El narrador del relato es un pintor colombiano que estuvo durante años afincado en Nueva York junto con su familia: su esposa Sara y sus tres hijos. Allí desarrollo gran parte de su exitosa carrera que le dio fama internacional. Pero también allí fue donde su hijo mayor Jacobo sufrió el accidente de tráfico que lo dejo parapléjico y que le llevó a vivir durante años soportando terribles dolores hasta que decide buscar ayuda para acabar con su sufrimiento. Toda la historia nos la va contando el padre ya viudo y retirado en su Colombia natal donde una ceguera progresiva le ha apartado de la pintura, pero todavía es capaz de escribir y evocar aquellos largos días en que la familia, rodeada de amigos, espera en su piso de Manhattan a que, al otro lado del país, un médico ayudara a Jacobo a morir. Va recorriendo la vida familiar, su carrera de artística y cómo el accidente de Jacobo trastocó todo su mundo, unió a la familia en el sufrimiento, cambió su escala de valores y les obligó a todos a convivir con el dolor.
Este es un emotivo y lúcido retrato de una pareja y de una familia que nos habla de la paternidad, de la vejez, de la creación artística, en un relato que rezuma amor y dolor, serenidad, sensibilidad y, aunque parezca imposible, también alegría. Una lectura sensacional que me ha podido dejar muy removida por dentro pero, sobre todo, me ha transmitido mucha emoción.
"Yo no quería que llegara la noche, pues tendría que reconocer que el tiempo avanzaba; que avanzaba la vida que ahora nos trituraba con sus ruedas y piñones. Pero únicamente la luz, siempre inasible, es eterna."
Tiene que ser dura esta novela. Creo que también la disfrutaría y que la sufriría, así que tomo nota, pero para más adelante. Mi cabeza me pide ahora mismo otras cosas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Te aseguro que el disfrute supera el sufrimiento. Es magnífico el manejo del drama que nunca es excesivo. Transmite paz y alegría de vivir, o al menos esa ha sido mi impresión.
EliminarSaludos.