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viernes, 28 de febrero de 2025

Ventisca

"Ventisca", de Marie Vingtras es una lectura bien apropiada para la temporada invernal en la que nos encontramos, una novela con una ambientación que nos traslada a un escenario nevado, en lo más crudo del invierno del norte de Alaska, una de esas lecturas que es capaz de trasmitirnos ese frío helador, no sólo el climatológico sino también el que cubre los corazones de los personajes retratados. Allí, en mitad de una terrible tormenta de nieve, de una ventisca que oculta el mundo bajo una capa de viento y hielo, un grupo de personas emprenden la búsqueda de un niño perdido. La historia ofrece un relato atmosférico en un impresionante paisaje inhóspito de grandes bosques en medio de un clima extremo, un lugar donde todo es nieve y soledad. 
"... incluso si me arrojan lejos de este país helado, estoy segura de que, cerrando los ojos, conseguiré recordar esta tierra que me ha devuelto a la vida, recordar el latido del corazón bajo el hielo, el frío fuera y la llama dentro. Nunca me he sentido tan en mi lugar como aquí."
Allí coinciden los diferentes personajes que se reúnen en el relato: un padre que pierde un hijo que no es suyo; una mujer que huye de su vida anterior, del fantasma de su hermana cuya muerte carga sobre su conciencia; unos padres que ven cómo la guerra les devuelve un hijo que ya no es el mismo que se fue. Cada personaje nos va hablando en primera persona, mientras continúa la búsqueda del niño, al que cada uno desea encontrar por un motivo diferente, irán evocando retazos de su vida presente y pasada, de lo que les llevó hasta aquel apartado rincón del mundo, escapando cada uno de algo, incluso los que se han criado en aquellos parajes se esconden del mundo exterior; otros han venido a parar hasta allí huyendo de sus miedos, de su pasado, desilusionados, vencidos por la vida. Son todos ellos seres atormentados que arrastran historias de pérdidas y de dolor que les han arrastrado hasta ese extremo helado y solitario del mundo, pero ni así lograrán escapar a su destino.

"Los muertos ocupan a veces más sitio que los vivos."

jueves, 31 de agosto de 2023

La sinfonía del azar

Douglas Kennedy se ha convertido últimamente, novela a novela, en uno de esos autores de los que, como dice una expresión muy graciosa que veo mucho por ahí, "me leería hasta su lista de la compra". Realmente, con cada nuevo libro suyo que descubro me convence más de su magistral dominio de la narrativa, con sus personajes llenos de vida y sus marcos temporales que retratan de manera sublime la sociedad y los conflictos políticos de la Norteamérica del siglo XX. 

En "La sinfonía del azar" el relato gira en torno a la familia Burns que se ha trasladado desde Nueva York a Old Greewich, un área residencial a las afueras, donde Alice, una adolescente que en ese año de 1971 se enfrenta a su último año de instituto, se siente como "un islote de extravagancia judía neoyorquina en medio de ese cónclave cerrado de WASP que recelaban de todo lo extraño a su club de campo."

La familia Burns se completa con un padre católico de origen irlandés, veterano de guerra y con un pensamiento más bien conservador, una madre judía liberal, dominante y egocéntrica y dos hermanos mayores con distintas posiciones ideológicas: Peter, enfrentado al padre y a su manera de ver la vida y Adam, que sigue el camino marcado sin plantear conflictos.

Alice se encuentra sumergida en un complicado momento vital tanto a nivel personal como por el entorno social. Su mundo se ve marcado por la agitación política que recorre el país, el encendido debate sobre la guerra, el descubrimiento del sexo, su deseo de volar lejos y escapar del ambiente intoxicado de la casa familiar, de las frustraciones de sus padres y las constantes peleas entre ellos. Alice ansía, en definitiva, hacer su propio camino, vivir la vida que en realidad desea sin que la dirijan los demás. Marcada por la desaparición de su amiga Caryl tras sufrir acoso en el instituto por ser diferente al prototipo predominante, cuando entra en la universidad tendrá sus buenos y malos momentos, descubrirá el amor, sufrirá desengaños a nivel personal y no desaprovechará la oportunidad que se le ofrece de trasladarse a Dublín a estudiar en el Trinity College donde vivirá uno de los sucesos más trágicos de su vida. 

