo un mundo de emociones y disfrutes.
Pues este año me ha tocado experimentar una nueva sensación, algo totalmente desconocido para mí hasta ahora, ya que es la primera vez que me ocurre: resulta que he recibido una novela enviada a mi atención directamente por el propio autor. Lo cierto es que para mí ha sido un inmenso honor el que un escritor me haya elegido, no en exclusiva, ya lo sé, entre los cientos de blogueros existentes en el ciberespacio para hacerme llegar su libro y solicitarme que lo lea y lo comente. Menuda responsabilidad, ¿verdad? Pues no puedo más que expresar mi agradecimiento a Iván Hernández por la confianza depositada en mí al hacerme llegar este libro y le deseo que tenga una larga e intensa producción literaria de la que siempre me sentiré parte de alguna manera, pues tal vez los hados del destino y las complejas circunstancias del mundo editorial le sean propicias y algún día, cuando sea un autor de renombre podré decir que me envió su novela “La protegida Wittman” directamente y que tuve el placer de poderla comentar en mi blog.
Y paso ahora al comentario de la novela propiamente dicho, que para eso estamos aquí. Tengo que empezar diciendo que no soy, en absoluto, aficionada al género fantástico, por lo que mi opinión sobre esta novela no puede evitar estar cargada de esa escasa atracción hacia lo que se aleja de la narrativa más “realista” pero lo que haré será anotar ese hecho en la lista de mis propios defectos, no en los de la novela, porque no sería justo que, por no ser aficionada al género mi comentario fuera negativo. Lo cierto, y eso no lo puedo negar, es que Iván Hernández ha producido una novela que resulta, cuanto menos, peculiar por el hecho de que mezcla acertadamente el mundo fantástico con la realidad más actual de hoy día, el relato pone en el mismo plano a los personajes de misterioso origen y desconocidos poderes con los hechos extraídos de la más rabiosa actualidad como son el tema de los ataques de piratas en el océano Índico o a las luchas de las empresas farmacéuticas por acaparar mercados o los manejos de los partidos políticos para conseguir el voto de los electores.
Supongo que alguna otra reseña sobre esta novela se podría centrar en los aspectos más fantásticos del origen de Minerva, la protagonista, de la razón de su misteriosa aparición a bordo de un barco que ha sido secuestrado por unos crueles piratas y de la manera en que descubre el poder heredado de sus antepasados, su brillantísima inteligencia fuera de lo común, de la que podría servirse para restaurar la salud de los suyos e incluso hacer algo en favor del mundo en su totalidad. Pero yo me centraré en la parte que más me ha atraído de la novela y ha sido el tratamiento de la historia de Minerva como una persona que “aterriza” en un mundo que le es del todo ajeno. Una vez liberada del secuestro se crea una nueva identidad y declara no recordar nada de su vida previa a ser hallada en mitad del mar y al no ser reclamada por ningún familiar ni persona conocida, a pesar de convertirse en el centro de la atención mediática por su misteriosa aparición y desconocido origen, Minerva se ve acogida por la propietaria de la empresa farmacéutica Xecoline, la señora Wittman, que la aloja en su mansión británica y la incluye entre el personal dedicado a la investigación de una extraña enfermedad que está arrasando África y amenaza a la totalidad de la población mundial. Los medios de comunicación la empiezan a conocer como “la protegida Witman” y siguen sus pasos con interés. A cargo de su trabajo en el laboratorio estará el frío y atractivo Peter Badge, responsable de la empresa y persona ante la cual la joven debe responder. Sin embargo Minerva no tardará en hacer buenas migas con un grupo de compañeros jóvenes del trabajo, becarios o empleados en condiciones más modestas que ella, pero con los que logra conectar más que con su estirado jefe y la señora Witman que se supone que deberían conformar su círculo social. La historia que se cuenta es altamente original, en especial por la manera de mezclar los planos de realidad y fantasía, además de los temas que se tratan en la parte “realista” de la novela que son totalmente actuales, los personajes que parecen estar sacados de cualquier empresa real, son muy frescos y la acción es muy dinámica, los periodistas y el acoso de la prensa rosa, los políticos y sus manejos, los jóvenes de escasos medios que buscan diversión, las relaciones sentimentales que se crean, todo está muy bien contado y es muy creíble.
Y por lo que se refiere al aspecto más fantástico de la historia diré que el autor ha creado todo un mundo original, algo que podría definir como ciencia ficción poética porque el tono con el que se expresa el autor cuando nos presenta el lugar del que procede Minerva y los años que pasa al cuidado de su abuelo hasta su llegada al mundo está cargado de magia, de fuerzas misteriosas y de personajes llenos de fantasía. Un libro, por tanto, que recomendaría especialmente a los que les gusta conocer otros mundos aunque a veces estos no estén muy lejos de la realidad. En eso consiste este realismo fantástico que ha creado Iván Hernández.
Pues este año me ha tocado experimentar una nueva sensación, algo totalmente desconocido para mí hasta ahora, ya que es la primera vez que me ocurre: resulta que he recibido una novela enviada a mi atención directamente por el propio autor. Lo cierto es que para mí ha sido un inmenso honor el que un escritor me haya elegido, no en exclusiva, ya lo sé, entre los cientos de blogueros existentes en el ciberespacio para hacerme llegar su libro y solicitarme que lo lea y lo comente. Menuda responsabilidad, ¿verdad? Pues no puedo más que expresar mi agradecimiento a Iván Hernández por la confianza depositada en mí al hacerme llegar este libro y le deseo que tenga una larga e intensa producción literaria de la que siempre me sentiré parte de alguna manera, pues tal vez los hados del destino y las complejas circunstancias del mundo editorial le sean propicias y algún día, cuando sea un autor de renombre podré decir que me envió su novela “La protegida Wittman” directamente y que tuve el placer de poderla comentar en mi blog.
Y paso ahora al comentario de la novela propiamente dicho, que para eso estamos aquí. Tengo que empezar diciendo que no soy, en absoluto, aficionada al género fantástico, por lo que mi opinión sobre esta novela no puede evitar estar cargada de esa escasa atracción hacia lo que se aleja de la narrativa más “realista” pero lo que haré será anotar ese hecho en la lista de mis propios defectos, no en los de la novela, porque no sería justo que, por no ser aficionada al género mi comentario fuera negativo. Lo cierto, y eso no lo puedo negar, es que Iván Hernández ha producido una novela que resulta, cuanto menos, peculiar por el hecho de que mezcla acertadamente el mundo fantástico con la realidad más actual de hoy día, el relato pone en el mismo plano a los personajes de misterioso origen y desconocidos poderes con los hechos extraídos de la más rabiosa actualidad como son el tema de los ataques de piratas en el océano Índico o a las luchas de las empresas farmacéuticas por acaparar mercados o los manejos de los partidos políticos para conseguir el voto de los electores.
Supongo que alguna otra reseña sobre esta novela se podría centrar en los aspectos más fantásticos del origen de Minerva, la protagonista, de la razón de su misteriosa aparición a bordo de un barco que ha sido secuestrado por unos crueles piratas y de la manera en que descubre el poder heredado de sus antepasados, su brillantísima inteligencia fuera de lo común, de la que podría servirse para restaurar la salud de los suyos e incluso hacer algo en favor del mundo en su totalidad. Pero yo me centraré en la parte que más me ha atraído de la novela y ha sido el tratamiento de la historia de Minerva como una persona que “aterriza” en un mundo que le es del todo ajeno. Una vez liberada del secuestro se crea una nueva identidad y declara no recordar nada de su vida previa a ser hallada en mitad del mar y al no ser reclamada por ningún familiar ni persona conocida, a pesar de convertirse en el centro de la atención mediática por su misteriosa aparición y desconocido origen, Minerva se ve acogida por la propietaria de la empresa farmacéutica Xecoline, la señora Wittman, que la aloja en su mansión británica y la incluye entre el personal dedicado a la investigación de una extraña enfermedad que está arrasando África y amenaza a la totalidad de la población mundial. Los medios de comunicación la empiezan a conocer como “la protegida Witman” y siguen sus pasos con interés. A cargo de su trabajo en el laboratorio estará el frío y atractivo Peter Badge, responsable de la empresa y persona ante la cual la joven debe responder. Sin embargo Minerva no tardará en hacer buenas migas con un grupo de compañeros jóvenes del trabajo, becarios o empleados en condiciones más modestas que ella, pero con los que logra conectar más que con su estirado jefe y la señora Witman que se supone que deberían conformar su círculo social. La historia que se cuenta es altamente original, en especial por la manera de mezclar los planos de realidad y fantasía, además de los temas que se tratan en la parte “realista” de la novela que son totalmente actuales, los personajes que parecen estar sacados de cualquier empresa real, son muy frescos y la acción es muy dinámica, los periodistas y el acoso de la prensa rosa, los políticos y sus manejos, los jóvenes de escasos medios que buscan diversión, las relaciones sentimentales que se crean, todo está muy bien contado y es muy creíble.
Y por lo que se refiere al aspecto más fantástico de la historia diré que el autor ha creado todo un mundo original, algo que podría definir como ciencia ficción poética porque el tono con el que se expresa el autor cuando nos presenta el lugar del que procede Minerva y los años que pasa al cuidado de su abuelo hasta su llegada al mundo está cargado de magia, de fuerzas misteriosas y de personajes llenos de fantasía. Un libro, por tanto, que recomendaría especialmente a los que les gusta conocer otros mundos aunque a veces estos no estén muy lejos de la realidad. En eso consiste este realismo fantástico que ha creado Iván Hernández.
viernes, 30 de noviembre de 2012
La librería ambulante
¡Qué libro tan encantador!, ¡Qué novela tan sencilla y tan llena de alegría y pasión por los libros! Me ha encantado (ya lo habréis notado) esta novela que empieza bien desde el título: "La librería ambulante" que no es traducción literal del original "Parnassus on wheels" (el Parnaso sobre ruedas) pero que resulta acertado y atractivo, y continúa entrando por los ojos con esa foto de portada, donde vemos uno de esos carromatos que, aunque no sé si existieron en España, sí nos han llegado desde otros países sus imágenes en blanco y negro, por las que conocemos que se encargaban de llevar la lectura a los rincones más inhóspitos, a los pequeños pueblos que carecían de librería e incluso de biblioteca, los amantes de los libros verían en ellos su salvación de una vida condenada a no disfrutar de una buena lectura, de no ser por estos libreros trashumantes que arrastraban su carga de cultura de un lugar a otro.
La historia que nos cuenta Christopher Morley se centra en el personaje de la señorita Helen McGill, una mujer madura que se dedica, tras haber ejercido de institutriz, a ocuparse de la pequeña granja que posee junto con su hermano, un escritor de relativa fama local que dedica más tiempo a sus escritos que al trabajo en el campo. Helen es la sensata de la casa, la que no le da muchas vueltas a las cosas y trabaja sin descanso de sol a sol, orgullosa de su tarea de ama de casa. Pero un día se presenta ante su puerta el señor Mifflin, propietario de la librería ambulante "El Parnaso" dispuesto a ceder el negocio al señor McGill. Helen toma en ese momento su gran decisión: será ella la que se ocupe de ese negocio. Por primera vez en su vida y llevada por un impulso irracional, se lanza a la única aventura que ha vivido nunca, abandona su vida rutinaria y decide tomarse unas merecidas vacaciones a bordo del Parnaso. Cuando se para a calcular el número de hogazas de pan que ha horneado en todos esos años se le presenta claramente la cantidad de tiempo perdido sin conocer más allá de su cocina, de su granja y sus aledaños. Y decide cambiar de vida radicalmente.
El libro se cuenta en primera persona, en la voz de la muy dispuesta Helen, su sencillo tono, sus razonamientos simples y su paulatino proceso de descubrimiento del mundo, del placer de recorrer los caminos sirviendo a sus clientes, gente sencilla del entorno rural, campesinos, granjeros y habitantes pequeñas ciudades para los cuales el Parnaso supone la llegada del aire fresco que implica poder renovar sus lecturas, sean de literatura o de libros técnicos sobre agricultura o cocina, todo eso se cuenta con un estilo simple y sincero, donde asistimos a las reflexiones de la protagonista y compartimos con ella su nueva visión del mundo.
Porque el mundo de Helen se agranda según se amplía su horizonte visual. Al recorrer estos paisajes norteamericanos, tan idealizados y atrayentes, tan salvajes y llenos de riqueza, ese camino que la aleja de su cocina la pone ante un mundo más ancho en todos los sentidos. Las descripciones son magníficas, simples pero tremendamente evocadoras de los campos de siembra, de los bosques otoñales del noreste de los Estados Unidos, los ríos caudalosos y los pequeños pueblos, todo ello se presenta con una sencilla belleza que Helen va aprendiendo a apreciar. Es fácil compartir la ilusión de la protagonista y alegrarse por su felicidad, la empatía está asegurada desde que se la conoce y se observa su actitud positiva y pragmática, su simple filosofía de vida y sus deseos de no resignarse a convertirse en una solterona que no ha conocido más que las cuatro paredes de su acogedora cocina. Su pequeña gran aventura tendrá un final feliz que nos dejará con una sonrisa en los labios y habiendo disfrutado esta historia de amor por los libros que se plasma básicamente en los discursos del librero Mifflin, de los que reproduzco aquí algunos fragmentos y cuyo espíritu seguro que muchos compartiremos sin dudarlo.
La historia que nos cuenta Christopher Morley se centra en el personaje de la señorita Helen McGill, una mujer madura que se dedica, tras haber ejercido de institutriz, a ocuparse de la pequeña granja que posee junto con su hermano, un escritor de relativa fama local que dedica más tiempo a sus escritos que al trabajo en el campo. Helen es la sensata de la casa, la que no le da muchas vueltas a las cosas y trabaja sin descanso de sol a sol, orgullosa de su tarea de ama de casa. Pero un día se presenta ante su puerta el señor Mifflin, propietario de la librería ambulante "El Parnaso" dispuesto a ceder el negocio al señor McGill. Helen toma en ese momento su gran decisión: será ella la que se ocupe de ese negocio. Por primera vez en su vida y llevada por un impulso irracional, se lanza a la única aventura que ha vivido nunca, abandona su vida rutinaria y decide tomarse unas merecidas vacaciones a bordo del Parnaso. Cuando se para a calcular el número de hogazas de pan que ha horneado en todos esos años se le presenta claramente la cantidad de tiempo perdido sin conocer más allá de su cocina, de su granja y sus aledaños. Y decide cambiar de vida radicalmente.
