Regreso nuevamente a la serie de Jerónimo Tristante sobre el inspector Víctor Ros, que en esta ocasión se traslada a Barcelona, ciudad donde inició su carrera profesional, para colaborar en la investigación de "El enigma de la calle Calabria" y nuevamente nos presenta una amena historia de de misterio, con todos los elementos clásicos del suspense más tradicional, en la que seguimos la investigación policial a cargo del detective Ros que contrapone, como ya es habitual en él, la lógica y las pruebas de tipo científico a las supersticiones y las explicaciones irracionales con las que el pueblo llano y la opinión pública, allá por los últimos años del siglo XIX, trataba de justificar todos aquellos fenómenos extraños que rodean este misterioso caso.
La cuestión es que Ros tendrá que desmentir las teorías que parecen indicar que el empresario Gerardo Borrás ha logrado escapar de un secuestro que lo ha llevado hasta el mismísimo infierno, aunque no haya podido escapar a la desgracia de ser poseído por el diablo. El inspector deberá dar con una explicación racional a todos los extraños aspectos que rodean este caso en el que se ven envueltos personajes de lo más sórdido, especialmente un peculiar "malo" que se mueve entre los ambientes más oscuros de la prostitución, la explotación de menores, el asesinato, las estafas de alto nivel, e incluso el vampirismo. Pero afortunadamente tenemos al detective Ros y a sus compañeros de investigación para llegar a la resolución del caso que devolverá la seguridad y la calma la ciudad y a sus habitantes que podrán agradecer a su sagacidad el poder vivir en paz nuevamente.
Tras sus anteriores aventuras situadas en el Madrid más castizo, en esta entrega Víctor Ros se desplaza a Barcelona y nos pasea por esta ciudad con su incesante crecimiento urbano, con su ensanche perfectamente diseñado y sus barrios periféricos de aluvión llenos de miseria, la avalancha de inmigrantes que llegan a la ciudad para participar en la imparable industrialización y su mezcla de cultura y pobreza, de europeísmo y nacionalismo, de tradición y revolución. Una ciudad de Barcelona, en fin, que se dibuja como un marco apasionante donde se desarrolla el argumento de esta entretenidísima novela, parte de una serie de la que me reconozco entusiasta seguidora. Hasta la próxima entrega, por tanto, señor Ros.
jueves, 27 de junio de 2013
domingo, 23 de junio de 2013
La reina descalza
Me ha costado bastante sentarme a escribir mi comentario sobre esta novela, al igual que me ha costado llevar adelante la lectura del libro en sí. Tengo claro que "La reina descalza" de Ildefonso Falcones ha sido y sigue siendo uno de los éxitos editoriales y de público de este año, pero cuando una lectura se te atasca, cuando no conectas con la historia, no hay nada que hacer, ni aunque las listas de ventas y las críticas literarias te vengan a quitar la razón semana tras semana.
Sí que he de reconocer que hacia la mitad de la novela logré engancharme un tanto a la historia de la gitana Milagros Carmona, de su amiga la negra ex esclava Caridad y el resto de los personajes; este cambio de ritmo viene a coincidir con el traslado de la acción a Madrid y el abandono de alguna manera del escenario de la gitanería de Sevilla y de los campos del sur de Portugal donde se centra el tráfico de tabaco al que se dedica el abuelo Carmona, pero tardé como trescientas paginas en coger soltura y leer con alegría, con lo que no puedo decir que esta novela pueda contarse entre mis recomendaciones de los últimos tiempos.
A pesar de todo esto, tengo que reconocer que el libro está muy bien escrito porque no voy a negar la destreza narrativa del autor que cuenta sus publicaciones por éxitos, lo que se cimenta en una base de calidad innegable. También es cierto que la novela cuenta una historia original por lo que se refiere a que entra en un tema interesante centrado en las vivencias de una joven gitana, por medio de la cual nos acercamos a la vida del resto de miembros de esta raza en la España del siglo XVIII que no era precisamente fácil: rechazados por la población en general, aferrados a sus costumbres y sus tradiciones, sin interés por acomodarse al estilo de vida de los payos ni por acatar su religión y sus leyes más que de cara a la galería, tuvieron enfrente las severas leyes del rey Fernando VI inspiradas por el Marqués de la Ensenada que se convertiría en el más severo perseguidor de este pueblo y que trató de eliminarlos de la faz de la península. Falcones es un narrador habilidoso que recrea una época y unos lugares que resultan verosímiles, cargado de documentación histórica y de datos interesantes. Y lo cierto es que los personajes que dibuja están llenos de pasión y vida, pero tal vez, para mi gusto, hay demasiada pasión en la novela, demasiado sufrimiento, demasiada ansia de venganza, demasiada violencia, luchas de familias, odios enconados que pasan de generación en generación....