"Huir es una forma de afrontar las cosas que sabes que no puedes ganar."

Y entre idas y venidas por diferentes escenarios, Manhattan será siempre su centro neurálgico, el lugar al que vuelve y donde se siente verdaderamente en casa. En torno a la ciudad transcurrirán las existencias de los distintos miembros de la familia y se irán revelando los fantasmas y secretos que acosan a los padres y a los que hijos nunca tendrán acceso. 

"«Todas las familias son sociedades secretas». Y un secreto revelado deja de ser un secreto. Cuando ese secreto se comparte con un padre o un hermano, puede convertirse en una conjura, una conspiración. Eso sí, siempre que aceptes guardarlo."

A lo largo de los años iremos recorriendo junto a los Burns la historia norteamericana del las décadas de los 70 a los 80 junto con los más variados acontecimientos políticos internacionales, "una época de la vida norteamericana en la que se están reescribiendo todas las reglas». Desde el golpe de estado en Chile apoyado por la CIA que da paso a dictadura de Pinochet, el escándalo Watergate y la caída de Nixon, la figura de los Panteras Negras, la guerra de Vietnam... nos enfrentamos a una novela río donde los acontecimientos se van sucediendo al tiempo que acompañamos la narración de Alice que alterna su vida personal y profesional, su paso de estudiante al mundo profesional, sus relaciones sentimental, así como los avatares de los distintos miembros de la familia entre los gobiernos de Ford, Carter y Reagan, la ola neoconservadora de los 80, la plaga del SIDA, el auge de los tiburones financieros, la transición social desde los últimos hippies hasta la aparición de los yuppies. Todo un paseo por la Historia reciente del país y por la historia particular de una familia norteamericana de su tiempo. 

«La familia lo es todo… y por eso duele tanto»

martes, 13 de noviembre de 2018

La desaparición de Stephanie Mailer

No podía dejar pasar la oportunidad de reencontrarme con Joël Dicker, autor que ya me ha deleitado en un par de ocasiones con sus novelas, siempre bien planteadas, intrigantes y fabulosamente escritas, por lo que finalmente me hice con "La desaparición de Stephanie Mailer", su ultimo éxito, que de nuevo me ha conquistado y me ha hecho pasar unos cuantos buenos ratos de lectura. En esta ocasión la acción de la historia nos traslada a la tranquila ciudad de Orphea, una idílica localidad turística de los Hamptons que se ve alterada por la desaparición de Stephanie Mailer, una avezada periodista dedicada en los últimos tiempos a investigar un antiguo crimen sucedido veinte años atrás en la misma ciudad. El agente de la policía estatal que en su momento resolvió el caso, a punto de retirarse, retoma la investigación ayudado de una joven policía local recientemente llegada desde Nueva York.

La estructura de la novela presenta una serie de giros que aumentan el interés de la lectura, ya que se trata de una investigación sobre otra investigación, una novela sobre otra novela, con unos personajes que ensayan una obra teatral en la que tal vez podemos encontrar la solución al crimen que investigan los policías, o no. Nos hallamos ante una trama compleja, aunque no complicada, pero sí llena de historias que se mueven en paralelo, con varios planos temporales separados algunos de ellos por veinte años pero conectados en el presente.

Y en lo que se refiere a los personajes, si bien el protagonismo descansa fundamentalmente en los investigadores de la policía, el libro tiene bastante de novela coral porque hay otros personajes con tramas paralelas secundarias pero que nos cuentan historias muy interesantes que pueden, por momentos, superponerse sobre la trama principal, además de que cualquiera de esos personajes secundarios puede estar involucrado en los crímenes a resolver, tanto los del pasado como los actuales, o tal vez en ambos a un tiempo.