El libro se cuenta en primera persona, en la voz de la muy dispuesta Helen, su sencillo tono, sus razonamientos simples y su paulatino proceso de descubrimiento del mundo, del placer de recorrer los caminos sirviendo a sus clientes, gente sencilla del entorno rural, campesinos, granjeros y habitantes pequeñas ciudades para los cuales el Parnaso supone la llegada del aire fresco que implica poder renovar sus lecturas, sean de literatura o de libros técnicos sobre agricultura o cocina, todo eso se cuenta con un estilo simple y sincero, donde asistimos a las reflexiones de la protagonista y compartimos con ella su nueva visión del mundo.
Porque el mundo de Helen se agranda según se amplía su horizonte visual. Al recorrer estos paisajes norteamericanos, tan idealizados y atrayentes, tan salvajes y llenos de riqueza, ese camino que la aleja de su cocina la pone ante un mundo más ancho en todos los sentidos. Las descripciones son magníficas, simples pero tremendamente evocadoras de los campos de siembra, de los bosques otoñales del noreste de los Estados Unidos, los ríos caudalosos y los pequeños pueblos, todo ello se presenta con una sencilla belleza que Helen va aprendiendo a apreciar. Es fácil compartir la ilusión de la protagonista y alegrarse por su felicidad, la empatía está asegurada desde que se la conoce y se observa su actitud positiva y pragmática, su simple filosofía de vida y sus deseos de no resignarse a convertirse en una solterona que no ha conocido más que las cuatro paredes de su acogedora cocina. Su pequeña gran aventura tendrá un final feliz que nos dejará con una sonrisa en los labios y habiendo disfrutado esta historia de amor por los libros que se plasma básicamente en los discursos del librero Mifflin, de los que reproduzco aquí algunos fragmentos y cuyo espíritu seguro que muchos compartiremos sin dudarlo.
«cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir. ¡Repámpanos! Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas la gente correría a su puerta a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, señora, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Sólo por eso vale la pena. Estoy haciendo algo que a nadie se le ha ocurrido hacer desde Nazareth, Maine, hasta Walla Walla, Washington. ¡Es un nuevo campo, pero vaya si vale la pena! Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!»
«Está bien que los decanos de las universidades exhiban sus estanterías de dos metros llenas de la mejor literatura y que los editores publiciten su colección de Clásicos del Linóleo, pero lo que la gente necesita es algo bueno, familiar, honesto. Algo que les llegue a las entrañas, que los haga reír y temblar y marearse y pensar en la pequeñez de esta bola de palomitas de maíz que gira en el espacio sin obtener nada a cambio. Algo que los estimule a mantener limpio el hogar y la leña bien partida para hacer el fuego y los platos bien lavados y secados y ordenados. Cualquiera que haga leer a la gente del campo cosas que valgan la pena le estará prestando un gran servicio a la nación. Y eso es lo que esta caravana de la cultura pretende hacer...»
sábado, 24 de noviembre de 2012
Las huellas de la vida
El argumento de esta última novela de Tracy Chevalier, “Las huellas de la vida”, se inicia a modo de una novela clásica inglesa del siglo XIX, época en la que se sitúa la acción de la misma, narrándonos unos hechos que se parecen a otras situaciones que hemos leído anteriormente en alguna novela victoriana de índole romántica, aunque pronto descubriremos que el romance no es la pieza fundamental en la historia que aquí se cuenta. Resulta que, cuando John Philpot decide contraer matrimonio, a sus tres hermanas solteras no les queda otra alternativa que trasladar su residencia a una localidad con un nivel de vida más asequible que Londres, de acuerdo con la escasa renta de la que deben vivir a partir de entonces. El lugar elegido será la localidad costera de Lyme donde las jóvenes, acostumbradas a la agitada vida social de la capital, deberán adaptarse al nuevo entorno. Cada una de ellas encuentra un nuevo interés al que dedicar su tiempo: mientras que Louise acrecienta su interés por la observación de la naturaleza y en particular de la flora de la zona, dedicándose de lleno a la jardinería y a recorrer los campos cercanos, Margaret, la más joven que aún conserva la esperanza de encontrar marido, se integra en la escasa vida social del pueblo, acudiendo a bailes y reuniones; Elisabeth, por su parte, descubrirá en las playas locales una nueva afición consistente en recolectar los numerosos fósiles que siembran las orillas y los acantilados de la zona.
Gracias a esta nueva pasión, conocerá a Mary Anning, una niña aún, hija del ebanista del pueblo, que junto con su hermano Joe recogen fósiles para venderlos a los visitantes y así ayudar a la magra economía doméstica. Las dos jóvenes iniciarán de esta manera una amistad poco habitual, al tratarse de personas de distinta clase social, pero que se basa en esta común afición en la que Mary aportará su especial habilidad para localizar los tesoros del pasado y Elisabeth sus conocimientos de derivados de su amplia cultura y sus abundantes estudios sobre anatomía, geología, etc. Un día Mary realiza un descubrimiento de mayor importancia que las piezas que habitualmente recolecta: se trata del esqueleto completo de lo que identifican como algún tipo de cocodrilo, atrapado en rocas playa. Elisabeth sabe que los restos no pertenecen a ningún animal conocido, pero la estrechez de miras de los habitantes del pueblo no permite hacerse a la idea de la posibilidad de que se trate de un animal extinto, algo que contradice la interpretación literal de la Biblia. La posibilidad de vender el hallazgo a lord Henley, representante de la nobleza local, permite a la familia Anning ver una salida a su situación económica, a pesar de que el comprador no pretenda darle la importancia que el descubrimiento merece, lo que frustra a Elisabeth que comprueba que los miembros del mundo científico menosprecia el papel de las descubridoras de fósiles, por considerar que su condición de mujeres no les permite acceder a conocimientos más elevados ni merecer que su nombre figure junto a los hallazgos geológicos que realizan.
Nuevamente Tracy Chevalier recrea acertadamente una época y una sociedad, dando el punto de vista femenino, como ya ocurría en sus anteriores novelas donde las protagonistas son siempre mujeres. En este caso el relato reúne todos los elementos característicos de las novelas decimonónicas de las hermanas Brönte o de Austen, dándose incluso la circunstancia de a esta última se la cita expresamente entre los ilustres visitantes del pueblo de Lyme que acostumbraban a acudir a las localidades costeras a pasar algunas temporadas de asueto. Según nos informamos al finalizar el libro, esta visita, al igual que los personajes y hechos que se nos cuentan son absolutamente reales, por lo que en este caso a la autora no le ha quedado más que recrear los hechos documentados y darles forma de novela, y de este modo nos encontramos ante un retrato absolutamente realista de las costumbres y usos de la época, con especial atención a la situación de las mujeres solteras y el insignificante papel que se les asignaba en la sociedad victoriana donde no contaban con el amparo de un marido ni con ingresos suficientes para mantenerse por sí mismas, al tiempo que no se planteaba la posibilidad de que una dama realizara trabajo remunerado alguno. También en el plano intelectual, se miraba de reojo a cualquier dama que mostrara cierto interés por los temas científicos o cualquiera que se saliera del rígido patrón de conducta fijado para ellas, que se limitaba a acudir a bailes, tomar el té y quedarse bordando en casa cuidando de su reputación, en lugar de ir arrastrando las faldas por las piedras de la playa o prescindir de los guantes para escarbar en busca de amonites o belemnites; la geología, como tantos otros, es un campo vetado para las mujeres de la época.
Y sin embargo, es la pasión que comparten Elisabeth y Mary y que las lleva a plantearse dudas existenciales que pocos estudiosos del momento son capaces de resolver en torno al origen de las especies, la extinción de seres prehistóricos y el papel que Dios creador tiene en todo ello. La novela es por tanto muy atractiva, como relato en sí, que nos acerca a unas vidas particulares de dos mujeres que luchan por llevar adelante su pasión y asumir un papel que se les niega, y por otro lado se incrementa su interés por cuanto sabemos que lo que se nos cuenta no es una ficción ideada por la autora, sino que se basa en mujeres que existieron realmente, que vivieron lo que se nos relata y que verdaderamente lucharon por reivindicar el papel que merecían en el mundo que les tocó vivir.
Gracias a esta nueva pasión, conocerá a Mary Anning, una niña aún, hija del ebanista del pueblo, que junto con su hermano Joe recogen fósiles para venderlos a los visitantes y así ayudar a la magra economía doméstica. Las dos jóvenes iniciarán de esta manera una amistad poco habitual, al tratarse de personas de distinta clase social, pero que se basa en esta común afición en la que Mary aportará su especial habilidad para localizar los tesoros del pasado y Elisabeth sus conocimientos de derivados de su amplia cultura y sus abundantes estudios sobre anatomía, geología, etc. Un día Mary realiza un descubrimiento de mayor importancia que las piezas que habitualmente recolecta: se trata del esqueleto completo de lo que identifican como algún tipo de cocodrilo, atrapado en rocas playa. Elisabeth sabe que los restos no pertenecen a ningún animal conocido, pero la estrechez de miras de los habitantes del pueblo no permite hacerse a la idea de la posibilidad de que se trate de un animal extinto, algo que contradice la interpretación literal de la Biblia. La posibilidad de vender el hallazgo a lord Henley, representante de la nobleza local, permite a la familia Anning ver una salida a su situación económica, a pesar de que el comprador no pretenda darle la importancia que el descubrimiento merece, lo que frustra a Elisabeth que comprueba que los miembros del mundo científico menosprecia el papel de las descubridoras de fósiles, por considerar que su condición de mujeres no les permite acceder a conocimientos más elevados ni merecer que su nombre figure junto a los hallazgos geológicos que realizan.
Nuevamente Tracy Chevalier recrea acertadamente una época y una sociedad, dando el punto de vista femenino, como ya ocurría en sus anteriores novelas donde las protagonistas son siempre mujeres. En este caso el relato reúne todos los elementos característicos de las novelas decimonónicas de las hermanas Brönte o de Austen, dándose incluso la circunstancia de a esta última se la cita expresamente entre los ilustres visitantes del pueblo de Lyme que acostumbraban a acudir a las localidades costeras a pasar algunas temporadas de asueto. Según nos informamos al finalizar el libro, esta visita, al igual que los personajes y hechos que se nos cuentan son absolutamente reales, por lo que en este caso a la autora no le ha quedado más que recrear los hechos documentados y darles forma de novela, y de este modo nos encontramos ante un retrato absolutamente realista de las costumbres y usos de la época, con especial atención a la situación de las mujeres solteras y el insignificante papel que se les asignaba en la sociedad victoriana donde no contaban con el amparo de un marido ni con ingresos suficientes para mantenerse por sí mismas, al tiempo que no se planteaba la posibilidad de que una dama realizara trabajo remunerado alguno. También en el plano intelectual, se miraba de reojo a cualquier dama que mostrara cierto interés por los temas científicos o cualquiera que se saliera del rígido patrón de conducta fijado para ellas, que se limitaba a acudir a bailes, tomar el té y quedarse bordando en casa cuidando de su reputación, en lugar de ir arrastrando las faldas por las piedras de la playa o prescindir de los guantes para escarbar en busca de amonites o belemnites; la geología, como tantos otros, es un campo vetado para las mujeres de la época.
Y sin embargo, es la pasión que comparten Elisabeth y Mary y que las lleva a plantearse dudas existenciales que pocos estudiosos del momento son capaces de resolver en torno al origen de las especies, la extinción de seres prehistóricos y el papel que Dios creador tiene en todo ello. La novela es por tanto muy atractiva, como relato en sí, que nos acerca a unas vidas particulares de dos mujeres que luchan por llevar adelante su pasión y asumir un papel que se les niega, y por otro lado se incrementa su interés por cuanto sabemos que lo que se nos cuenta no es una ficción ideada por la autora, sino que se basa en mujeres que existieron realmente, que vivieron lo que se nos relata y que verdaderamente lucharon por reivindicar el papel que merecían en el mundo que les tocó vivir.
lunes, 19 de noviembre de 2012
La leyenda del ladrón
Si a mí, que no he sentido nunca debilidad por las novelas de capa y espada, me ha resultado apasionante esta novela de Juan Gómez Jurado, "La leyenda del ladrón", ya me puedo imaginar el efecto que tendrá en aquellos que sean devotos del Siglo de Oro español y de los relatos ubicados en esta época histórica. Y es que, a pesar de estar ambientada en el siglo XVI y de contener todos los elementos típicos de las novelas de caballeros, incluyendo numerosa luchas con espadas, la trama es totalmente absorvente, los personajes altamente atractivos y el retrato histórico muy evocador. No creo andar muy desencaminada si afirmo que es una de las mejores novelas que he leído en este año.
El argumento se centra en la vida de Sancho de Écija, un huérfano a causa de la peste que es llevado hasta un hospicio de Sevilla para que allí los monjes se ocupen de sacarlo adelante proporcionándole algún trabajo, pero las circunstancias le llevarán a buscarse la vida como ladrón bajo el amparo del enano Bartolo que le enseñará a manejarse en el difícil mundo de las duras calles de Sevilla. Sin embargo Sancho es un joven con un gran sentido de la justicia por lo que tratará de vengarse de los más canallas de entre los maleantes que controlan el comercio del crimen en la ciudad y de aquellos que causaron la muerte del que fue su mentor. Al mismo tiempo, la protagonista femenina del relato de la que Sancho caerá enamorado, es Clara, una esclava, propiedad de un rico comerciante que es enviada a la casa del médico Monardes con el objeto de que aprenda las técnicas necesarias para aliviar a su amo de su dolencia de gota. Bajo la tutela del maestro, la joven aprende la utilización de las plantas y muchos remedios para sanar y encontrará en la huerta del médico un oasis de paz y conocimiento que la aleja de su triste realidad de esclava y le permite entrever la posibilidad de dedicarse a algo que la apasiona.
La trama de la novela es muy rica, con muchos personajes de gran relieve, entre los que destacan dos que probablemente nos suenen de antes: un tal Miguel de Cervantes, comisario de tributos del rey que rescata a Sancho de la muerte y lo entrega a los monjes y un actorucho inglés, maese Guillermo Shakespeare, huído de su país por no se sabe bien qué oscuro motivo. Ambos tendrán un papel importante en la trama vital de Sancho y le ayudarán a llevar a cabo su venganza. La verosimilitud del hecho de encontrar a estos dos personajes rondando por la Sevilla de la época es del todo probable, dado lo poco documentadas que las vidas de ambos estuvieron en torno a los años en que se desarrolla a trama. Lo cierto es que dan un interesante toque metaliterario a la novela, con numerosas referencias a obras posteriores de ambos, que enriquece enormemente la lectura.
