jueves, 31 de diciembre de 2015

Todo ese fuego

¡Cómo he disfrutado con esta lectura! Me encanta desde siempre el género de las biografías, creo que eso se nota en la frecuencia con la que se encuentra ese tipo de lecturas entre las reseñas de este blog. Pero cuando esas biografías toman la forma de novelas contadas tan magníficamente como en el caso de "Todo ese fuego", se convierte en un placer añadido el sumar a la intensa vida de las famosísimas hermanas Brontë el hecho de estar contada con el estilo lleno de fuerza y poesía de Ángeles Caso. El resultado es un retrato familiar lleno de fuerza y pasión donde se nos cuenta la vida y obra de las admirables hijas del pastor Brontë criadas en medio de los fríos y ásperos páramos de Yorkshire, la desgraciada infancia de unos niños privados tempranamente de su madre y criados con la ayuda de la atenta pero despegada tía Elizabeth, la muerte dramáticamente prematura de las hermanas mayores y como las hermanas supervivientes tratan de vivir del modo en que consideran que deben hacerlo, al margen de las imposiciones sociales. Educadas en la devoción por la cultura, en el enriquecimiento de su vida interior por encima de todo, a pesar de vivir en una sociedad en la que las mujeres se veían obligadas a acatar unas estrictas normas que imponían a las hijas de un pastor el limitar toda su pretendida actividad profesional a convertirse en institutrices o maestras y a recluirse en su mundo doméstico, sin incentivos intelectuales de ningún tipo o, con algo de suerte, esperar a que un marido adecuado apareciera en el horizonte, lo que no siempre era un plan demasiado prometedor para las aspiraciones intelectuales de estas mujeres, habría sido difícil que ningún marido respetara y fomentara la riquísima creatividad de estas mujeres, su imparable pasión por la escritura, pocos maridos tolerarían a su lado unas mujeres tan inteligentes, inquietas e inconformistas como ellas. Y así permanecieron solteras de por vida, dedicadas plenamente a su gran pasión, la literatura.

Toda la narración está llena de energía, con un lenguaje poético que evoca todo ese fuego que arde en el alma de las protagonistas, alimentado por su pasión por la lectura y la escritura, por sus novelas y sus poesías, dando lugar a una relación especialísima entre las hermanas, una conexión tan fuerte entre ellas que nunca se plantearon separarse, a pesar de que se enamoraron, sufrieron por su idolatrado hermano Branwell, tuvieron diversos ocupaciones poco satisfactorias pero nunca cejaron en su verdadera vocación de escritoras. Y ese fuego, esa pasión, se transmite al lector al que se le permite conectar fácilmente con la arrebatadora y potente personalidad de Charlotte, la delicada y bondadosa Anne y la compleja Emily, desentendida de todo lo mundano y la más grande poetisa de la familia. Tres mujeres diferentes pero unidas por su amor por la escritura y por su insistencia en conservar su independencia y su libertad creativa y personal. Una lectura que enriquece y emociona por igual.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Defender a Jacob

Termino de leer "Defender a Jacob", una novela de las que bien merecen el apelativo de intriga, con una historia que desasosiega profundamente, una lectura inquietante y que nos mantiene en vilo hasta el final, uno de esos casos en los que lo que se adivina entre líneas no nos gusta, en la que queremos que no ocurra lo que parece ser innegable, porque nunca queremos que nuestro protagonista acabe siendo el malo, a nadie le gusta estar del lado de una mala persona, de un criminal frío y despiadado que es lo que nos hace creer desde el principio esta novela de  William Landay. Y es que la historia nos cuenta el proceso judicial contra un chico acusado del asesinato cruel de un compañero de clase. Jacob es un adolescente como tantos otros, un chico en una edad que, literariamente, tanto ha dado de sí, tan conflictiva, tan confusa, un personajes que ya no es un niño pero tampoco un adulto. No sabemos qué pensar sobre él, ¿miente? ¿podemos fiarnos de lo que declara? Pero es que ni siquiera sus padres saben a qué atenerse, ¿quién es capaz de meterse en la cabeza de un adolescente? ¿quién puede descifrar lo que ocurre en su mente? Jacob está en ese momento vital en que ha de pasar a convertirse en adulto pero aún no lo es, se encuentra en ese limbo en el que todo es decisivo para lo que podrá llegar a ser, donde todo es posible, para bien o para mal. 

Para alimentar aún más la inquietud, el narrador de la historia es el propio padre del chico, ayudante del fiscal que se ve necesariamente involucrado en el asunto profesional y personalmente. Su posición es especialmente difícil: como padre no tiene más opción que ponerse del lado de Jacob, asumir su defensa, confiar ciegamente en la inocencia de su hijo, pero su profesión le ha convertido en experto en llevar adelante durante años el papel de la acusación, habituado a buscar pruebas en contra de los sospechosos, tantos años dentro de la fiscalía le llevan a conocer el funcionamiento del sistema, el haber frecuentado tanto el mundo del crímen le obligan a hacer grandes esfuerzos para ponerse ahora del lado del acusado para evitar que su hijo acabe siendo declarado culpable. La postura de los padres es muy dura en esta historia, la mera posibilidad de haber criado un asesino, que exista un "gen criminal" que se transmita de generación en generación sin que nada pueda hacerse por evitar caer bajo su influencia, el hecho de descubrir de repente que no conocen en absoluto a su hijo, que no saben nada sobre lo fundamental, sobre la persona en la que se ha convertido, la manera en que se debaten entre amor incondicional y las dudas razonables a la vista de los datos convierten esta historia en un relato intenso que mantiene la tensión hasta el desenlace. Una historia que se disfruta mucho, aunque nos haga sufrir. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

La emperatriz

Tenemos que reconocer que en los últimos años los amantes de la lectura y de la Historia estamos de suerte en lo que a la producción de series televisivas se refiere; por una parte tenemos la gran cantidad de obras de ficción literaria que han pasado a la pequeña pantalla y por otro asistimos a un boom de series con base histórica que ya no sólo se limitan a las tradicionalmente geniales series británicas, paradigma de calidad televisiva, sino que ahora parece que los españoles también nos hemos puesto las pilas a la hora de producir series de magnífico nivela con argumentos basados en nuestra Historia patria. Así pues, tras la exitosa serie Isabel llegó su lógica "secuela": Carlos, rey emperador. Así que, a raíz de las citadas series me he visto "obligada" a dirigirme a la lectura de ciertas obras donde se recrean las épocas que reviven en la pantalla y de ese modo he llegado a la obra de Alfredo Alvar Ezquerra, "La emperatriz", intenso retrato de Isabel de Portugal, reina consorte de Carlos I que merece la pena ser descubierta y puesta en valor.

No puede ocultar el autor su condición de historiador por encima de la de escritor, esto se adivina en el hecho de que nos atiborra de datos, nos enumera las fuentes, las numerosas colecciones de cartas consultadas, los autores citados... todo para garantizar que estamos ante hechos auténticos relatados tal y como ocurrieron o como se contó que ocurrieron en aquel mismo momento. También es cierto que compensa el rigor de los datos con el tono desenfadado y directo con que se dirige al lector, los guiños humorísticos que introduce a menudo, el estilo relajado con el que pretende evitar que nos encontremos ante la frialdad de un texto académico, se nota la intención del autor de resultar ameno, pero, así y todo, en ocasiones nos abruma con la cantidad de datos citados, con las cifras y las fechas lo que provoca que en ciertos pasajes se aprecie la falta de ritmo novelístico, aunque también es cierto que ello se equilibra con el interés de la información proporcionada. Sobresalen los datos curiosos sobre la vida privada de la reina, las costumbres de la vida cortesana y la visión cercana de la mujer, la madre y la esposa al mismo nivel al de la emperatriz y mujer de estado.

Tal vez no sea este el mejor libro para una primera aproximación al personaje, sí para profundizar en él una vez que se conoce ya algo de la época y los protagonistas, una buena vía para obtener datos e información detallada y abundante sobre una época fascinante de nuestro país y de Europa en general y sobre una reina de España a la que considero que se conoce poco y a la que no se la ha reconocido suficientemente en su importancia como figura política. Menos mal que para ayudarnos en ello tenemos ahora las series de televisión, las producciones de calidad que nos acercan de forma amena al conocimiento de nuestra Historia, que no siempre íbamos a culpar de todo lo malo que ocurre en la sociedad a la tele, seamos justos al menos por esta vez.

domingo, 13 de diciembre de 2015

El bar de las grandes esperanzas

Siempre que me enfrento a una autobiografía me siento dividida entre dos sensaciones: por un lado la fascinación de que alguien me va a permitir espiar dentro de su propia vida, cosa que mi parte más curiosa o, porqué no decirlo, más cotilla, agradece infinitamente, y por otro lado un cierto de pudor ajeno (algo así como la vergüenza ajena) precisamente por la misma razón, por la posibilidad de adentrarme en el mundo privado de otra persona, de conocer lo que ha vivido, sentido, amado, lo bueno y lo malo que le ha ocurrido. Y siempre siento admiración por los escritores que son capaces de desnudarse literariamente ante el mundo y mostrar su más profunda intimidad, compartir su familia, sus dolores, sus secretos, sus alegrías con todo aquel que se pase por su libro, incluso aunque no todo lo que cuenten sea estrictamente cierto los que los leemos vamos a asumir que esa es su vida real, su verdadera realidad.