Se trata, en definitiva, de una estupenda narración que engancha desde la primera pagina, con un ritmo trepidante en los distintos hilos temporales que no dejan de proporcionar sorpresas inesperadas; todas ellas enganchan al lector y le llevan a avanzar velozmente para llegar a la resolución de los diferentes enigmas planteados. Al igual que hace el director de la misteriosa obra teatral que se ensaya a lo largo de la novela, Dicker juega con el lector despertando su curiosidad, juega con la trama reuniendo a todos los personajes en Orphea veinte años después en torno a la representación de dicha obra que resultará trascendental para la resolución del caso y cuyo elenco recuerda a los personajes de "Los diez negritos", cada uno con su historia pasada, sus secretos y su propia cuota de probabilidad de ser el culpable al que andamos buscando. Una novela que bebe, por tanto, de los clásicos del género policíaco pero que logra resultar original, cosa que siempre es de agradecer.

martes, 14 de enero de 2014

The last runaway (El último refugio)

Hay autores que, al leerlos, dan la sensación de que no les cuesta escribir lo que escriben, que les fluye naturalmente, sin artificio, como si escucharas a alguien que te cuenta algo que les ha ocurrido, con un lenguaje sencillo y coloquial pero, al mismo tiempo, transmitiéndote vivamente la historia que relata, haciéndotela vivir con ellos. Esta es la sensación que tengo siempre que leo algo de Tracy Chevalier, como es el caso de esta última novela, "The last runaway" ("El último refugio") Pero está claro que esto es fruto de una extraordinaria habilidad narrativa, ya que está claro que no es posible que la autora haya vivido en primera persona los hechos que nos cuenta en ella, ya que se sitúan en la América de los pioneros, en torno a 1850, igual que no ha vivido en la Holanda del siglo XVII, y ahí está su magnífica novela "La joven de la perla" y tantas otras.

Pues en este caso, el mundo al que nos traslada la autora se sitúa en el agreste y apenas civilizado estado de Ohio a mediados del siglo XIX a donde llega la joven Honor Bright, una inexperimentada cuáquera procedente de Inglaterra que acompaña a su hermana que viaja al nuevo continente con el objetivo de casarse. Pero pronto Honor se encontrará sola en un país extraño, rodeada por desconocidos, sin familia ni amigos y sin saber qué hacer con su vida, necesitada de tomar una decisión sobre su vida pero con el lógico miedo ante lo que le rodea. Siendo una joven educada, discreta y hacendosa, acepta las novedades que su nueva vida le plantea y trata de adaptarse a los cambios y la nueva sociedad en la que debe vivir, tan distinta en muchos aspectos de su tradicional ciudad de origen donde se sentía protegida y donde las costumbres eran diferentes a lo que ahora se enfrenta. La vida en América no es en absoluto fácil, las tierras son agrestes, el clima extremo y sus habitantes mayoritariamente supervivientes natos, personas rudas en busca de nuevas oportunidades y con una vida de mucho trabajo y pocas habilidades sociales, viven en poblaciones que no son más que unas cuantas casas de madera bordeando calles embarradas y rodeadas de inmensos bosques amenazadores, lugares donde será muy difícil que la joven pueda llegar a sentirse como en casa.

Hay muchos temas apasionantes en esta novela, algunos muy simples y relacionados con el ámbito doméstico, como es el de la confección de edredones, los significados que estos pueden llegar a tener para las mujeres que los elaboran o los reciben como obsequio, como manera de transmitirse el amor de la familia o las amistades, igual que su valor como único patrimonio que las mujeres aportan al matrimonio. También el arte de elaborar sombreros o tocados, única pieza ornamental que se permiten las mujeres en esa austera sociedad tan ajena a las costumbres corteses o a las modas en boga. Otro asunto es la peculiar forma de vida de los cuáqueros, su adhesión a la vida simple, ajenos a la mentira y el engaño de cualquier tipo y su posición ante la esclavitud, que es el gran tema de la novela. Porque en los años que recoge el libro se presenta la gran división que existía en el país entre los estados esclavistas y los del norte donde se considera que todos los hombres deben ser libres. De ahí que se asista constantemente a la huída de esclavos fugitivos que arriesgan su vida en busca de su libertad más allá del sur. Y Ohio es una de las puertas hacia esa libertad, por la que cruzan cientos de estas personas, lo que obligará a los habitantes de estas regiones a plantearse un constante conflicto moral entre lo que ordenan las leyes y lo que les dicta su propia conciencia. Honor Bright, como buena cuáquera, verá poner al límite sus creencias en la igualdad, la no violencia y su incapacidad para mentir al enfrentarse a las duras situaciones a las que se verá expuesta.

