"Yo me quedé frente a la ventana de mi habitación que daba al mar, al que más que ver, oía. De pronto me acordé de que mi novela El amor, escrita hacía treinta años, comenzaba de una manera similar. Había empezado a imitar mis novelas."
El escritor ya maduro nos cuenta que es invitado a un acto literario junto con otros escritores nórdicos porque, por extraño que resulte, este hombre nacido en Grecia ha desarrollado toda su carrera literaria desde Suecia, país en el que se estableció hace bastantes décadas y donde ha formado su familia y ha trabado amistades, si bien sus raíces griegas siempre permanecen y se muestran en todo lo que ha escrito, siendo constantes sus reflexiones sobre lo que supone la inmigración desde su experiencia propia
Cumplidos los setenta y cinco años considera que ha llegado el momento de poner fin a su carrera como escritor por lo que pone en venta la guarida del lobo, la cabaña en lo alto de una colina con vistas a Estocolmo donde instaló el estudio en el que durante años se encerraba a escribir.
"La escritura está, sí, dentro de nuestra cabeza, pero también alrededor de nosotros, en las paredes y en los muebles, en el olor a café, en la luz de la lámpara. En días benditos todo es escritura, y en días malditos nada lo es.
Entraba en el estudio rezongón y mísero y al cabo de diez minutos encontraba en mí al hombre que escribía.".
La ausencia de trabajo y rutina la suple con largos paseos donde reflexiona sobre asuntos de lo más variado. Estamos en 2015, Grecia padece una terrible crisis económica que repercute en toda Europa, pero también Suecia está dejando de ser el paraíso social y de oportunidades para todos que fue décadas atrás; la avalancha de solicitantes de asilo, la inmigración masiva, los límites de la libertad de expresión, el respeto por las creencias ajenas, la globalización, la crisis de las ideologías tradicionales. Aborda también, junto a todos estos asuntos, temas más personales cuando habla de su matrimonio y su esposa, su casa de veraneo, su relación con la lengua materna, el griego y con el sueco, idioma en el que se ha expresado como escritor durante cincuenta años, la conexión que ha comenzado a perder con su país natal tras tantos años de alejamiento donde ahora, al volver, se siente como un turista.
"Yo quería que todo siguiera siendo como antes. Ese es uno de los dramas del expatriado. Sueña con volver a lo que dejó. Pero eso ya no existe más que en su empañada memoria."
Tal vez no sea la manera más ortodoxa de descubrir la obra de cualquier escritor como en este caso he hecho con Kallifatides comenzando por el final, pero eso no significa que esta primera toma de contacto no haya despertado mi deseo de conocer más de su producción literaria, de su obra de ficción y todo aquello que tenga a bien ofrecer este autor que, al menos en el aspecto personal, ya me ha conquistado. Y además hay que señalar que esta fue la primera obra que escribió en griego a sus setenta y siete años de edad, algo que, al menos como dato, resulta curioso e interesante.
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