En esta ocasión el protagonista del libro es el propio autor o al menos una recreación literaria del mismo que, incapaz de superar una pérdida amorosa y sacarse de la cabeza al objeto de su amor a pesar de los años transcurridos desde la ruptura, decide marchar a París, su ciudad fetiche que quiso en su momento compartir con su amante y allí regresa dispuesto a conjurar el dolor causado por su ausencia. Recorre los lugares que compartieron, el París que quiso que fuera de los dos, donde pretendió crear recuerdos compartidos que ahora no le abandonan y le obsesionan, incapaz de sacarse de la cabeza al amante, incapaz de olvidar a voluntad. Cree por ello que regresando a los mismos sitios, viviéndolos de nuevo y poniendo todo por escrito, los sentimientos de entonces y los de ahora, tal vez podrá finalmente olvidar o crear nuevos recuerdos que sustituyan a los que se acumulan en su cabeza o al menos, aunque nunca lleguen a desaparecer, será posible aprender a gestionarlos para que ya no duelan, que pasen a formar parte de manera natural de su bagaje vital.
Me encuentro nuevamente con la forma de escribir de Máximo que ya conozco de sus anteriores novelas, llena de frases para subrayar, metáforas encadenadas, inspiradas ideas poéticas y aforismos soltados con aparente facilidad y excesiva frecuencia, toda una filosofía de vida de andar por casa a base de imágenes y frases recurrentes que aparecen repetidas a todo lo largo del libro como la que dirige insistente al amante al que va dedicado el libro y al que no para de invocar: "Te doy todo este libro para que aparezcas".
Aunque insiste el autor en que estamos ante una novela, no puedo evitar la sensación de que estoy leyendo un diario, unas auténticas memorias, que no me encuentro frente a un personaje sino ante el verdadero Máximo que se presenta ante sus lectores desvelando muchos de sus secretos y sentimientos reales, aquello que vivió verdaderamente en París, sólo o en compañía del amante y eso me lllega a provocar cierto pudor; yo que soy tan aficionada a las obras biográficas en este caso siento que estoy descubriendo la más profunda intimidad del escritor, que lo que nos cuenta son experiencias reales, como reales son tantos personajes a los que nombra a lo largo del relato muchos de los cuales son fácilmente reconocibles por el lector. Pero creeré al autor que insiste en llamar a su obra una novela, me creeré que todo lo que cuenta es ficción o autoficción, o al menos que se trata de una mezcla indisoluble de lo uno y de lo otro.
Combina a lo largo de todo el relato confesiones íntimas propias, recuerdos de su infancia, de su pueblo, de su madre siempre presente y su abuela, añoranza de momentos felices pero también cierto regodeo en momentos dolorosos, junto con multitud de citas y reflexiones de otros autores extraídas de sus muchas lecturas en torno a la capacidad de olvido, a la imposibilidad de controlar lo que se recuerda, la maldición del que no puede evitar almacenar recuerdos que desearía olvidar. Y sobre todo referencias literarias sobre París como ideal de ciudad bohemia, como inspiración literaria, destacando la visión de la ciudad a través de las palabras de Hemingway y Vila-Matas. Y es que éste es fundamentalmente un libro sobre París, una guía de cafés y bistrôts, de los lugares favoritos del autor, de plazas y hoteles, muchos de ellos para visitar como turistas pero sobre todo de ciudad vivida con sus ventajas e inconvenientes, con todos esos sitios donde ha sentido amor, pasión, pena y alegría, compañerismo y frío, mucho frío, sensaciones que ha compartido con alguien o que ha soñado compartir en algún momento. Y por supuesto, un libro lleno de todos los recuerdos nacidos en la ciudad de París.
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