No es inusual en mí llevar mucho retraso en lo que a lectura de novedades editoriales se refiere. Hago así cierto mi lema de que la vida es demasiado corta para tantos libros como hay por leer. Eso me lleva a que ahora que tanto se comenta sobre la última novela de Belinda Alexandra, "Secreto de Hermanas", yo me ponga con la anterior obra de esta autora: "La lavanda silvestre que iluminó París", la segunda novela de esta escritora que, sorprendentemente, no es francesa sino australiana.
La protagonista de la novela en cuestión se llama Simone Fleurier y, con sólo catorce años, la repentina muerte de su padre la obliga a abandonar a su familia y la finca donde se dedican al cultivo de la lavanda y marcharse a Marsella donde entrará a trabajar en casa de una tía que regenta una pensión. Las condiciones de vida y trabajo que padece no son nada envidiables, pero en la pensión conoce una de las huéspedes: Camile Casal, artista de variedades. Gracias a ella logra encontrar un trabajo en la sección de sastrería del teatro en el que aquella actúa, lo que le permite escapar de la explotación a la que la sometía su tía. Allí entre bambalinas sueña con poder subirse algún día al escenario a cantar y por distintas circunstancias logra finalmente actuar, aunque su primer número no será muy glamuroso, ya que es un número cómico pero consigue otros papeles y alcanza cierto fama. Un buen día se presenta en su camerino monsieur Etienne, representante de artistas que le plantea irse con él a París donde le promete ayudarla a triunfar en el mundo del espectáculo. Etienne y su sobrina Odette serán los grandes amigos que Simona tenga en París durante muchos años y en quienes se apoyará en sus primeros pasos por la gran ciudad, donde logrará en poco tiempo trabajar en los más importantes teatros y hacerse cierto nombre, de modo que incluso se granjea la antipatía de una estrella de su espectáculo, lo que provoca su despido.
Viendo que sus posibilidades de continuar ascendiendo en el complicado mundo artístico de París están limitadas, nuevamente se le presenta una oportunidad de cambiar de aires: esta vez es André Blanchard, un joven heredero, el que decide invertir en su carrera profesional y convertirla en su primer negocio floreciente, por lo que le plantea irse a Berlín donde el mundo del espectáculo es muy diferente a lo que ella conoce en París y le asegura que allí aprenderá muchas cosas que le permitirá convertirse en una auténtica estrella. Cuando vuelva de Alemania, tras una breve estancia en América, comprobará cómo el público y los empresarios franceses la han echado de menos y la reclaman como gran figura de los escenarios. Su éxito, sin embargo, se verá ensombrecido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Me ha encantado esta novela, en especial lo bien descritos que están los evocadores escenarios: la Provenza y sus paisajes rurales, los campos de lavanda, la decadente Marsella con su ambiente portuario y sus teatros de variedades, la sofisticación del París en los años de entreguerras con el mundo de los músicos y los clubs de jazz, la bohemia y los artistas de fama internacional que allí se encuentran; Berlín y sus cabarets, su contraste entre la miseria de la posguerra y el rutilante mundo de los artistas más arriesgados y vanguardistas de Europa. Los distintos lugares están muy bien dibujados, lo que te permite pasear por los distintos escenarios reviviendo los ambientes, las calles y los locales de diversión, los cambios sociales y políticos, el mundo de las grandes fortunas y sus formas de entretenimiento... Por el relato se pasean, además, numerosos personajes famosos, tanto cantantes como pintores, músicos o actores populares en aquellos años, que se codean con la joven Simone y frecuentan los mismos lugares y compartiendo circunstancias con los personajes de ficción aportando una nota de realismo a esta revisitación de una época fascinante. La descripción del París ocupado y la participación de Simone en la Resistencia contra los ocupantes alemanes supone un duro contraste con su vida anterior de lujo y fiestas pero igualmente resulta atractiva esta parte de la novela donde se revive esta dura etapa de la Historia de Francia.
