En ocasiones, los traductores nos hacen algunas faenas con los títulos de las novelas, tal y como ocurrió con "La semilla del diablo" que en todo el mundo se titulo "El bebé de Rosemary" pero que en nuestro país, y gracias al traductor, ya sabíamos, nada más coger el libro en nuestras manos, quien era el padre de ese bebé. Una pifia, vamos. Y con esta novela ocurre algo parecido, aunque en menor grado, claro está, porque tampoco voy a decir que se nos desvele con el título una tremenda sorpresa inimaginable en un principio, pero sí considero que el título en castellano de "El mayor Pettigrew se enamora" resulta demasiado explícito para la sutileza de la historia que cuenta Helen Simonson en esta novela cuya traducción del inglés podría ser algo así como "La última decisión del mayor Pettigrew", con lo que algo de intriga podría conservar el lector hasta el mismísimo final de la lectura a la espera de comprobar si la historia camina hacia un lado o hacia el contrario. Pero así de directos somos aquí, queremos conocer el final desde el minuto uno. Porque la historia que se nos cuenta no es una explosión de enamoramiento y pasión, ni mucho menos, sino un lento y delicado camino cuyo recorrido debemos seguir sin prisa para disfrutar de todo el proceso hasta alcanzar su desenlace final.
Pues ya entrando a valorar el libro en sí, más allá del título, comentar que en la novela no se establece expresamente el espacio temporal en el que nos encontramos, aunque más adelante, por situaciones y datos que van surgiendo sabremos que la trama es prácticamente contemporánea. Sin embargo, y si nos dejamos guiar exclusivamente por los modales y la mentalidad del protagonista, por la estructura social del pueblo en el que reside y por las formalidades de los comportamientos de algunos personajes, muy bien nos podríamos hallar en la Inglaterra rural del siglo XIX. El mayor Pettigrew es un perfecto caballero inglés, militar retirado, viudo, consciente de sus responsabilidades frente a su familia y su comunidad y cumplidor de las normas sociales hasta el extremo. Nada más comenzar el relato nos lo encontraremos, sin embargo, abatido por la reciente muerte de su hermano menor, tan afectado por ello que ha olvidado, algo impropio de él: pagar la cuenta mensual de los periódicos que diariamente le reparten desde la tienda del pueblo, razón por la cual se presenta ante su puerta a reclamarle la deuda la señora Ali, una viuda de origen pakistaní que rige dicho negocio.
Lo inusual de las circunstancias que propician ese encuentro hará que ambos se vean mutuamente desde una nueva perspectiva y descubran la cantidad de cosas que tienen en común: ambos son dos personas maduras, viudos los dos, con relaciones complicadas con las respectivas familias, amantes de la lectura y con una alta consideración por la buena educación y el respeto absoluto hacia la vida de los demás. A pesar de su distinta procedencia, comparten muchos valores sobre lo que realmente consideran como importante en la vida. Aparecerán otros muchos personajes: los vecinos del mayor que lo respetan como el ciudadano ejemplar que es; el hijo del mayor, un joven mequetrefe centrado en el éxito profesional en la City y del que su padre a veces se avergüenza al comprobar su falta de madurez y de sensibilidad; el sobrino de la señora Ali, un joven que trata de cumplir con los compromisos de su religión y las presiones de su familia frente a sus deseos juveniles... A pesar del entorno, nada propicio a la pareja, ya que Pettigrew es un honorable miembro de la comunidad, socio del club de campo y la señora Ali no es, a ojos de sus vecinos, más que una tendera extranjera, por más que ella naciera en Inglaterra y se sienta tan británica como el que más, la relación entre ambos avanzará lentamente, a base de cordiales y correctas conversaciones, encuentros en los que disfrutan de sus aficiones comunes y sus muy cercanas sensibilidades, pero sin permitirse nunca el dejar asomar expresamente los sentimientos que ambos tienen por el otro, en aras de la corrección y de las buenas maneras.
Una novela, en fin, extremadamente sensible, plagada al mismo tiempo de un fino humor británico, tanto de la mano del irónico mayor que no deja pasar por alto ninguna de las absurdas y ridículas convenciones y rutinas que caracterizan la vida en un pequeño núcleo rural inglés, como igualmente por parte de la señora Ali que, sin perder nunca la compostura ni salirse de la posición social que le han asignado los demás, observa a sus vecinos y familiares con una aguda mirada llena de inteligencia. Una lectura llena de sutileza, ternura y donde, felizmente, el amor supera las barreras creadas por la sociedad.