El hecho de que este libro, "El bar de las grandes esperanzas", fuera un relato autobiográfico, a pesar de no conocer previamente de nada a su autor, J.R. Moehringer, ya me atrajo hacia su lectura, añadiendo a ello, por supuesto, esa atractiva portada, donde un niño me miraba directamente a los ojos invitándome a conocer su historia. Así que, emprendí con un ánimo bastante receptivo la lectura en la que, con un ritmo desenvuelto y un tono sencillo y que resulta bastante entrañable, el autor nos va presentando los hechos de su triste/feliz infancia. Y es que la suya ha sido la vida casi normal de un chico norteamericano que vive con su madre y la familia de esta en una cochambrosa casa de la localidad de Manhasset, a poca distancia de Manhattan. La figura de la madre es fundamental en la historia: una madre luchadora, fuerte, dedicada a hacer de su hijo algo importante, con infinita fe en sus capacidades, al tiempo que la realidad la golpea constantemente y la obliga a vivir a la sombra de sus padres, sin perder por ello nunca su objetivo primordial de mantenerse siempre como el mayor apoyo de su hijo.

Abandonados por el padre, el cariño y la admiración del autor hacia su madre resultan enternecedores en todo momento, es un amor incondicional en ambos sentidos. El conflicto del chico con su padre ausente es tal que ni tan siquiera soporta llevar su mismo nombre, problema que arrastrará durante años y dará lugar a bastantes episodios curiosos a lo largo de su vida. Para cubrir este vacío dejado por el padre, el niño busca constantemente una figura masculina donde reflejarse, alguien que sustituya la figura paterna y que le guíe en su crecimiento y configure su identidad como hombre. Esta figura no la encuentra en su abuelo, ni siquiera en su adorado tío Charlie. Por suerte para él, la solución no está muy lejos: "Pero yo me crié a ciento cuarenta y dos pasos de una vieja y gloriosa taberna americana, y eso me marcó" Hacia allí será a donde, desde siempre, mire el niño en busca de su modelo viril, allí acudirá, aún antes de tener edad de beber, en busca de compañía y ejemplo, a escuchar y aprender de los  parroquianos del bar Dickens, toda una institución en su pueblo, segundo hogar para muchos de sus clientes que encuentran allí algo más que un lugar de encuentro donde compartir buenos y malos ratos, beber, apostar, llorar las penas y celebrar los éxitos.

JR (escrito así, sin puntos) es un niño demasiado maduro para su edad, obsesionado por su padre ausente, angustiado constantemente por sentirse responsable de su madre, por ocuparse de ella, por protegerla, sin capacidad de relajarse y disfrutar como el niño que es, lleno de rabia y frustración, preocupado por su futuro. Sólo los hombres del bar le proporcionan seguridad y sensación de amparo, sus conversaciones cotidianas, su visión del mundo, sus rituales y su camaradería, la pasión por el deporte, todo lo que rodea al bar le hacen pensar que ese es el mundo al que quiere pertenecer, que aquel es el único lugar donde se le acepta tal y como es, con sus virtudes y sus defectos. JR va creciendo, acude a la universidad, se enamora, se debate entre dedicarse al Derecho o al periodismo o a escribir una novela sobre el bar o sencillamente pasar su vida acodado a la barra del bar, donde su tío Charlie y sus compañeros de ronda tienen solución y explicación para todos los problemas que el mundo pueda plantearles, donde todo tiene sentido después de tres ginebras, un lugar donde sentirse a salvo, donde refugiarse del mundo. Todos los éxitos se celebran bebiendo, los fracasos son menos con el apoyo de los chicos del bar. Será necesario que JR crezca y madure para deshacer el nudo que lo ata necesariamente a ese lugar, hacia el cual desarrolla una dependencia emocional que lo arrastra siempre a la barra y a sus compañeros de ronda.
"¿Es sensato añorar un bar como se añora una casa?"
La lectura me ha resultado muy agradable, la narración discurre ligera, con ritmo constante y con interés mantenido durante toda la obra, si bien hay que reconocer que el mundo que retrata es estrictamente norteamericano, es una historia que no se puede situar en otro lugar geográfico. Un bar de Nueva York no es un bar español ni sus parroquianos se le parecen. Pero así es como lo tiene que contar su autor, porque así es como lo vivió él..

Las descripciones del libro son detalladas y nos transmiten las situaciones y sensaciones, en ocasiones me he planteado que con demasiado detalle como para creer que realmente sean recuerdos de la infancia del autor, es fácilmente apreciable el paso de los recuerdos por el filtro del novelista pero así y todo logra transmitir fielmente la esencia de una infancia y una juventud agridulces, rodeado de cariño y soledad a partes iguales, de dudas y miedos, de búsqueda de seguridad y de angustia por verse un día convertido en un adulto responsable. Destaca el tema del gran respeto que se muestra a todo lo largo de la obra por el mundo de las palabras, por los libros como refugio y fuente de descubrimiento. Las personas a las que más admira siempre JR son aquellas que respetan y emplean bien las palabras, aparte de a Frank Sinatra,claro. Y eso le hace ser mejor persona.
"Cada libro es un milagro. Cada libro representa un momento en el que alguien se sentó en silencio (y ese silencio forma parte del milagro, no te engañes), e intentó contarnos a los demás una historia"

viernes, 27 de noviembre de 2015

Las hermanas Romanov

Existen a lo largo de la Historia una serie de episodios por los que siento especial atracción, que me apasionan y sobre los que no me canso leer una y otra vez; son esas historias de la Historia que nunca se agotan, sobre las que constantemente aparecen nuevas versiones o nuevos datos y que no pierden nunca su poder de fascinación. Uno de estas historias es la de "Las hermanas Romanov", las hijas del último zar de Rusia, las archiduquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia Romanov que en esta biografía de Helen Rappaport se nos muestan con gran profundidad, protagonizando un libro que se centra en sus figuras en lugar de en sus padres e incluso en su hermano, el joven zarevich. En esta ocasión son las cuatro hermanas las que se presentan como personajes fascinantes, como las últimas princesas de un imperio ruso que desapareción con su propia muerte y que, por tanto, siempre conservarán un aura de mito inevitable.

Las jóvenes Romanov eran miembros de la realeza por nacimiento, por descender de unos antepasados cuyos orígenes se enraízan en las familias reinantes europeas por siglos, lo que las convertía en princesas de purísima sangre real. Para ellas tanto sus privilegios como la responsabilidad que supone su posición y de representar a su familia venía de nacimiento, como algo natural, un derecho de origen divino que no podían, ni siquiera se les ocurría que pudiera ser puesto en duda. Cierto es que la familia imperial rusa vivía anclada en un pasado que los movimientos sociales de su época querían ver aniquilado, que no supieron adaptarse a lo que el pueblo reclamaba, y para su desgracia lo reclamaron de la manera más violenta, por lo que fueron víctimas de su propia educación y de su falta de visión política.

Lo cierto es que a través de esta biografía de Helen Rappaport nos acercamos a la figura de las cuatro archiduquesas Romanov, a su vida personal más íntima, conocemos datos que nos iluminan sobre su forma de ser, sus hábitos cotidianos, su educación, las relaciones personales y familiares, su devoción religiosa, su gran sentido de la familia. El libro nos permite verlas como las niñas y jóvenes que fueron, asistir a su crecimiento, ver como desarrollaban cada una su propia personalidad en medio de un estilo de vida poco propio de princesas, fundamentalmente aisladas con respecto al mundo exterior, no sólo a la realidad de su país, sino alejadas de toda vida social y cortesana propia, no ya de unas princesas casaderas, sino incluso de lo que se espera de cualquier joven de su edad. Su vida cotidiana se encontraba centrada en su círculo familiar más reducido, en una especie de microcosmos cerrado en el que su madre las mantuvo durante años, deseosa de vivir una existencia sencilla, alejada de lujos y boatos (en el marco de la lógica abundancia y comodidad irrenunciable de la que disponían el pertenecer a la familia imperial) pero dentro de su nivel social no puede negarse que llevaron una vida esencialmente recluída, sencilla, rutinaria y virtuosa.

El libro está intensamente documentado pero en ningún momento resulta abrumador por la cantidad de datos, fechas o documentos que se citan. Al contrario, fluye muy ligero, lleno de interés en todos los capítulos y retratando a toda la familia Romanov, pero en especial a las cuatro archiduquesas, de una manera cercana y dándonos la versión del lado más humano de las jóvenes y de su dramático destino.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Misterioso asesinato en casa de Cervantes

Me llamó la atención este libro desde que supe que había recibido el premio Primavera de Novela de este año 2015, tanto por el atractivo título que promete ya de inicio una historia de misterio en una época y con un personaje central que no pueden resultar más atractivos, como por el hecho de que al autor, Juan Eslava Galán, lo llevo viendo hace ya mucho tiempo mencionado en las recomendaciones de muchos lectores como genial retratista de la sociedad y la Historia, tanto española como mundial, con un estilo que combina lo divulgativo con el entretenimiento, el humor con la investigación histórica y antropológica. Lo cierto es que nunca había tenido ocasión de acercarme a su obra y he tenido que esperar a que cambiara su estilo de divulgación histórica por la novela propiamente dicha y se trasladara en el tiempo algunos siglos atrás para decidirme a conocerlo a través de este "Misterioso asesinato en casa de Cervantes"

Tal y como se desprende del título, esta es una novela detectivesca con un curioso protagonista principal: el joven caballero Teodoro que no tardará en sorprendernos con su auténtica identidad como la dama Dorotea de Osuna que debe emplear el disfraz de mozo para llegar a lugares y a personas con las que una mujer en esos años no podría ni pensar en relacionarse o frecuentar. La joven es reclamada por la duquesa de Arjona a acudir a Valladolid, donde reside la Corte real y, por tanto, la ciudad más activa del país por aquellos tiempos. La razón de su visita a la ciudad es la de realizar pesquisas sobre un asesinato ocurrido justamente frente a las puertas de la casa familiar de Miguel de Cervantes, de manera que sobre el escritor y sus familiares, sus hermanas, sobrina e hijas, conocidas popularmente como "las Cervantas", han recaído las sospechas de tener algo que ver con el crimen, por lo que han sido todos hechos presos mientras se dilucida los ocurrido. La duquesa de Arjona, como otras grandes personalidades de la ciudad, es gran admiradora del escritor, por lo que pretende que se investigue el asesinato y se pueda exculpar prestamente de toda sospecha a Cervantes. 