También destacaría el vivísimo retrato que se hace de la ciudad de Sevilla, digno escenario del que se considera como el centro del mundo en aquel momento histórico, ya que a su puerto llegaban las riquezas de la América recién descubierta lo que hace que la ciudad se convirtiera en el centro del comercio y el poder de toda Europa lo que hace proliferar un submundo que siempre aparece en paralelo con la abundancia de riqueza: el mundo de los delincuentes, las prostitutas, los mendigos, los pillos y los más desafortunados que junto a los artesanos, los posaderos, la soldadesca, tratan de aprovechar las migajas de las fortunas en forma de toneladas de oro y demás mercancías que se descargaban a diario a través del puerto del Arenal.
En resumen, una magnífica novela histórica, estupenda novela de aventuras con las cantidades justas de lucha, venganza, romance y con muy interesante información sobre los usos de vida de la época. Muchos personajes todos muy bien retratados, un ritmo narrativo muy ágil, sin momentos muertos ni caídas en el interés con el que se sigue la trama. Una lectura absolutamente recomendable, por tanto.
El argumento se centra en la vida de Sancho de Écija, un huérfano a causa de la peste que es llevado hasta un hospicio de Sevilla para que allí los monjes se ocupen de sacarlo adelante proporcionándole algún trabajo, pero las circunstancias le llevarán a buscarse la vida como ladrón bajo el amparo del enano Bartolo que le enseñará a manejarse en el difícil mundo de las duras calles de Sevilla. Sin embargo Sancho es un joven con un gran sentido de la justicia por lo que tratará de vengarse de los más canallas de entre los maleantes que controlan el comercio del crimen en la ciudad y de aquellos que causaron la muerte del que fue su mentor. Al mismo tiempo, la protagonista femenina del relato de la que Sancho caerá enamorado, es Clara, una esclava, propiedad de un rico comerciante que es enviada a la casa del médico Monardes con el objeto de que aprenda las técnicas necesarias para aliviar a su amo de su dolencia de gota. Bajo la tutela del maestro, la joven aprende la utilización de las plantas y muchos remedios para sanar y encontrará en la huerta del médico un oasis de paz y conocimiento que la aleja de su triste realidad de esclava y le permite entrever la posibilidad de dedicarse a algo que la apasiona.
La trama de la novela es muy rica, con muchos personajes de gran relieve, entre los que destacan dos que probablemente nos suenen de antes: un tal Miguel de Cervantes, comisario de tributos del rey que rescata a Sancho de la muerte y lo entrega a los monjes y un actorucho inglés, maese Guillermo Shakespeare, huído de su país por no se sabe bien qué oscuro motivo. Ambos tendrán un papel importante en la trama vital de Sancho y le ayudarán a llevar a cabo su venganza. La verosimilitud del hecho de encontrar a estos dos personajes rondando por la Sevilla de la época es del todo probable, dado lo poco documentadas que las vidas de ambos estuvieron en torno a los años en que se desarrolla a trama. Lo cierto es que dan un interesante toque metaliterario a la novela, con numerosas referencias a obras posteriores de ambos, que enriquece enormemente la lectura.
También destacaría el vivísimo retrato que se hace de la ciudad de Sevilla, digno escenario del que se considera como el centro del mundo en aquel momento histórico, ya que a su puerto llegaban las riquezas de la América recién descubierta lo que hace que la ciudad se convirtiera en el centro del comercio y el poder de toda Europa lo que hace proliferar un submundo que siempre aparece en paralelo con la abundancia de riqueza: el mundo de los delincuentes, las prostitutas, los mendigos, los pillos y los más desafortunados que junto a los artesanos, los posaderos, la soldadesca, tratan de aprovechar las migajas de las fortunas en forma de toneladas de oro y demás mercancías que se descargaban a diario a través del puerto del Arenal.
En resumen, una magnífica novela histórica, estupenda novela de aventuras con las cantidades justas de lucha, venganza, romance y con muy interesante información sobre los usos de vida de la época. Muchos personajes todos muy bien retratados, un ritmo narrativo muy ágil, sin momentos muertos ni caídas en el interés con el que se sigue la trama. Una lectura absolutamente recomendable, por tanto.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
¿Cien seguidores? No. ¡Ciento uno!
Como si hubieran estado esperando a que llegara el día de mi cumpleaños, que fue precisamente ayer, hoy abro mi blog y donde hasta antesdeayer aparecían, desde hace ya bastantes semanas, noventa y nueve seguidores, hoy me encuentro con que el número ha alcanzado los ¡ciento y uno! Un número importante, importantísimo, me parece a mí, un salto de nivel considerable. Ya puedo decir con gran orgullo y satisfacción que me "siguen" oficialmente más de cien personas. Ya sé, lo tengo claro, que este blog mío no es nada en comparación con otros muchos, muchísimos, que cuentan sus seguidores por cientos, pero, ¿qué puedo decir? este es el mío, el que yo escribo, y no puedo más que sentirme orgullosa de lo que tengo y de lo que he conseguido.
Y lo cierto es que nunca he pensado ni he luchado por conseguir ningún objetivo en este sentido; nunca he escrito nada pensando en agradar a nadie, jamás he hecho un concurso ni he animado a nadie a promocionar mi blog ni compartir nada de lo que aquí escribo en ningún lugar. Y eso que me parece estupendo que muchas otras personas lo hagan, que traten de llegar a mucha gente con lo que hacen, me parece fantástico y yo misma he participado en ello en otros blogs. Pero la verdad es que cuando yo empecé con esta tarea tuve claro que escribir un blog como este era algo así como estar en medio del océano y gritar mi opinión al aire: lo más probable es que nunca nadie leyera ni una sola de mis palabras, que todo se quedara en un pensar en voz alta, sin saber nunca si alguien me escuchaba. Con ese ánimo empecé a escribir mi opinión personal sobre mis lecturas y con ese ánimo continúo hoy, 16.649 visitas más tardes y 101 seguidores después, escribiendo para quien me quiera leer y opinando lo que me inspira cada libro, cada lectura, sin tratar de convencer, ni rebatir, ni polemizar ni adoctrinar, sin tratar de juzgar ningún libro ni de imponer mi opinión. Simplemente compartirlo publicamente con quien por aquí se pudiera pasar.
Por eso me resulta casi increíble que haya tantas personas que, después de haber leído cualquiera de las entradas que he publicado, haya decidido pulsar el botón de "Participar en este sitio" y se haya apuntado a la lista de aquellos que en algún momento habéis considerado que mi opinión o mi visión de las cosas os ha resultado interesante, acertada, de utilidad o que participa de vuestros gustos o sensibilidad. A todos vosotros os quiero dar hoy las gracias por seguirme, por leerme, por comentarme y quiero deciros que aunque no seáis una multitud, para mí tenéis un enorme valor, porque me dais un motivo muy importante para seguir manteniendo este blog que ya es un trocito de mí y de mi vida, que refleja mi mayor pasión y donde espero que sigamos leyéndonos por mucho más tiempo. A todos os doy las gracias. Cientos de gracias.
Y lo cierto es que nunca he pensado ni he luchado por conseguir ningún objetivo en este sentido; nunca he escrito nada pensando en agradar a nadie, jamás he hecho un concurso ni he animado a nadie a promocionar mi blog ni compartir nada de lo que aquí escribo en ningún lugar. Y eso que me parece estupendo que muchas otras personas lo hagan, que traten de llegar a mucha gente con lo que hacen, me parece fantástico y yo misma he participado en ello en otros blogs. Pero la verdad es que cuando yo empecé con esta tarea tuve claro que escribir un blog como este era algo así como estar en medio del océano y gritar mi opinión al aire: lo más probable es que nunca nadie leyera ni una sola de mis palabras, que todo se quedara en un pensar en voz alta, sin saber nunca si alguien me escuchaba. Con ese ánimo empecé a escribir mi opinión personal sobre mis lecturas y con ese ánimo continúo hoy, 16.649 visitas más tardes y 101 seguidores después, escribiendo para quien me quiera leer y opinando lo que me inspira cada libro, cada lectura, sin tratar de convencer, ni rebatir, ni polemizar ni adoctrinar, sin tratar de juzgar ningún libro ni de imponer mi opinión. Simplemente compartirlo publicamente con quien por aquí se pudiera pasar.
Por eso me resulta casi increíble que haya tantas personas que, después de haber leído cualquiera de las entradas que he publicado, haya decidido pulsar el botón de "Participar en este sitio" y se haya apuntado a la lista de aquellos que en algún momento habéis considerado que mi opinión o mi visión de las cosas os ha resultado interesante, acertada, de utilidad o que participa de vuestros gustos o sensibilidad. A todos vosotros os quiero dar hoy las gracias por seguirme, por leerme, por comentarme y quiero deciros que aunque no seáis una multitud, para mí tenéis un enorme valor, porque me dais un motivo muy importante para seguir manteniendo este blog que ya es un trocito de mí y de mi vida, que refleja mi mayor pasión y donde espero que sigamos leyéndonos por mucho más tiempo. A todos os doy las gracias. Cientos de gracias.
lunes, 12 de noviembre de 2012
El abuelo que saltó por la ventana y se largó
El argumento de la novela se centra en el relato (disparatado) de las andanzas del anciano Allan Karlsson que, en el día en que cumple 100 años, decide escapar saltando por la ventana de la residencia en la que vive sin un objetivo determinado, simplemente por cambiar de aires, por vivir un poco la vida alejado de aquel lugar, y ¡vaya si va a vivirla! Al poco de haber huído se tropezará con un delincuente con pocas luces que arrastra dentro de una maleta el botín de la última transacción de su banda con la mafia rusa. Sin saber en lo que se mete, Allan, que no se para nunca mucho a reflexionar sus decisiones, decide llevarse la maleta, sin saber que esta esconde una auténtica fortuna. A partir de ahí se desata una incansable huida del anciano, perseguido por una parte de la policía local que trata de hacerle volver a la residencia y por otra de los propietarios de la maleta, empeñados en recuperar lo que es suyo. En su huida Allan se irá encontrando con una serie de personajes que se unirán a él en esa caótica escapada en la que irán dejando un reguero de cadáveres y que acabarán por conformar un peculiar grupo, bastante parecido a una troupe de circo, con elefanta incluída.
Pero esta aventura no es nada al lado de otras muchas, no menos absurdas y disparatadas, que el anciano Karlson ha protagonizado a lo larga de su larga vida; vamos a ir conociendo esta fructífera vida, desde su infancia y su temprana pasión por los explosivos, hasta cómo llegó a cumplir los cien años sin tener jamás en su vida una opinión firme sobre ningún asunto, sin tener una ideología determinada ni ningún interés en discutir nunca de política ni de ninguna otra cosa medianamente seria y cómo ha vivido dejándose llevar a donde le quisieran arrastrar las circunstancias, disfrutando del momento y sin intención de entrar nunca en discusiones. De este modo vamos reviviendo sus andanzas que incluyen, sorprendentemente, su participación en la Guerra Civil española donde salvó la vida a Franco, una borrachera de tequila con el presidente Truman, su intervención en los conflictos políticos de la revolución en China, su papel fundamental en la Guerra Fría… Entenderemos que después de haberlo visto todo en este mundo y haber vivido lo que ha vivido, Allan pase impávido, imperturbable, por las más extrañas experiencias sin que nada le altere ni le robe la paz, lo más disparatado es lo más natural para él que lo observa todo impasible y disfruta de los acontecimientos más formidables como lo más habitual en su existencia.
El estilo de la novela, aparte de ser absolutamente divertida, es fresco, desenfadado, cargado de ironía, desternillantemente absurdo, con unos diálogos que parecen sacados de una escena de manicomio, y unos personajes a cuál más disparatado y todos ellos con la cabeza bastante hueca, desde los delincuentes hasta las grandes figuras políticas del siglo XX, todos los personajes provocan una la sonrisa: los policías despistados, los criminales fanfarrones con pocas luces, los cómplices entusiastas, los periodistas disputándose las exclusivas y sobre todo ese abuelo al que nada le afecta y que vive su disparatada aventura con la serenidad que da el haber estado durante décadas en el centro de todos los huracanes políticos de un siglo bastante convulso pero que no han sido capaces de arrebatarle en ningún momento la paz interior que más bien es el reflejo de su filosofía de vida basada en tener como únicos incentivos el conseguir tener el estómago lleno, un buen trago a mano siempre que sea posible y un techo bajo el que dormir. Y lo demás, que sea lo que tenga que ser. Vamos, el nihilismo en estado puro.
Me ha quedado, por tanto, gratamente sorprendida con este libro plagado de humor irónico y disparatado pero sobre todo políticamente incorrecto, que se ríe de todo y de todos, haciéndonos pasar un montón de buenos ratos por el mero placer de reírnos hasta de nosotros mismos y de nuestra Historia pasada y actual, de los hechos más serios y de las circunstancias más extremas y con ese triunfo de la amistad y del amor con el que culmina la historia. Totalmente recomendable para desconectar de los dramas cotidianos.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
El caso de la viuda negra
He tenido la fortuna de reencontrarme nuevamente con el detective Víctor Ros, personaje surgido de la pluma del escritor murciano Jerónimo Tristante en la novela , "El misterio de la casa Aranda" que tanto me gustó. En esta ocasión he continuado con el relato de las aventuras de este avispado detective con la segunda entrega de la serie, con un título tan sugestivo como "El caso de la viuda negra".
Los personajes principales de la anterior novela continúan más o menos donde los dejamos: Víctor disfruta ahora de una apacible vida familiar con su esposa Clara, a la que conoció mientras investigaba el caso que da título a la anterior novela, y con quien ha tenido una hija y se encuentran a la espera otro. Su trabajo en la brigada metropolitana de la policía le lleva a seguir investigando diversos casos en los que da buen uso a su gran capacidad deductiva con la ayuda de su compañero Alfredo, con el que mantiene una relación similar a la de Holmes y Watson: Víctor es impulsivo, exigente y lo analiza todo desde el punto de vista de la ciencia y la razón, mientras que Alfredo es sereno y reflexivo y un gran conocedor de la naturaleza humana. En esta ocasión, en medio de los prolegómenos del enlace real entre Alfonso XII y su prima María de las Mercedes, ambos tendrán que descubrir a los asesinos de un coronel al que le ha sido robado un extraño anillo que portaba en el momento de morir. El presunto culpable es un inteligente y cruel delincuente sospechoso de variados y sangrientos crímenes y que, además del caso del asesinato del coronel, mantuvo un romance con una joven casada con el anciano marqués de la Entrada que muere en circunstancias sospechosas. Resultará que la joven viuda es una antigua compañera de estudios de Clara, que se niega a creer que su amiga tenga algo que ver en la desafortunada muerte de su marido, lo que provocará tensión entre el detective y su esposa.