La novela, en definitiva, es una obra preciosa, llena de hermosas estampas de los magníficos paisajes, las duras condiciones climáticas, los veranos abrasadores y los inviernos extremos, alternadas con acertadas descripciones de sentimientos y sensaciones, de las relaciones personales, de la amistad, del miedo, de la incertidumbre... y con una delicada protagonista a la que llegamos a conocer bien, gracias a la eficaz introspección en su conciencia y en su corazón. Una lectura absolutamente recomendable para quien quiera sumergirse en otras vidas mediante un gesto tan sencillo como es abrir un libro.

jueves, 13 de octubre de 2011

Dreams from my father

Termino la lectura de “Dreams from my father”, la autobiografía de los primeros años de vida de Barack Obama con la sensación de que entre las personas que triunfan en la vida hay algunas que se encuentran con la suerte de cara, las circunstancias propicias y los contactos adecuados, los que nacen para triunfar, y otras que, sencillamente, se han ganado a pulso lo que tienen: han luchado por alcanzar sus metas y se merecen estar donde están. Y es que estoy segura de que en ninguna lista de ciudadanos norteamericanos con posibilidades de convertirse en Presidente de los Estados Unidos debió figurar nunca el nombre de Barack Obama si nos basamos en sus orígenes, su entorno y, por supuesto, su color. Pero ahí está él: el primer Presidente de raza negra de los Estados Unidos de América, algo que hasta hace unos años sólo podíamos ver en algunas películas de ciencia ficción. Y a la vista de su historia la cosa no ha debido de resultar fácil.

Lo cierto es que el libro tiene el valor añadido de haber sido publicado en 1995 cuando todavía era lejana la elección que le llevó a la Casa Blanca en 2.008, por lo que no corre el riesgo de ser una autobiografía maquillada del flamante Presidente, sino que aún no era más que un abogado brillante con un prometedor futuro y por aquel entonces no tenía más título que haber logrado ser el primer editor de color de la prestigiosa Harvard Law Review.

Los orígenes de Obama, como comentaba, son realmente peculiares: nacido en Honolulú, hijo de una chica de Kansas y de un ciudadano keniata llegado a los Estados Unidos para ampliar sus estudios. El matrimonio se disolvió a los pocos años de nacer el pequeño ya que el padre se vio obligado a volver a su país para ocuparse de sus responsabilidades familiares como hijo de un importante jefe de tribu destinado a ocupar puestos de responsabilidad en la recientemente independizada Kenia. La madre de Barack se volvió a casar, esta vez con un ciudadano indonesio y se trasladaron a vivir a Yakarta, donde el pequeño Barack vive sus años de infancia en un ambiente relajado y un tanto asilvestrado, bastante alejado del estándar norteamericano. Al aproximarse a la adolescencia su madre decide enviarlo de vuelta a su país de origen para que continúe con sus estudios y así transcurren sus primeros años de juventud en los revueltos años 70 como un chico de color al cuidado de sus abuelos blancos. En esta época comienzan sus primeros acercamientos al mundo de la política, la defensa de los derechos civiles, las diferencias entre las distintas razas e incluso algunos escarceos con las drogas.

Obama creció con el recuerdo de su lejano padre como si de un héroe se tratara ya que, a pesar de no guardar ninguna memoria real de él, tanto su madre como sus abuelos se esforzaron por dibujarle una imagen casi ideal del personaje, con el que sólo se volvería a encontrar una vez a la edad de diez años, si bien algún tiempo después conocería a través de una medio hermana keniata los aspectos más oscuros de la vida de su padre a su regreso a Kenia. De cualquier modo, siempre se sintió obligado a mantener un nivel de excelencia digno de la gran familia africana de la que procedía que se vio reforzado por el constante apoyo y confianza de su madre y sus abuelos en sus capacidades.

