La novela de Matthew Pearl "El Último Dickens" es de esas lecturas que te atrapan desde el principio (bueno, en realidad, en mi caso desde la página 20 o así, ya que el inicio ambientado en India no me acabó de enganchar, aunque luego fue todo rodado) Plantea un misterio basado en el mundo de los libros de esos que te dejan pensando en: ¿qué habría sido si...?, ¿Será verdad que..?
La acción gira en torno a la última novela escrita por Charles Dickens, "El misterio de Edwin Drood", libro que quedó inconcluso a la muerte del autor, pero que arrastra la leyenda de si el autor escribió o no un final y qué ocurrió con él. Gran parte de los hechos que se relatan se basan en la vida real de escritor y se cuentan en dos planos: por un lado encontramos Dickens en 1867 realizando una gira promocional por Norteamérica, en la que es curioso ver cómo el fenómeno de los fans alocados no es algo exclusivo de nuestros tiempos: las multitudes se agolpaban para asistir a las lecturas dramatizadas del escritor, haciendo cola durante horas, la reventa alcanzaba altísimos precios. Durante este viaje se nos presenta al autor como una persona plenamente consciente de ser un fenómeno editorial y de masas, con sus fobias y excentricidades y vamos conociendo aspectos de su pesonalidad, de su entorno profesional y familiar que lo hacen merecedor de convertirse él mismo en un personaje de novela.
El otro plano de la narración se desarrolla tres años después, cuando el autor ya ha fallecido dejando su última obra inacabada y los editores norteamericanos luchan por su publicación, a ser posible, incluyendo los supuestos últimos seis capítulos en los que se resolvería el misterio planteado en la novela. Se nos presenta el ambiente editorial como una auténtica selva donde la feroz competencia no entiende en muchas ocasiones de respetar a los rivales. Fields, Osgood & Co. es la editorial que publicaba a Dickens en exclusiva en los Estados Unidos, pero tiene que enfrentarse con los malos usos de su principal rival en Nueva York, Harper & Brothers, por lo que la búsqueda de estos supuestos últimos capítulos de El misterio de Edwin Drood se convierte en una carrera de obstáculos entre Boston y Londes contra unos rivales en ocasiones desconocidos y movidos por distintos motivos en esta búsqueda del final de la novela.
En el libro se describe además los conflictos que la producción y el tráfico de opio desde China o India provocaban en Inglaterra en aquella época, además de los sórdidos ambientes de los fumaderos donde éste se consumía y los efectos que causaba. En este entorno sitúa Dickens parte de esta su última novela, lo que lleva a que, además de las puras luchas entre editoriales, también entren en la pugna por descubrir la verdad sobre la novela otros personajes aún más oscuros y con otras intenciones que tendremos que descubrir.
La novela es, en general, bastante entretenida, ya que al puro thriller se le añade el misterio literario y además, a través de numerosas anécdotas reales en torno Dickens, te acerca a la realidad del que fue uno de los más grandes autores de todos los tiempos.
viernes, 22 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
Una boda en diciembre
Con las temperaturas por las nubes, a más de 30 grados a la sombra, la portada de esta novela, "Una boda en diciembre" de Anita Shreve, escritora norteamericana de la que, por cierto, no había oído hablar hasta el momento, me pareció de lo más atrayente, ¡tanta nieve por todas partes! Muy apetecible, sin duda para tratar de compensar estos calores. Siento tener que decir que la portada es, tal vez, lo mejor de la novela. Bueno, tal vez me he pasado un poco, no quiero ser tan radical, pero lo cierto es que esta historia es algo así como uno de esos telefilmes de sábado por la tarde, que te tragas enterito pero al día siguiente lo has olvidado.
La historia nos presenta a siete antiguos compañeros del instituto que se reúnen con motivo de la boda de uno de ellos veintitantos años después de haberse separado. Algunos de ellos han tenido algún tipo de relación más o menos intensa, pero la mayoría no se había visto desde la gradución. De ahí surge mi primera duda: ¿qué lleva a alguien a invitar a su boda a unas personas con las que apenas tiene relación alguna?
El hecho es que la reunión sirve de pretexto para que vayamos conociendo qué ha sido de las vidas de cada uno de los personajes en todos estos años y que descubramos cómo influyó en cada uno de ellos la muerte de un compañero de promoción a pocas semanas de acabar el último curso. Reconozco que los personajes en su mayoría están bien dibujados y me resultan en general interesantes cuando cada uno por su lado va rememorando su pasado y reflexionando sobre su presente, más incluso que la trama actual en la que interactúan todos juntos y cada uno va contando lo que ocurre desde su punto de vista. Nuevas dudas me asaltan y me tengo que preguntar: ¿es posible que algunos de ellos no hayan sido capaces de superar un amor de juventud? o ¿es precisamente esta la ocasión propicia de revelar profundos secretos que se llevan guardando durante veinte años?
Lo que más fuera de lugar me parece es la historia que se va intercalando a todo lo largo del relato, ya que una de las invitadas, profesora de instituto, está escribiendo lo que será su primera novela y cada poco nos encontramos con los fragmentos que va escribiendo sin que le encuentre mucho sentido a estas interrupciones en la historia principal, ya que, para mi gusto, ni aportan nada a la trama ni tienen una relación directa con ninguno de los personajes.
En fin, que no voy a recomendar la lectura de esta novela a mis mejores amigos, aunque tampoco pasa nada si un día os tropezáis con ella en la biblioteca y decidís leerla. Igual os gusta más que a mí; es perfectamente posible.
La historia nos presenta a siete antiguos compañeros del instituto que se reúnen con motivo de la boda de uno de ellos veintitantos años después de haberse separado. Algunos de ellos han tenido algún tipo de relación más o menos intensa, pero la mayoría no se había visto desde la gradución. De ahí surge mi primera duda: ¿qué lleva a alguien a invitar a su boda a unas personas con las que apenas tiene relación alguna?
El hecho es que la reunión sirve de pretexto para que vayamos conociendo qué ha sido de las vidas de cada uno de los personajes en todos estos años y que descubramos cómo influyó en cada uno de ellos la muerte de un compañero de promoción a pocas semanas de acabar el último curso. Reconozco que los personajes en su mayoría están bien dibujados y me resultan en general interesantes cuando cada uno por su lado va rememorando su pasado y reflexionando sobre su presente, más incluso que la trama actual en la que interactúan todos juntos y cada uno va contando lo que ocurre desde su punto de vista. Nuevas dudas me asaltan y me tengo que preguntar: ¿es posible que algunos de ellos no hayan sido capaces de superar un amor de juventud? o ¿es precisamente esta la ocasión propicia de revelar profundos secretos que se llevan guardando durante veinte años?
Lo que más fuera de lugar me parece es la historia que se va intercalando a todo lo largo del relato, ya que una de las invitadas, profesora de instituto, está escribiendo lo que será su primera novela y cada poco nos encontramos con los fragmentos que va escribiendo sin que le encuentre mucho sentido a estas interrupciones en la historia principal, ya que, para mi gusto, ni aportan nada a la trama ni tienen una relación directa con ninguno de los personajes.
En fin, que no voy a recomendar la lectura de esta novela a mis mejores amigos, aunque tampoco pasa nada si un día os tropezáis con ella en la biblioteca y decidís leerla. Igual os gusta más que a mí; es perfectamente posible.
viernes, 8 de julio de 2011
Crimen en directo
He devorado la cuarta parte de la serie de Fjallbacka "Crimen en Directo" de Camilla Lackberg en tan sólo cinco días. Esto podría, ya de por sí, constituir mi crítica completa de la novela y no tendría necesidad de escribir más para decir que me ha parecido súper entretenida, que el estilo de Lackberg sigue enganchándome con su habilidad para ir dejando abiertos todos los flecos de la historia y hacerme pasar las páginas con fruicción a la espera de ver qué más ocurre. Especialmente hacia el final, no podía dejarlo hasta sabér en qué acababa la cosa, y eso, para mí, es disfrutar de un libro. Además de que, al margen de la invenstigación policíaca en sí, tras cuatro entregas de la serie, los avatares de los personajes fijos tanto en la comisaría como en la familia de Patrick y Erica me interesan tanto o más que los asesinatos por resolver, con lo cual, no puedo más que decir que he anotado ya la siguiente novela publicada en mi lista de lecturas futuras, ya que, como es habitual, nos han dejado la zanahoria colgada del palo enfrente de nuestras narices.
Después de tantas alabanzas, sin embargo, también tengo que reconocer que la historia de los crímenes en esta ocasión me ha resultado un tanto forzada, hay demasiadas casualidades y descubrimiento de pistas que conectan una serie de casos separados en el tiempo y el espacio y que acaban desembocando en una única solución, pero, al menos, está bien hilado y bien contado. También tenía cierta reticencia sobre la invasión del equipo de grabación del reality show en el tranquilo entorno donde se mueve siempre la acción de estas novelas, argumento que también me parecía algo forzado, del tipo: "vamos a meter un tema de candente actualidad, tipo la televisión basura, para atraer lectores". Sin embargo, reconozco que al final las tramas acaban convergiendo y esta parte se muestra como un elemento necesario para que se complete la historia.
