viernes, 15 de junio de 2012

Gilead

Estoy segura de que la novela que traigo hoy en esta entrada, Gilead, de la escritora norteamericana Marylinne Robinson, no va a entrar en ninguna lista de best sellers, pero, así y todo, creo que es una de esas obras que merece la pena conocer. El argumento se sitúa en 1957 y su protagonista es John Ames, pastor metodista en un pequeño pueblo de Iowa, el cual, teniendo certeza de su próxima su muerte, decide comenzar a escribir una serie de cartas, mezcla de memorias y diario, con el objeto de que su hijo, que ahora cuenta sólo con 7 años, pueda, en un futuro, conocer algo sobre quién fue su padre y que sus experiencias le sirvan de algún modo para manejarse en su propia vida de adulto. El pequeño es fruto del segundo matrimonio de Ames con Lila, una joven poco culta pero que vino a llenar de felicidad los últimos años de vida del pastor.

El reverendo reflexiona sobre lo que ha sido su vocación y su oficio, heredado de su padre y su abuelo, las relaciones familiares y sus inquietudes intelectuales y espirituales. Sin que el relato siga un orden cronológico lineal, vamos conociendo lo que Ames nos cuenta según va desgranando los acontecimientos más importantes de su vida, hechos familiares, pero también pequeños sucesos de la vida cotidiana: cuestiones que le hacen reflexionar sobre su vocación, el servicio que ha prestado a su comunidad y su lucha constante por dominar su carácter y adaptarlo a lo que se espera de un siervo de Dios. Contrasta la profundidad y complejidad de algunas de las cuestiones de tipo teológico que se plantea Ames y los tormentos que estas le producen, con la capacidad que tiene, a su vez, de emocionarse o disfrutar de pequeños detalles como un amanecer, un momento de silencio o la ternura de un momento compartido con su hijo.

El mundo que refleja el libro se corresponde con una sociedad cerrada, un humilde pueblucho en lo más profundo de Iowa, donde parece que nunca ocurre nada, pero cuyos habitantes no dejan de tener sus inquietudes, vivencias y conflictos. En ocasiones, tanto el paisaje como los personajes me han recordado a los ambientes reflejados en Las uvas de la ira, esa sociedad americana imbuida en una tremenda crisis que lleva a una vida de miseria y penalidades en el agreste entorno del medio oeste americano, con paisajes desolados y pueblos sin atractivo alguno, donde la lucha por la supervivencia diaria convive con la gran devoción religiosa y una moral rígida basada en un profundo estudio de las Escrituras.

En cada generación de la familia Ames ha habido un pastor, pero cada uno ha entendido el ministerio a su manera: el abuelo de John predicaba con una pistola al cinto al tiempo que participaba en las luchas abolicionistas, mientras que el padre, pacifista convencido, trató de ser de utilidad a una congregación donde abundaban las viudas y huérfanos que sufría las consecuencias de la guerra civil y que no podían más que acudir al pastor en busca de consuelo. Ames se enfrenta a la duda de cómo servir de la mejor manera a su comunidad y ejercer apropiadamente su papel de guía espiritual.

El libro tiene un ritmo lento, un tono contenido de absoluta introspección, una casi total ausencia de diálogos; todo el texto se basa en las reflexiones en primera persona del pastor que se dirige a su hijo haciéndole partícipe de sus experiencias personales y de los hechos más relevantes de su historia familiar y también de sus inquietudes espirituales, reflexionando constantemente sobre las Escrituras y el oficio de pastor, con escasas referencias a hechos concretos del día a día que cuando se dan se centran en la vida de la comunidad y en especial a la inquietud que le causa la influencia que su hijo y su joven esposa puedan recibir en un futuro de Jack Ames Boughton, hijo pródigo de su gran amigo Robert Boughton, ministro presbiteriano en su misma localidad, que regresa ahora a casa tras haber causado mucho sufrimiento a su familia.

Y, aunque parezca una contradicción, me permito afirmar, por una parte, que el libro me ha gustado mucho y que he disfrutado leyéndolo pero, por otro lado, diré que no es un libro que recomiende de manera generalizada. Y no tiene porqué extrañar que diga esto, puesto que reconozco que en ocasiones es posible disfrutar de una novela porque está magníficamente escrita, como es este caso, por la precisión y la densidad con que describe los sentimientos y las emociones, porque consigue acercarme al protagonista y sufrir con él y emocionarme con él, pero es cierto que ni el tema, ni el tono contenido, ni el ritmo pausado y ni la práctica ausencia de acción, son factores que me animen a recomendar su lectura a cualquiera. Eso sí: si a alguien le apetece disfrutar de una historia cargada de sentimientos y que permite reflexionar sobre cuestiones como el papel de la religión en la vida, el sentido del deber o el placer de las pequeñas cosas, así como adentrarse en la exploración de la naturaleza humana, ya sabe que Marylinne Robinson es una apuesta segura.

9 comentarios:

  1. A veces pasa. Uno disfruta de un buen libro pero no se lo recomendaría ni a su peor enemigo por carecer de los típicos ingredientes que gustan al público en general. Pues a mí me has convencido y me apetece conocer ese mundo de introspección y reflexiones. Bss.

    ResponderEliminar
  2. Esta palabras tuyas "El libro tiene un ritmo lento, un tono contenido de absoluta introspección, una casi total ausencia de diálogos", que a muchos puede disuadir, a mí me alienta a leerlos. Anotado queda, Inmaculada!
    Besos y feliz fin de semana,

    ResponderEliminar
  3. No conocía este libro y por lo que cuentas, creo que es un tipo de libro que me podría gustar, así que me lo dejo apuntado.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  4. Me pasa como a Carmen, que no sólo no me echa para atrás el ritmo lento sino que me resulta atractivo lo que cuentas del libro. Lo buscaré. Un beso

    ResponderEliminar
  5. Lo leí el año pasado y me gustó muchísimo, sobre todo la atmósfera, ese ambiente que envuelve todo el libro y que hace en todo momento tengas la sensación de estar en el pueblo de los Ames. Entiendo que habrá gente a la que le tire un poco para atrás, pero fue una lectura que disfruté mucho.

    Un beso

    ResponderEliminar
  6. ¡Esto es la bomba! Resulta que un libro que decido no recomendar despierta tantísimo interés en todas vosotras. Se ve claramente que sois unas "yonkies" de la lectura: cuanto más duro, mejor. Me alegro de tener en el entorno personas que saben disfrutar del placer de la lectura, y espero que con este libro lo logréis como yo lo he hecho.
    Saludos a todas.

    ResponderEliminar
  7. Me gusta como nos lo cuentas. Con el placer de descubrir un libro desconocido. Voy a buscarlo, creo que también será un placer para mí.
    Besos

    ResponderEliminar
  8. Qué magnifico libro y desconocido, me lo apunto, a ver si lo encuentro, por cierto por aquí me quedo, un beso!

    ResponderEliminar
  9. Le eché el ojo cuando apareció en Círculo, pero entre unas cosas y otras no lo cogí, pero no porque no me llamara la atención. De vez en cuando me apetecen libros como el que nos traes hoy, que hable de sentimientos y reflexiones, así que anotadito queda.
    Besos!

    ResponderEliminar