Su primera ocupación profesional seria le llevaría a Chicago, donde ocupa un puesto de “organizador social” algo no muy habitual en nuestro continente y que sería algo así como impulsor de las comunidades más pobres y marginales de la sociedad, tratando de articular por medio fundamentalmente de las parroquias de la zona unos grupos de presión destinados a encauzar las demandas fundamentales de estos ciudadanos hacia los centros de decisión. Algo que en nuestro país se haría a través de partidos, sindicatos y asociaciones diversas que no tienen equivalente en América. Durante este periodo, Obama profundiza en las desigualdades e injusticias existentes dentro de la supuestamente avanzada y opulenta sociedad norteamericana donde, por lo general, son las personas de color las que salen peor paradas, en ocasiones no sólo por el racismo de los blancos, sino también por los propios prejuicios de los negros y su actitud ante las demandas de la sociedad. Muestra Obama una enorme capacidad de empatía para entender las distintas posturas de las personas con las que trabaja y para tratar de ayudar sin realizar juicios de valor ni culpabilizarles por su situación. Su esfuerzo por ayudar a estas personas y tratar de mejorar sus condiciones es sincero y muestra un carácter tenaz y luchador.

Al final de este periodo decide completar su formación asistiendo a la selecta escuela de leyes de Harvard lo que sigue marcando las diferencias entre él y los ciudadanos de color con los que trabaja que no tienen posibilidades de mejorar sus vidas por medio de los estudios o la formación profesional. Obama se sigue sintiendo en tierra de nadie, y antes de entrar en la universidad decide, por fin, realizar el viaje, tantas veces pospuesto, a Kenia para conocer sus raíces y la numerosa familia que allí creó su ya difunto padre.

El viaje a Kenia le sirve para tomar contacto con sus orígenes en un lugar donde su apellido es reconocido y lo identifica como hijo del Dr. Obama: “nadie aquí en Kenia me pregunta cómo se escribe mi nombre” Debido a los diversos matrimonios de su padre, Obama se encuentra con una pléyade de medio hermanos, tíos, abuelas, personas hacia las que, sin haberlas conocido hasta ese momento, se siente vinculado y de algún modo obligado a ayudar dada su situación privilegiada pero, en el fondo, él se siente norteamericano y entiende que la necesidad de reencontrarse con esta parte de su historia no quita que su esencia y su cultura sean norteamericanas y logra asumir que debe vivir con su eterna dualidad racial, cultural y familiar y tomar esa riqueza como base para su vida.

Encuentro la historia de Obama indudablemente peculiar, fuera de muchas normas, totalmente alejada del clásico "american way of life". Más bien una historia de superación, de esfuerzo por conseguir sus objetivos a base de trabajo y estudio, con la rémora que supone el tener que forjarse una identidad racial y familiar sobre la que basar la existencia. Todo un ejemplo de hombre hecho a sí mismo y que ha alcanzado la cima de la sociedad a pesar de no tener, a priori, ningún factor a su favor que le hiciese candidato para llegar a donde ha llegado.

jueves, 19 de mayo de 2011

American Vertigo

Habitualmente mis reseñas se centran en obras de narrativa que es, básicamente, lo que suelo leer. Hace algún tiempo, durante mis años de estudiante y siguientes, lógicamente sí que frecuentaba un abanico más amplio  de géneros que abarcaba desde pensamiento político a obras clásicas de la Ciencia Política o la Filosofía, pero, cosas de la vida, actualmente he limitado la lectura a una actividad de solaz y disfrute, por lo que me he orientado hacia su aspecto más lúdico y me limito, casi por completo, a disfrutar de novelas, narrativa, alguna biografía y poco más.

Sin embargo, he aquí que traigo para comentar este American Vertigo del filósofo francés Bernard-Henri Lévy, un libro que si bien se trata fundamentalmente de un ensayo antropológico, debo confesar que la cosa tiene truco ya que no es, ni mucho menos, un libro duro y sesudo con tremendos planteamientos teóricos, sino que se acerca más a una crónica de viajes con un estilo fácil de leer, si bien es cierto que toca una gran variedad de temas, centrados básicamente en conceptos sociológicos y políticos, pero así y todo lo he disfrutado mucho.