La trama de la novela nos adentra en la vida privada del genial Cervantes, en su triste situación lejos de la riqueza o la fama que le podríamos suponer al mejor escritor castellano de todos los tiempos. Nos situamos a principios del siglo XVII en la corte vallisoletana de Felipe III, comenzando por el estilo y el lenguaje de la novela que reproduce fielmente el habla y la jerga de la época y siguiendo por la misma forma de narrar, se nos permite trasportarnos directamente a un revivido escenario donde respiramos el ambiente y nos codeamos con los personajes típicos de la época, con los habitantes de la ciudad, los comerciantes, las prostitutas, los nobles de mayor o menor riqueza que, al igual que muchos artesanos y demás oficios, se trasladan siguiendo al rey y a su corte, con lo que se mezclan con los desoficiados, los buscavidas, los pendencieros que buscan su provecho a la sombra de los cortesanos. Abundan las detalladas descripciones de vestimentas, armas, herramientas, comidas de aquellos años, apreciándose en toda la novela la amplia documentación que sostiene el relato.

En cuanto a la trama de la investigación en sí, no es de demasiado interés, si bien las pesquisas llevadas a cabo por Dorotea desvelarán una compleja red de intereses del más alto nivel en medio de la cual Cervantes no será más que una pequeña pieza manejada por otros. Son de más interés los retratos de los personajes y el modo en se refleja la sociedad de la época, especialmente las Cervantas a través de cuyas conversaciones se muestran las ideas avanzadas que defendían en relación con el papel de las mujeres en la sociedad, su necesidad de libertad e independencia que merecen alcanzar sin el sometimiento a sus maridos o familiares, sino pudiendo vivir de su propio trabajo, ideas muy alejadas de las costumbres y hábitos de aquellos tiempos, lo que les valió la fama de mujeres de mala vida entre sus convecinos. También son de interés la aparición de los diversos personajes históricos reales que intervienen en el relato. En conclusión,diría que se trata de una aproximación amable a la figura del gran escritor y a su época histórica, amable en el sentido de que se nos plantea a través de una novela de fácil lectura y muy entretenida pero con gran carga de información y muy bien documentada. Bastante recomendable, por tanto, para los amantes de la novela histórica, de la de detectives y, por supuesto, para los que quieran tener una imagen más humana y menos académica del gran Miguel de Cervantes.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Ritos funerarios

En Islandia hace frío, mucho frío. Y el viento azota constantemente, arrastrando las lluvias desde el océano con tal intensidad que ni siquiera se está a cubierto de ellas en el interior de las humildes casas donde el frío y la humedad conviven con la oscuridad casi constante del invierno. Este ambiente se ha de trasladar necesariamente al carácter de las personas y a los hábitos de convivencia de los habitantes de la isla. Con Hannah Kent y su novela "Ritos funerarios" nos trasladamos hasta Islandia en los oscuros tiempos de principios del XIX. Estamos en 1828 y conocemos a Agnes Mágnusdóttir, una mujer condenada junto a otras dos personas por asesinar a dos hombres y después incendiar su casa. Mientras espera el día de su ejecución, Agnes es alojada en la casa del alguacil en la granja de Kornsá, una mísera casa de turba donde convive la familia del granjero con los criados y sus empleados en condiciones precarias. La familia que la custodia y más aún los vecinos de estos la temen como la despiadada asesina que ha probado ser. Pero Agnes guarda silencio, nada puede hacer para cambiar la idea que se han hecho de ella, nadie escuchó en el juicio lo que ella tuviera que alegar, a nadie le interesaba su versión de los hechos. 

Como gracia antes de morir, a los condenados se les permite contar con un sacerdote que los guíe y consuele en este su último viaje, que les ayude a reconciliarse con Dios antes de morir, pero el reverendo segundo Tóti, encargado de acompañar a Agnes, es joven e inexperto en su profesión y en la vida en general, la tarea impuesta lo supera, se ve sobrepasado por la responsabilidad asignada. En lugar de oración y penitencia, el reverendo descubrirá que lo que Agnes necesita para liberar su espíritu es ser escuchada, contar su historia, el oír de su propia boca la desgraciada historia de su vida le permitirá entrar en lo profundo de su alma y conocerla verdaderamente. Tóti desea salvar a Agnes y más cuando va adivinando a la mujer que padece bajo la máscara de la cruel asesina.
"No importa cuánto te esfuerces por llevar una vida temerosa de Dios. En este valle, si cometes una equivocación, nunca se olvida. Y da lo mismo que en tu fuero interno susurres: «¡No soy como decís!». Lo que piensan los demás de ti determina quién eres."
Todo esto transcurre en medio de un paisaje inhóspito donde ronda la muerte en cada esquina, donde la vida late de la manera más salvaje y a través de un relato desgarrado se muestra la naturaleza humana en una sociedad en donde convive el amor con la envidia, la compasión con el desprecio absoluto, todas las emociones humanas dibujadas diestramente, con un lenguaje rico, descriptivo, que emociona con su afilada precisión, que transmite la frialdad del ambiente islandés y también del corazón de muchos de sus habitantes y la crudeza de sus condiciones de vida y de las relaciones humanas que se establecen entre ellos.
"Aquí vienen el cielo ensombrecido y un viento frío que te atraviesa, como si no estuvieras ahí, te atraviesa como si no le importara si estás viva o muerta, porque cuando te hayas ido el viento seguirá allí, lamiendo la hierba hasta pegarla en el suelo, sin importarle si la tierra está helada o ha empezado el deshielo, porque volverá a helarse y a fundirse y pronto tus huesos, ahora calientes por la sangre y espesos de jugoso tuétano, estarán secos y quebradizos y se descascarillarán y se congelarán y se fundirán con el peso de la tierra sobre ti, y la hierba de la superficie chupará hasta la última gota de tu cuerpo y vendrá el viento y la echará abajo y te arrojará contra las rocas o te arañará con sus uñas y te llevará hasta el mar en un grito salvaje de nieve."

domingo, 8 de noviembre de 2015

Beautiful ruins (Benditas ruinas)

En Beautiful Ruins, novela del escritor norteamericano Jess Walter, que ha estado durante muchas semanas entre los libros más vendidos en los Estados Unidos, me he encontrado con una muy agradable historia con la que he disfrutado de uno de esos viajes en el tiempo y el espacio que tanto me gustan gracias a una lectura entretenida, muy bien ambientada, con unos personajes que se hacen de querer y que te traslada a uno de esos lugares que estás deseando conocer algún día, en este caso a los encantadores pueblecitos costeros de las Cinque Terre italianas y todo eso no es poco para una novela, ¿verdad?

Pues el argumento del libro nos lleva de viaje desde uno de aquellos minúsculos pueblitos de pescadores en las escarpadas laderas de las Cinque Terre italianas durante los años 60, cuando Italia era escenario predilecto para rodar las grandes superproducciones cinematográficas norteamericanas, hasta Los Ángeles de la actualidad en donde el show bussines ha perdido aquella antigua magia y su maravillosa misión de convertirse en máquina de crear sueños y sólo se centra en el beneficio empresarial, obsesionado por vender miserias humanas mediante cutres programas de telerrealidad. A esto se dedica un decadente productor que conoció tiempos mejores y cuya joven y desilusionada ayudante está a punto de abandonar su propio sueño de hacer algo importante en el mundo del cine. Y persiguiendo sus sueños precisamente llega hasta Los Ángeles un joven escritor convencido de que el cine será el que le dé la fama y el éxito que desde niño supo que alguna vez alcanzaría. Estos tres personajes se cruzarán con el anciano Pasquele Tursi que hace cincuenta años conoció a la que para él fue su gran amor, Dee Moray, una incipiente estrella cinematográfica norteamericana que participaba en Roma en el rodaje de la superproducción Cleopatra y con la que tanto tiempo después busca reencontrarse.