El argumento en general no presenta demasiadas sorpresas; de hecho es una de esas novelas en las que desde el principio sospechas que la protagonista va a superar muchas dificultades y sinsabores hasta alcanzar finalmente la felicidad, pero no por ello deja de ser extremadamente atractiva su lectura. Acompañamos a Simone en sus avatares a lo largo de diferentes ciudades y países y verdaderamente se le toma cariño a esta protagonista que conserva su inocencia sin llegar a resultar simplona y que va aprendiendo del mundo en el que debe manejarse sin convertirse en una “trepa”. El éxito la convierte en una estrella que no olvida nunca sus humildes orígenes y consigue enamorarnos y disfrutar con ella de sus momentos de gloria y sufrir con sus tribulaciones. Un acierto la figura esta protagonista que tan buen sabor de boca me ha dejado.
domingo, 12 de agosto de 2012
miércoles, 8 de agosto de 2012
È una vita che ti aspetto
Estaba oyendo hablar mucho en los últimos meses de este autor italiano, Fabio Volo, por una par de novelas que últimamente están siendo bastante bien acogidas entre los lectores, con lo cual, cuando cayó en mis manos esta obra suya de título “È una vita che ti aspetto”, no dudé en ponerme con ella para comprobar si las alabanzas hacia este joven autor estaban justificadas. Y tengo que decir, así, a grandes líneas, que sí que lo están.
La historia de la novela nos la cuenta en primera persona Francesco, un joven al que todo le sonríe: tiene un buen trabajo, un estupendo apartamento, un coche último modelo, sus amigos, sus novias… pero últimamente algo no funciona bien, se siente enfermo, un malestar general le invade y no sabe identificar su origen, se encuentra en una situación de hastío, de no encontrar sentido a la vida, a un paso de la depresión. Acude por ello a visitar a Giovanni, el médico de la familia, y éste, tras hacerle varios análisis y reconocerlo, le hace ver que lo que tiene no es mortal de necesidad, como el hipocondríaco Francesco cree, lo que le ocurre es que, más que miedo a morir, lo que Francesco padece es miedo a vivir, a vivir plenamente. A pesar de tenerlo todo no se siente libre, es prisionero de sí mismo, no disfruta con su vida, sino que la teme, aplaza lo importante, trivializa sus relaciones, no se compromete...
A partir de ese momento Francesco decide cambiar por completo su actitud. Comienza por entender que ha de empezar por quererse a sí mismo para, a continuación poder querer a los demás porque vivir supone implicarse y para eso hay que sentir, hay que ser capaz de controlar la propia existencia, saber qué se quiere alcanzar. El protagonista descubre su vida donde antes sólo había una existencia material. Inicia un proceso de interiorización para encontrar lo mejor de sí mismo y empezar a mirarlo todo con otros ojos, se replantea su relación con las mujeres, con sus padres, con sus amigos, e inicia una especie de romance consigo mismo que le lleva a preocuparse por su salud, deja de fumar, descubre que es capaz de pasar tiempo solo, que no necesita del ruido constante del exterior. Se da cuenta de que vive esclavizado por tantas cosas que en principio se consideran símbolo de libertad, cuando la verdadera libertad la va a encontrar siendo capaz de renunciar a ellas y disfrutando con lo esencial.
Estoy convencida de que en manos de algún otro autor esta novela se podría haber convertido en un hit del new age, en uno de esos manuales de autoayuda donde el poder de la mente vence las dificultades... pero en este caso no tiene nada que ver con todo eso. La revisión que Francesco hace de su vida está plagada de humor, el lenguaje que emplea el autor es fresco y absolutamente carente de pretensiones, con mucha ironía retrata a la perfección algunas escenas que resultan del todo cómicas, sin pretender ser humorístico; es una visión realista de muchas cosas que, si las analizamos fríamente, resultan ridículas, de muchas situaciones o hechos que consideramos normales hasta que nos paramos a verlas desde fuera.
El estilo es más cercano al diario de Bridget Jones que a otra cosa, el protagonista se ríe de sí mismo y esto ayuda a que no sea una obra seria ni con ínfulas de moralizar, sino un divertido recorrido por una vida muy parecida a la de muchos jóvenes actuales que basan su felicidad en el tener y el parecer y que cuando se encuentran a solas consigo mismos sólo encuentran el vacío. Ha habido un capítulo en particular, “La florista”, en el cual nos narra cómo Francesco conoce a Ilaria y se enamora de ella a primera vista que me ha parecido sublime: divertidísimo (como que me he reído en voz alta, cosa que no es muy frecuente en mí), vivísimo en el realismo de las escenas que describe y más aún, rebosante de alegría de vivir y donde se plasma la verdadera felicidad que proporciona el descubrimiento del amor. Si alguien se tropieza con el libro en algún lugar o lo tiene por casa y no tiene tiempo para incluirlo en sus próximas lecturas, le recomiendo sólo que lo abra por este capítulo 13 y compruebe cómo es posible enamorarse fulminantemente en unas pocas páginas y contarlo así de bien.
La historia de la novela nos la cuenta en primera persona Francesco, un joven al que todo le sonríe: tiene un buen trabajo, un estupendo apartamento, un coche último modelo, sus amigos, sus novias… pero últimamente algo no funciona bien, se siente enfermo, un malestar general le invade y no sabe identificar su origen, se encuentra en una situación de hastío, de no encontrar sentido a la vida, a un paso de la depresión. Acude por ello a visitar a Giovanni, el médico de la familia, y éste, tras hacerle varios análisis y reconocerlo, le hace ver que lo que tiene no es mortal de necesidad, como el hipocondríaco Francesco cree, lo que le ocurre es que, más que miedo a morir, lo que Francesco padece es miedo a vivir, a vivir plenamente. A pesar de tenerlo todo no se siente libre, es prisionero de sí mismo, no disfruta con su vida, sino que la teme, aplaza lo importante, trivializa sus relaciones, no se compromete...
“Es todo mucho más simple. Si quieres ser feliz, si quieres ser libre, aprende a amar. A amar y a dejarte amar”
A partir de ese momento Francesco decide cambiar por completo su actitud. Comienza por entender que ha de empezar por quererse a sí mismo para, a continuación poder querer a los demás porque vivir supone implicarse y para eso hay que sentir, hay que ser capaz de controlar la propia existencia, saber qué se quiere alcanzar. El protagonista descubre su vida donde antes sólo había una existencia material. Inicia un proceso de interiorización para encontrar lo mejor de sí mismo y empezar a mirarlo todo con otros ojos, se replantea su relación con las mujeres, con sus padres, con sus amigos, e inicia una especie de romance consigo mismo que le lleva a preocuparse por su salud, deja de fumar, descubre que es capaz de pasar tiempo solo, que no necesita del ruido constante del exterior. Se da cuenta de que vive esclavizado por tantas cosas que en principio se consideran símbolo de libertad, cuando la verdadera libertad la va a encontrar siendo capaz de renunciar a ellas y disfrutando con lo esencial.
Estoy convencida de que en manos de algún otro autor esta novela se podría haber convertido en un hit del new age, en uno de esos manuales de autoayuda donde el poder de la mente vence las dificultades... pero en este caso no tiene nada que ver con todo eso. La revisión que Francesco hace de su vida está plagada de humor, el lenguaje que emplea el autor es fresco y absolutamente carente de pretensiones, con mucha ironía retrata a la perfección algunas escenas que resultan del todo cómicas, sin pretender ser humorístico; es una visión realista de muchas cosas que, si las analizamos fríamente, resultan ridículas, de muchas situaciones o hechos que consideramos normales hasta que nos paramos a verlas desde fuera.
El estilo es más cercano al diario de Bridget Jones que a otra cosa, el protagonista se ríe de sí mismo y esto ayuda a que no sea una obra seria ni con ínfulas de moralizar, sino un divertido recorrido por una vida muy parecida a la de muchos jóvenes actuales que basan su felicidad en el tener y el parecer y que cuando se encuentran a solas consigo mismos sólo encuentran el vacío. Ha habido un capítulo en particular, “La florista”, en el cual nos narra cómo Francesco conoce a Ilaria y se enamora de ella a primera vista que me ha parecido sublime: divertidísimo (como que me he reído en voz alta, cosa que no es muy frecuente en mí), vivísimo en el realismo de las escenas que describe y más aún, rebosante de alegría de vivir y donde se plasma la verdadera felicidad que proporciona el descubrimiento del amor. Si alguien se tropieza con el libro en algún lugar o lo tiene por casa y no tiene tiempo para incluirlo en sus próximas lecturas, le recomiendo sólo que lo abra por este capítulo 13 y compruebe cómo es posible enamorarse fulminantemente en unas pocas páginas y contarlo así de bien.