martes, 27 de agosto de 2013
viernes, 23 de agosto de 2013
La noche en que Frankenstein leyó el Quijote
Este es uno de esos libros que resulta un regalo perfecto para cualquier amante de la lectura, un volumen que podemos tener a mano para dedicarle cualquier rato perdido, un hueco entre dos novelas, una tarde de verano. Cualquiera de los relatos, de breve extensión todos ellos, son entretenidos y simpáticos, tiernos unos, otros divertidos … pero todos muestran la realidad detrás de la ficción, la vida auténtica de aquellos que se dedicaron a crear magníficas ficciones. Desde el origen del (bendito) orden alfabético, hasta el curioso origen de la decisión de publicar Harry Potter, desde la fallida muerte de Sherlock Holmes hasta las dificultades de Jane Austen para ver publicado su “Orgullo y prejuicio”, todos los relatos están contados con acierto, un toque de suspense, otro de gracia y mucho de ternura y siempre con un punto de sorpresa que hará de la lectura de este libro una agradable experiencia que, además, nos permite aprender algo nuevo sobre esa “vida secreta de los libros” que puede ser tan interesante como los libros mismos.
domingo, 11 de agosto de 2013
La verdad sobre el caso Harry Quebert
Simplemente genial, así definiría brevemente esta novela que dicen que está siendo uno de los éxitos de este verano y no me extraña nada que así sea. "La verdad sobre el caso Harry Quebert" del escritor (sorprendentemente) suizo Joël Dicker es una trepidante historia en la que nada es lo que parece, en la que las sorpresas se suceden y con la que se da esa fabulosa situación en la que en ocasiones se encuentra un lector, de no poder soltar el libro en ningún momento y tener que devorar sus cientos de páginas tan velozmente como te permitan el resto de obligaciones con las que, por desgracia, te toca seguir cumpliendo a lo largo del día y que no entienden de lecturas adictivas.
Comentaba que me sorprende que el autor de esta novela no sea norteamericano sino suizo, porque no se puede retratar más vivamente el paisaje típico de una pequeña localidad americana como se hace en esta ocasión con Aurora, el clásico pueblito costero en New Hampshire, con sus policías patrullando tranquilamente la calle y saludando a los vecinos por su nombre, su único dinner donde sirven hamburguesas y café a cualquier hora del día, las barbacoas en el jardín, donde todos se conocen y nadie echa la llave a la puerta, donde los niños juegan en las calles y apenas ocurre nunca nada digno de mención. Hasta allí se traslada un escritor en busca de inspiración, a una preciosa casa junto a la playa, con sus gaviotas, su terraza sobre el mar y su paz infinita. En ese idílico escenario Harry Quebert escribirá la novela que lo encumbrará como gran figura de la literatura norteamericana, pero también allí y en esas mismas fechas ocurrirá un drama que sacudirá el pueblo pero que todos parecen haber olvidado completamente.
Y es treinta años después cuando Marcus Goldman, un discípulo del escritor, aspirante igualmente a autor de éxito se topa con aquellos acontecimientos que ocurrieron en 1975. Nuevas circunstancias apuntan al gran Quebert como culpable de la trágica desaparición de la joven Nola Kellergan, lo que hace que Goldman se desplace desde Nueva York hasta Aurora e inicie una investigación por su cuenta para tratar de salvar el buen nombre de su maestro. Pero descubriremos que nada es lo que parece, ni la paz ideal de Aurora es tal, ni Quebert es el gran genio que el mundo creía, que todos mienten o al menos callan lo que saben y que el tiempo corre en contra de Goldman que debe descubrir la verdad con la única ayuda del arisco sargento Gahalowood de la policía estatal.
Pero lo mejor que tiene esta novela es que nos va presentando la historia poco a poco, nos va a acercando a distintos puntos de vista, nos repite los hechos una y mil veces pero no es una pura reiteración de la historia ya que cada vez que se nos cuenta aparece un matiz diferente, un detalle que antes no conocíamos, a cada personaje vamos descubriéndole un aspecto desconocido, el pasado va abriéndose paso con dificultad y de ese modo avanzamos en la lectura de una manera compulsiva, porque sabes que cada capítulo te va a desvelar algo que no sabías, una nueva aproximación a los hechos que cambia todo lo que antes te había presentado como cierto, una nueva pieza que desbarata el puzle que ya teníamos compuesto, o eso creíamos. Y si a todo esto le sumamos el frenesí del mundo editorial que presiona incansable a Goldman para que termine su novela, para que dé a conocer al mundo el gran escándalo que supone el descubrimiento de la verdad sobre el caso Harry Quebert, la acción se acelera aún más y te atrapa en su frenética lectura indefectiblemente.