Un escritor que nunca pasó del primer capítulo en la gran novela de su vida, una actriz incipiente que cambió su profesión por criar a su hijo, varios personajes que se cruzan en distintas épocas, van dibujando el paisaje de esta novela que se lee con avidez, en la que aparecen, como estrellas invitadas Liz Taylor y especialmente Richard Burton que se configura como un personaje de peso dentro del argumento. La mezcla de historias, del pasado y del presente, del mundo del cine actual y del clásico, el guión de un proyecto de película que tiene su propio espacio en el relato, todos esos y más elementos hacen de esta novela una historia llena de encanto, con un montón de hilos narrativos a cuál más interesante y que se lee del tirón. Una buena lectura, sin duda, para desconectar de la realidad y soñar con los tiempos en que Hollywood creaba sueños al por mayor.

lunes, 2 de noviembre de 2015

También esto pasará

Me sorprende enormemente que Milena Busquets no haya escrito ninguna otra novela de importancia antes de esta "También esto pasará". Cómo es posible que la primera vez que te enfrentas a la escritura seas capaz de desnudar el alma y mostrar el dolor de esta manera tan maravillosa. E incluso teniendo en cuenta que, según afirma ella misma, el libro no es puramente biográfico, porque no nos confiesa la autora en ningún momento que hable de su propia vida ni de su propia madre, sino de una hija y una madre cualesquiera, sin duda la muerte de su propia madre es la que la ha empujado a esta forma de escritura, a mostrar al desnudo, en forma de extensa carta, todo lo que debe contener el corazón de una hija que acaba de perder a una madre con la que siempre tuvo sus tiras y aflojas, a la que nunca creyó llegar a satisfacer totalmente, con la que mantuvo una relación libre de respeto y mucho amor. En definitiva, una madre como todas y como ninguna. Me admira la manera de plasmar con las palabras justas el tono exacto que nunca es sensiblero ni lastimero, pero que es capaz de exponer los sentimientos que se acumulan en su corazón: el dolor, la soledad, el arrepentimiento por lo que no fue o fue mal, al reparar en todos los momentos en que la va a echar de menos de ahora en adelante, en los buenos y malos ratos compartidos, especialmente malos durante los meses de la enfermedad que le arrebató a la mujer valiente, decidida y vital que siempre fue esa madre. Fundamentalmente expresa la extraña sensación de tener que afrontar el resto de su vida sin esa figura que siempre estuvo ahí, sin el apoyo, la crítica, el consuelo y la seguridad que le proporcionó en todo momento. Estoy segura que nadie que no haya pasado por ese trance puede escribir un libro como este.

Transcurrido poco tiempo desde el fallecimiento, la protagonista se traslada con sus hijos, un par de amigas y sus dos exmaridos a Cadaqués, donde también veranea su actual amante junto a su esposa. Este pueblo pesquero, refugio tradicional de hippies y figuras de la cultura de izquierdas de Barcelona, es el escenario ideal para esta partida de gente desinhibida y libre que disfruta de la vida y sus placeres, que crían a unos hijos más responsables y conscientes que sus propios padres y que se mueven por la vida con absoluta falta de pudor, sin temas tabú, con lo que la autora nos abre su casa y su mundo sin ocultarnos sus debilidades y conflictos, ni su azarosa y variada vida sexual, ni su contacto habitual con el alcohol y las drogas. Pero la falta de pudor más sorprendente es la que le permite abrir en canal su corazón y describir sus sentimientos, su desconsuelo, su añoranza por lo que no volverá, poner en palabras la tristeza, verbalizar el dolor sin sentimentalismo, con desgarro, amargura y al tiempo sin abandonar un toque de humor y desenfado de la joven que nunca ha pasado necesidades ni le ha faltado de nada, que acompañan siempre a la sombra de la pena, que no entiende de riqueza, educación o cultura. Y todo esto con un lenguaje limpio, sencillo, con frases claras y llamando a las cosas por su nombre. Un cóctel perfecto de simpleza y profundidad.

Y con todo esto, lo que queda a la protagonista es continuar adelante: no hay más camino por seguir que superar el duelo, asumir la pérdida, entender que se portó con su madre lo mejor que supo y pudo y que a continuación le tocará convertirse definitivamente en la mujer adulta que a sus cuarenta años ya le corresponde. Y tendrá que hacerlo apoyada en el constante recuerdo y sometida al peso enorme de la ausencia de su madre.
"Hice lo que pude, a veces hice lo que tenía que hacer, no siempre, no soy demasiado buena para enfrentarme a la miseria"

lunes, 26 de octubre de 2015

Lugares que no quiero compartir con nadie

Elvira Lindo escribe como habla, o al menos como te podría hablar una amiga que se ha ido a vivir a Nueva York y te cuenta cosas de su barrio, de su vida cotidiana allí, en la zona del Upper West, en el lateral oeste de Central Park, en torno al de Museo de Ciencias Naturales por debajo de Universidad de Columbia. Y es que este es el barrio de Elvira por el que se pasea visitando sus bares y restaurantes, casi siempre locales de ambiente algo rancio o pasados de moda, por sus pastelerías y bares de cócteles, supermercados y, en fin, todos los lugares que caracterizan a una zona de la gran ciudad donde no abundan los turistas de bermudas y cámara de fotos al cuello, donde por la calle sólo se ve a los vecinos de toda la vida, eso sí, con multitud de orígenes diversos, razas, religiones y culturas diferentes. Esos son los "Lugares que no quiero compartir con nadie" que nos enseña, a pesar del título, Elvira Lindo a través de divertidos retratos de personajes generalmente extravagantes, alejados del prototipo de neoyorkino a la última moda y cargado de sofisticación del Upper east side que es el que nos transmiten las películas y las series de televisión.
"Los turistas no llegan hasta aquí, aunque esto sea el territorio «Seinfeld», es decir, la quintaesencia de Nueva York, de su carácter, de las manías y las neurosis compartidas, del progresismo empollón, de los delis con solera y los restaurantes de medio pelo. El erial gastronómico. Abundante, eso sí, en ferreterías, lo cual dice mucho de la solidez del barrio."
Este es el Nueva York que se encuentra al lado opuesto de Central Park y gracias a la soltura narrativa de la autora respiramos el aire de la ciudad, compartimos sus lugares favoritos, las anécdotas o episodios asociados a esos lugares que los convierten en históricos o míticos y al tiempo nos ilustra también sobre sus propios hábitos cotidianos: su trabajo de escritora, su vida junto a su marido, el fabuloso escritor Antonio Muñoz Molina, cuyo trabajo en la Universidad de Columbia es lo que ha llevado a la pareja a trasladarse por seis meses cada año a la ciudad de los rascacielos, de manera que nos muestra sus costumbres diarias, sus hábitos de trabajos, sus interminables paseos, sus salidas a cenar, a tomar una copa, a asistir a espectáculos y todo ello con esa verborrea suya irrefrenable con la que nos habla de cualquier tema, divaga sobre asuntos como su oficio de escritora, sus hijos, sus pasiones literarias, sus visitas al psiquiatra o cualquier tema que le cruce por la mente. Fresco, intenso e ilustrativo este vistazo que nos permite Elvira Lindo a unas vidas interesantes y encantadoramente bien contadas.
"Me miro al espejo. No sabe una qué ponerse. Y no hablo de ropa. Si sólo fuera la ropa, ¡ja! Hablo de la cara que has de ponerte para acudir a un acto literario. Tengo la impresión de que aquí en Nueva York vivimos asalvajados. Antonio vive en zapatillorras de deporte, unos pantalones chinos y, en invierno, un sombrero de ala negro o un gorro con orejeras si aprieta el frío!"

martes, 20 de octubre de 2015

A las ocho en el Novelty

Andaba yo con ganas de echarme a las manos una novela histórica cuando recordé que tenía pendiente hace tiempo la lectura de esta de Carlos Díaz Domínguez, "A las ocho en el Novelty" y me lancé a por ella con la ilusión de disfrutar de una narración que me ilustrara algo más sobre la siempre apasionante Historia de España, pero debo decir que el libro no ha resultado lo que esperaba. Esta es una novela que habla efectivamente de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII, el Felón, el gran traidor que vendió España a Napoleón, pero no es propiamente lo que yo entiendo como novela histórica, sino más bien una novela enmarcada en la actualidad con una trama de acción sobre un trasfondo, eso sí, de tono histórico. 

El argumento gira en torno a Leonor Cortés, una anticuaria salmantina establecida en el sur de Francia, que es contratada por Boychenko, un millonario ruso de perfil y maneras absolutamente mafiosas, para investigar sobre el lugar donde se podría ocultar "el tesoro de Godoy", aquel valido del rey Carlos IV que fue en su época el hombre más poderoso de España y, probablemente, uno de los más ricos. La caída en desgracia de este personaje tras el motín de Aranjuez y su salida forzada del país hacia Francia dieron lugar a la leyenda de que en algún lugar había dejado oculto un ingente tesoro de obras de arte, oro y demás objetos de valor. A partir de aquí se inicia una agitada carrera en busca de los documentos que puedan indicar el modo de llegar hasta el tesoro. Pero en esta búsqueda intervienen también los servicios secretos españoles y rusos, los primeros tratando de impedir que la investigación de Leonor ponga en duda algunos fundamentos de la Historia del país tal y como hasta ahora se conocen y los rusos tratando de echar el guante al mafioso Boychenko.

La trama de los hampones rusos me ha resultado algo flojilla, sin originalidad, los personajes son bastante arquetípicos de manera que no deparan ninguna sorpresa, además de que no soy yo muy aficionada a los temas de espías, contraespías y demás. Sí que resulta cercana y bien retratada la protagonista, así como otros personajes como su amigo y antiguo novio Enrique que la acompaña en su aventura o el profesor de Salamanca que les orienta en su investigación histórica. En cualquier caso, el libro se lee con soltura, la acción y el ritmo están bien conseguidos y al menos me ha hecho pasar un buen rato, aunque me ha dejado con ganas de profundizar en la faceta puramente histórica de los personajes presentados: Godoy, la reina María Luisa, la condesa de Chinchón... y la época histórica que se retrata en la novela. 