En fin, que me he entretenido mucho, como con las anteriores, y que supongo que miles de lectores que, como yo, ya se han leído las novelas precedentes, se habrán leído también esta y que, por supuesto, a no mucho tardar, nos veremos aquí comentando la siguiente. ¿Porqué no?
Después de tantas alabanzas, sin embargo, también tengo que reconocer que la historia de los crímenes en esta ocasión me ha resultado un tanto forzada, hay demasiadas casualidades y descubrimiento de pistas que conectan una serie de casos separados en el tiempo y el espacio y que acaban desembocando en una única solución, pero, al menos, está bien hilado y bien contado. También tenía cierta reticencia sobre la invasión del equipo de grabación del reality show en el tranquilo entorno donde se mueve siempre la acción de estas novelas, argumento que también me parecía algo forzado, del tipo: "vamos a meter un tema de candente actualidad, tipo la televisión basura, para atraer lectores". Sin embargo, reconozco que al final las tramas acaban convergiendo y esta parte se muestra como un elemento necesario para que se complete la historia.
En fin, que me he entretenido mucho, como con las anteriores, y que supongo que miles de lectores que, como yo, ya se han leído las novelas precedentes, se habrán leído también esta y que, por supuesto, a no mucho tardar, nos veremos aquí comentando la siguiente. ¿Porqué no?
martes, 5 de julio de 2011
Alfred & Emily
Doris Lessing es una de esas autoras que están consideradas como esenciales, de obligada lectura, en fin, un clásico actual (no en vano recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 2007 y el Príncipe de Asturias en 2001) Sin embargo, como tantos otros y otras en las mismas circunstancias, no había tenido ocasión todavía de leerla (Me encontraba en el caso de aquella que dijo: “Le sigo mucho, pero aún no he leído nada suyo”) Lo cierto es que por fin lo he hecho y he empezado precisamente por el final, por la que es, hasta la fecha, su última obra: “Alfred & Emily”, publicada en 2009. Pero por alguna parte hay que empezar.
El libro se estructura dos partes: en la primera, la autora relata una biografía imaginada por ella a partir de los caracteres y gustos de sus padres, les diseña una existencia idealizada que ella cree que podría haber sido real si la Primera Guerra Mundial no hubiese tenido lugar y no hubiese torcido sus destinos acabando con sus sueños. Al padre, Alfred Tayler, lo ve convertido en un tranquilo granjero inglés apasionado por la naturaleza, mientras que su madre, de soltera Emily McVeagh , se convertiría en una activa enfermera volcada en la ayuda a los más necesitados.
En la segunda parte, la biografía real de los padres aparece salpicada por numerosas reflexiones personales de la autora sobre temas diversos. El relato se centra en los años transcurridos en Rhodesia, antigua colonia británica, actual Zimbabwe, donde su padre, herido en la Gran Guerra y enfermo de diabetes, se encuentra al frente de una granja bastante mísera donde revive incansable su experiencia bélica que le marcaría para siempre, no solo por su lesión física, sino también por una profunda depresión que arrastraría a todo lo largo de su vida.
En cuanto a su madre, Lessing describe la conflictiva relación que las unió y de la que ella trató en todo momento de escapar. La Emily Tayler que la autora conoció era una mujer triste, enfermiza y sobreprotectora con sus hijos que tratan de huir de su control, pero la autora sabe que en otro tiempo existió una Emily McVeagh que tuvo grandes ambiciones, que quiso ser enfermera e incluso tenía dotes para haberse convertido en concertista de piano. Pero la vida real, la guerra y las convenciones la llevaron a ver frustrarse todos sus sueños; en el trastero de la casa quedaron durante años los baúles que atesoraban los apolillados vestidos destinados a ser lucidos en brillantes actos sociales, algo que resulta tan lejano en la dura granja africana donde se dedican al cultivo del maíz y del tabaco y luchan contra las lluvias torrenciales, las sequías, la amenaza del fuego y los ataques de los insectos.
Aquí asoma la faceta feminista de Doris Lessing, cuando reflexiona sobre la maternidad impuesta a lo largo de los siglos como único papel destinado a las mujeres y que les ha impedido poder dirigir sus vidas de acuerdo con sus propios planes y deseos.
