En “La vida después” me he vuelto a encontrar con la estupenda escritora Marta Rivera de la Cruz, que ya me sorprendió gratamente con su novela “La importancia de las cosas” y que me resulta sorprendente que no sea una autora más popular de lo que es, dada su enorme capacidad para crear historias actuales, realistas, con unos personajes perfectamente creíbles, un gran equilibrio entre la acción y la reflexión sobre los más variados temas y la agilidad de su escritura que engancha con tramas que no están nunca demasiado lejos de las viviencias que cualquiera de nosotros puede haber tenido alguna vez.
En esta ocasión, la novela se inicia cuando Victoria Suárez vuelve a Madrid desde Nueva York para asistir al funeral de su gran amigo Javier Alonso, más conocido como Jan. Le acompaña en el viaje Herder, su marido, un rico y atractivo profesor universitario con ambiciones políticas del que hace algún tiempo ha dejado de estar enamorada aunque, tal vez por rutina, no se plantea separarse. Se encontrará en Madrid con otras mujeres que formaron parte de la vida de Jan: su hija adolescente Solange, la madre de esta, la insufrible Chloe, que trae de París su aire sofisticado y su desinterés por todo lo que no sea ella misma, y Marga, la bienintencionada y devota esposa, ahora viuda, del fallecido. El papel de Victoria es un tanto ambiguo por su especial relación con el fallecido: ha sido su amiga de toda la vida, la suya ha sido una amistad que se inició en sus años de universitarios y ha sobrevivido a todos los romances, matrimonios y aventuras diversas de ambos. Durante años se han apoyado, consolado mutuamente, divertido juntos sin entrometerse en las mutuas relaciones sentimentales, sin juzgar ni acusar, simplemente siendo amigos, haciendo oídos sordos a los constantes rumores que necesariamente despierta este tipo de relación.
Ahora Victoria se encuentra con la petición póstuma de Jan de interceder en la relación de Solange y Marga, de asegurarse que su relación sea afectuosa y puedan contar la una con la otra una vez que él les falte. Su posición es bastante difusa: no es familiar, aunque Solange la llame tía, nunca ha llegado a ser amiga de Marga, aunque hayan compartido el cariño de Jan, y a pesar de todo se ve en la obligación de mediar entre ambas para cumplir con lo que su amigo le ha pedido. Poco después del funeral descubrirán que Jan les ha legado de manera indirecta un pequeño tesoro como regalo póstumo que garantizará la estabilidad económica de su familia. Este sorprendente hallazgo, sin embargo, desencadenará una nueva etapa en la que algunos secretos del pasado familiar saldrán a la luz, dando paso a una segunda parte de la novela en la que aparecen nuevos personajes inesperados y donde la trama se desvía hacia unas historias del pasado que eran desconocidas para las protagonistas.
Esta segunda parte del libro tiene una entidad propia, casi ajena a la historia que veníamos siguiendo. Incluso, dentro de ella nos encontramos con una especie de pequeña novela a menor escala, independiente de la historia principal y donde Marta Rivera despliega su maestría narrativa creando un relato completo en el que se nos cuenta la vida de Arvid Soderman, un anticuario de origen noruego dueño original del tesoro que recibe Marga de su difunto marido. Es una historia que tiene autonomía propia y prueba la capacidad de la autora de crear un personaje total, con su bagaje personal y toda su trayectoria vital, recrear los escenarios en los que se mueve y reconstruir toda una vida en unas cuantas decenas de páginas.
Desde el punto de vista formal, diré que la prosa de Marta Rivera es muy fluida, con una rica y acertada adjetivación. El relato resulta muy ágil y los personajes bien trazados y creíbles. Destaca, lógicamente, la protagonista, Victoria, que está muy bien dibujada como una mujer fuerte hecha a sí misma, que pretende conocerse perfectamente y ser capaz de controlar todo aquello que la rodea, incluyendo sus propios sentimientos, trata de poner siempre límite a todo lo que suponga una situación emotiva, se oculta tras su ironía y su aparentemente perfecta existencia para ocultar el terror que le provoca la idea de quedarse sola, aunque al final tendrá que reconocer que hay factores que escapan a su control, que todos necesitamos confiar en alguien, sentirnos apoyados y queridos por mucho que pretendamos ser autosuficientes, que alcanzar la felicidad supone un esfuerzo personal en el que hay que acercarse a los demás y permitirles entrar en tu esfera de intimidad.