Al igual que en el caso de la anterior novela, también en esta se investigan dos casos que corren paralelos pero que tienen puntos en común, en este caso el sospechoso de ambas muertes y en los dos casos demuestra Víctor Ros su agudeza para descubrir la verdad basándose en los conocimientos técnicos y científicos que continúa desarrollando y aplicando a la persecución de los criminales. El ambiente del Madrid de la época y también de la ciudad de Córdoba a la que se desplazará Ros en su investigación, son muy evocadores del momento histórico, de la sociedad dominada por el autoritarismo de los gobernantes; las clases dominantes, el clero, el ejército e incluso la policía, que conserva un gran poder y lo ejerce sin pudor; los políticos liberales y conservadores en su constante alternancia característica de la época que refleja la sociedad dividida en dos bandos obligados a entenderse; el fervor monárquico del pueblo frente a las simpatías republicanas de los intelectuales que aceptan al rey como un mal necesario poco interesados en fomentar la mejora del nivel cultural del pueblo. Y a todo esto, la población continúa siendo por lo general poco ilustrada y anclada en antiguas creencias y temores, por lo que los métodos del detective Ros para hallar la solución a los casos resultan siempre llamativos y considerados casi cercanos a las dotes de adivinación, más que al trabajo de la razón y la deducción lógica.
La novela se lee con mucha agilidad, los diálogos son muy frescos y los personajes resultan agradables. Lo cierto es que es una serie que no me va a costar nada seguir, ya que todos los casos planteados tienen su interés, con nuevos personajes creíbles y resulta muy entretenido seguir los razonamientos que llevan al protagonista a su resolución, siempre in extremis, manteniendo así viva la tensión hasta las últimas páginas. Muy recomendable lectura, por tanto.
Los personajes principales de la anterior novela continúan más o menos donde los dejamos: Víctor disfruta ahora de una apacible vida familiar con su esposa Clara, a la que conoció mientras investigaba el caso que da título a la anterior novela, y con quien ha tenido una hija y se encuentran a la espera otro. Su trabajo en la brigada metropolitana de la policía le lleva a seguir investigando diversos casos en los que da buen uso a su gran capacidad deductiva con la ayuda de su compañero Alfredo, con el que mantiene una relación similar a la de Holmes y Watson: Víctor es impulsivo, exigente y lo analiza todo desde el punto de vista de la ciencia y la razón, mientras que Alfredo es sereno y reflexivo y un gran conocedor de la naturaleza humana. En esta ocasión, en medio de los prolegómenos del enlace real entre Alfonso XII y su prima María de las Mercedes, ambos tendrán que descubrir a los asesinos de un coronel al que le ha sido robado un extraño anillo que portaba en el momento de morir. El presunto culpable es un inteligente y cruel delincuente sospechoso de variados y sangrientos crímenes y que, además del caso del asesinato del coronel, mantuvo un romance con una joven casada con el anciano marqués de la Entrada que muere en circunstancias sospechosas. Resultará que la joven viuda es una antigua compañera de estudios de Clara, que se niega a creer que su amiga tenga algo que ver en la desafortunada muerte de su marido, lo que provocará tensión entre el detective y su esposa.
Al igual que en el caso de la anterior novela, también en esta se investigan dos casos que corren paralelos pero que tienen puntos en común, en este caso el sospechoso de ambas muertes y en los dos casos demuestra Víctor Ros su agudeza para descubrir la verdad basándose en los conocimientos técnicos y científicos que continúa desarrollando y aplicando a la persecución de los criminales. El ambiente del Madrid de la época y también de la ciudad de Córdoba a la que se desplazará Ros en su investigación, son muy evocadores del momento histórico, de la sociedad dominada por el autoritarismo de los gobernantes; las clases dominantes, el clero, el ejército e incluso la policía, que conserva un gran poder y lo ejerce sin pudor; los políticos liberales y conservadores en su constante alternancia característica de la época que refleja la sociedad dividida en dos bandos obligados a entenderse; el fervor monárquico del pueblo frente a las simpatías republicanas de los intelectuales que aceptan al rey como un mal necesario poco interesados en fomentar la mejora del nivel cultural del pueblo. Y a todo esto, la población continúa siendo por lo general poco ilustrada y anclada en antiguas creencias y temores, por lo que los métodos del detective Ros para hallar la solución a los casos resultan siempre llamativos y considerados casi cercanos a las dotes de adivinación, más que al trabajo de la razón y la deducción lógica.
La novela se lee con mucha agilidad, los diálogos son muy frescos y los personajes resultan agradables. Lo cierto es que es una serie que no me va a costar nada seguir, ya que todos los casos planteados tienen su interés, con nuevos personajes creíbles y resulta muy entretenido seguir los razonamientos que llevan al protagonista a su resolución, siempre in extremis, manteniendo así viva la tensión hasta las últimas páginas. Muy recomendable lectura, por tanto.
miércoles, 31 de octubre de 2012
La vida después
En “La vida después” me he vuelto a encontrar con la estupenda escritora Marta Rivera de la Cruz, que ya me sorprendió gratamente con su novela “La importancia de las cosas” y que me resulta sorprendente que no sea una autora más popular de lo que es, dada su enorme capacidad para crear historias actuales, realistas, con unos personajes perfectamente creíbles, un gran equilibrio entre la acción y la reflexión sobre los más variados temas y la agilidad de su escritura que engancha con tramas que no están nunca demasiado lejos de las viviencias que cualquiera de nosotros puede haber tenido alguna vez.
En esta ocasión, la novela se inicia cuando Victoria Suárez vuelve a Madrid desde Nueva York para asistir al funeral de su gran amigo Javier Alonso, más conocido como Jan. Le acompaña en el viaje Herder, su marido, un rico y atractivo profesor universitario con ambiciones políticas del que hace algún tiempo ha dejado de estar enamorada aunque, tal vez por rutina, no se plantea separarse. Se encontrará en Madrid con otras mujeres que formaron parte de la vida de Jan: su hija adolescente Solange, la madre de esta, la insufrible Chloe, que trae de París su aire sofisticado y su desinterés por todo lo que no sea ella misma, y Marga, la bienintencionada y devota esposa, ahora viuda, del fallecido. El papel de Victoria es un tanto ambiguo por su especial relación con el fallecido: ha sido su amiga de toda la vida, la suya ha sido una amistad que se inició en sus años de universitarios y ha sobrevivido a todos los romances, matrimonios y aventuras diversas de ambos. Durante años se han apoyado, consolado mutuamente, divertido juntos sin entrometerse en las mutuas relaciones sentimentales, sin juzgar ni acusar, simplemente siendo amigos, haciendo oídos sordos a los constantes rumores que necesariamente despierta este tipo de relación.
Ahora Victoria se encuentra con la petición póstuma de Jan de interceder en la relación de Solange y Marga, de asegurarse que su relación sea afectuosa y puedan contar la una con la otra una vez que él les falte. Su posición es bastante difusa: no es familiar, aunque Solange la llame tía, nunca ha llegado a ser amiga de Marga, aunque hayan compartido el cariño de Jan, y a pesar de todo se ve en la obligación de mediar entre ambas para cumplir con lo que su amigo le ha pedido. Poco después del funeral descubrirán que Jan les ha legado de manera indirecta un pequeño tesoro como regalo póstumo que garantizará la estabilidad económica de su familia. Este sorprendente hallazgo, sin embargo, desencadenará una nueva etapa en la que algunos secretos del pasado familiar saldrán a la luz, dando paso a una segunda parte de la novela en la que aparecen nuevos personajes inesperados y donde la trama se desvía hacia unas historias del pasado que eran desconocidas para las protagonistas.
Esta segunda parte del libro tiene una entidad propia, casi ajena a la historia que veníamos siguiendo. Incluso, dentro de ella nos encontramos con una especie de pequeña novela a menor escala, independiente de la historia principal y donde Marta Rivera despliega su maestría narrativa creando un relato completo en el que se nos cuenta la vida de Arvid Soderman, un anticuario de origen noruego dueño original del tesoro que recibe Marga de su difunto marido. Es una historia que tiene autonomía propia y prueba la capacidad de la autora de crear un personaje total, con su bagaje personal y toda su trayectoria vital, recrear los escenarios en los que se mueve y reconstruir toda una vida en unas cuantas decenas de páginas.
Desde el punto de vista formal, diré que la prosa de Marta Rivera es muy fluida, con una rica y acertada adjetivación. El relato resulta muy ágil y los personajes bien trazados y creíbles. Destaca, lógicamente, la protagonista, Victoria, que está muy bien dibujada como una mujer fuerte hecha a sí misma, que pretende conocerse perfectamente y ser capaz de controlar todo aquello que la rodea, incluyendo sus propios sentimientos, trata de poner siempre límite a todo lo que suponga una situación emotiva, se oculta tras su ironía y su aparentemente perfecta existencia para ocultar el terror que le provoca la idea de quedarse sola, aunque al final tendrá que reconocer que hay factores que escapan a su control, que todos necesitamos confiar en alguien, sentirnos apoyados y queridos por mucho que pretendamos ser autosuficientes, que alcanzar la felicidad supone un esfuerzo personal en el que hay que acercarse a los demás y permitirles entrar en tu esfera de intimidad.
El gran tema de la novela es la amistad como una experiencia que, como ocurre con el amor, es diferente en cada caso: cada relación tiene sus propias normas y sólo el que forma parte de ella puede entenderla. La complicada relación de amistad entre un hombre y una mujer, ese gran misterio de cuya existencia casi todo el mundo duda a excepción de quienes tienen la fortuna de experimentarla, esa amistad comparte menos en común con las relaciones amorosas que con lo que es un matrimonio bien avenido. La historia me ha llegado bastante y he sido capaz de comprender muy bien a sus protagonistas porque da la casualidad de que yo también tuve un buen amigo al que, curiosamente, también conocí el primer día de clase en la Facultad de Políticas, tal y como les ocurre a Victoria y a Jan, y me ha hecho gracia esta coincidencia, ya que nosotros disfrutamos de una amistad que, aunque acabó difuminándose por la distancia, en sus mejores momentos se pareció en muchos aspectos a la relación que se describe en el libro.
Una lectura bastante recomendable, con una historia cercana y que nos descubre muchas cosas sobre la amistad y los sentimientos.
En esta ocasión, la novela se inicia cuando Victoria Suárez vuelve a Madrid desde Nueva York para asistir al funeral de su gran amigo Javier Alonso, más conocido como Jan. Le acompaña en el viaje Herder, su marido, un rico y atractivo profesor universitario con ambiciones políticas del que hace algún tiempo ha dejado de estar enamorada aunque, tal vez por rutina, no se plantea separarse. Se encontrará en Madrid con otras mujeres que formaron parte de la vida de Jan: su hija adolescente Solange, la madre de esta, la insufrible Chloe, que trae de París su aire sofisticado y su desinterés por todo lo que no sea ella misma, y Marga, la bienintencionada y devota esposa, ahora viuda, del fallecido. El papel de Victoria es un tanto ambiguo por su especial relación con el fallecido: ha sido su amiga de toda la vida, la suya ha sido una amistad que se inició en sus años de universitarios y ha sobrevivido a todos los romances, matrimonios y aventuras diversas de ambos. Durante años se han apoyado, consolado mutuamente, divertido juntos sin entrometerse en las mutuas relaciones sentimentales, sin juzgar ni acusar, simplemente siendo amigos, haciendo oídos sordos a los constantes rumores que necesariamente despierta este tipo de relación.
Ahora Victoria se encuentra con la petición póstuma de Jan de interceder en la relación de Solange y Marga, de asegurarse que su relación sea afectuosa y puedan contar la una con la otra una vez que él les falte. Su posición es bastante difusa: no es familiar, aunque Solange la llame tía, nunca ha llegado a ser amiga de Marga, aunque hayan compartido el cariño de Jan, y a pesar de todo se ve en la obligación de mediar entre ambas para cumplir con lo que su amigo le ha pedido. Poco después del funeral descubrirán que Jan les ha legado de manera indirecta un pequeño tesoro como regalo póstumo que garantizará la estabilidad económica de su familia. Este sorprendente hallazgo, sin embargo, desencadenará una nueva etapa en la que algunos secretos del pasado familiar saldrán a la luz, dando paso a una segunda parte de la novela en la que aparecen nuevos personajes inesperados y donde la trama se desvía hacia unas historias del pasado que eran desconocidas para las protagonistas.
Esta segunda parte del libro tiene una entidad propia, casi ajena a la historia que veníamos siguiendo. Incluso, dentro de ella nos encontramos con una especie de pequeña novela a menor escala, independiente de la historia principal y donde Marta Rivera despliega su maestría narrativa creando un relato completo en el que se nos cuenta la vida de Arvid Soderman, un anticuario de origen noruego dueño original del tesoro que recibe Marga de su difunto marido. Es una historia que tiene autonomía propia y prueba la capacidad de la autora de crear un personaje total, con su bagaje personal y toda su trayectoria vital, recrear los escenarios en los que se mueve y reconstruir toda una vida en unas cuantas decenas de páginas.
Desde el punto de vista formal, diré que la prosa de Marta Rivera es muy fluida, con una rica y acertada adjetivación. El relato resulta muy ágil y los personajes bien trazados y creíbles. Destaca, lógicamente, la protagonista, Victoria, que está muy bien dibujada como una mujer fuerte hecha a sí misma, que pretende conocerse perfectamente y ser capaz de controlar todo aquello que la rodea, incluyendo sus propios sentimientos, trata de poner siempre límite a todo lo que suponga una situación emotiva, se oculta tras su ironía y su aparentemente perfecta existencia para ocultar el terror que le provoca la idea de quedarse sola, aunque al final tendrá que reconocer que hay factores que escapan a su control, que todos necesitamos confiar en alguien, sentirnos apoyados y queridos por mucho que pretendamos ser autosuficientes, que alcanzar la felicidad supone un esfuerzo personal en el que hay que acercarse a los demás y permitirles entrar en tu esfera de intimidad.
