El gran valor de esta obra está en reflejar la vida cotidiana de las familias de los ingenieros que participaron en la construcción y puesta en marcha de la central nuclear Lemóniz, cerca de Bilbao, y que vieron sus vidas amenazadas por la banda terrorista que se subió al carro del ecologismo y defendió sus pretensiones de la única forma que conocían: mediante la amenaza, la extorsión y el asesinato. Así, las familias de los ingenieros vieron, no sólo cómo sus vidas y las de sus familias se ponían en riesgo físico, sino también cómo eran marginados de la vida social de sus propios pueblos, mirados de reojo, recibiendo constantes amenazas, veladas en algunos casos pero también directas y crueles en otras ocasiones, invitaciones nada sutiles a abandonar sus trabajos, sus casas y el propio País Vasco.
A los pequeños no les quedó más remedio que aprenden a adaptarse a fuerza de ver el miedo en los gestos y palabras de sus mayores, a atisbar a un lado y al otro desde el portal antes de salir a la calle, mirar debajo del coche antes de subir en él, cambiar de hábitos constantemente, pasear por otras calles o incluso dejar de pasear por completo, dejar de acudir a según qué tiendas o bares donde son claramente rechazados. Incluso los pequeños compañeros de la ikastola les hacen saber que sus padres son malos, que ellos son diferentes, que no encajan allí, que no son de los suyos.
Toda la novela viene narrada en la voz de una niña que relata los hechos tal y como los ve desde sus sólo cuatro años de edad, cuenta lo que ve sin comprenderlo, lo que oye desde su inocencia y transmite aquello está sucediendo sin entenderlo pero asumiendo esa realidad. Demasiado pequeña para algunas reflexiones que la autora pone en su boca o en su pensamiento, le sirve sin embargo a la autora el recurso de la mirada infantil para contar lo que vivió ella misma en primera persona, que es probable que con esa edad no lo entendería tal y como lo cuenta ahora, que los hechos estarán pasados por el filtro de la propia memoria combinada con la información recabada a posteriori y con los relatos leídos y escuchados pero, en cualquier caso, la novela logra transmitir la opresión sufrida, el modo en que cambió su vida cotidiana a causa del miedo permanente, el silencio, el aislamiento y la desconfianza con los que se vieron forzados a convivir los niños de Lemóniz y sus padres.
"Pues lo llevará por dentro, como todos nosotros. El miedo se te cuela dentro y ahí se queda agazapado mientras tú haces como si no pasara nada."Después de terminar de leer la novela no he podido evitar navegar por la hemeroteca en busca de las noticias y documentos reales de algunos de los hechos reflejados en el relato y entre estos me he encontrado con el testimonio de Iñaki, uno de los amigos de Ángela, hijo de uno de los ingenieros asesinados por ETA que me ha impresionado vivamente y que invito a consultar. Esta es sólo es una de las muchas historias reales de tantas familias cuyas vidas quedaron destrozadas para siempre por aquellos monstruos que rondaron y atemorizaron (y aún lo pretenden) a nuestro país, apoyados por el silencio culpable de demasiados conciudadanos de las víctimas. Tal vez una novela no sirva para dar consuelo a los que sufrieron ni les va a devolver a sus muertos, pero al menos puede servir para abrir los ojos de los que no conocieron aquellos tiempos y para evitar que los demás olvidemos lo que supuso el terrorismo para nuestro país y nuestra sociedad.