El gran tema de la novela es la amistad como una experiencia que, como ocurre con el amor, es diferente en cada caso: cada relación tiene sus propias normas y sólo el que forma parte de ella puede entenderla. La complicada relación de amistad entre un hombre y una mujer, ese gran misterio de cuya existencia casi todo el mundo duda a excepción de quienes tienen la fortuna de experimentarla, esa amistad comparte menos en común con las relaciones amorosas que con lo que es un matrimonio bien avenido.
La historia me ha llegado bastante y he sido capaz de comprender muy bien a sus protagonistas porque da la casualidad de que yo también tuve un buen amigo al que, curiosamente, también conocí el primer día de clase en la Facultad de Políticas, tal y como les ocurre a Victoria y a Jan, y me ha hecho gracia esta coincidencia, ya que nosotros disfrutamos de una amistad que, aunque acabó difuminándose por la distancia, en sus mejores momentos se pareció en muchos aspectos a la relación que se describe en el libro.
Una lectura bastante recomendable, con una historia cercana y que nos descubre muchas cosas sobre la amistad y los sentimientos.
miércoles, 31 de octubre de 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
Alcazaba
Si en la muy exitosa “El alma de la ciudad” el escritor Jesús Sánchez Adalid recreaba la Plasencia medieval, ahora en “Alcazaba” le ha tocado el turno a Mérida, volviendo así a unir en una obra dos de sus grandes pasiones: la novela histórica y su amor por Extremadura, su tierra natal. En esta ciudad, por tanto, se desarrolla esta novela que nos presenta, de manera muy documentada y al tiempo amena, el periodo de la invasión musulmana sobre la península ibérica, y en particular los acontecimientos acaecidos en este enclave estratégico fundamental desde el tiempo de los romanos, gracias a su situación y a sus formidables murallas.
Corre por tanto el siglo IX y las tres religiones monoteístas conviven en precario equilibrio en esta importante ciudad donde gobiernan los musulmanes sometidos al califa de Córdoba, Abderraman II. El valí es la máxima autoridad, si bien debe tener en consideración a los distintos grupos religiosos, empezando por los musulmanes de origen africano, los beréberes, además de los judíos que conservan cierta autonomía y los cristianos o dimmíes que mantienen como autoridad religiosa a su obispo y también al duc, antigua figura de poder político con origen en el extinto reino godo. Los poderes religiosos y políticos se entremezclan y los conflictos son abundantes en este entorno complejo. La ciudad de Mérida conserva, a pesar de la conquista, cierta independencia derivada de la fuerza que le otorga ser una ciudad estratégica y bien defendida. Ni siquiera el califa es capaz de someterla por completo y la población se resiste a soportar los gravámenes abusivos que pretenden imponerles y dejan de lado sus diferencias para unirse en la defensa frente a los ataques del emir para evitar caer bajo el poder absoluto de Córdoba.
La novela constituye un retrato de la época y del lugar, mostrando la gran complejidad religiosa, política, cultural y social del momento y a pesar de la abundante información que se proporciona es bastante fácil de leer y de seguir. Es una novela absolutamente coral, con muchos protagonistas que representan la variedad de comunidades que habitan la ciudad de las cuales se nos cuentan sus orígenes, su papel en la vida ciudadana, su situación con respecto a los gobernantes, etc., si bien sobresale por encima de las demás la trama que desarrolla la historia del romance entre la judía Judit y el moro Muhamad, hijo del rico comerciante Marwan, símbolo de la convivencia entre religiones, pero tampoco se puede considerar a estos como los protagonistas del libro, ya que son muchas las tramas que se desarrollan y muchos los acontecimientos y personajes que desfilan por la novela. Diría, aunque no suene muy original, que la auténtica protagonista es la propia ciudad, su papel como baluarte inexpugnable por el que combaten los distintos gobernantes durante siglos, como bien se refleja en los apéndices que acompañan a la novela que proporcionan una abundante y rica información complementaria para terminar de dibujar el momento histórico.