Entiendo que todo lo que cuenta la novela es el reflejo de la época y del lugar en que transcurre la acción, que la vida en el barrio sevillano de Triana en la época descrita no sería precisamente un remanso de paz ni buenas maneras, pero son precisamente esos sentimientos tan exacerbados, esa lucha continua por la vida, huyendo de los enemigos, de los de su misma raza y su misma familia más incluso que de los extraños, esa búsqueda constante de la libertad y la paz, todo eso que probablemente sean lo que más atraiga a los lectores de esta novela, lo que les haga apasionarse con ella, es lo que me ha resultado totalmente agotador: el encontrarme imbuída en un mundo regido por tradiciones atávicas irracionales, la defensa de la honra, la venganza, la navaja siempre a mano, el ojo por ojo, todo ese ambiente en el que se mueve la joven Milagros, todos los sufrimientos y las humillaciones por los que pasan ella, su madre Ana Vega encarcelada, como tantas otras, por el mero hecho de ser gitana, su abuelo el viejo Melchor, la sumisa Caridad acostumbrada a años de esclavitud, tanto desgarro, tanto orgullo de raza, me han superado. Supongo que mi humor me pedía una novela más ligera y esta ha llegado en mal momento, cosa que siento, porque probablemente podría haberla disfrutado más en otras circunstancias.
Sí que he de reconocer que hacia la mitad de la novela logré engancharme un tanto a la historia de la gitana Milagros Carmona, de su amiga la negra ex esclava Caridad y el resto de los personajes; este cambio de ritmo viene a coincidir con el traslado de la acción a Madrid y el abandono de alguna manera del escenario de la gitanería de Sevilla y de los campos del sur de Portugal donde se centra el tráfico de tabaco al que se dedica el abuelo Carmona, pero tardé como trescientas paginas en coger soltura y leer con alegría, con lo que no puedo decir que esta novela pueda contarse entre mis recomendaciones de los últimos tiempos.
A pesar de todo esto, tengo que reconocer que el libro está muy bien escrito porque no voy a negar la destreza narrativa del autor que cuenta sus publicaciones por éxitos, lo que se cimenta en una base de calidad innegable. También es cierto que la novela cuenta una historia original por lo que se refiere a que entra en un tema interesante centrado en las vivencias de una joven gitana, por medio de la cual nos acercamos a la vida del resto de miembros de esta raza en la España del siglo XVIII que no era precisamente fácil: rechazados por la población en general, aferrados a sus costumbres y sus tradiciones, sin interés por acomodarse al estilo de vida de los payos ni por acatar su religión y sus leyes más que de cara a la galería, tuvieron enfrente las severas leyes del rey Fernando VI inspiradas por el Marqués de la Ensenada que se convertiría en el más severo perseguidor de este pueblo y que trató de eliminarlos de la faz de la península. Falcones es un narrador habilidoso que recrea una época y unos lugares que resultan verosímiles, cargado de documentación histórica y de datos interesantes. Y lo cierto es que los personajes que dibuja están llenos de pasión y vida, pero tal vez, para mi gusto, hay demasiada pasión en la novela, demasiado sufrimiento, demasiada ansia de venganza, demasiada violencia, luchas de familias, odios enconados que pasan de generación en generación....
Entiendo que todo lo que cuenta la novela es el reflejo de la época y del lugar en que transcurre la acción, que la vida en el barrio sevillano de Triana en la época descrita no sería precisamente un remanso de paz ni buenas maneras, pero son precisamente esos sentimientos tan exacerbados, esa lucha continua por la vida, huyendo de los enemigos, de los de su misma raza y su misma familia más incluso que de los extraños, esa búsqueda constante de la libertad y la paz, todo eso que probablemente sean lo que más atraiga a los lectores de esta novela, lo que les haga apasionarse con ella, es lo que me ha resultado totalmente agotador: el encontrarme imbuída en un mundo regido por tradiciones atávicas irracionales, la defensa de la honra, la venganza, la navaja siempre a mano, el ojo por ojo, todo ese ambiente en el que se mueve la joven Milagros, todos los sufrimientos y las humillaciones por los que pasan ella, su madre Ana Vega encarcelada, como tantas otras, por el mero hecho de ser gitana, su abuelo el viejo Melchor, la sumisa Caridad acostumbrada a años de esclavitud, tanto desgarro, tanto orgullo de raza, me han superado. Supongo que mi humor me pedía una novela más ligera y esta ha llegado en mal momento, cosa que siento, porque probablemente podría haberla disfrutado más en otras circunstancias.
jueves, 13 de junio de 2013
El libro de los veranos
"El libro de los veranos", de Emylia Hall, es una de esas novelas que se leen con una sonrisa en los labios, aunque también llega el momento en que debes sufrir con sus personajes. Es una historia muy bien contada en la que es fácil implicarse y viajar de la mano de su pequeña protagonista, a la que conocemos ya un poco más crecida pero a la que acompañaremos en este relato contado en primera persona y que nos devolverá a los más dulces años de la infancia.