El gran tema de la novela es la amistad como una experiencia que, como ocurre con el amor, es diferente en cada caso: cada relación tiene sus propias normas y sólo el que forma parte de ella puede entenderla. La complicada relación de amistad entre un hombre y una mujer, ese gran misterio de cuya existencia casi todo el mundo duda a excepción de quienes tienen la fortuna de experimentarla, esa amistad comparte menos en común con las relaciones amorosas que con lo que es un matrimonio bien avenido. La historia me ha llegado bastante y he sido capaz de comprender muy bien a sus protagonistas porque da la casualidad de que yo también tuve un buen amigo al que, curiosamente, también conocí el primer día de clase en la Facultad de Políticas, tal y como les ocurre a Victoria y a Jan, y me ha hecho gracia esta coincidencia, ya que nosotros disfrutamos de una amistad que, aunque acabó difuminándose por la distancia, en sus mejores momentos se pareció en muchos aspectos a la relación que se describe en el libro.
Una lectura bastante recomendable, con una historia cercana y que nos descubre muchas cosas sobre la amistad y los sentimientos.
viernes, 26 de octubre de 2012
Alcazaba
Si en la muy exitosa “El alma de la ciudad” el escritor Jesús Sánchez Adalid recreaba la Plasencia medieval, ahora en “Alcazaba” le ha tocado el turno a Mérida, volviendo así a unir en una obra dos de sus grandes pasiones: la novela histórica y su amor por Extremadura, su tierra natal. En esta ciudad, por tanto, se desarrolla esta novela que nos presenta, de manera muy documentada y al tiempo amena, el periodo de la invasión musulmana sobre la península ibérica, y en particular los acontecimientos acaecidos en este enclave estratégico fundamental desde el tiempo de los romanos, gracias a su situación y a sus formidables murallas.
Corre por tanto el siglo IX y las tres religiones monoteístas conviven en precario equilibrio en esta importante ciudad donde gobiernan los musulmanes sometidos al califa de Córdoba, Abderraman II. El valí es la máxima autoridad, si bien debe tener en consideración a los distintos grupos religiosos, empezando por los musulmanes de origen africano, los beréberes, además de los judíos que conservan cierta autonomía y los cristianos o dimmíes que mantienen como autoridad religiosa a su obispo y también al duc, antigua figura de poder político con origen en el extinto reino godo. Los poderes religiosos y políticos se entremezclan y los conflictos son abundantes en este entorno complejo. La ciudad de Mérida conserva, a pesar de la conquista, cierta independencia derivada de la fuerza que le otorga ser una ciudad estratégica y bien defendida. Ni siquiera el califa es capaz de someterla por completo y la población se resiste a soportar los gravámenes abusivos que pretenden imponerles y dejan de lado sus diferencias para unirse en la defensa frente a los ataques del emir para evitar caer bajo el poder absoluto de Córdoba.
La novela constituye un retrato de la época y del lugar, mostrando la gran complejidad religiosa, política, cultural y social del momento y a pesar de la abundante información que se proporciona es bastante fácil de leer y de seguir. Es una novela absolutamente coral, con muchos protagonistas que representan la variedad de comunidades que habitan la ciudad de las cuales se nos cuentan sus orígenes, su papel en la vida ciudadana, su situación con respecto a los gobernantes, etc., si bien sobresale por encima de las demás la trama que desarrolla la historia del romance entre la judía Judit y el moro Muhamad, hijo del rico comerciante Marwan, símbolo de la convivencia entre religiones, pero tampoco se puede considerar a estos como los protagonistas del libro, ya que son muchas las tramas que se desarrollan y muchos los acontecimientos y personajes que desfilan por la novela. Diría, aunque no suene muy original, que la auténtica protagonista es la propia ciudad, su papel como baluarte inexpugnable por el que combaten los distintos gobernantes durante siglos, como bien se refleja en los apéndices que acompañan a la novela que proporcionan una abundante y rica información complementaria para terminar de dibujar el momento histórico.
Concluiría, pues, que como novela histórica es muy interesante y que proporciona profunda y detallada información, aunque es cierto que, para mi gusto, le falta algo de enjundia narrativa a la hora de adentrarse en las historias más personales que enriquecerían la lectura desde el punto de vista novelístico al margen del aspecto puramente historicista. Una novela, en cualquier caso, muy recomendable y entretenida.
Corre por tanto el siglo IX y las tres religiones monoteístas conviven en precario equilibrio en esta importante ciudad donde gobiernan los musulmanes sometidos al califa de Córdoba, Abderraman II. El valí es la máxima autoridad, si bien debe tener en consideración a los distintos grupos religiosos, empezando por los musulmanes de origen africano, los beréberes, además de los judíos que conservan cierta autonomía y los cristianos o dimmíes que mantienen como autoridad religiosa a su obispo y también al duc, antigua figura de poder político con origen en el extinto reino godo. Los poderes religiosos y políticos se entremezclan y los conflictos son abundantes en este entorno complejo. La ciudad de Mérida conserva, a pesar de la conquista, cierta independencia derivada de la fuerza que le otorga ser una ciudad estratégica y bien defendida. Ni siquiera el califa es capaz de someterla por completo y la población se resiste a soportar los gravámenes abusivos que pretenden imponerles y dejan de lado sus diferencias para unirse en la defensa frente a los ataques del emir para evitar caer bajo el poder absoluto de Córdoba.
La novela constituye un retrato de la época y del lugar, mostrando la gran complejidad religiosa, política, cultural y social del momento y a pesar de la abundante información que se proporciona es bastante fácil de leer y de seguir. Es una novela absolutamente coral, con muchos protagonistas que representan la variedad de comunidades que habitan la ciudad de las cuales se nos cuentan sus orígenes, su papel en la vida ciudadana, su situación con respecto a los gobernantes, etc., si bien sobresale por encima de las demás la trama que desarrolla la historia del romance entre la judía Judit y el moro Muhamad, hijo del rico comerciante Marwan, símbolo de la convivencia entre religiones, pero tampoco se puede considerar a estos como los protagonistas del libro, ya que son muchas las tramas que se desarrollan y muchos los acontecimientos y personajes que desfilan por la novela. Diría, aunque no suene muy original, que la auténtica protagonista es la propia ciudad, su papel como baluarte inexpugnable por el que combaten los distintos gobernantes durante siglos, como bien se refleja en los apéndices que acompañan a la novela que proporcionan una abundante y rica información complementaria para terminar de dibujar el momento histórico.
Concluiría, pues, que como novela histórica es muy interesante y que proporciona profunda y detallada información, aunque es cierto que, para mi gusto, le falta algo de enjundia narrativa a la hora de adentrarse en las historias más personales que enriquecerían la lectura desde el punto de vista novelístico al margen del aspecto puramente historicista. Una novela, en cualquier caso, muy recomendable y entretenida.
viernes, 19 de octubre de 2012
El lenguaje de las flores
La única cosa
capaz de provocar interés en la joven Victoria, lo único que le apasiona verdaderamente,
son las flores y las plantas. Su principal actividad se centra en plantar, cuidar
y conocer el nombre de todas las especies que encuentra y la forma más parecida
a la comunicación que tiene es a través del lenguaje de las flores, el
significado que a cada flor le asignaron en la época victoriana y que se
utilizaba fundamentalmente en las relaciones amorosas de la época. Esta pasión
hará que Victoria consiga por fin un trabajo por horas en la floristería de
Renata y pueda vislumbrar así la perspectiva de hacerse con un lugar donde
vivir, una habitación propia con una puerta y una llave, esa es toda la
aspiración que tiene en la vida, evitando así convertirse en una sin techo abandonada
en las calles que es el futuro más probable que le espera.
Aún sin poder
compartir su actitud vital de misantropía absoluta, fruto de una ausencia total de
cariño en su corta vida, es fácil sentir lástima por esta criatura incapaz no
sólo de querer, sino de aceptar el cariño de los demás, se aferra a la
imposibilidad de alcanzar la felicidad. Victoria asume con resignación que la
suya ha de ser una vida dura y solitaria, no se ve capaz de tan siquiera
imaginarse en un futuro feliz, es incapaz de expresar sus sentimientos, porque
es incapaz incluso de reconocerlos. El retrato de su soledad es tan veraz que esperas a lo largo de todo el libro que su destino
no se cumpla y deseas que el desenlace de la historia no sea tan triste como al que ella misma cree estar predestinada.
El libro es
realmente muy grato de leer. El argumento no es demasiado sorprendente, ya que
supone la clásica historia de soledad y desarraigo resuelta gracias al amor y a
la conexión final de los dos hilos narrativos que vamos trenzando desde el
principio de la novela y que acaban uniéndose en un previsible y ansiado final feliz. Así y
todo, la novela tiene aspectos muy destacados como la original temática del
lenguaje de las flores llevada a la actual California o el adecuado tratamiento
de los sentimientos que no llega nunca al punto del dramatismo, sino que se
queda en un nivel bastante más sutil. No es un novelón romántico ni trágico, sino
una agradable historia triste con un buen final. Y de vez en cuando apetece leer
este tipo de historias.
viernes, 12 de octubre de 2012
22/11/63
Que Stephen King ha sido durante décadas el rey de la novela de terror, es algo por todos conocido y lo cierto es que esa fama la tiene bien ganada por su maestría a la hora de manejar los ritmos, los sustos, de crear ambientes, tensión... en fin, que es un fenómeno a la hora de plantear novelas adictivas. Ahora resulta que decide abandonar el género que le ha dado la fama y se pasa a otro tipo de novela, deja el terror propiamente dicho aunque nos acerca en esta nueva obra a un argumento que, en algunas circunstancias, podría dar lugar a situaciones de verdadero miedo. Como gran conocedor de los temas que inspiran interés y atrapan sin remedio a sus fieles, con esta última novela 22/11/63, King se adentra en una de las temáticas que más interés ha causado desde siempre entre los lectores: los viajes en el tiempo y despliega su viva imaginación y su arte creando historias.
El título de la novela hace referencia a la fecha en que se produjo el atentado que costó la vida a John Fitzgerald Kennedy en las calles de Dallas, un hito dramático en la Historia de los Estados Unidos y, en consecuencia, en la del resto del mundo, dada la influencia, no sólo política y económica de los americanos sobre el resto de las sociedades occidentales, sino también como creadores de mitos y de iconos populares, en lo que, sin duda alguna se ha convertido la figura de JFK en nuestros días. Pues la gran pregunta que plantea el libro es: ¿Qué habría pasado si el atentado contra el presidente hubiera fracasado? ¿Sería el mundo actual mejor de lo que es? A partir de esta premisa, seguimos al protagonista, Jake Epping, un profesor de instituto algo desilusionado que se encuentra en la tesitura de poder responder a esa pregunta, es más, se ve en situación de ser el agente que permita que esa versión revisada de la Historia se produzca siendo él mismo el que evite el magnicidio viajando en el tiempo, cincuenta años atrás, e interviniendo en la realidad de manera que las cosas ocurran de un modo diferente a como se dieron.
Stephen King presenta ese pasado cercano de la América de los años 50 y principios de los 60 casi como una sociedad casi paradisíaca, donde aún existe una cierta inocencia en la especie humana, una sencillez que no se ha visto endurecida por la guerra de Vietnam y las que la siguieron, que no maneja el concepto de terrorismo, que no ve al integrismo islámico como una amenaza, que no ha visto caer las torres gemelas, donde la gente fuma tranquila sin pensar en el cáncer de pulmón. Jake se mueve por unas ciudades y pueblos donde se saluda al forastero y se le ofrece ayuda, donde las puertas de las casas y los coches raramente tienen la llave echada, donde los maestros influyen en las vidas de sus alumnos con sus actitudes y ejemplos… También es cierto que en esa época existen aspectos negativos, como la discriminación racial o el papel secundario de las esposas frente a sus maridos, pero en general, las cosas comparadas con la época actual consiguen hacer nacer en el protagonista una auténtica añoranza por una época en la que él mismo aún no había nacido, en que no existía el teléfono móvil y la fruta sabía a fruta.
La novela es enormemente entretenida, los personajes resultan muy cercanos y es fácil empatizar con ellos, la atmósfera recrea esas películas en blanco y negro donde los hombres no se desprenden de sus sombreros fedora y las chicas lucen cinturas de avispa y faldas acampanadas. El ritmo es adecuado, a pesar de la enorme extensión de la novela; hay tantas cosas que contar que nunca se hace pesada, siempre estás deseando saber más. Sin duda una lectura apasionante y que te tiene amarrada al libro a la espera de ver si el plan de Jake saldrá adelante y, además, si los efectos que ello causará serán o no los deseados, porque según comprobamos, cambiar el pasado y evitar una desgracia no implica que se pueda controlar el imprevisible futuro que esa nueva realidad originará. Un argumento que te hace darle muchas vueltas a todo en la cabeza.
El título de la novela hace referencia a la fecha en que se produjo el atentado que costó la vida a John Fitzgerald Kennedy en las calles de Dallas, un hito dramático en la Historia de los Estados Unidos y, en consecuencia, en la del resto del mundo, dada la influencia, no sólo política y económica de los americanos sobre el resto de las sociedades occidentales, sino también como creadores de mitos y de iconos populares, en lo que, sin duda alguna se ha convertido la figura de JFK en nuestros días. Pues la gran pregunta que plantea el libro es: ¿Qué habría pasado si el atentado contra el presidente hubiera fracasado? ¿Sería el mundo actual mejor de lo que es? A partir de esta premisa, seguimos al protagonista, Jake Epping, un profesor de instituto algo desilusionado que se encuentra en la tesitura de poder responder a esa pregunta, es más, se ve en situación de ser el agente que permita que esa versión revisada de la Historia se produzca siendo él mismo el que evite el magnicidio viajando en el tiempo, cincuenta años atrás, e interviniendo en la realidad de manera que las cosas ocurran de un modo diferente a como se dieron.
Stephen King presenta ese pasado cercano de la América de los años 50 y principios de los 60 casi como una sociedad casi paradisíaca, donde aún existe una cierta inocencia en la especie humana, una sencillez que no se ha visto endurecida por la guerra de Vietnam y las que la siguieron, que no maneja el concepto de terrorismo, que no ve al integrismo islámico como una amenaza, que no ha visto caer las torres gemelas, donde la gente fuma tranquila sin pensar en el cáncer de pulmón. Jake se mueve por unas ciudades y pueblos donde se saluda al forastero y se le ofrece ayuda, donde las puertas de las casas y los coches raramente tienen la llave echada, donde los maestros influyen en las vidas de sus alumnos con sus actitudes y ejemplos… También es cierto que en esa época existen aspectos negativos, como la discriminación racial o el papel secundario de las esposas frente a sus maridos, pero en general, las cosas comparadas con la época actual consiguen hacer nacer en el protagonista una auténtica añoranza por una época en la que él mismo aún no había nacido, en que no existía el teléfono móvil y la fruta sabía a fruta.
