"De aquí no va a salir, no se preocupe. Lo que se dice en el Oyster Bar se queda en el Oyster Bar. Secreto de confesión. Sabe que no estoy autorizado para darle la absolución, pero con sumo gusto escucho sus pecados, si es que eso le hace sentir mejor."
Con un estilo muy fresco y ligero, la narración salta de una escena a otra, del presente al pasado, de una frase a otra, dibujando en unas pocas líneas una situación, retrata un personaje con dos palabras acertadas o remata una conversación con el comentario más certero. Mezcla frases o expresiones en inglés con el acento ecuatoriano como no puede ser de otro modo porque Marcelo lleva más tiempo en Niuyork que en su Quito natal, aunque todavía tiene que aguantar que de vez en cuando que lo desprecien por sus orígenes algunos que se creen más americanos que él.
La novela nos pasea por Manhattan y nos muestra la variopinta galería de retratos de la muy diversa fauna que puebla las calles de Nueva York, buena parte de la cual termina acodada en la barra de Marcelo contándole sus problemas o compartiendo con él sus mejores momentos. Pero sobre todo, nos permite comprobar que la ciudad y todo el país en realidad se ha construido gracias al trabajo poco reconocido de los millones de inmigrantes que, ya desde los tiempos del Mayflower, llegaron a América persiguiendo el sueño de una vida mejor.
Marcelo es un personaje entrañable al que no cuesta nada coger cariño. Un hombre humilde y sabio, un trabajador incansable que ha logrado alcanzar sus sueños sin olvidar sus raíces familiares, sin dejar nunca atrás a un amigo. Un verdadero héroe de hoy día.
Esta vez no me termina de convencer pero me alegra que lo hayas disfrutado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es una buena historia con un protagonista entrañable. Sí que la he disfrutado.
EliminarSaludos.