No ha estado mal la lectura en definitiva, a pesar de no ser lo que esperaba, y aunque tampoco puedo decir que como novela de acción sea nada del otro mundo, la parte histórica es interesante, por que la valoración final podría quedar en que "se deja leer". Ya es algo.


miércoles, 14 de octubre de 2015

El domador de leones

No podía faltar a mi cita. Tarde o temprano tenía que cumplir con mi ineludible cita con Camilla Lackberg y su serie de Fjalbacka, y reconozco que no me pesa nada esta obligación autoimpuesta, cada novela de la autora sueca me devuelve, cada vez más, a un paisaje y unos personajes que ya me son tan familiares como mis vecinos de ascensor, o incluso más. Así que me sumerjo nuevamente con "El domador de leones" en las vidas de Erica y Patrick a los que encuentro envueltos en su agitada vida doméstica, criando a sus tres hijos pequeños al tiempo que se ocupan de sus obligaciones profesionales habituales, él investigando la desaparición de una joven de la localidad, aparentemente relacionada con otros casos similares que se han dado en otras ciudades de la zona y ella tratando de escribir una nueva novela basada en crimen ocurrido hace bastantes años en el mismo pueblo de Fjalbacka. La autora vuelve por donde solía, no hay peligro a que algo fundamental de la manera de estructurar la novela o los temas recurrentes habituales hayan cambiado sustancialmente, siguen apareciendo los tópicos que son firma de la casa: el pasado y el presente que se entrecruzan, los conflictos familiares, tanto entre los personajes actuales como en la raíz de los crímenes investigados y como siempre la intervención de la curiosa Erica en la investigación llevada a cabo por los policías. Pero la cuestión es que la fórmula sigue funcionando.

A pesar de que el patrón de la novela no se diferencia mucho de las entregas anteriores y de que se puede llegar a intuir la conexión que sabemos que habrá entre los casos, el actual y el del pasado, la autora va soltando muchos hilos, muchas tramas, indicios y detalles que hacen que las sospechas vayan repartiéndose entre diversos personajes, siempre a la espera de la sorpresa que sabemos que nos deparará la lectura y cuando se va aproximando el final, como es habitual, se acelera la acción de manera que te quedas atrapada en su lectura y llegas sin aliento a la resolución del caso. Sí, efectivamente, después de tantas entregas es posible que el desenlace resulte algo previsible, que siempre haya un personaje o varios que son la encarnación perfecta del mal y que Patrick logre desvelar su identidad, con la inestimable ayuda de su esposa, pero ello no quita para que Lackberg siga manejando la tensión con maestría, dosificando la intriga, abusando del truco propio de cualquier escritora malévola que consiste en acabar los capítulos en un punto álgido y cambiar de escenario de inmediato, lo que te obliga a seguir leyendo, avanzando páginas ansiosamente, sea la hora de la noche que sea, para enterarte de qué es lo que va a pasar a continuación. Pues lo dicho, que tal vez ya conozcamos el truco y se repita con frecuencia pero ello no quita para que lo sigamos disfrutando, al parecer, durante muchas más entregas en el futuro. Así sea.

jueves, 8 de octubre de 2015

Sidra con Rosie

"Sidra con Rosie" es la primera de las tres novelas autobiográficas que poeta el británico Laurie Lee publicó a lo largo de su vida. No tenía conocimiento de la existencia de este escritor hasta el momento en este libro ha sido publicado en España recientemente, pero parece ser que es una obra ampliamente leída por los compatriotas del autor y puedo entender, una vez que la he conocido, y vista la viveza con la que recrea la vida rural de un pueblecito de los Cotswolds de principios de siglo, que muchos de sus lectores ingleses deben de haber sentido reflejados en sus páginas muchas imágenes de sus propias infancias. Imágenes estas que, en ocasiones pueden resultar algo exageradas o incluso ridículas ya que muchas están contadas con un indiscutible sentido humorístico, pero siempre se aprecia que se han tratado de manera que podemos descubrir la mirada inocente del niño que describe su mundo limitado al entorno de una mísera aldea donde vive junto a su extravagante madre y un puñado de hermanos y hermanastros, con un padre desaparecido, dos abuelas en continua disputa, los tíos "trabajando" en una guerra interminable, una vida escolar con pocos momentos agradables que destacar, pero, a pesar de todo, el relato respira una felicidad primaria que se transmite al lector. El tono realista, en ocasiones crudo, deja ver sin embargo esa inocencia, esa descripción sin ánimo de juzgar, simplemente nos presenta los recuerdos de una infancia vivida con felicidad a pesar de las circunstancias.

Por momentos la lectura me ha recordado ciertos episodios de "Las cenizas de Angela", con esa madre entregada al cuidado de su prole, esa infancia mísera en una casa llena de humedades, pero sobre todo por el cariño con que son evocadas las frías noches alrededor de una mesa de cocina rodeado de una familia cálida y acogedora a su modo y una vida sencilla vista a través de los ojos inocentes de un niño que no ha conocido y, por tanto, no añora otra vida más próspera ni más acomodada. El brillo de los recuerdos de la infancia lo ilumina todo en unas descripciones exuberantes, cargadas de imágenes evocadoras de un mundo primitivo y simple, duro y enternecedor descrito con detalle, donde la Naturaleza mandaba sobre las personas, donde los niños jugaban en el campo por horas interminables y todo parecía sencillo a los ojos del narrador.

No es una novela donde ocurran muchas cosas, no tiene un hilo argumental continuo, sino que va saltando de un episodio a otro, de descripciones de personas a lugares, acontecimientos o situaciones que por algún motivo quedaron marcados en la memoria del autor, sin conexión necesaria entre ellas salvo el hecho de constituir piezas fundamentales del retrato de un tiempo que dejó de existir, de un mundo que acabó, de un entorno rural que acabaría siendo abandonado en favor de las ciudades industriales, pero que constituyó el escenario sobre el que se forjó la personalidad del autor. Como ya dijo alguien, la infancia es el patio donde jugamos el resto de nuestra vida, y Laurie Lee nos muestra en esta novela su propio patio privado.
"Yo, mi familia, mi generación, nacimos en un mundo de silencio; en un mundo de trabajo duro y necesaria paciencia, un mundo de espaldas dobladas hacia la tierra, cuidado manual de los cultivos, dependencia de la meteorología y de la cosecha; un mundo en que las aldeas eran naves en paisajes vacíos y las distancias entre ellas largas; un mundo de caminos marcados por cascos y ruedas de carretas, no hollados por la gasolina y el petróleo, apenas transitados por las personas y casi nunca por placer, por los que lo que más rápido se movía eran los caballos."

viernes, 2 de octubre de 2015

Tokio blues. Norwegian Wood

Recién terminada de leer "Música para feos" de Lorenzo Silva, aterrizo en otra novela musicalTokio Blues de Haruki Murakami que es, igualmente, un libro con banda sonora propia. La historia de Watanabe, el protagonista que evoca sus años de juventud a raíz de escuchar Norwegian Wood de los Beatles, nos transporta a los años 60, cuando el joven conoció a su único amigo, Kizuki, y a la novia de éste, Naoko. Tras el suicidio de Kizuki, Watanabe y Naoko se vuelven a encontrar en Tokio donde ambos estudian y comienzan una relación algo compleja basada en el recuerdo del amigo común.

Alrededor del relato principal centrado en estos personajes nos vamos a ir encontrando con otras historias que se enredan o aparecen en paralelo; el protagonista se irá cruzando con personajes que le irán contando sus vivencias o él mismo irá evocando recuerdos de personas con las que coincidió en algún momento y todas estas historias, como si se tratara en ocasiones de cuentos autónomos con vida propia, se acumulan a lo largo de la novela. Los protagonistas del libro pasean, comen juntos y hablan, sobre todo hablan mucho, de sí mismos o sobre los demás, en bares, apartamentos o residencias psiquiátricas, en autobuses u hospitales, la gente le cuenta a Watanabe su vida mientras que él trata de sacar adelante la suya propia, en la cual se debate entre dos amores muy diferentes: la inestable y dulce Naoko, ingresada en un sanatorio mental y Midori, una compañera de la universidad, bastante chiflada y obsesionada con el sexo. Toda la novela nos irá mostrando las preocupaciones de los protagonistas, desde los amores juveniles hasta sus dudas vitales, desvelando una sociedad nipona algo inquietante, compuesta por unos jóvenes entre los cuales el suicidio es habitual, donde la sexualidad no es tabú, son años de experimentación y descubrimiento, donde los jóvenes no tienen claro qué es lo que quieren hacer con sus vidas, presionados por la sociedad para brillar en los estudios, destacar en las actividades artísticas, pero el resultado que se muestra en la novela son unas personas desilusionadas y algo nihilistas, una juventud triste sin valores ni méritos, unas vidas vacías en las que la idea de la muerte es más fuerte que la energía vital o la esperanza que suele asociarse con el concepto de la juventud. Con su maestría narrativa, Murakami te envuelve fácilmente en el mundo que describe, logra evocar sensaciones, olores, ambientes y sentimientos. Dibuja vivamente a esa juventud atormentada, apagada por la tristeza o la desesperanza, pero también es capaz de transmitir los momentos de alegría, su forma de amar o el modo en que valoran la amistad. El autor dibuja a sus personajes mediante los detalles más simples, los gestos más leves que transmiten en una breve imagen toda la esencia de una persona.