La novela es enormemente entretenida, los personajes resultan muy cercanos y es fácil empatizar con ellos, la atmósfera recrea esas películas en blanco y negro donde los hombres no se desprenden de sus sombreros fedora y las chicas lucen cinturas de avispa y faldas acampanadas. El ritmo es adecuado, a pesar de la enorme extensión de la novela; hay tantas cosas que contar que nunca se hace pesada, siempre estás deseando saber más. Sin duda una lectura apasionante y que te tiene amarrada al libro a la espera de ver si el plan de Jake saldrá adelante y, además, si los efectos que ello causará serán o no los deseados, porque según comprobamos, cambiar el pasado y evitar una desgracia no implica que se pueda controlar el imprevisible futuro que esa nueva realidad originará. Un argumento que te hace darle muchas vueltas a todo en la cabeza.
domingo, 7 de octubre de 2012
Juego de damas
Traigo hoy a comentar la novela Juego de Damas, de la escritora Mamen Sánchez, en la que nos encontramos con la historia de Francesca Ventura, una joven que comienza el relato rememorando los días en que, tras cumplir los 18 años, tomó la firme decisión de asesinar a Margheritta, la nueva esposa de su padre. Desde el palazzo familiar a orillas del lago italiano de Como a donde se han trasladado desde su Milán natal, la inquieta y alocada Francesca planea con ayuda su hermana pequeña, la enigmática e inquietante Claudia acabar con la vida de la que consideran causante de su desgracia familiar. A las hermanas les une una relación de dependencia y rivalidad a partes iguales, se complementan y también se enfrentan en muchas cosas, las dos están aparentemente bastante trastornadas, y es que la verdadera naturaleza de su relación se le oculta al lector y no se desvelará hasta transcurrida casi media novela, momento en que muchas cosas comienzan a cobrar sentido en lo que, hasta el momento, parecía una descabellada relación. Lo cierto es que en lo que las hermanas coinciden plenamente es en el rechazo frontal a la nueva esposa de su padre a la que ambas odian profundamente.
Para inspirarse en el modus operandi para acabar con Margheritta buscan en el pasado de la región algún asesinato del cual tomar ideas para su crimen. Conocen así la historia de Sidney, una joven escritora irlandesa que perdió la vida en el lago a principios del siglo XIX cuando disfrutaba de su luna de miel. Van conociendo así cómo se desarrollaron los acontecimientos a través de la lectura de una novela que revive la historia de la joven británica, su correspondencia y la de otros personajes involucrados en su muerte, reviviendo la época de inicios del siglo XIX, cuando Napoleón dominaba Europa y la recién creada nación italiana se debatía entre la fidelidad al emperador y sus deseos de alcanzar una independencia plena de los poderes extranjeros.
En la primera parte del libro me ha costado bastante conectar con las protagonistas, en especial con la pequeña Claudia y su extraña actitud y comportamiento que te hace dudar entre si tiene algún problema mental o verdaderamente posee poderes extraordinarios que le permiten revivir y reconstruir situaciones pasadas, conocer los sentimientos de los difuntos, etc. Afortunadamente, hacia la mitad del libro las revelaciones que se nos hacen cambian el rumbo de la historia y todo parece encajar divinamente; la percepción de lo que leemos es más nítida, ya sabemos a lo que nos estamos enfrentando y la empatía con los personajes aumenta sensiblemente. Es a partir de entonces, cuando se nos revelan datos que desconocíamos de la historia, cuando Claudia se convierte en el mejor personaje de la novela, desde mi punto de vista.
No diría que la novela es perfecta, tiene, en mi opinión, cosas que no llegan a cuajar, como el tono en que se desarrollan las escenas o pasajes románticos, con unas exageraciones cercanas al realismo mágico que no me llegan a convencer, le aporta un dramatismo excesivo a los personajes. Sin embargo en otras ocasiones sí que acierta la autora cuando se inclina hacia la novela gótica con los fantasmas y las leyendas locales enredándose en la vida de los protagonistas, la ambientación con esas damas en camisón paseando a la orilla del lago que encierra misterios e historias antiguas o remando en pequeñas barcas a expensas de las tormentas y de los seres mágicos que pueblan el fondo de las aguas, la relación directa de los muertos y los vivos conviviendo a través del tiempo y otra serie de elementos propios del género sí que me parece que alcanza el tono adecuado. También me ha gustado la recreación del entorno del lago Como, tanto en la época napoleónica como en la actual donde la autora plasma el maravilloso paisaje, el ambiente bucólico tan cercano a la naturaleza, las grandes casas y palazos bordeando el lago, ha logrado despertar mi interés con sus descripciones. Igualmente, los episodios que transcurren en el Nueva York de los años ochenta son bastante entretenidos, aunque a mí la aparición de Gianni Versace entre los personajes me suena un poco forzada, me habría gustado más que su papel lo ocupara algún otro personaje de ficción.
Por resumir, diría que se trata de una novela entretenida aunque tal vez la mezcla de géneros evita que logre convertirse en una novela mágica, como parece ser el objetivo de la autora.
Para inspirarse en el modus operandi para acabar con Margheritta buscan en el pasado de la región algún asesinato del cual tomar ideas para su crimen. Conocen así la historia de Sidney, una joven escritora irlandesa que perdió la vida en el lago a principios del siglo XIX cuando disfrutaba de su luna de miel. Van conociendo así cómo se desarrollaron los acontecimientos a través de la lectura de una novela que revive la historia de la joven británica, su correspondencia y la de otros personajes involucrados en su muerte, reviviendo la época de inicios del siglo XIX, cuando Napoleón dominaba Europa y la recién creada nación italiana se debatía entre la fidelidad al emperador y sus deseos de alcanzar una independencia plena de los poderes extranjeros.
En la primera parte del libro me ha costado bastante conectar con las protagonistas, en especial con la pequeña Claudia y su extraña actitud y comportamiento que te hace dudar entre si tiene algún problema mental o verdaderamente posee poderes extraordinarios que le permiten revivir y reconstruir situaciones pasadas, conocer los sentimientos de los difuntos, etc. Afortunadamente, hacia la mitad del libro las revelaciones que se nos hacen cambian el rumbo de la historia y todo parece encajar divinamente; la percepción de lo que leemos es más nítida, ya sabemos a lo que nos estamos enfrentando y la empatía con los personajes aumenta sensiblemente. Es a partir de entonces, cuando se nos revelan datos que desconocíamos de la historia, cuando Claudia se convierte en el mejor personaje de la novela, desde mi punto de vista.
No diría que la novela es perfecta, tiene, en mi opinión, cosas que no llegan a cuajar, como el tono en que se desarrollan las escenas o pasajes románticos, con unas exageraciones cercanas al realismo mágico que no me llegan a convencer, le aporta un dramatismo excesivo a los personajes. Sin embargo en otras ocasiones sí que acierta la autora cuando se inclina hacia la novela gótica con los fantasmas y las leyendas locales enredándose en la vida de los protagonistas, la ambientación con esas damas en camisón paseando a la orilla del lago que encierra misterios e historias antiguas o remando en pequeñas barcas a expensas de las tormentas y de los seres mágicos que pueblan el fondo de las aguas, la relación directa de los muertos y los vivos conviviendo a través del tiempo y otra serie de elementos propios del género sí que me parece que alcanza el tono adecuado. También me ha gustado la recreación del entorno del lago Como, tanto en la época napoleónica como en la actual donde la autora plasma el maravilloso paisaje, el ambiente bucólico tan cercano a la naturaleza, las grandes casas y palazos bordeando el lago, ha logrado despertar mi interés con sus descripciones. Igualmente, los episodios que transcurren en el Nueva York de los años ochenta son bastante entretenidos, aunque a mí la aparición de Gianni Versace entre los personajes me suena un poco forzada, me habría gustado más que su papel lo ocupara algún otro personaje de ficción.
Por resumir, diría que se trata de una novela entretenida aunque tal vez la mezcla de géneros evita que logre convertirse en una novela mágica, como parece ser el objetivo de la autora.
lunes, 1 de octubre de 2012
El asesino hipocondríaco
¿Qué es lo que nos hace saber que nos encontramos ante una buena novela? ¿Por qué motivo concreto en ocasiones te paras a mitad de una página y piensas: "este libro es genial"? No sería capaz de razonar los motivos o de señalar las características que hacen bueno a un libro, pero lo cierto es que cuando lo tienes entre las manos, lo sabes. Y eso es lo que me ha ocurrido con "El asesino hipocondríaco" del escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz Rengel. Es maravilloso cuando te encuentras con una lectura como esta, divertida, original, inteligente, sorprendente y encima bien escrita. Y más aún cuando casi no sabías nada sobre ella.
El argumento que nos cuenta es de lo más peculiar: el señor Y. es un asesino a sueldo (entendemos por tanto su discrección al no querer facilitarnos su nombre completo) que persigue a la que probablemente sea su última víctima, un tal Eduardo Blaisten de hábitos bastante rutinarios, con lo que debería ser, en principio, un trabajo fácil de llevar a cabo. Ocurre, sin embargo, que el señor Y. es, cuanto menos, un asesino peculiar, no sólo por su notable estrabismo y su deforme pie afectado de gigantismo, no únicamente por llevar adherido a su cuello como protuberancia a un potencial hermano gemelo que nunca llegó a desarrollarse; es que, además de todo esto, lo que tenemos por cierto desde el principio de la novela es que el señor Y. está al borde de la muerte, probablemente este que amanece sea su último día con vida. No se sabe muy bien cuál de todas sus gravísimas y extrañísimas enfermedades será la que acabe con él, pero su final inminente es indudable y eso a pesar de la medicación constante a la que se somete y al seguimiento escrupuloso que realiza de su temperatura, tensión arterial, pulsaciones... Pero antes de morir debe cumplir con la última misión para la que ha sido contratado, por lo que sigue a Blaisten por las calles de Madrid ideando distintas formas con las que acabar con la vida de su objetivo antes de que la muerte le sorprenda a él mismo.
El único consuelo que le queda al señor Y. es el de no ser el único perseguido desde su más tierna infancia, incluso desde antes de nacer, por la más cruel de las desventuras; a lo largo de su relato, nos vamos encontrando con una extensa enumeración de personajes célebres tales como Kant, Descartes, Tolstoi o Proust, que comparten con nuestro protagonista al menos una de estas características: haber quedado huérfanos a muy temprana edad, haber padecido incontables enfermedades gravísimas y, muy importante, haber nacido en una ciudad ubicada cerca de la desembocadura de un río. Al señor Y le enorgullece tremendamente sentirse miembro integrante de esta selecta minoría de grandes hombres perseguidos por la fatalidad y la desgracia.
El libro está narrado con un estilo sencillo y ágil a pesar de los abundantes tecnicismos médicos y las abundantes referencias literarias con una fluidez en la que las redundancias y las repeticiones no estorban, sino que marcan el ritmo, con un humor negro negrísimo y con la virtud añadida de aunar al relato de las desventuras del protagonista la multitud de anécdotas y vivencias de los personajes en los que éste se mira y que se nos van acercando hacia estas figuras del pensamiento, la literatura o la filosofía desde el punto de vista más humano, enseñándonos las miserias personales que se ocultan tras las magníficas obras intelectuales que les dieron fama mundial . Una lectura altamente recomendable y que sorprenderá a todo el que se enfrente a ella.
El argumento que nos cuenta es de lo más peculiar: el señor Y. es un asesino a sueldo (entendemos por tanto su discrección al no querer facilitarnos su nombre completo) que persigue a la que probablemente sea su última víctima, un tal Eduardo Blaisten de hábitos bastante rutinarios, con lo que debería ser, en principio, un trabajo fácil de llevar a cabo. Ocurre, sin embargo, que el señor Y. es, cuanto menos, un asesino peculiar, no sólo por su notable estrabismo y su deforme pie afectado de gigantismo, no únicamente por llevar adherido a su cuello como protuberancia a un potencial hermano gemelo que nunca llegó a desarrollarse; es que, además de todo esto, lo que tenemos por cierto desde el principio de la novela es que el señor Y. está al borde de la muerte, probablemente este que amanece sea su último día con vida. No se sabe muy bien cuál de todas sus gravísimas y extrañísimas enfermedades será la que acabe con él, pero su final inminente es indudable y eso a pesar de la medicación constante a la que se somete y al seguimiento escrupuloso que realiza de su temperatura, tensión arterial, pulsaciones... Pero antes de morir debe cumplir con la última misión para la que ha sido contratado, por lo que sigue a Blaisten por las calles de Madrid ideando distintas formas con las que acabar con la vida de su objetivo antes de que la muerte le sorprenda a él mismo.
El único consuelo que le queda al señor Y. es el de no ser el único perseguido desde su más tierna infancia, incluso desde antes de nacer, por la más cruel de las desventuras; a lo largo de su relato, nos vamos encontrando con una extensa enumeración de personajes célebres tales como Kant, Descartes, Tolstoi o Proust, que comparten con nuestro protagonista al menos una de estas características: haber quedado huérfanos a muy temprana edad, haber padecido incontables enfermedades gravísimas y, muy importante, haber nacido en una ciudad ubicada cerca de la desembocadura de un río. Al señor Y le enorgullece tremendamente sentirse miembro integrante de esta selecta minoría de grandes hombres perseguidos por la fatalidad y la desgracia.
El libro está narrado con un estilo sencillo y ágil a pesar de los abundantes tecnicismos médicos y las abundantes referencias literarias con una fluidez en la que las redundancias y las repeticiones no estorban, sino que marcan el ritmo, con un humor negro negrísimo y con la virtud añadida de aunar al relato de las desventuras del protagonista la multitud de anécdotas y vivencias de los personajes en los que éste se mira y que se nos van acercando hacia estas figuras del pensamiento, la literatura o la filosofía desde el punto de vista más humano, enseñándonos las miserias personales que se ocultan tras las magníficas obras intelectuales que les dieron fama mundial . Una lectura altamente recomendable y que sorprenderá a todo el que se enfrente a ella.
jueves, 27 de septiembre de 2012
La sombra de la sirena
Tú y yo sabíamos que no tardaría en llegar el momento en que me tocara volver a caer en las manos de mi estimadísima Camila Läckber y regresar con ella a la fría Fjällbacka a reencontrarme con mis ya casi amigos la escritora Erica Falk y su marido el policía Patrick Hedström y sus andanzas entre crímenes y misterios sin resolver, cosa que ocurre nuevamente en esta, por ahora, última entrega de la serie titulada La sombra de la sirena.