La plácida vida de Beth dará un vuelco cuando su madre, Marika, decida abandonarlos a ella y a su marido y volver a su Hungría natal, dejando a la pequeña de nueve años a cargo de su silencioso y más bien aburrido padre que debe criarla, con mucho amor pero poca alegría, en la siempre gris ciudad de Devon. Es por eso que durante años la pequeña ansiará la llegada del verano para poder viajar durante unos pocos días al lado de su madre, en lo que supondrá un alegre y soleado paréntesis en su monótona vida inglesa. Desde los nueve años hasta los dieciséis, Beth disfruta del maravilloso verano en la campiña húngara, con su alegre madre, rodeada de naturaleza, arte, alegría de vivir, y además conocerá su primer amor y la vida en libertad y llena de nuevas experiencias, de baños en el río, del calor asfixiante y los mosquitos y demás bichos por todas partes, de las deliciosas comidas y las largas tardes en la terraza y las cenas a la luz de las velas. Estos pocos días le compensan de su monótona vida durante el resto del año y son una luz que la ilumina en las brumosas tardes del invierno inglés. Sus recuerdos, las cartas que recibe de su madre y su amigo Tamás, todo eso la mantiene atada con un hilo invisible a la luminosa Hungría. Beth quiere a su padre, un hombre bueno y tranquilo, pero sueña con parecerse cada vez más a su madre, quiere tener su entusiasmo, el mismo brillo de sus ojos y su alegría vital.
Sin embargo, cuando comienza la historia sabemos que Marika ha fallecido y que hace años que Beth y ella no se habían vuelto a ver. ¿Qué ocurrió en aquel último verano?, ¿Qué fue lo que originó esa separación?, ¿ Porqué Beth no volvió nunca más a Hungría? Todo esto se nos lo va a ir contando en primera persona la niña a la que, año a año,veremos crecer y convertirse en adolescente que va descubriendo el amor, está deseando crecer y vivir más intensamente y es en su madre en quien se mira siempre, hasta que un secreto que permanecía oculto saldrá a la luz y las separará de forma definitiva.
El libro es una auténtica delicia. Está contado con ternura, con inocencia, evoca los momentos de inmensa felicidad y también los pequeños dramas de la adolescencia en un tono muy dulce, sin nada de empalago. Realmente te transporta de la húmeda Inglaterra a la agreste Hungría y deseas, junto a Beth, que el verano no se acabe nunca. Sin excesos sentimentales, se reflejan muy bien los sentimientos de cada personaje, sus acciones hablan más que sus palabras, todos los protagonistas se sienten muy cercanos y reales y es fácil empatizar con todos ellos, lo que hace más fácil el participar de la historia y sentirla cercana. Es sin duda una novela que se disfruta mucho y que me permito recomendar.
La plácida vida de Beth dará un vuelco cuando su madre, Marika, decida abandonarlos a ella y a su marido y volver a su Hungría natal, dejando a la pequeña de nueve años a cargo de su silencioso y más bien aburrido padre que debe criarla, con mucho amor pero poca alegría, en la siempre gris ciudad de Devon. Es por eso que durante años la pequeña ansiará la llegada del verano para poder viajar durante unos pocos días al lado de su madre, en lo que supondrá un alegre y soleado paréntesis en su monótona vida inglesa. Desde los nueve años hasta los dieciséis, Beth disfruta del maravilloso verano en la campiña húngara, con su alegre madre, rodeada de naturaleza, arte, alegría de vivir, y además conocerá su primer amor y la vida en libertad y llena de nuevas experiencias, de baños en el río, del calor asfixiante y los mosquitos y demás bichos por todas partes, de las deliciosas comidas y las largas tardes en la terraza y las cenas a la luz de las velas. Estos pocos días le compensan de su monótona vida durante el resto del año y son una luz que la ilumina en las brumosas tardes del invierno inglés. Sus recuerdos, las cartas que recibe de su madre y su amigo Tamás, todo eso la mantiene atada con un hilo invisible a la luminosa Hungría. Beth quiere a su padre, un hombre bueno y tranquilo, pero sueña con parecerse cada vez más a su madre, quiere tener su entusiasmo, el mismo brillo de sus ojos y su alegría vital.
Sin embargo, cuando comienza la historia sabemos que Marika ha fallecido y que hace años que Beth y ella no se habían vuelto a ver. ¿Qué ocurrió en aquel último verano?, ¿Qué fue lo que originó esa separación?, ¿ Porqué Beth no volvió nunca más a Hungría? Todo esto se nos lo va a ir contando en primera persona la niña a la que, año a año,veremos crecer y convertirse en adolescente que va descubriendo el amor, está deseando crecer y vivir más intensamente y es en su madre en quien se mira siempre, hasta que un secreto que permanecía oculto saldrá a la luz y las separará de forma definitiva.
El libro es una auténtica delicia. Está contado con ternura, con inocencia, evoca los momentos de inmensa felicidad y también los pequeños dramas de la adolescencia en un tono muy dulce, sin nada de empalago. Realmente te transporta de la húmeda Inglaterra a la agreste Hungría y deseas, junto a Beth, que el verano no se acabe nunca. Sin excesos sentimentales, se reflejan muy bien los sentimientos de cada personaje, sus acciones hablan más que sus palabras, todos los protagonistas se sienten muy cercanos y reales y es fácil empatizar con todos ellos, lo que hace más fácil el participar de la historia y sentirla cercana. Es sin duda una novela que se disfruta mucho y que me permito recomendar.