Y a todo lo largo de la novela "suena" música de fondo constantemente, sobre todo los Beatles pero también música clásica y éxitos pop de la época, además de las permanentes referencias cinematográficas y por supuesto literarias, siempre referidas a la cultura occidental, a novelas y películas europeas y norteamericanas. Murakami es un autor japonés pero que retrata un país que se siente o quiere sentirse plenamente occidental, al que parece que le pesa la carga de las tradiciones y costumbres de su propia cultura. A mí personalmente Murakami me parece un escritor enorme, un maravilloso narrador con un mundo propio fascinante, pero eso no quita para que reconozca que no es un autor del que se pueda leer toda su obra de corrido, ya que redunda mucho en sus temas fetiche, parece que repite personajes y sucesos similares una y otra vez. Y no debo ser la única que tiene esta sensación, visto el cuadro resumen de esos temas recurrentes del autor que he encontrado por Internet y que quiero compartir aquí ya que me parece totalmente descriptivo y supongo que los que hayáis leído al autor no podréis negar que tiene su gracia. Pero a fin de cuentas habrá que aceptar que Murakami es así y, a pesar de todo, le seguiremos leyendo.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Música para feos

Llevo muchos años siguiendo fielmente la serie de novelas  de Lorenzo Silva protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, por lo que no podía dejar pasar la ocasión de comprobar qué tal se manejaba este estupendo autor en esta excursión fuera de su género habitual. Música para feos no es, en absoluto, más de lo mismo, no es una versión distinta de lo que ya nos venía contando Silva en sus novelas anteriores, comenzando por que es una historia centrada en un romance, elemento que no abunda en las entregas del guardia Bevilacqua y su equipo, además de que no hay ni asomo de crímenes o delitos por resolver, pero también es cierto que sí que encontramos entre sus páginas muchos elementos que ya nos son conocidos de obras anteriores, probablemente los mejores rasgos del autor, como son la introspección en la mente de los personajes, el dibujo acertado de la sociedad española actual, el análisis profundo de los sentimientos y de los impulsos que mueven a las personas que, si bien en los otros libros se refería generalmente al impulso que lleva a trasgredir la ley de cualquier manera, en este caso se centra en las relaciones personales, en lo que atrae a una persona hacia otra, en el modo en que dos desconocidos van enredándose en una relación amorosa que vemos nacer y crecer a través de las páginas de esta novela en la que Silva demuestra que tiene mucho que decir más allá del género policíaco que le ha dado la fama hasta ahora, que es capaz de crear una historia llena de sentimientos y mostrarnos el proceso de enamoramiento de una manera magistral llena de verdad y sin sentimentalismos innecesarios.

Sí que sorprende, en cambio, el cambio de registro por el cual el autor se pone en la piel de una mujer; es una voz femenina que resulta siempre creíble la que nos narra en primera persona esa historia de amor que se desarrolla en un espacio temporal muy actual, en un Madrid fácilmente reconocible, absolutamente contemporáneo, donde se despliega todo el relato de una historia que comienza en una noche de sábado en un bar cualquiera, en un encuentro de esos que generalmente no llevan más allá que a una noche de pasión de las de aquí te pillo, aquí te mato, pero que en este caso es el primer paso en una inesperada, por no buscada, relación amorosa que resulta muy auténtica en su desarrollo, con algunos secretos y reservas que deberán ir desvelándose según avance la trama, sin ser estos secretos los que marquen el argumento de la novela, sino la evolución de los sentimientos de Mónica y Ramón, cómo van enamorándose y consolidando su relación.

Y toda esa historia está sembrada de canciones, porque esta novela es novedosa y distinta en este sentido: es una experiencia multimedia total que da un nuevo sentido a este invento moderno que es el libro electrónico, su lectura justifica abandonar el libro en papel porque vamos a ir participando en directo a través de los enlaces que se nos proporcionan del intercambio de canciones que se hacen los amantes en sus conversaciones telefónicas, sus mensajes por Whatsap y sus charlas por Skype, todas ellas trufadas de música que va hablando por ellos, que transmite lo que las propias palabras no alcanzan a expresar. La música tiene un papel fundamental como un elemento narrativo más, tan importante como los demás y hacen de esta novela una lectura diferente y más completa. Ni que decir tiene que ya he añadido en mi lista de favoritos de Spotify la playlist Música para feos para seguir deleitándome con sus joyitas sonoras de vez en cuando.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Benjamin

"Benjamin" es la primera obra publicada por el argentino Federico Axat, anterior a "El pantano de las mariposas", otra historia con niños como protagonistas de la que guardo muy buen recuerdo. Esta es una novela de misterio con un inicio de aire realista al que se le van incorporando muchos otros elementos que rozan lo paranormal, con un estilo de terror similar a algunos clásicos de Stephen King donde el mundo interior de los personajes, las voces de la mente y otras fuerzas ocultas intervienen en la trama, creando un clima de inquietud y desasosiego que no abandonan al lector en ningún momento.

El argumento gira en torno al pequeño Ben, un crío de nueve años que, enfadado con su irascible madre, se esconde en el desván de su casa para escapar de un castigo, pero una vez allí arriba y alertada la familia de la desaparición del chico, Ben no encuentra el momento de volver a dejarse ver, por lo que permanece oculto bajo el tejado y desde allí comprueba que puede vigilar a su familia a través de orificios en el suelo y respiraderos en la pared. Transcurrido un tiempo, parece que una personalidad extraña se apodera del niño, este ya no es el que era ni piensa ni actúa como se esperaría de él, sino que comienza a planificar una venganza hacia su familia. En medio de la lógica preocupación del pueblo en general que organiza batidas para encontrar al chico, será Mike Dawson, el mejor amigo de Robert, el padre Ben, junto a Allison, una ayudante de la comisaria local, el que más haga por localizar a Ben, y descubra el secreto que se oculta en el desván.

La novela es una buena muestra de miedo psicológico. Asistimos a la presencia de voces que hablan a la cabeza de los personajes, lo que en ocasiones se consideraría como "la voz de la conciencia" pasa a convertirse en un personaje ajeno al que lo escucha. Encontramos en la novela párrafos en cursiva que sabemos que no son escenas que estén ocurriendo en realidad ni auténticos diálogos, sino fruto de la imaginación o ideas susurradas por no sabemos qué personalidad oculta. La narración desde el principio es fluida, la acción constante mantiene la tensión y la va incrementando según avanzan los hechos. Los personajes están bien retratados y llegamos a sentir simpatía por muchos de ellos y rechazo hacia otros que así lo merecen. Vamos conociendo escenas de la vida pasada de los distintos personajes de una manera muy descriptiva, de modo que somos capaces de comprenderlos a raíz de conocer aspectos de sus infancias, de la relación con sus padres, tanto los adultos como los niños resultan creíbles y cercanos.

En cuanto al desenlace sorprendente de la historia, confieso que me he pasado algunos días dándole vueltas, replanteándome algunas escenas, revisitándolas a la luz de lo que se nos desvela al final del libro. Es cierto que durante la lectura ha habido algunos elementos que no me cuadraban pero estaba segura de que todo tendría su explicación en algún momento, que me faltaba por conocer datos que más adelante me serian revelados y así ha sido en parte: cuando se va exponiendo la trama y llega el desenlace se van aclarando e iluminando los aspectos oscuros o confusos que nos ha ido mostrando el autor, descubres que lo que pensabas no era lo que en realidad ocurría y la sorpresa por lo que se descubre es grande. Sin embargo también me han quedado puntos oscuros, todavía no tengo muy claro que me haya convencido algunas escenas que sigo sin comprender bien, incluso vistas ya con todos los datos para reconstruir la totalidad de la historia. Lo que no niego es que he pasado miedo por momentos, me he sorprendido y en ocasiones me he encontrada enganchada a la lectura sin poder soltarla. Una lectura, en fin, que me ha hecho sentir emociones intensas y que precisa una revisión posterior para terminar de encajar todas las piezas pero que, en conjunto, se disfruta mucho.

sábado, 19 de septiembre de 2015

El asesinato de Roger Ackroyd

Hace unos pocos meses me permití hacer mi particular homenaje a Agatha Christie con motivo del ciento veinticinco aniversario de su nacimiento leyendo su Autobiografía, pero era preciso completar esta celebración con la lectura de alguna de sus muchas novelas de misterio. No era esta una tarea fácil ya que en mi más tierna juventud dediqué muchas horas a devorar con fruición, una tras otra, decenas de ellas, de las publicadas en rústica por la editorial Molino y que encontrábamos fácilmente en cualquier librería o kiosco; es por ello que me propuse seleccionar ahora alguna de las que me quedaran pendiente y que mereciera la pena dedicarle un buen rato de lectura. Tras realizar una somera investigación por la red en busca de cuáles eran consideradas como las mejores novelas dentro de su amplia producción, encontré bastante coincidencia, entre otras, sobre el título de "El asesinato de Roger Ackroyd" que, ¡afortunada de mí! todavía no había leído, así que esta fue la elegida para regresar, tantos años después, a la obra de la primera y auténtica Dama del Misterio.

Lo primero que sorprende en esta novela es el narrador escogido: nos encontramos con un protagonista que nos va contando los hechos en primera persona a través de una especie de diario o notas tomadas al hilo de los hechos, en lugar del narrador externo que suele ser habitual en otros libros de la Christie. El narrador es el doctor Sheppard, un médico rural residente en la pequeña localidad de King's Abbot, un pintoresco rincón de la Inglaterra más tradicional donde nada emocionante ocurre nunca, donde todos los vecinos se conocen y el cotilleo es deporte nacional: todos hablan, opinan y especulan sobre las vidas de los demás. Así que cuando es asesinado uno de sus residentes más populares, el millonario Roger Ackroyd, el hecho se convierte en todo un suceso que moviliza la curiosidad del pueblo. Por suerte para los policías encargados del caso, resulta que a ese remoto rincón del mundo ha venido a retirarse el famoso detective belga Hercule Poirot, aunque hasta entonces nadie lo tenía identificado como tal, sino que lo tomaban por un francés excéntrico y poco comunicativo dedicado a cultivar hortalizas en su pequeño huerto. Poirot resulta ser vecino del doctor Sheppard y la sobrina del asesinado, al descubrir su identidad y debido a su probada fama detectivesca, le solicita ayuda para descubrir al culpable del crimen de su tío.

