martes, 17 de diciembre de 2024

El niño de oro

Penelope Fitzgetal sitúa su primera novela, "El niño de oro" en medio de la colosal exposición del Tesoro Dorado del reino africano de los Garamantes que se inaugura en el Museo Británico donde trabaja el propio descubridor del tesoro, el anciano arqueólogo sir William Simpkin. El Niño de Oro es la estrella de la exposición y se convierte en centro de atracción mundial: una pequeña momia recubierta de oro dentro de un sarcófago y rodeado de juguetes y otros elementos, todo ello de oro, destacando una Madeja de Oro que le ayudará a encontrar en camino al mundo de los vivos, según su tradición funeraria. Un rumor sobre la maldición del Niño de Oro ha comenzado a correr entre el público y los medios, lo que incrementa el interés por la exposición y tensará el ambiente entre los empleados del museo. Debido a una sospecha de que todo lo que contiene el Tesoro expuesto pudiera ser una falsificación, algo que afectaría seriamente al prestigio de las institución, un joven empleado de baja categoría, Waring Smith, es enviado en un delirante viaje hasta Moscú para recabar la opinión de un experto en la cultura de los Garamantes.

Todo el libro está impregnado de un humor puramente británico, de ese en el que se dicen las mayores tonterías sin esbozar apenas una sonrisa. Lo cierto es que los personajes son, en general, bastante cómicos en su ridiculez en medio de un argumento plagado de absurdos, dando como resultado una comedia de humor disparatado donde se mezcla una muerte sospechosa con el espionaje soviético, los conflictos domésticos de Smith y los enfrentamiento entre los diferentes departamentos del museo, Arte Funerario, Cerámicas sin Esmaltar o Tejidos y Textiles, entre otros, en su lucha por defender sus pequeñas parcelas de poder y ganar la carrera para obtener más fondos del legado que se prevé que sir William les dejará a su muerte. Las opiniones del anciano sobre la gestión de los museos y su aportación a la sociedad son bastante polémicas y dejan en muy mal lugar a sus colegas y al mundo académico en general.

"El objeto del museo es adquirir poder, no solo a expensas de otros museos, sino en general. El arte y los tesoros de la tierra se juntan para que los conservadores puedan acurrucarse sobre ellos como los antiguos dinastas y mostrar esto o aquello según su capricho. ¿Quién sabe qué riquezas existen en nuestros fondos, más ocultas que en las tumbas de los garamantes? Hay hectáreas de pasillos en este museo donde nadie ha puesto un pie (...) hay piezas que solo se ven una vez al año, adquisiciones de gran valor almacenadas y olvidadas. La voluntad de los reyes y de los príncipes comerciantes, que legaron sus colecciones a condición de que estuviesen siempre expuestas al público, se incumple después de su muerte."

2 comentarios:

  1. No termina de atraerme esta vez, así que en esta ocasión lo voy a dejar pasar, cosa que la lista de pendientes agradece muchísimo.
    Besotes!!!

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    1. No es una lectura imprescindible; entretenida y listo. No sufras por no añadirla a tu lista de pendientes.
      Saludos

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