Levy se embarca en un viaje que pretende ser remedo del que hace ciento cincuenta años realizó su compatriota Alexis de Tocqueville por los entonces recién nacidos Estados Unidos, con el objeto de realizar un informe sobre el sistema penitenciario de aquel país, y, en base a esta premisa, tanto Tocqueville entonces como Levy ahora, explorar otros muchos aspectos de la sociedad norteamericana, fundamentalmente referidos a temas de organización política y de sistema de partidos, las ideologías extremas y su plasmación en la vida diaria, las religiones entendidas como un producto más de consumo, la vida en lo que se denomina América profunda, los restos de la cultura sudista, etc. sin dejar de lado, lógicamente, la organización del actual sistema penitenciario.

Me parece que, para cualquier persona medianamente atraída por la cultura norteamericana, este es un libro fundamental. Muchos temas están tratados de manera rápida, en realidad todo el libro se compone de capítulos muy breves, pero sí que dan pie a una reflexión que incita a profundizar a posteriori en muchos de esos asuntos.

Destacaría que el autor no puede dejar de lado el hecho de que su mirada está condicionada por ser el espectador un ciudadano eminentemente europeo que observa una sociedad diferente lo que provoca que su interés se centre fundamentalmente en los hechos o fenómenos que resultan ajenos a nuestra sociedad, por ejemplo, al funcionamiento del sistema político, electoral y de partidos, los sistemas educativos, de bienestar social, el sistema penitenciario privado, la organización social en general, por lo que son esos aspectos de la sociedad norteamericana los que más nos chocan por encontrarse extremadamente lejanos a nuestra propia experiencia.

En resumen, una mirada a otra cultura por la que nos sentimos tan influenciados en algunos aspectos mientras que nos resulta tan lejana y extraña en otros.

P.S. En estas fechas en que otro ciudadano francés "ilustre" se encuentra encerrado precisamente en una de las penitenciarías de la ciudad de Nueva York que Lévy visita durante su viaje, resulta que, sin haberlo pretendido en absoluto, esta reseña parece surgida al hilo de la más rabiosa actualidad informativa, cosa que no es más que fruto de la casualidad,

viernes, 5 de noviembre de 2010

True Tales of American Life

Me extraño al comprobar que no tengo en este blog ninguna entrada sobre Paul Auster, teniendo en cuenta que es uno de mis autores preferidos. Lo cierto es que hace algún tiempo que no leo nada de él, no sé porqué pero sus últimas obras no me han atraído demasiado. Lo que sí que tengo en proceso de lectura es un libro de relatos en el que Auster aparece como editor y que se titula "True Tales of American Live" (la versión castellana recibió el título de"Creía que mi padre era Dios", nombre extraído de uno de los cuentos que se incluyen en el volumen)

El libro está compuesto por pequeños relatos, en su mayoría de no más de dos páginas de extensión, los más largos creo que no pasan de seis páginas y los más breves ocupan tan solo unas pocas líneas. Es una colección de auténticas joyas breves enviadas por los oyentes de un programa de radio que presentaba el propio Auster, autores anónimos pero que se prestaron a poner por escrito hechos excepcionales que les hubieran ocurrido a lo largo de sus vida y que desearan compartir con el resto de los oyentes. De la selección de los mejores de esos relatos que llegaron por cientos a la emisora surgió este libro.

Decía anteriormente que tengo este libro en proceso de lectura; lo que no he especificado es que este proceso lleva ya varios años en curso. No es que sea demasiado largo ni que me cueste avanzar por él; lo que ocurre es que este es lo que yo llamo un "libro almohadilla": lo tengo siempre en la mesa de noche y echo mano de él cada vez que termino un libro y no me decido por cuál será el siguiente que empezaré; durante un día, o dos, o más, según lo que tarde en centrarme en otra lectura, me sumerjo en de estas historias fascinantes que lo son más aún si creemos en que todas ellas cumplen la premisa que se estableció al solicitar los relatos: que fueran, como el título indica, cuentos reales, hechos vividos por los autores o por alguien muy cercano. Resulta fascinante cómo la realidad muchas veces es más fantástica, emotiva, sorprendente que cualquier ficción creada por un novelista. No sé si las historias fueron de algún modo adaptadas o arregladas antes de ser impresas pero lo cierto es que, cada una en su estilo, es un pequeño tesoro en miniatura, cada una con su gota de humor o de sentimiento o de sorpresa, cada una en su estilo, algunas con final feliz, otras impactante pero casi todas llegan al corazón y llevan a la reflexión.