En esta ocasión, el misterio surge a raiz de la desaparición de un vecino del pueblo cuyo cadáver es descubierto varios meses después. El entorno de amistades de la víctima está formado por antiguos compañeros del colegio, vecinos de la localidad de toda la vida, que parecen no tener la más mínima idea de la razón por la que su amigo ha podido ser asesinado. En este círculo se encuentra Christopher, el bibliotecario y ahora novelista, al que Erica apoyó mientras escribía su primera novela, La sombra de la sirena, que está teniendo un éxito insospechado. El escritor está recibiendo desde hace algún tiempo anónimos amenazantes que de algún modo parecen estar relacionados con algún elemento del pasado que no está dispuesto a compartir con nadie, ni tan siquiera con su esposa. El asunto se irá complicando cuando estas amenazas se amplíen al resto de los amigos, por lo que el Partick, contando, como siempre, con la inestimable colaboración de su espabilada esposa Erika, deberá ir uniendo los numerosos hilos sueltos que aparezcan en la investigación hasta dar con la resolución del caso.
El ritmo acelerado, la estructura de la trama, la superposición de historias con distinto nivel temporal, los sucesos que se van acelerando hacia el final en el que todo confluye... todos los ingredientes habituales de las novelas de Camila Läckberg se dan de nuevo cita en esta novela. Nos reencontramos, además, con los personajes ya conocidos que son como de la familia: Erika nuevamente embarazada, esta vez de gemelos, al igual que su hermana Anna, los compañeros de la comisaría con sus peripecias personales, el helador paisaje de la zona, las cálidas casas donde todo gira en torno a las acogedoras cocinas y donde nos envuelve constantemente el olor a bollos de canela, todo ello hace que nos enganchemos a la lectura sabiendo que seguiremos la serie hasta la última novela, que parece que será la que está por salir, y más aún después del final completamente abierto y desasosegante que nos proporciona la Läckberg que no nos deja más opción que esperar ansiosos a la siguiente entrega para desvelar qué ocurrirá con los personajes que tanto cariño han sido capaces de despertar en los lectores. Al menos en lo que a mí se refiere.
En esta ocasión, el misterio surge a raiz de la desaparición de un vecino del pueblo cuyo cadáver es descubierto varios meses después. El entorno de amistades de la víctima está formado por antiguos compañeros del colegio, vecinos de la localidad de toda la vida, que parecen no tener la más mínima idea de la razón por la que su amigo ha podido ser asesinado. En este círculo se encuentra Christopher, el bibliotecario y ahora novelista, al que Erica apoyó mientras escribía su primera novela, La sombra de la sirena, que está teniendo un éxito insospechado. El escritor está recibiendo desde hace algún tiempo anónimos amenazantes que de algún modo parecen estar relacionados con algún elemento del pasado que no está dispuesto a compartir con nadie, ni tan siquiera con su esposa. El asunto se irá complicando cuando estas amenazas se amplíen al resto de los amigos, por lo que el Partick, contando, como siempre, con la inestimable colaboración de su espabilada esposa Erika, deberá ir uniendo los numerosos hilos sueltos que aparezcan en la investigación hasta dar con la resolución del caso.
El ritmo acelerado, la estructura de la trama, la superposición de historias con distinto nivel temporal, los sucesos que se van acelerando hacia el final en el que todo confluye... todos los ingredientes habituales de las novelas de Camila Läckberg se dan de nuevo cita en esta novela. Nos reencontramos, además, con los personajes ya conocidos que son como de la familia: Erika nuevamente embarazada, esta vez de gemelos, al igual que su hermana Anna, los compañeros de la comisaría con sus peripecias personales, el helador paisaje de la zona, las cálidas casas donde todo gira en torno a las acogedoras cocinas y donde nos envuelve constantemente el olor a bollos de canela, todo ello hace que nos enganchemos a la lectura sabiendo que seguiremos la serie hasta la última novela, que parece que será la que está por salir, y más aún después del final completamente abierto y desasosegante que nos proporciona la Läckberg que no nos deja más opción que esperar ansiosos a la siguiente entrega para desvelar qué ocurrirá con los personajes que tanto cariño han sido capaces de despertar en los lectores. Al menos en lo que a mí se refiere.
domingo, 23 de septiembre de 2012
El asiento del conductor
Hacía ya bastante tiempo que le tenía echado el ojo a esta novelita, El asiento del conductor, de la autora británica Muriel Sparks sobre la cual había leído estupendos comentarios, pero debo decir, una vez que la he leído, que me ha dejado un tanto desconcertada y que lo mejor que puedo decir de ella es que es una novelita bastante perturbadora, tómese este calificativo como uno quiera.
La historia que nos cuenta el relato se centra en la joven Lise, una oficinista muy seria y trabajadora, tanto, que recibe unas vacaciones extras en pago por su gran dedicación a su empresa. Decide de inmediato coger un avión que la llevará a la "exótica" Italia donde nos da a entender que pretende encontrarse con una desconocida alma gemela que la estará esperando. Desde el inicio del libro sabemos que Lise va a morir y que la policía seguirá el rastro de sus últimos días para tratar de solventar su muerte. Pero según vamos leyendo comprobamos que Lise los que está haciendo es lanzarse en una búsqueda frenética de su propio asesino para alcanzar una muerte que tiene planificada hasta el último detalle en su cabeza.
El ritmo de la narración es rápido, lo que hace que la atención no se pierda en ningun momento, de hecho, el libro se lee casi en una sentada. La autora cuenta la historia sin detenerse en descripciones ni en detallarnos las conversaciones que, en ocasiones, no son más que frases casi inconexas que no llegan a cobrar sentido pleno. Las acciones de los personajes hablan por ellos, aunque también es cierto que el comportamiento de la protagonista es en ocasiones absolutamente desquiciado, como ella, todos los personajes se comportan de una manera absurda, mantienen unas relaciones y unas conversaciones que dan la sensación de estar asistiendo a una astracanada en la que ninguno parece cuerdo, ni los lugareños ni los turistas con sus excéntricos comportamientos. Lo cierto es que los retratos creados por Sparks son totalmente desconcertantes, fuera de lo común, como lo es la propia novela. Nos falta por saber muchas cosas: qué es lo que mueve a Lise, sus motivaciones, el entorno de los personajes que no se presentan, como en otras novelas, con una descripción de su pasado o de sus circunstancias, sino que los vemos en el momento actual sin ese soporte que habitualmente nos dan los autores para que los conozcamos previamente y comprendamos, por tanto, sus motivaciones y justifiquemos sus actos.
Tal vez ahí esté el quid de la cuestión, en lo que no se nos cuenta y que nos resulta esencial para entender a la protagonista, para empatizar con ella, porque lo cierto es que esta novela se lee de un tirón pero después te deja el regusto amargo de que algo nos hemos perdido, de que no se nos ha contado todo y nos toca entonces a nosotros completar los huecos de la historia que han quedado ahí para recomponer el puzle que nos haga entender las razones de lo que hemos leído. Una novela diferente a otras que haya leído antes, no hay duda.
La historia que nos cuenta el relato se centra en la joven Lise, una oficinista muy seria y trabajadora, tanto, que recibe unas vacaciones extras en pago por su gran dedicación a su empresa. Decide de inmediato coger un avión que la llevará a la "exótica" Italia donde nos da a entender que pretende encontrarse con una desconocida alma gemela que la estará esperando. Desde el inicio del libro sabemos que Lise va a morir y que la policía seguirá el rastro de sus últimos días para tratar de solventar su muerte. Pero según vamos leyendo comprobamos que Lise los que está haciendo es lanzarse en una búsqueda frenética de su propio asesino para alcanzar una muerte que tiene planificada hasta el último detalle en su cabeza.
El ritmo de la narración es rápido, lo que hace que la atención no se pierda en ningun momento, de hecho, el libro se lee casi en una sentada. La autora cuenta la historia sin detenerse en descripciones ni en detallarnos las conversaciones que, en ocasiones, no son más que frases casi inconexas que no llegan a cobrar sentido pleno. Las acciones de los personajes hablan por ellos, aunque también es cierto que el comportamiento de la protagonista es en ocasiones absolutamente desquiciado, como ella, todos los personajes se comportan de una manera absurda, mantienen unas relaciones y unas conversaciones que dan la sensación de estar asistiendo a una astracanada en la que ninguno parece cuerdo, ni los lugareños ni los turistas con sus excéntricos comportamientos. Lo cierto es que los retratos creados por Sparks son totalmente desconcertantes, fuera de lo común, como lo es la propia novela. Nos falta por saber muchas cosas: qué es lo que mueve a Lise, sus motivaciones, el entorno de los personajes que no se presentan, como en otras novelas, con una descripción de su pasado o de sus circunstancias, sino que los vemos en el momento actual sin ese soporte que habitualmente nos dan los autores para que los conozcamos previamente y comprendamos, por tanto, sus motivaciones y justifiquemos sus actos.
Tal vez ahí esté el quid de la cuestión, en lo que no se nos cuenta y que nos resulta esencial para entender a la protagonista, para empatizar con ella, porque lo cierto es que esta novela se lee de un tirón pero después te deja el regusto amargo de que algo nos hemos perdido, de que no se nos ha contado todo y nos toca entonces a nosotros completar los huecos de la historia que han quedado ahí para recomponer el puzle que nos haga entender las razones de lo que hemos leído. Una novela diferente a otras que haya leído antes, no hay duda.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
El expediente Canaima
Esta es la segunda novela que leo de la escritora Reyes Calderón, cuya faceta de novelista se queda en nada cuando conoces su trayectoria personal y profesional. El hecho es que, después de dedicarse a la docencia universitaria y a cuidar de sus nueve hijos, esta vallisoletana tiene tiempo disponible para dedicarlo a la escritura y, además, le salen novelas tan entretenidas como esta de El expediente Canaima, perteneciente a la serie protagonizada por la jueza Lola MacHor, que se inició con Los crímenes del número primo, que no tengo comentada aquí pero que también me gustó bastante.
En esta ocasión la atareada y un poco desquiciada (para mi gusto) jueza MacHor se enfrenta a los efectos de un caso de violación cuyo autor ha sido absuelto recientemente pero en el que la víctima aún sigue sufriendo las consecuencias de tal acto. Sin terminar de resolverse este asunto, la jueza se encuentra entre manos un caso de corrupción internacional en el que se encuentra implicado personal del Banco Mundial, políticos y empresarios nacionales e incluso la CIA y en el que no faltan las víctimas mortales, además de los enjuagues económicos habituales. La jueza se verá involucrada de manera personal en esta trama y no tendrá más remedio que investigar, ayudada nuevamente por el inspector de la Interpol Juan Iturri para lograr poner a la sombra a los responsables de tales desmanes al tiempo que gestiona su traslado desde el Tribunal Superior de Navarra a la Audiencia Nacional de Madrid.
La novela combina una enorme cantidad de temas, aparte de los propiamente relacionados con la trama principal, ya que nos enfrentamos a otros asuntos de gran actualidad como es la dificultad de la jueza para conciliar sus numerosas obligaciones familiares con las intensas carreras profesionales tanto suya como de su marido, el papel de la justicia y sus conexiones políticas, los jueces estrella, la financiación de los partidos políticos, la corrupción urbanística. Por todos esos asuntos pasa la autora con unas posturas bastante claras y dejando a la vista muchos de los problemas que conlleva la actual sociedad basada en el beneficio a toda costa y la persecución del éxito a cualquier precio, mientras que la protagonista sobrevive en el islote imaginario en el que se ubican aquellos que tratan de anteponer la justicia, la honradez y la defensa de los valores familiares a toda esa vorágine donde el fin justifica los medios.
Una lectura, en fin, que además de la entretenida trama de investigación policial proporciona algo más a la hora de reflexionar sobre otros asuntos de vital trascendencia.
En esta ocasión la atareada y un poco desquiciada (para mi gusto) jueza MacHor se enfrenta a los efectos de un caso de violación cuyo autor ha sido absuelto recientemente pero en el que la víctima aún sigue sufriendo las consecuencias de tal acto. Sin terminar de resolverse este asunto, la jueza se encuentra entre manos un caso de corrupción internacional en el que se encuentra implicado personal del Banco Mundial, políticos y empresarios nacionales e incluso la CIA y en el que no faltan las víctimas mortales, además de los enjuagues económicos habituales. La jueza se verá involucrada de manera personal en esta trama y no tendrá más remedio que investigar, ayudada nuevamente por el inspector de la Interpol Juan Iturri para lograr poner a la sombra a los responsables de tales desmanes al tiempo que gestiona su traslado desde el Tribunal Superior de Navarra a la Audiencia Nacional de Madrid.
La novela combina una enorme cantidad de temas, aparte de los propiamente relacionados con la trama principal, ya que nos enfrentamos a otros asuntos de gran actualidad como es la dificultad de la jueza para conciliar sus numerosas obligaciones familiares con las intensas carreras profesionales tanto suya como de su marido, el papel de la justicia y sus conexiones políticas, los jueces estrella, la financiación de los partidos políticos, la corrupción urbanística. Por todos esos asuntos pasa la autora con unas posturas bastante claras y dejando a la vista muchos de los problemas que conlleva la actual sociedad basada en el beneficio a toda costa y la persecución del éxito a cualquier precio, mientras que la protagonista sobrevive en el islote imaginario en el que se ubican aquellos que tratan de anteponer la justicia, la honradez y la defensa de los valores familiares a toda esa vorágine donde el fin justifica los medios.
Una lectura, en fin, que además de la entretenida trama de investigación policial proporciona algo más a la hora de reflexionar sobre otros asuntos de vital trascendencia.
viernes, 14 de septiembre de 2012
El quinto en discordia (La trilogía de Deptford 1)
La novela se cuenta en primera persona, en la voz de Dunstan Ramsay, profesor ya jubilado de Historia que nos relata cómo fue su relación de muchos años con el recientemente fallecido Boy Staunton, adinerado magnate de la industria y de cuya muerte se desconoce hasta el momento al autor. Lo cierto es que Dunstan se retrotrae a su infancia más tempran rememorando los primeros años de su amistad cuando ambos vivían en Deptford, un pequeño pueblito de Canadá donde todos se conocen, y cada uno tiene su lugar: Dun es hijo del editor local y Boy el hijo del rico del pueblo. El incidente, aparentemente inocente que ocasiona Boy al lanzar una bola de nieve que, por error, impacta en la cabeza de la señora Dempster,esposa del pastor, provoca que ésta se ponga de parto por adelantado y que el niño que nazca, Paul, sea una criatura débil y se tema por su vida. Este suceso marcará el ritmo de las relaciones entre los protagonistas de la novela, relación que se extiende a lo largo de varias décadas durante las cuales Boy desarrollará su faceta de rico industrial mientras que Dunstan se centrará en el estudio de la Historia y en sus dos grandes aficiones, casi obsesiones: la magia y el estudio de los santos católicos, algo bien alejado de la doctrina protestante en la que se educó. Toda la historia que se cuenta nos llevará hasta el momento en que Boy Stauton es asesinado y descubriremos los motivos que se ocultan tras su muerte.
