La joven Beatrice Nash ha logrado un empleo como profesora de latín en la escuela de Rye, un destino más que digno para una mujer soltera, con extraordinaria formación y determinada a conservar su independencia, por mucho que su actitud demasiado moderna no resulte apropiada para las anticuadas costumbres de la mayor parte de sus nuevos convecinos. La recomendación de Lady Marbely y el apoyo de Agatha Kent han sido fundamentales para que Beatrice reciba la aprobación de Lady Wheaton, figura más relevante y cabeza de la junta rectora de la escuela, si bien se encontrará con la feroz resistencia del alcalde y su esposa, que pretendían que el puesto lo ocupara su propio sobrino.
Helen Simons, autora también del precioso libro "El mayor Petigrew se enamora", nos retrata en esta ocasión el que será "El verano antes de la guerra" que da título a esta novela, el último periodo de inocente felicidad para muchos antes de que estalle la I Guerra Mundial. Beatrice tratará de disfrutar de esa despreocupación junto a los sobrinos de los Kent: el formal y sensato Hugh Grange, médico en ciernes y el despreocupado y divertido Daniel con aspiraciones de poeta. Los dos primos se esforzarán por integrar a la nueva maestra en el escaso círculo de los más jóvenes miembros de la sociedad local. Mientras la amenaza de la guerra recorre Europa, los jóvenes tratan de aprovechar los días de verano, ajenos a los negros nubarrones que amenazan la estabilidad del continente. Cuando finalmente estalle el conflicto, la pequeña localidad irá viendo cómo sus hombres van partiendo hacia el frente, algunos de ellos para no volver, mientras que aquellos que permanecen en Rye se esfuerzan en participar en el apoyo a los combatientes con todo tipo de muestras de patriotismo. En medio de ese escenario, nuestra protagonista se mantendrá firme en su intención de convertirse en una mujer independiente, capaz de valerse de su intelecto para subsistir, si bien su sueldo será apenas suficiente para mantenerse dignamente, por lo que la joven se enfrentará al trato humillante que le prodigan los administradores de su herencia que supervisan estrictamente el uso de la asignación de la que pretende disponer, poniendo de relevancia el difícil papel de cualquier mujer soltera en aquella sociedad remilgada y llena prejuicios de la Inglaterra de principios de siglo.
La narración nos va revelando las pequeñas y variadas mezquindades de los variopintos personajes que pueblan la pequeña localidad provinciana donde a muchos les gusta destacar y darse importancia, donde algunos compiten por mostrarse solidarios a la hora de acoger a los refugiados que llegan desde Bélgica empujados por la guerra, pero tratando de que ello no afecte demasiado a su propia comodidad ni, por supuesto, a su bolsillo. Otros personajes que se mezclan con los habitantes locales son un grupo de artistas que han llegado a Rye atraídos por la calma del entorno rural y la atracción del paisaje costero; bohemios y de mentalidad libre, se apartan de los convencionalismos en las modas y las costumbres, sin ninguna intención de resultar respetables, por lo que nunca lograrán ser completamente aceptados en la sociedad local.
El ambiente de la novela nos evoca fácilmente el encanto del mundo de Downton Abbey con el que coincide en época histórica y en el retrato de la sociedad inglesa rural, con sus peculiaridades y costumbres. La propia portada del libro nos llevará a suponer que nos hallamos frente a una narración alegre y desenfadada, pero ésta evolucionará, según las escenas en el campo de batalla vayan ganado terreno a las reuniones sociales, dando paso a un emotivo relato del sinsentido de la guerra que nos llega a formar un nudo en la garganta al asistir a la pérdida absurda de vidas, en especial de las de aquellos más jóvenes y prometedores de entre los vecinos de cualquier población inglesa o de cualquier otro punto de la geografía europea, donde Rye resulta ser sólo un botón de muestra de lo que ocurrió en tantos otros lugares y momentos históricos y lo que sigue y seguirá ocurriendo mientras que las guerras sigan existiendo.
El ambiente de la novela nos evoca fácilmente el encanto del mundo de Downton Abbey con el que coincide en época histórica y en el retrato de la sociedad inglesa rural, con sus peculiaridades y costumbres. La propia portada del libro nos llevará a suponer que nos hallamos frente a una narración alegre y desenfadada, pero ésta evolucionará, según las escenas en el campo de batalla vayan ganado terreno a las reuniones sociales, dando paso a un emotivo relato del sinsentido de la guerra que nos llega a formar un nudo en la garganta al asistir a la pérdida absurda de vidas, en especial de las de aquellos más jóvenes y prometedores de entre los vecinos de cualquier población inglesa o de cualquier otro punto de la geografía europea, donde Rye resulta ser sólo un botón de muestra de lo que ocurrió en tantos otros lugares y momentos históricos y lo que sigue y seguirá ocurriendo mientras que las guerras sigan existiendo.
Pues creo que disfrutaría mucho con esta historia. NO me importaría leerla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que es una buena elección. Te la recomiendo son lugar a dudas.
EliminarSaludos.