Vuelvo a Andrea Camilleri, como suelo hacer de vez en cuando, al gran escritor italiano y a su veterana serie protagonizada por el inspector Montalbano, un clásico ya de la novela policíaca, de lo que los italianos llaman "giallo" que en realidad significa "amarillo", nombre derivado del color predominante en las portadas de las novelas clásicas de policías de este país. Pero es que en realidad la novela policíaca italiana no es tan negra, figuradamente hablando, como en otros lugares. Este género tiene en Italia mucho de humor, de novela costumbrista, de crítica social, de situaciones absurdas. Y las novelas de Camilleri son de esas, sin duda.
Nuevamente, por tanto, me traslado con este "Juego de Espejos" a la pequeña ciudad de Vigàta, en Montelusa, localizaciones ficticias pero que se encuentran claramente ubicadas, geográfica y socialmente, en la costa sur de Sicilia. En este caso nos encontramos con un supuesto ajuste de cuentas de la mafia que coincide con un extraño caso de sabotaje al coche de la nueva vecina del propio inspector Montalbano, vecina que resulta ser una donna italiana atractiva y seductora, como suele ocurrir casi siempre con alguno de los personajes de cada novela de Montalbano, gran admirador de las mujeres hermosas. Este es uno de los citados aspectos de crítica social a los que me refería anteriormente, el papel de la mujer en las novelas de Camilleri, siempre con una visión claramente machista, es una constante, pero no es más que un reflejo de la sociedad italiana meridional, en cualquier caso es un elemento puramente Camilleri.
"Llevaba un vestido ligerísimo, cortísimo y ajustadísimo. Parecía pintado sobre la piel. Montalbano la siguió como un autómata, completamente hipnotizado por la armoniosa ondulación de la esfera andante. Otra esfera celeste para añadir a las cantadas por los poetas."
Acompañado de sus siempre leales Mimì Augello, Gallo y Fazio, Montalbano conserva en esta entrega sus elementos característicos: desde sus pantagruélicas comidas típicamente sicilianas, a sus razonamientos algo caóticos que tienen lugar habitualmente a lo largo de sus frecuentes paseos por la playa que le ayudan tanto a realizar la digestión como a aclarar sus ideas y reunir los cabos de la investigación, pero que siempre, en cualquier caso, terminan por destapar las motivaciones que mueven a los criminales a los que persiguen, la relación a distancia con su amada Livia que en esta entrega apenas se asoma por el argumento, todo el universo Montalbano se conserva en este caso enmarañado de engaños varios, "juegos de espejos" que tratan de confundir a la Policía pero que finalmente vendrá resuelto con éxito.
Cada entrega de la serie supone sumergirse en el mundo de la Sicilia más típica, con todos los elementos de novela costumbrista que nos muestra el modo de vida de estas pequeñas localidades costeras, con su particular dialecto (que en esta ocasión, al tratarse de una versión traducida al castellano no he podido disfrutar plenamente como en anteriores ocasiones de este peculiar habla, en particular en boca del inefable Catarella), su machismo ancestral, la Mafia como parte integrante de modo natural de la sociedad o la gastronomía local, gran debilidad y pasión de Montalbano, por encima incluso de las mujeres:
"Degustar los arancini de Adelina era una experiencia absoluta, existencial; una vez que uno los había probado, conservaba recuerdo eterno de ellos como de un paraíso perdido."
A Montalbano nos lo encontramos ya algo madurito, muestra de que los inevitables síntomas de la edad no perdonan ni siquiera a los personajes de ficción: por momentos se siente mayor, no es tan rápido y su agilidad mental no es la que solía, no en vano, pasan ya de 20 las entregas de la serie. Así y todo, conserva todo lo mejor del personaje: su estilo no propiamente humorístico pero sí generalmente burlón, que hacen que la novela se lea con una media sonrisa permanente, que no se toma a nadie en serio, ni a los propios detectives protagonistas ni, por supuesto, al resto de personajes. Sigue teniendo ese aire relajado y reflexivo que le caracteriza, esa mezcla de hombre normal y de ligón en horas bajas que le proporciona mucho encanto. En definitiva, yo diría que va madurando correctamente. Será cosa de que soy muy fan. Será.
A principios de este año volví a leer otra novela de Camilleri "Un filo de luz", y es que el comisario Montalbano es un personaje estupendo (y peculiar) para tener ganas de regresar a sus historias.
ResponderEliminarUn abrazo
Esa la tengo también esperando para leer. Es cierto que quien cae en las redes de Montalbano, es un enamorado para siempre. Por cierto, ¿conoces la serie televisiva italiana? Tiene todo el aire decadente de Sicilia y los personajes están clavados. Te la recomiendo: cada capítulo es una novela.
EliminarSaludos.