La trama se desenvuelve del modo habitual en las novelas del Agatha Christie: las pistas van dejándose caer a todo lo largo de la novela por medio de conversaciones que retratan a los personajes, interrogatorios a los implicados en el caso y a través de las reflexiones y deducciones que el genial Poirot, acompañado en esta ocasión del doctor Sheppard va realizando a la vista de la información que va recibiendo. Durante toda la novela tenemos la sensación de que el detective sabe o supone mucho más de lo que nos da a conocer, que va atando cabos, despejando incógnitas, pero se reserva el grueso de la información para hacerla pública cuando ya tenga todo el caso resuelto. Y así es, lógicamente, si bien en esta ocasión debo confesar que el final me ha sorprendido con un giro inesperado que dice mucho a favor de la inventiva y la capacidad de la autora. No sabría decir sí verdaderamente esta es o no la mejor novela de la Christie, pero sí que tengo que reconocer que está entre las más originales y mejor elaboradas. Una buena recomendación, por tanto, para quien se plantee revisitar la obra de la gran Dama del Misterio una vez más.

domingo, 13 de septiembre de 2015

La casa de las miniaturas

"La casa de las miniaturas" es la primera novela de Jessie Burton y contiene una historia intimista, contada de un modo contenido, con un ritmo lento hecho de silencios, pocos diálogos y mucha introspección, recreando un ambiente de frialdad y oscuridad que va más allá de la propia climatología típica de los Países Bajos; ese tono procede más un mundo lleno de secretos, en una ciudad como el Ámsterdam del siglo XVII donde la población vive sometida por el puritanismo radical del la doctrina calvinista. A pesar de ser un importante puerto internacional al que llegan los productos más dispares y novedosos de todas partes del mundo: especias, tejidos, animales exóticos, Ámsterdam no se caracteriza por la apertura de mente de sus habitantes ni por su liberalidad, al contrario, su cerrazón moral es enorme y viven centrados en la oración y el trabajo, despreciando y condenando los placeres o la alegría que la riqueza puede proporcionar.

Esa será la sociedad que reciba a Petronella (o Nella) que es casi una niña, una joven e ingenua chica de dieciocho años, procedente de un ambiente mucho más relajado en el campo y apenas conoce nada de la vida, pero es inteligente e inquieta y trata de asumir su nuevo papel como esposa y señora de su nuevo hogar, tarea que no le resultará nada fácil. Nella llega a la casa de su flamante esposo, el comerciante Johannes Brandt, un hombre mayor que ella y con importantes negocios en la ciudad y por todo el mundo, que se muestra amable con su esposa aunque demasiado distante. La casa de los Brandt es dirigida con mano férrea por su cuñada Marin, un personaje este que si bien en principio se presenta como alguien odioso acabará casi arrebatando el protagonismo a la propia Nella y robando un cachito del corazón del lector; con ellos viven Cornelia, la fiel criada que pronto se convertirá en el mayor apoyo de su nueva señora y Otto, un joven esclavo negro redimido por Johannes que constituye para los habitantes de la ciudad una pieza exótica a quien desprecian a causa del color de su piel. Este será a partir de ahora el pequeño microcosmos al que la joven deberá considerar como su hogar y donde tendrá que luchar por ocupar su lugar y dirigir su propio destino. El frío y la humedad de los canales, la sobriedad y el recogimiento de sus conciudadanos, la escasa comunicación dentro del hogar y los muchos secretos que parecen ocultarse a la joven esposa serán elementos que Nella deberá asumir como los ingredientes de su nueva vida. Recién llegada a él, su marido le obsequia con un peculiar regalo de bodas: una casa de muñecas, réplica en tamaño reducido de la propia casa donde habitan y que irá completando con objetos y figuras que le hará llegar una esquiva miniaturista que parece dirigir o presagiar a través de sus envíos los hechos que tendrán lugar en el hogar de los Brandt.

Las primeras páginas de la novela se me hicieron algo difíciles, me costó entrar en la historia por su tono frío y sintético, apenas descriptivo, pero una vez que me hice al ambiente y al ritmo de las relaciones entre los personajes, estos se fueron abriendo dejando ver su interior, permitiéndome conocerlos en profundidad, participando de su intimidad. La autora va creando un mundo en el que sorprende la fuerza con la que se relatan los acontecimientos y la intensidad que desprende una novela que apenas sale del ámbito doméstico, que no tiene grandes hazañas, que cuenta con pocos personajes pero que se disfruta enormemente, como ocurre siempre que se cuentan bien las historias y cuando, aún siendo pequeñas esas historias, sus protagonistas son grandes y su autor es capaz de hacerles cobrar vida ante nuestros ojos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

La ley de los justos

Hacía tiempo que había oído hablar de Chufo Lloréns como gran autor de novela histórica pero lo cierto es que, hasta el momento, no había tenido ocasión de disfrutar de ninguna de sus obras y creo que mi estreno con él no podía ser más exitoso. He disfrutado muchísimo con esta magnífica novela suya, "La ley de los justos", una extensa historia que tiene mucho de folletín decimonónico, de hecho se encuadra en el marco temporal de la Barcelona de finales del XIX que da paso al nuevo siglo entre los conflictos con las colonias americanas y el progreso industrial y artístico propio de aquellos años. Se nos presenta, además, un abanico amplio de personajes de la más variada especie que van desde el gran empresario hasta los obreros de las incipientes industrias y comercios, desde las damas piadosas a sus humildes criadas y costureras, del heredero juerguista a los buscavidas sin escrúpulos, de las jóvenes empleadas en los grandes almacenes al aprendiz de librero enamorado de la hija de buena familia, de los obreros anarquistas que quieren cambiar la sociedad a base de bombas a la bella soprano en ciernes aspirante a elevarse al nivel de los ricos burgueses ante los que actúa. Estos son sólo algunos de los personajes cuyas vidas iremos siguiendo a lo largo de las páginas en las que los veremos a unos esforzándose por impulsar sus negocios, a otros luchando por subsistir con sus míseros sueldos, las penalidades de la clase obrera frente al lujo de los potentados, la lucha anarquista frente a las acomodadas vidas de los más afortunados, y todo esto en el escenario de una Barcelona retratada como la gran ciudad llena de luz, animación, gente por las calles, en los paseos, las terrazas y los teatros, pero también en los mercados, los merenderos y las tascas, en las viviendas humildes y en los cuartos del servicio, cada clase social en su ambiente, sin mezclarse pero conviviendo necesariamente; son los años gloriosos de la Exposición Universal, donde el brillos del Modernismo, de los avances científicos y de una ciudad que pretende estar a la altura de las más lujosas y rutilantes capitales europeas, se combina con unas tremendas desigualdades y desafíos sociales que enfrentan a las clases acomodadas con los obreros desposeídos de todas las riquezas que su trabajo proporciona a unos pocos.

A pesar de su extensión, la novela se lee con una facilidad asombrosa, cada capítulo nos presenta un escenario nuevo, un personaje distinto, un elemento que aporta una nueva pincelada al cuadro general de la Barcelona que se retrata: un hogar modesto u opulento, un personaje de la época o un local o negocio, son escenas que conforman el enorme tapiz de las miles de caras diferentes de la ciudad. Pero también nos trasladamos en ocasiones a la Cuba colonial, origen de las riquezas de muchos industriales de la metópolis y lugar donde se forjan grandes fortunas y famas. La novela nos presenta en su argumento un personaje malvado sin fisuras, un verdadero antihéroe que irá avanzando en la vida arrasando con la honra y la vida de quien se le ponga por delante. Será el núcleo en torno al cual girarán el resto de todas las historias de una u otra manera, lo que no quita para que todos los argumentos cruzados tengan su peso y estén llenos de emociones, sufrimientos, triunfos y miserias, no se puede decir que haya una historia que se superponga a otra, todas están equilibradas y trazadas magníficamente de principio a fin y se entrelazan de manera equilibrada, culminando en un final que cierra todos los hilos narrativos. Estupenda novela, por tanto, a través de la cual nos sumergimos en una época y entramos en contacto con unos personajes que se quedan grabados en nuestra memoria como si nos hubiéramos desplazado directamente al escenario de la fascinane Barcelona del cambio de siglo.

lunes, 31 de agosto de 2015

A flor de piel

Javier Moro es un novelista acostumbrado a revivir en sus obras grandes viajes y aventuras en lugares siempre exóticos y lejanos como la India o Brasil. En esta ocasión nos lleva a través de  su última novela, "A flor de piel", a un viaje épico, de aquellos que sólo podían darse en la época de los grandes barcos a vela, cuando el mundo parecía más ancho de lo que ahora nos hacen ver los viajes aéreos y la navegación por Internet, unos años en los que aún quedaban lugares de la Tierra pendientes de ser descubiertos, eran aquellos unos tiempos en los que uno podía salir de su casa un día, camino del trabajo, y volver a los tres años o, en el peor de los casos, no volver nunca.