Concluiría, pues, que como novela histórica es muy interesante y que proporciona profunda y detallada información, aunque es cierto que, para mi gusto, le falta algo de enjundia narrativa a la hora de adentrarse en las historias más personales que enriquecerían la lectura desde el punto de vista novelístico al margen del aspecto puramente historicista. Una novela, en cualquier caso, muy recomendable y entretenida.
Corre por tanto el siglo IX y las tres religiones monoteístas conviven en precario equilibrio en esta importante ciudad donde gobiernan los musulmanes sometidos al califa de Córdoba, Abderraman II. El valí es la máxima autoridad, si bien debe tener en consideración a los distintos grupos religiosos, empezando por los musulmanes de origen africano, los beréberes, además de los judíos que conservan cierta autonomía y los cristianos o dimmíes que mantienen como autoridad religiosa a su obispo y también al duc, antigua figura de poder político con origen en el extinto reino godo. Los poderes religiosos y políticos se entremezclan y los conflictos son abundantes en este entorno complejo. La ciudad de Mérida conserva, a pesar de la conquista, cierta independencia derivada de la fuerza que le otorga ser una ciudad estratégica y bien defendida. Ni siquiera el califa es capaz de someterla por completo y la población se resiste a soportar los gravámenes abusivos que pretenden imponerles y dejan de lado sus diferencias para unirse en la defensa frente a los ataques del emir para evitar caer bajo el poder absoluto de Córdoba.
La novela constituye un retrato de la época y del lugar, mostrando la gran complejidad religiosa, política, cultural y social del momento y a pesar de la abundante información que se proporciona es bastante fácil de leer y de seguir. Es una novela absolutamente coral, con muchos protagonistas que representan la variedad de comunidades que habitan la ciudad de las cuales se nos cuentan sus orígenes, su papel en la vida ciudadana, su situación con respecto a los gobernantes, etc., si bien sobresale por encima de las demás la trama que desarrolla la historia del romance entre la judía Judit y el moro Muhamad, hijo del rico comerciante Marwan, símbolo de la convivencia entre religiones, pero tampoco se puede considerar a estos como los protagonistas del libro, ya que son muchas las tramas que se desarrollan y muchos los acontecimientos y personajes que desfilan por la novela. Diría, aunque no suene muy original, que la auténtica protagonista es la propia ciudad, su papel como baluarte inexpugnable por el que combaten los distintos gobernantes durante siglos, como bien se refleja en los apéndices que acompañan a la novela que proporcionan una abundante y rica información complementaria para terminar de dibujar el momento histórico.
Concluiría, pues, que como novela histórica es muy interesante y que proporciona profunda y detallada información, aunque es cierto que, para mi gusto, le falta algo de enjundia narrativa a la hora de adentrarse en las historias más personales que enriquecerían la lectura desde el punto de vista novelístico al margen del aspecto puramente historicista. Una novela, en cualquier caso, muy recomendable y entretenida.
viernes, 19 de octubre de 2012
El lenguaje de las flores
La única cosa
capaz de provocar interés en la joven Victoria, lo único que le apasiona verdaderamente,
son las flores y las plantas. Su principal actividad se centra en plantar, cuidar
y conocer el nombre de todas las especies que encuentra y la forma más parecida
a la comunicación que tiene es a través del lenguaje de las flores, el
significado que a cada flor le asignaron en la época victoriana y que se
utilizaba fundamentalmente en las relaciones amorosas de la época. Esta pasión
hará que Victoria consiga por fin un trabajo por horas en la floristería de
Renata y pueda vislumbrar así la perspectiva de hacerse con un lugar donde
vivir, una habitación propia con una puerta y una llave, esa es toda la
aspiración que tiene en la vida, evitando así convertirse en una sin techo abandonada
en las calles que es el futuro más probable que le espera.
Aún sin poder
compartir su actitud vital de misantropía absoluta, fruto de una ausencia total de
cariño en su corta vida, es fácil sentir lástima por esta criatura incapaz no
sólo de querer, sino de aceptar el cariño de los demás, se aferra a la
imposibilidad de alcanzar la felicidad. Victoria asume con resignación que la
suya ha de ser una vida dura y solitaria, no se ve capaz de tan siquiera
imaginarse en un futuro feliz, es incapaz de expresar sus sentimientos, porque
es incapaz incluso de reconocerlos. El retrato de su soledad es tan veraz que esperas a lo largo de todo el libro que su destino
no se cumpla y deseas que el desenlace de la historia no sea tan triste como al que ella misma cree estar predestinada.
El libro es
realmente muy grato de leer. El argumento no es demasiado sorprendente, ya que
supone la clásica historia de soledad y desarraigo resuelta gracias al amor y a
la conexión final de los dos hilos narrativos que vamos trenzando desde el
principio de la novela y que acaban uniéndose en un previsible y ansiado final feliz. Así y
todo, la novela tiene aspectos muy destacados como la original temática del
lenguaje de las flores llevada a la actual California o el adecuado tratamiento
de los sentimientos que no llega nunca al punto del dramatismo, sino que se
queda en un nivel bastante más sutil. No es un novelón romántico ni trágico, sino
una agradable historia triste con un buen final. Y de vez en cuando apetece leer
este tipo de historias.
viernes, 12 de octubre de 2012
22/11/63
Que Stephen King ha sido durante décadas el rey de la novela de terror, es algo por todos conocido y lo cierto es que esa fama la tiene bien ganada por su maestría a la hora de manejar los ritmos, los sustos, de crear ambientes, tensión... en fin, que es un fenómeno a la hora de plantear novelas adictivas. Ahora resulta que decide abandonar el género que le ha dado la fama y se pasa a otro tipo de novela, deja el terror propiamente dicho aunque nos acerca en esta nueva obra a un argumento que, en algunas circunstancias, podría dar lugar a situaciones de verdadero miedo. Como gran conocedor de los temas que inspiran interés y atrapan sin remedio a sus fieles, con esta última novela 22/11/63, King se adentra en una de las temáticas que más interés ha causado desde siempre entre los lectores: los viajes en el tiempo y despliega su viva imaginación y su arte creando historias.
El título de la novela hace referencia a la fecha en que se produjo el atentado que costó la vida a John Fitzgerald Kennedy en las calles de Dallas, un hito dramático en la Historia de los Estados Unidos y, en consecuencia, en la del resto del mundo, dada la influencia, no sólo política y económica de los americanos sobre el resto de las sociedades occidentales, sino también como creadores de mitos y de iconos populares, en lo que, sin duda alguna se ha convertido la figura de JFK en nuestros días. Pues la gran pregunta que plantea el libro es: ¿Qué habría pasado si el atentado contra el presidente hubiera fracasado? ¿Sería el mundo actual mejor de lo que es? A partir de esta premisa, seguimos al protagonista, Jake Epping, un profesor de instituto algo desilusionado que se encuentra en la tesitura de poder responder a esa pregunta, es más, se ve en situación de ser el agente que permita que esa versión revisada de la Historia se produzca siendo él mismo el que evite el magnicidio viajando en el tiempo, cincuenta años atrás, e interviniendo en la realidad de manera que las cosas ocurran de un modo diferente a como se dieron.
Stephen King presenta ese pasado cercano de la América de los años 50 y principios de los 60 casi como una sociedad casi paradisíaca, donde aún existe una cierta inocencia en la especie humana, una sencillez que no se ha visto endurecida por la guerra de Vietnam y las que la siguieron, que no maneja el concepto de terrorismo, que no ve al integrismo islámico como una amenaza, que no ha visto caer las torres gemelas, donde la gente fuma tranquila sin pensar en el cáncer de pulmón. Jake se mueve por unas ciudades y pueblos donde se saluda al forastero y se le ofrece ayuda, donde las puertas de las casas y los coches raramente tienen la llave echada, donde los maestros influyen en las vidas de sus alumnos con sus actitudes y ejemplos… También es cierto que en esa época existen aspectos negativos, como la discriminación racial o el papel secundario de las esposas frente a sus maridos, pero en general, las cosas comparadas con la época actual consiguen hacer nacer en el protagonista una auténtica añoranza por una época en la que él mismo aún no había nacido, en que no existía el teléfono móvil y la fruta sabía a fruta.
La novela es enormemente entretenida, los personajes resultan muy cercanos y es fácil empatizar con ellos, la atmósfera recrea esas películas en blanco y negro donde los hombres no se desprenden de sus sombreros fedora y las chicas lucen cinturas de avispa y faldas acampanadas. El ritmo es adecuado, a pesar de la enorme extensión de la novela; hay tantas cosas que contar que nunca se hace pesada, siempre estás deseando saber más. Sin duda una lectura apasionante y que te tiene amarrada al libro a la espera de ver si el plan de Jake saldrá adelante y, además, si los efectos que ello causará serán o no los deseados, porque según comprobamos, cambiar el pasado y evitar una desgracia no implica que se pueda controlar el imprevisible futuro que esa nueva realidad originará. Un argumento que te hace darle muchas vueltas a todo en la cabeza.
El título de la novela hace referencia a la fecha en que se produjo el atentado que costó la vida a John Fitzgerald Kennedy en las calles de Dallas, un hito dramático en la Historia de los Estados Unidos y, en consecuencia, en la del resto del mundo, dada la influencia, no sólo política y económica de los americanos sobre el resto de las sociedades occidentales, sino también como creadores de mitos y de iconos populares, en lo que, sin duda alguna se ha convertido la figura de JFK en nuestros días. Pues la gran pregunta que plantea el libro es: ¿Qué habría pasado si el atentado contra el presidente hubiera fracasado? ¿Sería el mundo actual mejor de lo que es? A partir de esta premisa, seguimos al protagonista, Jake Epping, un profesor de instituto algo desilusionado que se encuentra en la tesitura de poder responder a esa pregunta, es más, se ve en situación de ser el agente que permita que esa versión revisada de la Historia se produzca siendo él mismo el que evite el magnicidio viajando en el tiempo, cincuenta años atrás, e interviniendo en la realidad de manera que las cosas ocurran de un modo diferente a como se dieron.
Stephen King presenta ese pasado cercano de la América de los años 50 y principios de los 60 casi como una sociedad casi paradisíaca, donde aún existe una cierta inocencia en la especie humana, una sencillez que no se ha visto endurecida por la guerra de Vietnam y las que la siguieron, que no maneja el concepto de terrorismo, que no ve al integrismo islámico como una amenaza, que no ha visto caer las torres gemelas, donde la gente fuma tranquila sin pensar en el cáncer de pulmón. Jake se mueve por unas ciudades y pueblos donde se saluda al forastero y se le ofrece ayuda, donde las puertas de las casas y los coches raramente tienen la llave echada, donde los maestros influyen en las vidas de sus alumnos con sus actitudes y ejemplos… También es cierto que en esa época existen aspectos negativos, como la discriminación racial o el papel secundario de las esposas frente a sus maridos, pero en general, las cosas comparadas con la época actual consiguen hacer nacer en el protagonista una auténtica añoranza por una época en la que él mismo aún no había nacido, en que no existía el teléfono móvil y la fruta sabía a fruta.
La novela es enormemente entretenida, los personajes resultan muy cercanos y es fácil empatizar con ellos, la atmósfera recrea esas películas en blanco y negro donde los hombres no se desprenden de sus sombreros fedora y las chicas lucen cinturas de avispa y faldas acampanadas. El ritmo es adecuado, a pesar de la enorme extensión de la novela; hay tantas cosas que contar que nunca se hace pesada, siempre estás deseando saber más. Sin duda una lectura apasionante y que te tiene amarrada al libro a la espera de ver si el plan de Jake saldrá adelante y, además, si los efectos que ello causará serán o no los deseados, porque según comprobamos, cambiar el pasado y evitar una desgracia no implica que se pueda controlar el imprevisible futuro que esa nueva realidad originará. Un argumento que te hace darle muchas vueltas a todo en la cabeza.
domingo, 7 de octubre de 2012
Juego de damas
Traigo hoy a comentar la novela Juego de Damas, de la escritora Mamen Sánchez, en la que nos encontramos con la historia de Francesca Ventura, una joven que comienza el relato rememorando los días en que, tras cumplir los 18 años, tomó la firme decisión de asesinar a Margheritta, la nueva esposa de su padre. Desde el palazzo familiar a orillas del lago italiano de Como a donde se han trasladado desde su Milán natal, la inquieta y alocada Francesca planea con ayuda su hermana pequeña, la enigmática e inquietante Claudia acabar con la vida de la que consideran causante de su desgracia familiar. A las hermanas les une una relación de dependencia y rivalidad a partes iguales, se complementan y también se enfrentan en muchas cosas, las dos están aparentemente bastante trastornadas, y es que la verdadera naturaleza de su relación se le oculta al lector y no se desvelará hasta transcurrida casi media novela, momento en que muchas cosas comienzan a cobrar sentido en lo que, hasta el momento, parecía una descabellada relación. Lo cierto es que en lo que las hermanas coinciden plenamente es en el rechazo frontal a la nueva esposa de su padre a la que ambas odian profundamente.
Para inspirarse en el modus operandi para acabar con Margheritta buscan en el pasado de la región algún asesinato del cual tomar ideas para su crimen. Conocen así la historia de Sidney, una joven escritora irlandesa que perdió la vida en el lago a principios del siglo XIX cuando disfrutaba de su luna de miel. Van conociendo así cómo se desarrollaron los acontecimientos a través de la lectura de una novela que revive la historia de la joven británica, su correspondencia y la de otros personajes involucrados en su muerte, reviviendo la época de inicios del siglo XIX, cuando Napoleón dominaba Europa y la recién creada nación italiana se debatía entre la fidelidad al emperador y sus deseos de alcanzar una independencia plena de los poderes extranjeros.
En la primera parte del libro me ha costado bastante conectar con las protagonistas, en especial con la pequeña Claudia y su extraña actitud y comportamiento que te hace dudar entre si tiene algún problema mental o verdaderamente posee poderes extraordinarios que le permiten revivir y reconstruir situaciones pasadas, conocer los sentimientos de los difuntos, etc. Afortunadamente, hacia la mitad del libro las revelaciones que se nos hacen cambian el rumbo de la historia y todo parece encajar divinamente; la percepción de lo que leemos es más nítida, ya sabemos a lo que nos estamos enfrentando y la empatía con los personajes aumenta sensiblemente. Es a partir de entonces, cuando se nos revelan datos que desconocíamos de la historia, cuando Claudia se convierte en el mejor personaje de la novela, desde mi punto de vista.
No diría que la novela es perfecta, tiene, en mi opinión, cosas que no llegan a cuajar, como el tono en que se desarrollan las escenas o pasajes románticos, con unas exageraciones cercanas al realismo mágico que no me llegan a convencer, le aporta un dramatismo excesivo a los personajes. Sin embargo en otras ocasiones sí que acierta la autora cuando se inclina hacia la novela gótica con los fantasmas y las leyendas locales enredándose en la vida de los protagonistas, la ambientación con esas damas en camisón paseando a la orilla del lago que encierra misterios e historias antiguas o remando en pequeñas barcas a expensas de las tormentas y de los seres mágicos que pueblan el fondo de las aguas, la relación directa de los muertos y los vivos conviviendo a través del tiempo y otra serie de elementos propios del género sí que me parece que alcanza el tono adecuado. También me ha gustado la recreación del entorno del lago Como, tanto en la época napoleónica como en la actual donde la autora plasma el maravilloso paisaje, el ambiente bucólico tan cercano a la naturaleza, las grandes casas y palazos bordeando el lago, ha logrado despertar mi interés con sus descripciones. Igualmente, los episodios que transcurren en el Nueva York de los años ochenta son bastante entretenidos, aunque a mí la aparición de Gianni Versace entre los personajes me suena un poco forzada, me habría gustado más que su papel lo ocupara algún otro personaje de ficción.
Por resumir, diría que se trata de una novela entretenida aunque tal vez la mezcla de géneros evita que logre convertirse en una novela mágica, como parece ser el objetivo de la autora.
Para inspirarse en el modus operandi para acabar con Margheritta buscan en el pasado de la región algún asesinato del cual tomar ideas para su crimen. Conocen así la historia de Sidney, una joven escritora irlandesa que perdió la vida en el lago a principios del siglo XIX cuando disfrutaba de su luna de miel. Van conociendo así cómo se desarrollaron los acontecimientos a través de la lectura de una novela que revive la historia de la joven británica, su correspondencia y la de otros personajes involucrados en su muerte, reviviendo la época de inicios del siglo XIX, cuando Napoleón dominaba Europa y la recién creada nación italiana se debatía entre la fidelidad al emperador y sus deseos de alcanzar una independencia plena de los poderes extranjeros.
En la primera parte del libro me ha costado bastante conectar con las protagonistas, en especial con la pequeña Claudia y su extraña actitud y comportamiento que te hace dudar entre si tiene algún problema mental o verdaderamente posee poderes extraordinarios que le permiten revivir y reconstruir situaciones pasadas, conocer los sentimientos de los difuntos, etc. Afortunadamente, hacia la mitad del libro las revelaciones que se nos hacen cambian el rumbo de la historia y todo parece encajar divinamente; la percepción de lo que leemos es más nítida, ya sabemos a lo que nos estamos enfrentando y la empatía con los personajes aumenta sensiblemente. Es a partir de entonces, cuando se nos revelan datos que desconocíamos de la historia, cuando Claudia se convierte en el mejor personaje de la novela, desde mi punto de vista.
No diría que la novela es perfecta, tiene, en mi opinión, cosas que no llegan a cuajar, como el tono en que se desarrollan las escenas o pasajes románticos, con unas exageraciones cercanas al realismo mágico que no me llegan a convencer, le aporta un dramatismo excesivo a los personajes. Sin embargo en otras ocasiones sí que acierta la autora cuando se inclina hacia la novela gótica con los fantasmas y las leyendas locales enredándose en la vida de los protagonistas, la ambientación con esas damas en camisón paseando a la orilla del lago que encierra misterios e historias antiguas o remando en pequeñas barcas a expensas de las tormentas y de los seres mágicos que pueblan el fondo de las aguas, la relación directa de los muertos y los vivos conviviendo a través del tiempo y otra serie de elementos propios del género sí que me parece que alcanza el tono adecuado. También me ha gustado la recreación del entorno del lago Como, tanto en la época napoleónica como en la actual donde la autora plasma el maravilloso paisaje, el ambiente bucólico tan cercano a la naturaleza, las grandes casas y palazos bordeando el lago, ha logrado despertar mi interés con sus descripciones. Igualmente, los episodios que transcurren en el Nueva York de los años ochenta son bastante entretenidos, aunque a mí la aparición de Gianni Versace entre los personajes me suena un poco forzada, me habría gustado más que su papel lo ocupara algún otro personaje de ficción.
Por resumir, diría que se trata de una novela entretenida aunque tal vez la mezcla de géneros evita que logre convertirse en una novela mágica, como parece ser el objetivo de la autora.
lunes, 1 de octubre de 2012
El asesino hipocondríaco
¿Qué es lo que nos hace saber que nos encontramos ante una buena novela? ¿Por qué motivo concreto en ocasiones te paras a mitad de una página y piensas: "este libro es genial"? No sería capaz de razonar los motivos o de señalar las características que hacen bueno a un libro, pero lo cierto es que cuando lo tienes entre las manos, lo sabes. Y eso es lo que me ha ocurrido con "El asesino hipocondríaco" del escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz Rengel. Es maravilloso cuando te encuentras con una lectura como esta, divertida, original, inteligente, sorprendente y encima bien escrita. Y más aún cuando casi no sabías nada sobre ella.
El argumento que nos cuenta es de lo más peculiar: el señor Y. es un asesino a sueldo (entendemos por tanto su discrección al no querer facilitarnos su nombre completo) que persigue a la que probablemente sea su última víctima, un tal Eduardo Blaisten de hábitos bastante rutinarios, con lo que debería ser, en principio, un trabajo fácil de llevar a cabo. Ocurre, sin embargo, que el señor Y. es, cuanto menos, un asesino peculiar, no sólo por su notable estrabismo y su deforme pie afectado de gigantismo, no únicamente por llevar adherido a su cuello como protuberancia a un potencial hermano gemelo que nunca llegó a desarrollarse; es que, además de todo esto, lo que tenemos por cierto desde el principio de la novela es que el señor Y. está al borde de la muerte, probablemente este que amanece sea su último día con vida. No se sabe muy bien cuál de todas sus gravísimas y extrañísimas enfermedades será la que acabe con él, pero su final inminente es indudable y eso a pesar de la medicación constante a la que se somete y al seguimiento escrupuloso que realiza de su temperatura, tensión arterial, pulsaciones... Pero antes de morir debe cumplir con la última misión para la que ha sido contratado, por lo que sigue a Blaisten por las calles de Madrid ideando distintas formas con las que acabar con la vida de su objetivo antes de que la muerte le sorprenda a él mismo.
El único consuelo que le queda al señor Y. es el de no ser el único perseguido desde su más tierna infancia, incluso desde antes de nacer, por la más cruel de las desventuras; a lo largo de su relato, nos vamos encontrando con una extensa enumeración de personajes célebres tales como Kant, Descartes, Tolstoi o Proust, que comparten con nuestro protagonista al menos una de estas características: haber quedado huérfanos a muy temprana edad, haber padecido incontables enfermedades gravísimas y, muy importante, haber nacido en una ciudad ubicada cerca de la desembocadura de un río. Al señor Y le enorgullece tremendamente sentirse miembro integrante de esta selecta minoría de grandes hombres perseguidos por la fatalidad y la desgracia.
El libro está narrado con un estilo sencillo y ágil a pesar de los abundantes tecnicismos médicos y las abundantes referencias literarias con una fluidez en la que las redundancias y las repeticiones no estorban, sino que marcan el ritmo, con un humor negro negrísimo y con la virtud añadida de aunar al relato de las desventuras del protagonista la multitud de anécdotas y vivencias de los personajes en los que éste se mira y que se nos van acercando hacia estas figuras del pensamiento, la literatura o la filosofía desde el punto de vista más humano, enseñándonos las miserias personales que se ocultan tras las magníficas obras intelectuales que les dieron fama mundial . Una lectura altamente recomendable y que sorprenderá a todo el que se enfrente a ella.
El argumento que nos cuenta es de lo más peculiar: el señor Y. es un asesino a sueldo (entendemos por tanto su discrección al no querer facilitarnos su nombre completo) que persigue a la que probablemente sea su última víctima, un tal Eduardo Blaisten de hábitos bastante rutinarios, con lo que debería ser, en principio, un trabajo fácil de llevar a cabo. Ocurre, sin embargo, que el señor Y. es, cuanto menos, un asesino peculiar, no sólo por su notable estrabismo y su deforme pie afectado de gigantismo, no únicamente por llevar adherido a su cuello como protuberancia a un potencial hermano gemelo que nunca llegó a desarrollarse; es que, además de todo esto, lo que tenemos por cierto desde el principio de la novela es que el señor Y. está al borde de la muerte, probablemente este que amanece sea su último día con vida. No se sabe muy bien cuál de todas sus gravísimas y extrañísimas enfermedades será la que acabe con él, pero su final inminente es indudable y eso a pesar de la medicación constante a la que se somete y al seguimiento escrupuloso que realiza de su temperatura, tensión arterial, pulsaciones... Pero antes de morir debe cumplir con la última misión para la que ha sido contratado, por lo que sigue a Blaisten por las calles de Madrid ideando distintas formas con las que acabar con la vida de su objetivo antes de que la muerte le sorprenda a él mismo.
El único consuelo que le queda al señor Y. es el de no ser el único perseguido desde su más tierna infancia, incluso desde antes de nacer, por la más cruel de las desventuras; a lo largo de su relato, nos vamos encontrando con una extensa enumeración de personajes célebres tales como Kant, Descartes, Tolstoi o Proust, que comparten con nuestro protagonista al menos una de estas características: haber quedado huérfanos a muy temprana edad, haber padecido incontables enfermedades gravísimas y, muy importante, haber nacido en una ciudad ubicada cerca de la desembocadura de un río. Al señor Y le enorgullece tremendamente sentirse miembro integrante de esta selecta minoría de grandes hombres perseguidos por la fatalidad y la desgracia.
El libro está narrado con un estilo sencillo y ágil a pesar de los abundantes tecnicismos médicos y las abundantes referencias literarias con una fluidez en la que las redundancias y las repeticiones no estorban, sino que marcan el ritmo, con un humor negro negrísimo y con la virtud añadida de aunar al relato de las desventuras del protagonista la multitud de anécdotas y vivencias de los personajes en los que éste se mira y que se nos van acercando hacia estas figuras del pensamiento, la literatura o la filosofía desde el punto de vista más humano, enseñándonos las miserias personales que se ocultan tras las magníficas obras intelectuales que les dieron fama mundial . Una lectura altamente recomendable y que sorprenderá a todo el que se enfrente a ella.