jueves, 28 de junio de 2012

Indignación

Esta novela, de título tan contundente: Indignación, del recién nombrado Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Philip Roth, no se aleja demasiado de la temática y los escenarios de otras de sus novelas, habitualmente situadas en la mitad del pasado siglo entre miembros de las comunidades judías de Estados Unidos.

El protagonista y narrador es Markus (Markie) Messner, un buen muchacho, hijo único de una familia tradicional judía, que ayuda a su padre en su carnicería kosher mientras destaca brillantemente en los estudios y el equipo de beisbol y el club de debate del instituto. Tras graduarse entra en la universidad poco después del inicio de la guerra de Corea; primero pasa por la universidad Robert Treat en el centro de su propia ciudad de Newark, pero año siguiente se traslada a Ohio, a la discreta y conservadora universidad de Winesburg, básicamente huyendo de la insistente vigilancia por parte de su padre que, repentinamente, ha comenzado a sufrir de manera irracional por la posibilidad de que algo malo le ocurra a su único y prometedor hijo, lo que provoca que inicie un angustioso seguimiento de las actividades de chico, que hacen que este trate de huir de semejante acoso.

Markus, a pesar de los temores de su padre, es estudioso, formal, con escasa vida social, ni siquiera le interesa ingresar en ninguna hermandad, centrado como está en triunfar en sus estudios, al tiempo que trabaja para compensar el esfuerzo económico que supone para sus padres el enviarlo a la universidad. El chico se esfuerza por ser el número uno de su promoción y acabar convertido en abogado, igual que trabaja duro para destacar en el curso de Ciencia Militar que se imparte obligatoriamente a todos los jóvenes universitarios, lo que supondría, en caso de ser enviado a la guerra, el ir, no como soldado raso, sino como oficial, una opción menos arriesgada y que le conferirá más posibilidades de salir vivo del conflicto. Sus experiencias sentimentales son prácticamente casi nulas, un par de novias en instituto pero nada serio. Firmemente decidido a no morir sin haber conocido el sexo y teniendo en cuenta que la muerte temprana es algo que no descarta debido a la guerra en curso, decide salir con Olivia Hutton, una preciosa compañera de clase que, sorprendentemente, se muestra sexualmente accesible, algo en extremo extraño dentro de la modosa y reprimida comunidad universitaria de Winesburg, con profunda influencia religiosa y donde imperan estrictas normas de decoro. Su reacción ante la predisposición de la chica lo desconcierta más que lo estimula.

Markus trata, ante todo, de cumplir con sus obligaciones, hacer lo que hay que hacer, no salirse de un camino trazado. Debe enfrentarse a algunos conflictos con compañeros de habitación que interfieren en su objetivo de dedicarse intensamente al estudio, lo que le llevará a visitar al decano Caudwell con el que no llega a entenderse. Lo más curioso de la historia, narrada en primera persona por el propio protagonista, es que al poco de iniciarse la narración nos enteramos de que el chico ha muerto, no conocemos los detalles ni la causa, pero desde ese momento el relato se centra en el repaso exhaustivo que Markus hace de aquellos pequeños detalles y hechos que darán lugar a su muerte, realiza una profunda reflexión sobre su corta trayectoria vital, centrada básicamente en sus días en la universidad, pero también en su relación con sus padres y las decisiones que tomó y cómo estas le llevarán hacia ese trágico final.

La narración se vuelve opresiva en ocasiones, ya que el protagonista se ve angustiado por sus enfrentamientos con su padre, con el decano, y algunos de sus compañeros, todos aquellos que critican su comportamiento y realizan juicios sobre su actitud sin tener en cuenta sus logros o sus virtudes. Sólo Olivia le profesa una total admiración, pero es ella, precisamente, la única de la que Markus trata de alejarse. El chico se encuentra injustamente juzgado y toma decisiones que decidirán su futuro. La narración en primera persona nos permite adentrarnos en los pensamientos del protagonista y entender cómo experimenta él la indignación por las injusticias de que se ve víctima y los acontecimientos que se van desencadenando a raíz de ello. Esa angustia de sentirse acosado sabiéndose inocente y la forma en que lamenta el funesto resultado de sus actos que acabarán frustrando un brillante proyecto vital que nunca podrá llegar a realizarse nos acompaña a todo lo largo del relato.

La novela no constituye una lectura cómoda, el tono es más bien angustioso durante parte de la narración y los hechos que se cuentan derivan de manera tan implacable hacia el triste final, que no proporcionan la satisfacción de ver al protagonista alcanzar su sueño. Sin embargo, vale la pena su lectura por disfrutar de la magistral prosa de Roth, su implacable análisis de los personajes y la forma acertada de captar los ambientes y transmitir las sensaciones al lector. Tal vez no sea su mejor obra (para mí es difícil superar La conjura contra América) pero sí que tiene mucho de su estilo. Y eso ya es bastante.

2 comentarios:

  1. ¡Pedazo de reseña! Y desde luego me has convencido. Creo que me puede gustar esta novela. Así que desde luego me apunto este título, que me dejas con ganas de disfrutar de la prosa de este autor, aunque sea una lectura incómoda.
    Besotes!!!

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  2. Interesantísima! aunque lo de que sea opresiva a mi me afecta bastante, pero es verdad que es un autor al que tengo que leer, anotado!! besos

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