Tengo que reconocer en Davies a un magnífico narrador, capaz de sumergirte en los ambientes que crea con una aparente sencillez de lenguaje, una fantasía y un humor sutil que impregnan toda su narración. La ambientación de sus historias te permite acercarte a los personajes y descubrir lo mejor y lo peor de la naturaleza humana sin que se juzgue por ello a nadie, simplemente mostrando a los personajes tal y como son, ellos mismos con sus actos muestran sus debilidades y fortalezas. Nos movemos a todo lo largo de la novela por distintos escenarios magistralmente dibujados: el pequeño Deptford que tanto me recuerda a aquel pueblo tan pintoresco de la película de ¡Qué bello es vivir! tanto en sus paisajes como en sus habitantes; el Canadá de principios de siglo, tan integrado en la Commonwealth que parece una provincia inglesa más, a pesar de la distancia geográfica; los países que recorre Dun en su peregrinar tras la pista de los distintos santos que investiga... Todos los lugares se nos presentan frescos y reales y en ellos se mueven los personajes contándonos su historia y dejándonos compartir sus avatares.
No dudaré en continuar con la lectura de los dos libros que completan la trilogía y que espero que me lleven a conocer más sobre de las vidas de los personajes que he conocido en este Quinto en Discordia. Lo cierto es que la historia promete, no hay duda de ello.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Los asesinos del emperador
Es una realidad conocida que las vacaciones de verano son la época ideal del año para emprender la lectura de aquellos libros más voluminosos que vamos acumulando a lo largo de los meses y que no nos decidimos a empezar, atemorizados por el número de páginas con el que nos amenazan. Así que, nada más poner el pie en la playa, me lancé de lleno con este novelón, "Los asesinos del emperador" del escritor valenciano Santiago Posteguillo y no voy a poder decir nada más que cosas absolutamente positivas de esta magnífica novela que he disfrutado hasta la última página.
El tópico de que la realidad supera ampliamente cualquier ficción que un autor pueda imaginar se demuestra palmariamente en esta novela. El relato fundamental se centra en los hechos que dieron lugar al asesinato del cruel emperador Domiciano y que llevaron poco después a Trajano a convertirse en el primer césar de origen hispano de la Roma imperial. Y es que las simples realidades históricas de la Roma antigua, la forma en que las rivalidades, las guerras civiles, la lucha en las fronteras o la vida de palacio convertían el día a día de sus protagonistas en una locura de muerte, traición y venganza, son suficientemente apasionantes, retorcidas e interesantes como para que sólo sea necesario un narrador, en este caso un narrador excepcional como es Posterguillo, para que no sea preciso fabular demasiado más allá de exponer los hechos tal y como ocurrían y sacar de todo ello una magnífica novela histórica.
Lo cierto es que la narración es absolutamente ágil, a pesar de la extensión del libro, de manera en que nunca llega a hacerse pesada la lectura, ni tan siquiera en los numerosos episodios en que se relatan escenas bélicas a las que confieso que no soy especialmente aficionada. La constante alternancia de escenarios, los capítulos generalmente breves y la fluidez de la escritura, permiten que se siga con un interés constante la lectura. Es uno de esos casos en que conocemos previamente el desenlace por los hechos históricos pero disfrutamos igualmente del relato que de ellos se nos hace, deseando conocer todos los aspectos de los mismos y adentrándonos en el conocimiento de sus personajes, nombre conocidos desde siempre pero que ahora cobran cuerpo gracias a esta novela.
Muchos son los aspectos que destacaría sobre el libro en relación a la maravillosa revisitación de toda una época, pero por citar algunos temas destacados de todos aquellos que se citan en la novela hablaría de la descripción del mundo de los gladiadores, sus orígenes, su forma de vida y, por supuesto, sus luchas en la arena del recién construido Anfiteatro Flavio o Coliseo. Igualmente aparecen en estas páginas los recién surgidos cristianos, con el apóstol Juan todavía vivo y conocemos la persecución que los distintos césares ejercieron sobre ellos. También nos permitimos pasear por los distintos barrios de Roma: de los foros y sus templos y basílicas a los barrios populares con sus viviendas míseras y sus mercados atestados de ladronzuelos, bajamos a las cloacas y subimos a los palacios con una maravillosa recreación de un mundo que ha desaparecido pero que aún muchos tratamos de rastrear, sea entre las ruinas de aquellos edificios, sea entre las páginas de libros como este, que más de un avispado profesor de Historia debería recomendar a sus alumnos y lograr así muchos más adeptos a la causa del estudio del pasado como ilustración del presente y advertencia para el futuro.
El tópico de que la realidad supera ampliamente cualquier ficción que un autor pueda imaginar se demuestra palmariamente en esta novela. El relato fundamental se centra en los hechos que dieron lugar al asesinato del cruel emperador Domiciano y que llevaron poco después a Trajano a convertirse en el primer césar de origen hispano de la Roma imperial. Y es que las simples realidades históricas de la Roma antigua, la forma en que las rivalidades, las guerras civiles, la lucha en las fronteras o la vida de palacio convertían el día a día de sus protagonistas en una locura de muerte, traición y venganza, son suficientemente apasionantes, retorcidas e interesantes como para que sólo sea necesario un narrador, en este caso un narrador excepcional como es Posterguillo, para que no sea preciso fabular demasiado más allá de exponer los hechos tal y como ocurrían y sacar de todo ello una magnífica novela histórica.
Lo cierto es que la narración es absolutamente ágil, a pesar de la extensión del libro, de manera en que nunca llega a hacerse pesada la lectura, ni tan siquiera en los numerosos episodios en que se relatan escenas bélicas a las que confieso que no soy especialmente aficionada. La constante alternancia de escenarios, los capítulos generalmente breves y la fluidez de la escritura, permiten que se siga con un interés constante la lectura. Es uno de esos casos en que conocemos previamente el desenlace por los hechos históricos pero disfrutamos igualmente del relato que de ellos se nos hace, deseando conocer todos los aspectos de los mismos y adentrándonos en el conocimiento de sus personajes, nombre conocidos desde siempre pero que ahora cobran cuerpo gracias a esta novela.
Muchos son los aspectos que destacaría sobre el libro en relación a la maravillosa revisitación de toda una época, pero por citar algunos temas destacados de todos aquellos que se citan en la novela hablaría de la descripción del mundo de los gladiadores, sus orígenes, su forma de vida y, por supuesto, sus luchas en la arena del recién construido Anfiteatro Flavio o Coliseo. Igualmente aparecen en estas páginas los recién surgidos cristianos, con el apóstol Juan todavía vivo y conocemos la persecución que los distintos césares ejercieron sobre ellos. También nos permitimos pasear por los distintos barrios de Roma: de los foros y sus templos y basílicas a los barrios populares con sus viviendas míseras y sus mercados atestados de ladronzuelos, bajamos a las cloacas y subimos a los palacios con una maravillosa recreación de un mundo que ha desaparecido pero que aún muchos tratamos de rastrear, sea entre las ruinas de aquellos edificios, sea entre las páginas de libros como este, que más de un avispado profesor de Historia debería recomendar a sus alumnos y lograr así muchos más adeptos a la causa del estudio del pasado como ilustración del presente y advertencia para el futuro.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Palmeras en la nieve
Parecerá que este mes de agosto he estado un tanto alejada de la lectura, ya que no ha habido mucho movimiento por este blog. Lo cierto ha sido que he estado más bien alejada de la red, las vacaciones es lo que tienen, que sirven para desconectar y eso es lo que he intentado hacer, con bastante éxito, por cierto.
Pero la verdad es que leer he leído algo y trataré ahora de ir poníendome al día en los comentarios de esos libros a los que me he dedicado en las vacaciones
Hoy le toca el turno a mi lectura más antigua de este mes, concretamente uno de los grandes éxitos de este verano entre los lectores: Palmeras en la nieve, de la escritora Luz Gabás. La acción se inicia cuando Clarence, una joven profesora universitaria, descubre entre los papeles de la casa familiar una antigua carta en la que se hace referencia a ciertos datos desconocidos para ella sobre los años en que su padre y su tío estuvieron trabajando en la colonia española de la isla de Fernando Poo, en Guinea y de cuyas andanzas ella , como el resto de su familia llevan años escuchando las más variadas anécdotas. Sin embargo parece ser que algún tipo de secreto quedó allí oculto durante todos estos años, por lo que la curiosidad de Clarence la lleva, aconsejada por Julia, vieja amiga de la familia que compartió la experiencia colonial, a viajar al lugar y tratar de descubrir algo más sobre lo ocurrido en el pasado.
El relato retrocede entonces hasta el año 53 cuando los hermanos Jacobo y Kilian viajan desde su pequeño pueblo aragonés de Pasalobino hasta Santa Isabel, en tierras africanas, para unirse a su padre, Antón, que desde hace ya algún tiempo trabaja en la finca Sampaka, dedicada al cultivo del cacao. Las buenas condiciones económicas llavan a los jóvenes, como a tantos otros compatriotas, a abandonar su vida en la triste España de aquella época y a enfrentarse con la exótica vida en la colonia. Allí todo es totalmente diferente al paisaje que acaban de abandonar: la finca es un mundo básicamente de hombres, regido por la jerarquía de los colonos: el gerente, los encargados, el médico, el sacerdote, todos de origen español, que tienen a sus órdenes a los capataces y braceros pertenecientes a distintas razas procedentes de Guinea y Nigeria.
Los dos hermanos son bastante diferentes: mientras que Jacobo, el mayor, es alegre y decidido y disfruta de la experiencia al máximo esperando el momento en que su situación económica le permita volver a España, Kilian ve todo con ojos asombrados; aunque físicamente es fuerte, le cuesta más adaptarse al nuevo entorno y a las costumbres del lugar, sin embargo será el que más profundamente se enamore de África y de sus gentes, le apasionarán sus ritos y se sentirá muy unido a los nativos. En una época en que muchos países africanos comienzan a exigir su independencia de las colonias, los conflictos no tardarán en llegar también a Fernando Poo y los colonos tendrán que abandonar finalmente el lugar, algunos con más nostalgia que otros.
La novela es magnífica y proporciona una visión estupenda de la época y el momento histórico. Las descripciones del pintoresco lugar, el colorido, los sonidos y las gentes de África cobran vida en el relato que nos transmite la exuberancia de la vegetación, la vida en sintonía con la Naturaleza, las tradiciones de los pueblos nativos y el contraste con la modernización que los europeos tratan de llevar allí. Una lectura, en conclusión, muy atractiva y altamente recomendable, basada en experiencias vividas por familiares de la propia escritora que ha volcado en la novela una enorme pasión por el continente negro, reviviendo una época casi olvidada de la historia de nuestro país.
Pero la verdad es que leer he leído algo y trataré ahora de ir poníendome al día en los comentarios de esos libros a los que me he dedicado en las vacaciones
Hoy le toca el turno a mi lectura más antigua de este mes, concretamente uno de los grandes éxitos de este verano entre los lectores: Palmeras en la nieve, de la escritora Luz Gabás. La acción se inicia cuando Clarence, una joven profesora universitaria, descubre entre los papeles de la casa familiar una antigua carta en la que se hace referencia a ciertos datos desconocidos para ella sobre los años en que su padre y su tío estuvieron trabajando en la colonia española de la isla de Fernando Poo, en Guinea y de cuyas andanzas ella , como el resto de su familia llevan años escuchando las más variadas anécdotas. Sin embargo parece ser que algún tipo de secreto quedó allí oculto durante todos estos años, por lo que la curiosidad de Clarence la lleva, aconsejada por Julia, vieja amiga de la familia que compartió la experiencia colonial, a viajar al lugar y tratar de descubrir algo más sobre lo ocurrido en el pasado.
El relato retrocede entonces hasta el año 53 cuando los hermanos Jacobo y Kilian viajan desde su pequeño pueblo aragonés de Pasalobino hasta Santa Isabel, en tierras africanas, para unirse a su padre, Antón, que desde hace ya algún tiempo trabaja en la finca Sampaka, dedicada al cultivo del cacao. Las buenas condiciones económicas llavan a los jóvenes, como a tantos otros compatriotas, a abandonar su vida en la triste España de aquella época y a enfrentarse con la exótica vida en la colonia. Allí todo es totalmente diferente al paisaje que acaban de abandonar: la finca es un mundo básicamente de hombres, regido por la jerarquía de los colonos: el gerente, los encargados, el médico, el sacerdote, todos de origen español, que tienen a sus órdenes a los capataces y braceros pertenecientes a distintas razas procedentes de Guinea y Nigeria.
Los dos hermanos son bastante diferentes: mientras que Jacobo, el mayor, es alegre y decidido y disfruta de la experiencia al máximo esperando el momento en que su situación económica le permita volver a España, Kilian ve todo con ojos asombrados; aunque físicamente es fuerte, le cuesta más adaptarse al nuevo entorno y a las costumbres del lugar, sin embargo será el que más profundamente se enamore de África y de sus gentes, le apasionarán sus ritos y se sentirá muy unido a los nativos. En una época en que muchos países africanos comienzan a exigir su independencia de las colonias, los conflictos no tardarán en llegar también a Fernando Poo y los colonos tendrán que abandonar finalmente el lugar, algunos con más nostalgia que otros.
La novela es magnífica y proporciona una visión estupenda de la época y el momento histórico. Las descripciones del pintoresco lugar, el colorido, los sonidos y las gentes de África cobran vida en el relato que nos transmite la exuberancia de la vegetación, la vida en sintonía con la Naturaleza, las tradiciones de los pueblos nativos y el contraste con la modernización que los europeos tratan de llevar allí. Una lectura, en conclusión, muy atractiva y altamente recomendable, basada en experiencias vividas por familiares de la propia escritora que ha volcado en la novela una enorme pasión por el continente negro, reviviendo una época casi olvidada de la historia de nuestro país.