Desde hace bastantes meses venía viendo numerosas y entusiastas recomendaciones de las Crónicas de los Cazalet, encabezadas por las de mi admirada Molinos, autora del blog Cosas que me pasan. Demasiado he tardado, es cierto, pero finalmente me lancé a descubrir esta serie de novelas de la escritora británica Elizabeth Jane Howard que se inaugura con "Los años ligeros" y que recorre tres décadas en la vida de una acomodada familia inglesa al hilo de los acontecimientos históricos que les toca vivir. Se inicia esta primera entrega presentándonos al amplísimo plantel de personajes que componen la numerosa familia Cazalet, desde el patriarca al mando de una exitosa empresa maderera, pasando por los hijos y nueras, los nietos de variadas edades e incluso el personal al servicio de la familia, todos ellos con historias que contar, con personalidades destacadas y cuyos avatares vamos conociendo gracias a un narrador omnisciente que nos hace partícipes de sus circunstancias, intereses, preocupaciones, aventuras y desventuras.
Al inicio de la novela nos encontramos en la Inglaterra del periodo de entreguerras, concretamente en el verano de 1937; las consecuencias de la Gran Guerra se aprecian más intensamente en algunos personajes, como en el que se ha dejado parte de su salud física y mental en la batalla o en aquella que ha perdido al esposo o al prometido en combate, quedando condenada a quedarse soltera. Otros personajes, sin embargo, optan por la alergia y la despreocupación llevándose por optimismo que la llegada del tiempo de paz proporciona, centrando sus intereses en las ultimas modas, en el romance del rey Eduardo y la señora Simpson y en general por las vanidades y la vida social. No en vano los años 30 son tiempos felices, los años ligeros a los que alude el título de la novela, a medio camino entre los viejos tiempos a los que algunos todavía se aferran y el brillante futuro que se vislumbra tras el fin de la larga guerra.
Los Cazalet abandonan Londres para reunirse en Home Place, la casa familiar en el campo y allí disfrutar de las vacaciones estivales, excusa que nos permite reunir a todos los miembros de la numerosa familia y conocerlos más de cerca, observar las relaciones que entre ellos se crean: hermanos, primos adolescentes, cuñadas y suegros, matrimonios mejor o peor avenidos, todos comparten unos días de verano que se verán teñidos por el temor a una nueva guerra que lo sobrevuela todo pero que no impide continuar con los actos cotidianos, con la organización de los menús y la acomodación de la gran familia y los que se les van uniendo, los juegos infantiles, los conflictos domésticos y también los problemas de aquellos que van creciendo y planteándose su futuro, los asuntos conyugales de unos matrimonios casi felices. Un amplio panorama de historias particulares que abarcan desde lo más mundano a lo más trascendental, de lo frívolo a lo profundo pero siempre con un tono de ligereza que se agradece, en una estupenda novela coral donde todos los personajes tienen su peso y su valor y que me ha dejado con ganas de continuar descubriendo qué será de todos ellos en los tiempos que seguirán a estos años ligeros que acaban de abandonar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario