Después de leer la novela de Domingo Villar “La playa de los ahogados” me reafirmo en que no nos hace falta subir hasta Suecia para disfrutar de buenas novelas policíacas, ya que tenemos en castellano bastantes buenos ejemplos de este género, entre los que, a mi parecer, destacan todas las novelas de Lorenzo Silva, tal vez menos promocionados a nivel masivo pero que también resultan obras bien elaboradas y con alta calidad narrativa . Y en esa línea encuadraría a Domingo Villar, autor de las historias del inspector Leo Caldas de las cuales esta de “La playa de los ahogados” es la segunda entrega que sigue a “Ojos de Agua” que no he leído pero que no descarto, en absoluto.
Se cuenta en esta novela la investigación por parte del inspector Caldas y su ayudante Estévez de la muerte de un marinero en el puerto de Panxón, cercano a Vigo, que comienza pareciendo un suicidio pero que resultará se un asesinato cuyo origen habrá que buscar varios años atrás, contando con el hermetismo del entorno del pescador y la poca colaboración en general de los implicados en los hechos. Uno de los aspectos que más se destacan en el libro es el retrato del paisaje natural y humano de Vigo y sus alrededores, tanto en la representación del mar y la costa, de los pueblos marineros, en un entorno de puerto y tabernas donde se muestran las duras condiciones de la vida de los pescadores, como en la recreación del clima que se muestra gris, impregnando el paisaje de lluvia y bruma, de oleaje y tormentas, lo que se refleja el carácter de los habitantes de esos pueblos, personas reservadas en general y de pocas palabras cuyo mutismo se acrecienta cuando la conversación se centra en naufragios o desapariciones de pescadores y marinos.
Supongo que para los que conocen más esas tierras del norte, encontrarse con estas novelas que transcurren tan pegadas a su entorno será un incentivo más para la lectura. A los que nos encontramos geográficamente distantes de aquellos hermosos paisajes de las rías bajas gallegas nos pica el deseo de acercarnos por allí para contemplar en directo ese mar bravo que es medio de vida y sustento de tantas personas pero que también puede convertirse en su mayor enemigo.
Sobre la novela en sí, destacaría el encabezamiento de cada capítulo que no están numerados ni llevan título, sino que arrancan con la definición y significados polisémicos de una palabra que aparecerá a lo largo del capítulo y que es una forma verdaderamente original de estructurar la novela, además de suponer, para los que amamos el mundo de las palabras, una agradable sorpresa el comprobar la riqueza del idioma castellano y la variedad de sentidos que cada palabra puede tener y los variados significados que le damos según el ámbito en que se empleen (Pienso en cómo podrá afectar este recurso a la hora de una posible traducción de la novela a otros idiomas, aunque supongo que este asunto no estaba en la cabeza del autor a la hora de decidirse por darnos estos pequeños regalitos que encabezan cada capítulo)
Sin necesidad de haber leído la primera parte de la serie, el entorno personal del inspector Caldas se adivina y se va mezclando con el relato de la investigación sin llegar a estorbar ni a restar protagonismo a la historia principal. El ritmo de la narración se desarrolla más bien lento (que no aburrido) durante la mayor parte del libro y logra acelerarse, como debe ser, al acercarnos a la resolución del caso, sin llegar a extremos de película americana de acción pero sí al punto de agarrar el libro y no cerrarlo hasta que nos enteramos de quién ha sido el responsable del asesinato.
Un libro verdaderamente recomendable y que aconsejo leer al son de dos melodías que de manera recurrentemente se citan a todo lo largo de la narración: “La canción de Solveig” de Grieg y “Promenade” de Gershwin, lo que ayudará a terminar de rematar la ambientación.
Se cuenta en esta novela la investigación por parte del inspector Caldas y su ayudante Estévez de la muerte de un marinero en el puerto de Panxón, cercano a Vigo, que comienza pareciendo un suicidio pero que resultará se un asesinato cuyo origen habrá que buscar varios años atrás, contando con el hermetismo del entorno del pescador y la poca colaboración en general de los implicados en los hechos. Uno de los aspectos que más se destacan en el libro es el retrato del paisaje natural y humano de Vigo y sus alrededores, tanto en la representación del mar y la costa, de los pueblos marineros, en un entorno de puerto y tabernas donde se muestran las duras condiciones de la vida de los pescadores, como en la recreación del clima que se muestra gris, impregnando el paisaje de lluvia y bruma, de oleaje y tormentas, lo que se refleja el carácter de los habitantes de esos pueblos, personas reservadas en general y de pocas palabras cuyo mutismo se acrecienta cuando la conversación se centra en naufragios o desapariciones de pescadores y marinos.
Supongo que para los que conocen más esas tierras del norte, encontrarse con estas novelas que transcurren tan pegadas a su entorno será un incentivo más para la lectura. A los que nos encontramos geográficamente distantes de aquellos hermosos paisajes de las rías bajas gallegas nos pica el deseo de acercarnos por allí para contemplar en directo ese mar bravo que es medio de vida y sustento de tantas personas pero que también puede convertirse en su mayor enemigo.
Sobre la novela en sí, destacaría el encabezamiento de cada capítulo que no están numerados ni llevan título, sino que arrancan con la definición y significados polisémicos de una palabra que aparecerá a lo largo del capítulo y que es una forma verdaderamente original de estructurar la novela, además de suponer, para los que amamos el mundo de las palabras, una agradable sorpresa el comprobar la riqueza del idioma castellano y la variedad de sentidos que cada palabra puede tener y los variados significados que le damos según el ámbito en que se empleen (Pienso en cómo podrá afectar este recurso a la hora de una posible traducción de la novela a otros idiomas, aunque supongo que este asunto no estaba en la cabeza del autor a la hora de decidirse por darnos estos pequeños regalitos que encabezan cada capítulo)
Sin necesidad de haber leído la primera parte de la serie, el entorno personal del inspector Caldas se adivina y se va mezclando con el relato de la investigación sin llegar a estorbar ni a restar protagonismo a la historia principal. El ritmo de la narración se desarrolla más bien lento (que no aburrido) durante la mayor parte del libro y logra acelerarse, como debe ser, al acercarnos a la resolución del caso, sin llegar a extremos de película americana de acción pero sí al punto de agarrar el libro y no cerrarlo hasta que nos enteramos de quién ha sido el responsable del asesinato.
Un libro verdaderamente recomendable y que aconsejo leer al son de dos melodías que de manera recurrentemente se citan a todo lo largo de la narración: “La canción de Solveig” de Grieg y “Promenade” de Gershwin, lo que ayudará a terminar de rematar la ambientación.
¡Qué buenísima reseña! Si ya tengo ganas de conocer la obra de este autor, ahora me has dejado con más ganas. A ver si consigo pillarla prontito.
ResponderEliminarBesotes!!!
Últimamente leo muchas referencias sobre este autor, y apetece leerlo. A ver si empiezo por "Ojos de agua"
ResponderEliminarUn abrazo
Tengo las dos novelas del autor en casa, entre mis muchos pendientes de leer, pero creo que no va a pasar de este verano que le ponga remedio.
ResponderEliminar¡Besos!
La verdad es que el autor ahora mismo está de moda, son muchos los que me lo han recomendado. A ver si puedo leer alguna de sus novelas.
ResponderEliminarBesos
Lourdes.
A mí me encantó esta novela así que rapidamente me fuí a encargar la anterior de este autor, te la recomiendo también "ojos de agua".
ResponderEliminar