Comentaba que me sorprende que el autor de esta novela no sea norteamericano sino suizo, porque no se puede retratar más vivamente el paisaje típico de una pequeña localidad americana como se hace en esta ocasión con Aurora, el clásico pueblito costero en New Hampshire, con sus policías patrullando tranquilamente la calle y saludando a los vecinos por su nombre, su único dinner donde sirven hamburguesas y café a cualquier hora del día, las barbacoas en el jardín, donde todos se conocen y nadie echa la llave a la puerta, donde los niños juegan en las calles y apenas ocurre nunca nada digno de mención. Hasta allí se traslada un escritor en busca de inspiración, a una preciosa casa junto a la playa, con sus gaviotas, su terraza sobre el mar y su paz infinita. En ese idílico escenario Harry Quebert escribirá la novela que lo encumbrará como gran figura de la literatura norteamericana, pero también allí y en esas mismas fechas ocurrirá un drama que sacudirá el pueblo pero que todos parecen haber olvidado completamente.
Y es treinta años después cuando Marcus Goldman, un discípulo del escritor, aspirante igualmente a autor de éxito se topa con aquellos acontecimientos que ocurrieron en 1975. Nuevas circunstancias apuntan al gran Quebert como culpable de la trágica desaparición de la joven Nola Kellergan, lo que hace que Goldman se desplace desde Nueva York hasta Aurora e inicie una investigación por su cuenta para tratar de salvar el buen nombre de su maestro. Pero descubriremos que nada es lo que parece, ni la paz ideal de Aurora es tal, ni Quebert es el gran genio que el mundo creía, que todos mienten o al menos callan lo que saben y que el tiempo corre en contra de Goldman que debe descubrir la verdad con la única ayuda del arisco sargento Gahalowood de la policía estatal.
Pero lo mejor que tiene esta novela es que nos va presentando la historia poco a poco, nos va a acercando a distintos puntos de vista, nos repite los hechos una y mil veces pero no es una pura reiteración de la historia ya que cada vez que se nos cuenta aparece un matiz diferente, un detalle que antes no conocíamos, a cada personaje vamos descubriéndole un aspecto desconocido, el pasado va abriéndose paso con dificultad y de ese modo avanzamos en la lectura de una manera compulsiva, porque sabes que cada capítulo te va a desvelar algo que no sabías, una nueva aproximación a los hechos que cambia todo lo que antes te había presentado como cierto, una nueva pieza que desbarata el puzle que ya teníamos compuesto, o eso creíamos. Y si a todo esto le sumamos el frenesí del mundo editorial que presiona incansable a Goldman para que termine su novela, para que dé a conocer al mundo el gran escándalo que supone el descubrimiento de la verdad sobre el caso Harry Quebert, la acción se acelera aún más y te atrapa en su frenética lectura indefectiblemente.
miércoles, 7 de agosto de 2013
En compañía del sol
El relato parte de los días de la primera juventud de Francés de Jassu, el menor de una noble familia navarra originaria del castillo de Xavier que ve como el emperador Carlos V se impone al entonces rey de Navarra en cuyo bando lucharán los hermanos mayores y varios tíos del joven Francés. Tratando de alejarlo de los conflictos políticos, la madre de Francés lo envía a estudiar a París donde espera que se convierta en un hombre de Iglesia. Pero el joven Jassu es apasionado y prefiere ocupar su tiempo en disfrutar de los placeres que le ofrece la vida de joven adinerado en el París de la época, compatibiliza así sus estudios con la práctica de deportes pero también en gozar de la vida sin plantearse siquiera el profesar en la vida religiosa. Será a través de su compañero de cuarto, Peter Fabre, como entre en contacto con el estrafalario Íñigo de Loyola, extraño personaje de ideas descabelladas y considerado por algunos como un santo y por otros como un hereje por sus hábitos de pobreza extrema, su renuncia a las riquezas y privilegios y su entrega absoluta a los necesitados. Será la muerte de su querida madre y posteriormente de su hermana religiosa las que supondrán un cambio en la mentalidad de Francés y en el planteamiento de lo que quiere hacer con su vida.
En la segunda parte de la novela se da un salto en el tiempo y se nos presenta a un Francés ya ordenado sacerdote y formando parte de la recién creada orden de la Compañía de Jesús. Conoceremos cómo fue su acercamiento a Ignacio de Loyola y nos lo encontramos de camino a la India como vicario del Papa en aquellas tierras en poder entonces de la Corona de Portugal. Hacia aquellos territorios desconocidos se dirige Francés con la intención de evangelizar a los pueblos con los que se encuentre. Esta parte entra de lleno en el género de novela de aventuras, desarrollándose en exóticos escenarios, con innumerables avatares y peligros vividos por el protagonista al contacto con culturas y costumbres totalmente ajenas a él y donde el religioso trata de adaptarse al entorno y de conocer la forma de vida de aquellas sociedades exóticas y extrañas para él, a la vez que persevera en su misión de dar a conocer a Dios a aquellos que no lo conocen.