Constantemente intercala la autora reflexiones sobre asuntos varios, como los actuales avances de la medicina y la psiquiatría que podrían haber ayudado a sus padres a sobrellevar sus padecimientos. También reflexiona sobre la vida en contacto directo con la naturaleza que gozaron en aquellos años, la alimentación fundamentalmente ecológica de la que disfrutaban frente a la actual preocupación por la seguridad alimentaria y la falta de alimentos para una gran parte de la población mundial, y otros temas como la situación de la población nativa en las colonias, el surgimiento de los regímenes dictatoriales en África tras la descolonización y sobre todo sobre el impacto de las guerras en las sociedades, en las formas de vida “civilizadas” que se ven inmersas con demasiada frecuencia en la salvaje vorágine de los conflictos armados.
Apenas aparecen pinceladas relativas a su propia vida, habla algo del nacimiento de sus hijos mayores, de su segundo marido que no era en absoluto del gusto de su padre y de su relación más bien distante con su hermano Harry.
En definitiva, el libro resulta muy interesante, especialmente si consideramos que su autora es una dama ya nonagenaria que demuestra mantener fresca la memoria de su infancia y juventud y es capaz de reflexiones sobre temas de actualidad y que sigue con interés los conflictos bélicos en diversas partes del mundo y los compara con los vividos en el siglo pasado. En fin, una biografía nada típica sobre unos destinos truncados por la propia vida.
El libro se estructura dos partes: en la primera, la autora relata una biografía imaginada por ella a partir de los caracteres y gustos de sus padres, les diseña una existencia idealizada que ella cree que podría haber sido real si la Primera Guerra Mundial no hubiese tenido lugar y no hubiese torcido sus destinos acabando con sus sueños. Al padre, Alfred Tayler, lo ve convertido en un tranquilo granjero inglés apasionado por la naturaleza, mientras que su madre, de soltera Emily McVeagh , se convertiría en una activa enfermera volcada en la ayuda a los más necesitados.
En la segunda parte, la biografía real de los padres aparece salpicada por numerosas reflexiones personales de la autora sobre temas diversos. El relato se centra en los años transcurridos en Rhodesia, antigua colonia británica, actual Zimbabwe, donde su padre, herido en la Gran Guerra y enfermo de diabetes, se encuentra al frente de una granja bastante mísera donde revive incansable su experiencia bélica que le marcaría para siempre, no solo por su lesión física, sino también por una profunda depresión que arrastraría a todo lo largo de su vida.
En cuanto a su madre, Lessing describe la conflictiva relación que las unió y de la que ella trató en todo momento de escapar. La Emily Tayler que la autora conoció era una mujer triste, enfermiza y sobreprotectora con sus hijos que tratan de huir de su control, pero la autora sabe que en otro tiempo existió una Emily McVeagh que tuvo grandes ambiciones, que quiso ser enfermera e incluso tenía dotes para haberse convertido en concertista de piano. Pero la vida real, la guerra y las convenciones la llevaron a ver frustrarse todos sus sueños; en el trastero de la casa quedaron durante años los baúles que atesoraban los apolillados vestidos destinados a ser lucidos en brillantes actos sociales, algo que resulta tan lejano en la dura granja africana donde se dedican al cultivo del maíz y del tabaco y luchan contra las lluvias torrenciales, las sequías, la amenaza del fuego y los ataques de los insectos.
Aquí asoma la faceta feminista de Doris Lessing, cuando reflexiona sobre la maternidad impuesta a lo largo de los siglos como único papel destinado a las mujeres y que les ha impedido poder dirigir sus vidas de acuerdo con sus propios planes y deseos.
Constantemente intercala la autora reflexiones sobre asuntos varios, como los actuales avances de la medicina y la psiquiatría que podrían haber ayudado a sus padres a sobrellevar sus padecimientos. También reflexiona sobre la vida en contacto directo con la naturaleza que gozaron en aquellos años, la alimentación fundamentalmente ecológica de la que disfrutaban frente a la actual preocupación por la seguridad alimentaria y la falta de alimentos para una gran parte de la población mundial, y otros temas como la situación de la población nativa en las colonias, el surgimiento de los regímenes dictatoriales en África tras la descolonización y sobre todo sobre el impacto de las guerras en las sociedades, en las formas de vida “civilizadas” que se ven inmersas con demasiada frecuencia en la salvaje vorágine de los conflictos armados.
Apenas aparecen pinceladas relativas a su propia vida, habla algo del nacimiento de sus hijos mayores, de su segundo marido que no era en absoluto del gusto de su padre y de su relación más bien distante con su hermano Harry.
En definitiva, el libro resulta muy interesante, especialmente si consideramos que su autora es una dama ya nonagenaria que demuestra mantener fresca la memoria de su infancia y juventud y es capaz de reflexiones sobre temas de actualidad y que sigue con interés los conflictos bélicos en diversas partes del mundo y los compara con los vividos en el siglo pasado. En fin, una biografía nada típica sobre unos destinos truncados por la propia vida.