Los protagonistas de la aventura que aquí nos ocupan se embarcan en 1803 en la complicada misión de llevar la vacuna de la viruela, la más temible enfermedad de aquellos siglos causa de las mayores mortandades conocidas por la Humanidad, más allá de las fronteras de la península, hasta los confines del imperio español para extender su aplicación por las colonias americanas y hasta las Filipinas. La única manera conocida por entonces de transportar el remedio era mediante personas infectadas, pasando el fluído de una persona vacunada directamente hasta otra antes de que los leves síntomas de la infección causados en el vacunado desaparecieran. Para ello era necesario hacerse con un pasaje formado por niños, huérfanos en su mayoría o bien entregados por sus míseras familias a cambio de una ayuda económica a los que irían infectando con la vacuna para preservar el fluído durante todo el viaje. El cargamento de niños irá acompañado por Isabel Zendal, la principal protagonista de la novela, una valiente y decidida mujer que se ocupará de ellos como si de sus propios hijos se tratara, y viajarán bajo el mando del responsable de la expedición, el doctor Xavier Balmis y su ayudante Josep Salvany con los que realizarán una travesía llena de avatares que les llevará a distintas colonias americanas por mar y tierra y acabando en Filipinas, recorrido a lo largo del cual en general serán recibidos con grandes honores y atendidos por gobernantes deseosos de recibir la vacuna entre su población, pero también en otras muchas ocasiones no serán reconocidos ni respetados como emisarios reales debido a conflictos de intereses, maniobras de los gobernantes de ultramar y otros problemas que harán de lo que debía ser una magna campaña humanística un complicado viaje lleno de sufrimientos y luchas contra los elementos y los hombres.

La figura del rey Carlos IV, promotor y valedor de esta campaña, es representado en la novela como un monarca ilustrado que trata de hacer llegar al pueblo los avances de su siglo, un hombre con buenas intenciones renovadoras pero que debe enfrentarse al derrumbe del imperio, aquel en el que no se ponía el sol, pero que ahora se ve amenazado, no sólo por la invasión de los vecinos franceses, sino por las rebeliones de las colonias que ansían su independencia. Todos estos problemas políticos le obligan a dirigir sus esfuerzos hacia unos temas más acuciantes que los que requerirían sus íntimos intereses de poner su reino a la altura de los estados más modernos y avanzados del continente. De todo esto resulta que la trascendencia de lo que debería haber sido una gran hazaña médica y científica de relieve internacional quedara oscurecida por otros hechos históricos, como bien dice el propio monarca:
"Ha sido una empresa prodigiosa, de la que me honra haber sido valedor. Quizás no sea nunca recordado por ello, porque los hombres recuerdan más fácilmente los hechos de guerra y los comadreos de alcoba que las gestas en favor de la humanidad..."

jueves, 27 de agosto de 2015

El año sin verano


Para despedir este mes de Agosto que ya finaliza, traigo aquí una lectura muy propia de la temporada, no sólo por su título sino por su argumento y ubicación temporal. "El año sin verano", del periodista de televisión y recién estrenado escritor Carlos del Amor, es una novela que tiene muchas cosas positivas que señalarle, para empezar, su lenguaje sencillo y directo, con el tono  natural de un amigo que nos cuenta una historia que realmente le ha ocurrido. Se le nota al autor que tiene soltura con la palabra, aunque en ocasiones resulte demasiado conciso, tal vez, como si quisiera contarnos muchas cosas sin que le podamos culpar de estar enrollándose demasiado, sin querer extenderse de más, cosa que podía haber hecho en alguna ocasión. Gracias a esa frescura tenemos la sensación de que el autor le habla directamente al lector, que nos participa de sus vivencias en aquel verano en que pretendía escribir una novela y que, sin quererlo, se enredó en las vidas de sus vecinos de edificio. 

El arranque del argumento es una fantasía recurrente de todo el mundo, esto es: qué haríamos nosotros si un día se nos permitiera curiosear en la vida de nuestros vecinos, si nos encontráramos en la situación de poder entrar en las casas de quienes comparten con nosotros ascensor y poco más que un saludo cortés al cruzarnos en el portal y descubrir qué secretos esconden tras sus puertas. Esto le ocurre al protagonista de la novela, un escritor que pasa el verano en Madrid tratando de sacar adelante una novela, pero que se embarca en una aventura que le distrae de su objetivo principal. Se congregan así en el relato un buen puñado de personajes a cuyas casas y por consiguiente a cuyas vidas va asomándose el escritor descubriendo dramas y mentiras, pasiones y secretos que durante años han permanecido ocultos. Llevado por la curiosidad el protagonista tratará de reconstruir el pasado de una historia de amor con final trágico y que le llevará a un final que no esperaba. 

He disfrutado mucho con el juego literario en el que nos embarca Carlos del Amor que mezcla con mucha soltura realidad y ficción, donde los datos reales de la vida o el trabajo en la televisión del protagonista de la novela se asemejan sospechosamente a los del propio autor, de modo que nunca sabremos en qué punto exacto se separan la ficción de la biografía. O al menos esa es la impresión que nos queda al leerlo. No diría que es una novela redonda, flojea algo en los diálogos que a veces suenan forzados, me gusta mucho más cuando se centra en la narración o el monólogo que cuando pone a conversar a los personajes. También le echaría en cara el que después de habernos presentado muchas historias de numerosos vecinos acabe centrándose sólo en una sola de ellas, me parece que se queda sin entrar en profundidad en otras historias que merecerían ser conocidas más a fondo, además de que el final resulte un tanto apresurado. Supongo que le ocurre que ha tratado de seguir el consejo de uno de los personajes que le recomienda al escritor protagonista no complicarse demasiado en la trama de su próxima novela:
"No sé, tanta historia cruzada, uno que entra, otro que sale. (...) La gente quiere historias más sencillas, no líes tanto la madeja que nos lías. Espero que tu nuevo libro no esté lleno de cruces"
A pesar de ello está claro que es un autor al que no descarto seguir la pista porque tiene muchas historias que contar y buena pluma para hacerlo,quizás si se lo toma con más calma la próxima vez, sin miedo a ocupar más páginas de las que en principio tuviera planeadas, pueda ofrecernos más de una buena novela.

viernes, 21 de agosto de 2015

El umbral de la eternidad

No sé si será vuestro caso, pero mi época de estudiante la Historia Universal que se veía en el instituto llegaba, con suerte, hasta la II Guerra Mundial; de ahí en adelante era todo demasiado reciente como para haber entrado todavía en los libros de texto. Los años cincuenta y sesenta eran casi presente, aún no habían entrado en los manuales porque sus repercusiones todavía formaban parte de la actualidad informativa que aparecía a diario en los informativos de aquellos años setenta y ochenta: la guerra fría, el muro Berlín, el Pacto de Varsovia, la URSS y sus satélites frente a unos EEUU tratando de imponer la Democracia a su modo por el mundo. Todo lo que ocurría en esos años aún era presente y cada uno lo contaba según le convenía a su bando. Así que no me queda otra que dar las gracias a Ken Follet por haberse lanzado a la aventura de novelar la historia del siglo XX en esta magna trilogía y aproximarnos así a unos acontecimientos históricos, ya desde la perspectiva que dan los años transcurridos, haciéndonos revivir de manera amena nuestra Historia más reciente.

Este fascinante periodo de la segunda mitad del siglo es el escenario temporal que abarca esta tercera entrega de la Trilogía del Siglo, titulada "El umbral de la eternidad". En ella conocemos los hechos históricos desde dentro, desde los núcleos de decisión política, a través de unos jóvenes protagonistas que en distintas partes del mundo ocupan puestos cercanos al poder, desde el ayudante del líder soviético Jruchev, al abogado de color, activista por los derechos civiles, que logra entrar en el gabinete de Bobby Kennedy, los jóvenes alemanes de familia de tradición socialdemócrata atrapados en el Berlín oriental por la construcción del fatídico Muro o aquellos que sueñan con triunfar en la música pop.

Como en las otras dos novelas de la trilogía, los personajes principales son muy numerosos, tanto los ficticios como los históricos, pero a pesar de ello no es difícil seguir las tramas ya que en seguida nos ubicamos en el lugar y el momento de los numerosos hilos que nos van contando la vida de  los personajes, que no sólo se dedican a trabajar sino que también viven, aman, odian, luchan por sus ideales, buscan la libertad o cumplir sus sueños dentro del marco social y político que a cada uno le toca soportar. Junto a los hechos históricos hay mucho de romance, mucha escena de cama, es la época del amor libre, de la liberación sexual de los sesenta en todo su esplendor, porque no todo son los dramas del asesinato de Kennedy o la guerra de Vietnam, la crisis de los misiles de Cuba o las luchas internas del Kremlin; los personajes viven y sobreviven a un tiempo convulso, desde Moscú a San Francisco, vamos pasando de la represión comunista al libertinaje de los hippies, de los avances de los laboristas ingleses a los segregacionistas sureños de América llegando a los años 80 de Jimmy Carter, Reagan, Gorbachov con su perestroika, el polaco Lech Walesa y el histórico sindicato Solidaridad, culminando con la caída del Muro de Berlín.

Mucha Historia con mayúsculas pero vista desde el momento en que ocurre, a pie de calle, con la cotidianeidad de los ciudadanos que vieron suceder los hechos ante sus ojos, contada con la agilidad de la que siempre ha hecho gala Ken Follet, que es capaz de hacer que una novela de más de 1000 páginas no se haga larga ni pesada, que siempre estén pasando cosas, moviéndonos de un escenario a otro, de un protagonista a otro, además de ir cruzando constantemente los hilos narrativos y las vidas de todos ellos, añadiéndole el mérito de que está recreando unos hechos que ya conocemos, que sabemos cómo transcurrirán, pero que se nos presentan cercanos y comprensibles, fundamentalmente porque los contemplamos desde el lado humano de aquellos que participaron en ellos, los padecieron y los superaron. De esta manera brillante cierra por tanto Ken Follet con honores su trilogía de un siglo XX en el que tantas cosas ocurrieron y tantas cosas cambiaron para siempre.