En la tercera parte de la novela sabemos que Francés ha muerto en su viaje a China. En estas páginas se nos hace un resumen de sus últimos días contados a través de los testimonios de aquellos que lo conocieron en sus viajes por India, China o Japón. Ya en aquellos días, antes incluso de su muerte, su figura era admirada en Europa a donde llegaba su correspondencia que era distribuida por iglesias, cortes y universidades donde los relatos de su vida misionera, los avatares de sus aventuras por tierras exóticas y su incansable esfuerzo evangelizador ya le habían ganado la fama de santo en vida.
Esta es una obra que, a pesar de contar la vida de un santo, se puede leer perfectamente desde el plano más puramente de novela histórica y de aventuras, entra poco en los aspectos más relacionados con la religiosidad del personaje y más en sus inquietudes personales y en los aspectos de su carácter como hombre inquieto, apasionado y tenaz en toda aquella misión que emprendió a lo largo de su fascinante vida.
viernes, 2 de agosto de 2013
El aire que respiras
Tuvo mucho que ver el hecho de que me conquistara el mundo creado por Care Santos en su anterior novela, "Habitaciones cerradas", que leí hace un par de veranos, para que me lanzara bastante convencida sobre esta última, "El aire que respiras". E incluso cuando en un principio esta nueva novela me pareciera un poco lenta en su arranque, así y todo insistí, e hice bien, porque pronto la historia aceleró a toda máquina y me enganchó en su rocambolesca mezcla de personajes, en la convulsa época en la que se ubica, el complicado siglo XIX español, más concretamente de la ciudad de Barcelona, la época que va de la ocupación napoleónica a la posterior restauración borbónica, con unos personajes aparentemente excesivos pero sacados, sin embargo, de la realidad histórica, con unas vidas que se cruzan en torno a una colección de libros prohibidos, obras perseguidas por la desgracia que son extraviadas, buscadas, encontradas, vueltas a perder, escondidas y robadas una y mil veces y que originan encuentros y desencuentros entre bibliófilos y bibliófagos, coleccionistas y libreros, personajes que buscan en ellas unas veces el placer del objeto prohibido, otras el deseo de lo raro y valioso o el mero deleite de poseer una obra de arte en exclusiva.
Y de libro en libro conoceremos las complicadas existencias de Carlota Guillot, la heroína protagonista, de su cruel esposo Néstor Pérez de León, del italiano Brancaleone, librero por casualidad, pero la novela está llena de personajes fascinantes, tanto los reales como los ficticios que conviven en perfecta armonía. Es esta una obra muy coral donde todas las historias tienen su peso, donde el drama se compensa con un acentuado toque de humor en el modo de contar las historias, con una mezcla de Historia, aventura y folletín, con muchos cambios de registro, alternando narración con correspondencia, diarios o biografías reales y con un ritmo que va acelerando y no ahorra sorpresas finales en la historia, muy bien rematada.
También diré que la novela tiene, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, un plano de narración paralela que transcurre en el tiempo presente, centrado en la investigación llevada a cabo por parte de una escritora que ayuda a una amiga que acaba de heredar una vieja librería donde encuentra unas notas de su padre sobre unos misteriosos libros, pero para mi gusto las escenas de esta trama no llegan a la altura del relato principal que es el que verdaderamente engancha y se sigue con enorme interés, una historia que demuestra que los libros pueden dar sentido a la vida, e incluso ser el único medio racional de cambiar el mundo.
Y de libro en libro conoceremos las complicadas existencias de Carlota Guillot, la heroína protagonista, de su cruel esposo Néstor Pérez de León, del italiano Brancaleone, librero por casualidad, pero la novela está llena de personajes fascinantes, tanto los reales como los ficticios que conviven en perfecta armonía. Es esta una obra muy coral donde todas las historias tienen su peso, donde el drama se compensa con un acentuado toque de humor en el modo de contar las historias, con una mezcla de Historia, aventura y folletín, con muchos cambios de registro, alternando narración con correspondencia, diarios o biografías reales y con un ritmo que va acelerando y no ahorra sorpresas finales en la historia, muy bien rematada.
También diré que la novela tiene, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, un plano de narración paralela que transcurre en el tiempo presente, centrado en la investigación llevada a cabo por parte de una escritora que ayuda a una amiga que acaba de heredar una vieja librería donde encuentra unas notas de su padre sobre unos misteriosos libros, pero para mi gusto las escenas de esta trama no llegan a la altura del relato principal que es el que verdaderamente engancha y se sigue con enorme interés, una historia que demuestra que los libros pueden dar sentido a la vida, e incluso ser el único medio racional de cambiar el mundo.