Todo es novedoso para el chico en aquel lugar tan alejado de la civilizada Inglaterra: desde el calor sofocante y las azules aguas del mar hasta los campos yermos y los lugareños, hombres y mujeres duros en extremo, viejos pastores de piel reseca y miradas hoscas pero tras las cuales el pequeño Gerald descubre, en sus muchas salidas explorar por los campos que rodean su vivienda, personas de generoso corazón y sencillas costumbres, muy pegados a la tierra y sus ciclos naturales para los que todos los ingleses son lores y que comparten con él sus antiguas canciones, leyendas ancestrales, extrañas costumbres y hábitos de gente de campo sin educación pero con muchos años de tradición a sus espaldas. Muchos de ellos se convertirán en buenos amigos del chico y de ellos obtendrá valiosos consejos que le ayudarán a adaptarse a su nuevo destino. Todo lo que le rodea, los maravillosos paisajes de la isla y su naturaleza asombrosa, son retratados con gran viveza y detalle, en maravillosas descripciones que nos transmiten la fascinación del autor por aquellos parajes.
Pero de todas las atracciones de la isla, lo que verdaderamente cautiva al pequeño Gerry son los elementos naturales: la variedad de plantas silvestres, los abundantes frutales y en especial la fauna autóctona: cabras, multitud de insectos, aves, sapos o escorpiones... hasta tortugas, mochuelos, culebras o urracas parlanchinas que se convierten en peculiares mascotas junto a los perros que siempre rondan por la casa. Este peculiar arca de Noé en la que se convertiría la casa familiar haría a uno de los hermanos declarar indignado que "sólo San Francisco de Asís viviría a gusto aquí (...) Les aseguro que esta casa es una trampa mortífera. No hay rendija ni rincón que no esté atestado de fauna maligna dispuesta para el ataque." A esta locura de entorno se suman lo peculiar de los adultos que rodean al chico, familiares, tutores, empleados y amigos que pueblan las distintas viviendas por las que van pasando los Durrell, todos ellos bastante excéntricos y nada convencionales.
Es un auténtico placer compartir este verano interminable lleno de excursiones, aprendizaje y descubrimiento del mundo desde los ojos bien abiertos de un niño con enorme sed de conocimiento combinada con una vivísima imaginación que le impulsan a crearse un mundo propio poblado de todo tipo de animales que constituirán desde entonces y para siempre su mejor compañía. Todos los seres vivos que se cruzan en el camino del joven Durrell se convierten en objeto de su fascinada observación y estudio. Vemos así nacer en el niño la gran pasión que desembocará, con el paso de los años, en una activa defensa de las especies en peligro de extinción y la vida salvaje en general, misión a la que terminaría dedicando toda su vida adulta.
Se nota que lo has disfrutado, pero esta vez no termina de llamarme la atención, así que mejor lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Siempre estas a tiempo de volver sobre él si en otro momento te apetece. Te aseguro que es una maravilla, con un sutil humor inglés que a mi siempre me gusta.
EliminarSaludos.