En estos tiempos en que tantas vueltas se le da a la "memoria histórica” de las víctimas del franquismo, me he encontrado con la lectura de un buen libro: “La hija del ministro” de Miguel Aranguren, que resulta, aparte de ameno, bien escrito e interesante al tratarse de un relato histórico (ya he comentado en alguna ocasión mi debilidad por el tema) una visión de la Historia de España desde el punto de vista de otra realidad que también ocurrió en nuestro país, pero de la que no oigo hablar en ningún caso a la hora de reivindicar justicia por las afrentas del pasado, debe ser que no todos tienen el mismo derecho a ejercitar su memoria.
El relato se centra en las peripecias de una familia numerosa en donde el padre es ministro del último gobierno de Alfonso XIII y retrata las vicisitudes de los partidarios de la monarquía que se encontraban en Madrid en el momento de proclamarse la II República y que vivieron aquellos años y los correspondientes a la Guerra Civil en aquella ciudad apoyando al bando que consideraban que haría regresar al rey; los ciudadanos que por ser católicos confesos tuvieron que sufrir humillaciones, torturas y muerte a manos de tribunales populares, que se vieron privados de sus bienes, obligados a ocultarse o a huir abandonando todo lo que tenían por no padecer bajo el gobierno del terror que se impuso en aquellas zonas en las que el gobierno republicano resistió hasta el final de la guerra.
Y no voy a entrar a justificar la postura de aquella parte del ejército que se levantó contra el gobierno elegido por las urnas, no es el tema que me ocupa, sencillamente creo que hubo mucha gente que sufrió en ambos bandos pero que parece que no es igual de importante el sufrimiento de aquellos que padecieron por sus creencias políticas y religiosas, que fueron sometidos por la sinrazón anticlerical y a los que no se les tiene en cuenta en ningún momento para que reclamen su “memoria histórica”, gracias a este libro algo de esa otra memoria queda reivindicada.
El relato se centra en las peripecias de una familia numerosa en donde el padre es ministro del último gobierno de Alfonso XIII y retrata las vicisitudes de los partidarios de la monarquía que se encontraban en Madrid en el momento de proclamarse la II República y que vivieron aquellos años y los correspondientes a la Guerra Civil en aquella ciudad apoyando al bando que consideraban que haría regresar al rey; los ciudadanos que por ser católicos confesos tuvieron que sufrir humillaciones, torturas y muerte a manos de tribunales populares, que se vieron privados de sus bienes, obligados a ocultarse o a huir abandonando todo lo que tenían por no padecer bajo el gobierno del terror que se impuso en aquellas zonas en las que el gobierno republicano resistió hasta el final de la guerra.
Y no voy a entrar a justificar la postura de aquella parte del ejército que se levantó contra el gobierno elegido por las urnas, no es el tema que me ocupa, sencillamente creo que hubo mucha gente que sufrió en ambos bandos pero que parece que no es igual de importante el sufrimiento de aquellos que padecieron por sus creencias políticas y religiosas, que fueron sometidos por la sinrazón anticlerical y a los que no se les tiene en cuenta en ningún momento para que reclamen su “memoria histórica”, gracias a este libro algo de esa otra memoria queda reivindicada.